El arte actualmente es inútil y dedicarse al cine es una pérdida de tiempo. “No entiendo de qué sirve empeñarse en contar historias cuando todo alrededor se desmorona”, dice el director canadiense.
Con 34 años de edad y ocho películas en su filmografía como director, productor y guionista —además de sus créditos como actor—, el joven cineasta canadiense Xavier Dolan (1989) ha logrado hacerse de un nombre importante en la industria cinematográfica mundial en los últimos quince años. Considerado por la prensa un enfant terrible, ha desarrollado un nicho autoral contemporáneo que le ha dado un importante espacio en varios de los mejores festivales del mundo, como Venecia, Toronto y, particularmente, Cannes, que lo ha acogido y premiado con galardones que lo han hecho aún más visible.
El trabajo de Xavier Dolan es fresco e interesante, lo que él atribuye a su inquietud por explorar sus historias de una forma personal y con sensibilidad; a su estrecha relación con los sets desde temprana edad y su formación no académica, lo que le da una gran libertad, además de los temas que aborda en sus películas, historias de amor actuales, profundas y controvertidas; amores imposibles, personajes homosexuales y trans, salud mental, individualismo; dramas íntimos y fuertes que nos hacen cuestionarnos sobre los diferentes tipos de lazos afectivos, como la exploración en las relaciones entre madre e hijo.
Su pasión por el cine y su dedicación se reflejan en los colores, la creatividad de los encuadres, la fina selección de la banda sonora y una edición minuciosa. En entrevistas ha dejado muy claro que para él un director no es director si no se mete de lleno en cada uno de los aspectos de su película.
Recientemente, en el estreno de su primera y única serie de televisión, Dolan anunció su retiro de la dirección cinematográfica; expresó no tener fuerzas ni ganas de comprometerse más por un largo periodo en un proyecto para que, prácticamente, nadie lo viera. No sólo se quedó en ello, sino que declaró que el arte actualmente es inútil y que dedicarse al cine es una pérdida de tiempo. “No entiendo de qué sirve empeñarse en contar historias cuando todo alrededor se desmorona”, dijo.
En medio de las decenas de plataformas y una industria que maquila películas y series creadas prácticamente con fórmulas del big data, ¿qué espacios quedan o se han generado para el autor?
El artista quebequense, evidentemente en un momento pesimista y de frustración, ha tomado una dura decisión, que acaso pueda ser transitoria, o no, pero que nos puede hacer cuestionar por qué un creador tan joven, con proyección profesional dentro y fuera de la industria cinematográfica, ha tomado esa decisión. ¿Será sólo un ardid mediático?
En un contexto en el que hay un sinnúmero de creadores de contenido y storytellers, la historia reciente de Dolan hace que volvamos a pensar: ¿qué significa contar una historia en estos tiempos? ¿Para qué contarlas?, y, desde el arte: ¿Qué pueden aportar? ¿Dónde encuentran su público? En medio de las decenas de plataformas y una industria que maquila películas y series creadas prácticamente con fórmulas del big data, ¿qué espacios quedan o se han generado para el autor? Las industrias creativas se están abriendo a la inteligencia artificial, y con esto vienen aún más preguntas.
Según el propio Dolan, de ahora en adelante se dedicará a construir su casa en el campo y desde ahí se refugiará a ver lo que sucede en el mundo junto con sus amigos. ®
Filmografía
J’ai tué ma mère, 2009
Les amours imaginaires,, 2010
Laurence Anyways, 2012
Tom à la ferme, 2013
Mommy, 2014
Juste la fin du monde, 2016
The Death and Life of John F. Donovan, 2018
Matthias & Maxime, 2019
Videos musicales
«College Boy» (video para Indochine, 2013)
«Hello» (video para Adele, 2015)
«Easy on Me» (video para Adele, 2021)