La derecha gana terreno

La confusión de las ideas

El camino para la presidenta y su partido resulta por demás complicado, ya que, dado el mosaico pluriideológico que implica su integración, deben ser cautos, pues una confusión de plataforma e ideas y la falta de resultados a corto plazo pueden significar un paso atrás en su intento de perpetuarse.

Izquierda, centro, derecha…
Los conceptos de derecha e izquierda sufren una crisis existencial, si no no se explicaría que Maduro, Ortega, Díaz–Canel y Bolsonaro apoyen a Vladimir Putin.
—Luis Galeano, exiliado de Nicaragua

Hace quince días se confirmó la sorpresa de la primera vuelta en Bolivia, cuando el centrista Rodrigo Paz ganó las elecciones presidenciales.

Paz es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, que gobernó ese país de 1989 a 1993; de trayectoria política progresista, fue fundador del socialdemócrata Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

En segunda posición quedó el exmandatario derechista Jorge “Tuto” Quiroga, un candidato que aboga por la liberalización y la modernización del Estado, haciendo especial énfasis en terminar con las alianzas con Venezuela y Cuba. Por cierto, ha formado parte habitualmente de los foros de expresidentes hispanoamericanos que se han movilizado contra los gobiernos de aquellos países.

Estas elecciones han supuesto la derrota electoral por primera vez en veinte años de la izquierda boliviana, que pierde su hegemonía después de años de luchas intestinas y por los efectos de la peor crisis económica desde 1985.

Estos resultados llaman la atención, ya que la izquierda en Bolivia había mantenido una hegemonía al vender un discurso de igualdad con tintes marcadamente populistas, que, si bien fue exitoso, con el paso de los años se fue desdibujando.

El actual presidente, Luis Arce, no se presentó a los comicios debido a su exigua popularidad por la crisis, después de que la inflación marcara un 24% interanual en julio, la mayor desde 2008.

Sin duda, estos resultados llaman la atención, ya que la izquierda en Bolivia había mantenido una hegemonía al vender un discurso de igualdad con tintes marcadamente populistas, que, si bien fue exitoso, con el paso de los años se fue desdibujando como consecuencia de la falta de resultados y fracturas internas.

Sin dejar de mencionar que sus triunfos se habían basado en explotar básicamente un contexto de enojo contra los oligarcas, con un preciso e insistente manejo de un discurso que los culpaba de la desigualdad y el estancamiento económico.

No obstante, según varios analistas, los resultados de las elecciones no son inesperados, aunque las encuestas reflejaban otra cosa, ya que marcan una tendencia que se explica debido a los discursos de los partidos de derecha y extrema derecha que exaltan un sistema capitalista que ofrece garantizar seguridad económica y el acceso a una vida digna para la ciudadanía, que supera un discurso pobrista y de pocas aspiraciones de la izquierda, que sólo ofrece una igualdad que parte de ladesposesión, con ayudas que palian las necesidades pero no las resuelven.

El caso de Bolivia es digno de comentarse, en particular por el abandono de los candidatos de “izquierda” de aquellos miembros de las clases populares que durante años abrevaron del discurso del resentimiento fundamentado en la contradicción, agravada por la inseguridad social y económica.

No debemos perder de vista que el fenómeno del avance de la derecha puede replicarse en México. Hay quienes perciben que ha habido un cambio en los valores culturales de la sociedad occidental, en aspectos como los derechos de la comunidad LGTBIQ+, igualdad de género, etcétera, que para muchos, sobre todo varones adultos, supone un desafío a su propia identidad. Derechos que, curiosamente, no fueron reforzados ni impulsados por el anterior mandatario. Para muestra, las reacciones desmedidas e irracionales ante el nombramiento de Genaro Lozano como embajador en Italia, a quien atacaron sólo por su preferencia sexual.

No debemos olvidar que, en general, ni las izquierdas latinoamericanas ni las europeas han podido lidiar con esta situación, por ello es imprescindible prestar atención a los conflictos y resentimientos que se manifiestan dentro de las clases populares.

No podemos quedarnos con la idea de que son simple producto de manipulación y teorías conspiracionistas, pues también son consecuencia de las dificultades de vivir en carestía diariamente en un ambiente de desigualdad social y económica, muy difícil de revertir.

Por eso, el camino para la presidenta y su partido resulta por demás complicado, ya que, dado el mosaico pluriideológico que implica su integración, deben ser cautos, porque una confusión de plataforma e ideas y la falta de resultados a corto plazo pueden significar un paso atrás en su intento de perpetuarse. ®

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Publicado en: Política y sociedad

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