CONOCIMIENTO Y ANSIEDAD

La información y los 99 nombres de dios

Todo aquel que siente la inclinación de cultivarse vive la ansiedad de enfrentarse a miles de lecturas obligatorias, y el tiempo parece que no alcanza, especialmente de jóvenes cuando lo primero que aprendemos es que hay tanto por leer.

Filosofía alemana, literatura argentina, dirty realism, plumas nacionales, perlas centroeuropeas, metafísica doméstica, narrativa rusa, filosofía oriental, pensamiento combativo y anarquista, bazofia franchute, excrecencia postcolonial británica… god save the queen.

He de admitir que sentí un gran alivio al leer en algún momento de mi juventud que la biblioteca de San Petersburgo, así se llamaba la ciudad en la fecha que se publicó ese libro que ahora ni recuerdo, albergaba unos cuantos millones de ejemplares clasificados. También decía que para leer todos los libros de la A a la Z de esa biblioteca se necesitaban al menos sesenta vidas de un hombre enteramente dedicado a ello.

El dato, en vez de generarme la lógica depresión por certificar lo que matemáticamente nunca iba a poder leer, ¡oh dioses, más de la mitad de los clásicos nunca explorada!, ¡la sabiduría oriental a través de refritos yanquis!!, ¡olvidarse para siempre de aprender sánscrito y árabe clásico!!!, más bien ejerció de tónico dilatador y puso un freno disuasorio a mi desmedida y juvenil ambición, no exenta de cierta ansiedad, por tratar de leerlo absolutamente todo.

Me volteé a la montaña de libros que se apilaban en apremiante orden de lectura junto a mi cama, sin contar con las lecturas imprescindibles que hacían fila en otro lugar, y decidí que era hora de tomárselo con calma y admitir que por mucho empeño que se le pusiera al asunto, además de que iba a resultar empresa quijotesca, ni de lejos iba a completar jamás un programa de lecturas ideal, condenado a las lagunas lógicas que se derivan de la imposibilidad de leerlo todo en la corta vida de un hombre, aunque ese hombre encarnara al mismísimo y enciclopédico autodidacta. Considerando que el desempeño de una sana sexualidad canaliza un buen caudal de ingenio, tiempo y recursos y que además, por alguna razón íntima y apocalíptica que ya he olvidado, pensaba que iba a morir muy joven, ciertas áreas del saber fueron relegadas, con gran pesar, a tenerlas en cuenta en posteriores vidas, caso que las hubiera. Adiós definitivamente a Averroes…

La civilización y sus representaciones a través de la cultura, especialmente en forma de libros, siempre han sido para mí una vasta llanura de la que no se atisban contornos ni final.

La civilización y sus representaciones a través de la cultura, especialmente en forma de libros, siempre han sido para mí una vasta llanura de la que no se atisban contornos ni final, a duras penas disponemos de algo de tiempo para arrojar unas pocas luces en el círculo de metro y medio de diámetro sobre el que estamos parados, en medio de… la Nada.

Y hablando de la Nada, nada la representa mejor que el ciberespacio donde se alojan las toneladas de códigos binarios, basura virtual, llamada Información, que sólo en muy pocos casos tiene que ver con el verdadero conocimiento.

La impresión que me causó saber que jamás podría leer ni un miserable 1% de la biblioteca de San Petersburgo es muy similar a la de enfrentarme al magma cibernético de la Información. El sistema de ventanas es inagotable, posee esa rara categoría de materializar la idea de infinito. Ya no hay siquiera que imaginárselo más. La intangibilidad de la red la equipara al espacio sideral y a la tradicional noción de dios, ambos de naturaleza infinita.

Y hablando de la Nada, nada la representa mejor que el ciberespacio donde se alojan las toneladas de códigos binarios, basura virtual, llamada Información, que sólo en muy pocos casos tiene que ver con el verdadero conocimiento.

Hoy que se supone que contamos con más y mejor información que nunca, la imposibilidad de abarcarlo no todo, sino algún fragmento razonable de conocimiento, crece proporcionalmente a la cantidad de contenidos producidos que cada día es mayor —este texto es muestra de ello— y tiene la característica de que además de que es inmediatamente consultable desde cualquier rincón del planeta con conexión a internet, también es acumulable, sumándose cada nuevo contenido a la vasta ramificación de la red de redes cuyo potencial es ciertamente infinito. La soñada Babel. La biblioteca de San Petersburgo hasta se antoja acometible, en vista de los avances en la lucha contra el envejecimiento.

Hemos sustituido un totalirismo conceptual en el terreno de lo simbólico por otro. La Información ha desplazado a Dios en el lugar que nuestras mentes tenían reservado, durante siglos (ahí están los libros que nunca leeré que lo atestiguan), a lo ignoto.

La sabiduría en este caso residiría en aceptar esas fragilidades conceptuales alrededor de las cuales nos ordenamos. Sabemos de antemano que a las divinidades, precisamente por ser de nuestra invención, les gustan las triquiñuelas. Hoy estamos desbordados hasta por nuestro iTunes, a cuyo contenido, al igual que a los 99 nombres de dios, jamás accederemos en nuestro efímero transitar por este mundo.

Y en todo caso, ¿qué sentido tendría? El paraíso ya está aquí. Mejor activar la función random y empezar a descargar una serie de tv escogida al azar. ®

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Publicado en: Agosto 2010, Legendario Deja Vu

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