Los conservadores llamaron a Maximiliano para ser emperador de México, pero el austriaco se enfrentó muy pronto a su oposición, pues resultó liberal. Los liberales no lo querían y además enfrentaba una complicada situación internacional.
Según cuenta la tradición, las últimas palabras de Maximiliano de Habsburgo antes de ser fusilado, el 19 de junio de 1867, fueron: “¡Mexicanos! Muero por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. Ojalá que mi sangre ponga fin para siempre a las desgracias de mi nueva patria. ¡Viva México!” En aquel arranque de lirismo se reflejan dos rasgos de su reinado: un proyecto político liberal (para remediar las supuestas “desgracias”) y el hecho de que era extranjero y dependiente del contexto internacional (por lo que se refiere a su “nueva patria”). Esos dos rasgos se convirtieron en las dos causas principales del fracaso del Segundo Imperio Mexicano.
Maximiliano fracasó primero por razones internas. Los monarquistas recogieron firmas a su favor, y rápidamente Maximiliano se imaginó llamado por el pueblo mexicano. Aceptó el trono bajo tal condición de un apoyo popular —que, en la realidad, no existía—. Y pronto los conservadores se enojaron con él, por una serie de razones. Nombró a moderados en el gabinete, no a conservadores. Era regalista, postulando que el jefe del Estado debe ser el monarca. Es más, pensaba que el monarca debía dominar las relaciones sociales entre habitantes del imperio. Mantuvo la libertad de culto y la ley de desamortización de bienes de la Iglesia. Ello provocó la ira de la Iglesia —gran aliada de los conservadores— hasta que el nuncio salió del país (mayo de 1865). Sintiéndose amenazado por este ambiente de desconfianza, Maximiliano intentó poner orden en el ejército. Por ejemplo, envió a militares conservadores al extranjero para cumplir “comisiones” —en realidad, medidas de destierro.
Estableció una jerarquía de las normas, inclusive un Código Civil y un Código de Comercio. Puso en marcha políticas sociales y culturales, notablemente relativas a la integración de los indígenas y a la instrucción pública. Inició proyectos de infraestructura, como el ferrocarril de México a Veracruz.
Así Maximiliano perdió el apoyo de los conservadores, sin ganar tampoco el de los liberales. Se empeñó en institucionalizar su imperio. Diseñó un marco ejecutivo y legislativo en el cual el emperador nombraba a las autoridades; las únicas elecciones eran las municipales. Estableció una jerarquía de las normas, inclusive un Código Civil y un Código de Comercio. Puso en marcha políticas sociales y culturales, notablemente relativas a la integración de los indígenas y a la instrucción pública. Inició proyectos de infraestructura, como el ferrocarril de México a Veracruz. Sin embargo, Maximiliano no consiguió obtener el apoyo de los liberales. Lo veían como innecesario y violaba la soberanía nacional. Otros factores participaron en la inestabilidad gubernamental, como los importantes gastos protocolarios y castrenses.
A esta situación interna enrevesada se sumaron obstáculos externos. Maximiliano dependía de la coyuntura geopolítica en Estados Unidos y Europa. En 1865 terminó la guerra civil en Estados Unidos. El gobierno de la Unión declaró el retorno a la doctrina Monroe y exigió el retiro de las tropas francesas. Cambiaba el equilibrio de fuerzas en Europa. Francia estaba preocupada por los logros militares de Prusia, particularmente después de la derrota austrohúngara en Sadowa (1866). Maximiliano firmó con Napoleón III el Tratado de Miramar, el cual disponía que Francia mantendría tropas en el país que se irían progresivamente a partir de 1865, y que México contrataría un préstamo de 175 millones de francos. Luego, el ejército francés salió de México entre noviembre de 1866 y febrero de 1867, y el imperio enfrentó problemas financieros. Maximiliano intentó reforzar al ejército, llamando a generales conservadores que había desterrado y contratando a mercenarios belgas, austriacos y húngaros. Y la emperatriz Carlota reclamó apoyo militar a Napoleón III —en vano. Pronto el ejército republicano se volvió más potente que el ejército de Maximiliano.
Así se explica el fracaso de Maximiliano: por la falta de apoyo interno y por la dependencia de un contexto diplomático tumultuoso. ®
Referencias
Foster, John W., “Maximilian and his Mexican Empire”, Records of the Columbia Historical Society, vol. 14, 1911, pp. 184–204.
VV. AA., Nueva historia general de México. México: El Colegio de México, 2010.
Vázquez, Josefina Z., y Meyer, Lorenzo, México frente a Estados Unidos. Un ensayo histórico, 1776–2000, México: FCE, 2001.
Von Wobeser, Gisela (coord.), Historia de México, México: FCE, 2010.