Hoy, dos años después, es claro y manifiesto que el remedio instantáneo contra la corrupción, la panacea encarnada entonces en el candidato, ha resultado extremadamente más nociva que la enfermedad.
Puedo entender que gente inteligente haya votado por el actual presidente mexicano, a pesar de su notoria ineptitud, la cual se hace evidente con sólo escuchar quince o veinte minutos sus rudimentarias propuestas (es un decir) de gobierno, más cercanas a los simplistas slogans publicitarios de los infomerciales que a verdaderas estrategias de gestión pública.
No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo, dijo Víctor Hugo. Y en México en 2018 no había nada más poderoso que la percepción de que había llegado la hora de ponerle fin a la corrupción, costara lo que costase.
Hoy, dos años después, es claro y manifiesto que el remedio instantáneo contra la corrupción, la panacea encarnada entonces en el candidato, ha resultado extremadamente más nociva que la enfermedad. Esto ya es un desastre de proporciones históricas.
En México en 2018 no había nada más poderoso que la percepción de que había llegado la hora de ponerle fin a la corrupción, costara lo que costase.
Ya no digamos en el ostensible fracaso de su supuesta lucha contra la corrupción. ¡No puede hacerlo ni con sus parientes más cercanos! Ahí están los TriVagos, el imPío y la FeliPilla para el récord. Pero ésos ya son peccata minuta. Es patente que la corrupción es una característica de las sociedades humanas que sólo se controla y atempera mediante el Estado de derecho y el avance cívico, no por la voluntad y las palabras mágicas de un demagogo mesiánico. El verdadero problema es que el país quedó en manos de un ignorante incompetente que lo conduce al precipicio.
Así pues, se da el caso de que personas inteligentes lo siguen apoyando. Consideran que las otras opciones son peores. Para empezar, que la desorganizada oposición sólo se ha dedicado a pergeñar insultos, burlas y memes contra la figura presidencial, en lugar de estructurar una propuesta de gobierno alternativa bien articulada… No les falta razón.
La desorganizada oposición sólo se ha dedicado a pergeñar insultos, burlas y memes contra la figura presidencial, en lugar de estructurar una propuesta de gobierno alternativa bien articulada.
Y mientras tanto, más de 200 mil personas han fallecido en menos de un año víctimas de la demolición del sistema de salud pública heredado, que podría haber tenido todos los defectos que se quiera, pero su inepto desmantelamiento ha provocado una masacre.
Y hablando de masacres, los que prometieron y aseguraron la paz con su sola llegada al poder han instrumentado un desastre en la seguridad pública: más de 70 mil muertes violentas en su calamitoso bienio, superando todos los récords de los sangrientos sexenios anteriores.
Estas dos tragedias hacen ver como faltas menores la serie de disparates y desatinos que han caracterizado a su gestión: 12 millones de empleos perdidos. 13 millones de personas arrojadas a la pobreza. La brutal caída del PIB y de la inversión privada. Más de un millón de negocios que cerraron. Y en medio de la peor recesión desde los años treinta, en un alarde de su peculiar sentido de la oportunidad, se les ocurre dinamitar el sistema de subcontratación laboral vigente, el tan denostado outsourcing. ¡En qué momento!
Se acabaron las reservas y los fideicomisos heredados del perverso neoliberalismo. La recesión económica no se ha convertido hasta ahora en una crisis financiera debido a otras herencias como el Tratado de Libre Comercio y la independencia en la gestión del Banco de México; pero eso no va a durar mucho. Las reservas millonarias en dólares laboriosamente acumuladas por los malditos neoliberales en el banco nacional son demasiado apetitosas. Esos votos del 2021 no se van a pagar solos.
¿Y mientras tanto qué hace la oposición? A pocos meses de las decisivas elecciones del 2021 sigue en infructuosas negociaciones para formar un frente nacional opositor cada vez más lejano. Las mezquindades de las voraces dirigencias del PRI, PAN, PRD y MC no auguran nada bueno: cuatro pelones peleándose por un peine, parafraseando a Borges.
¿Cuánta evidencia más es necesaria para que los votantes se den cuenta del fracaso y la peligrosidad de la ruta obradorista? ¿Cuánto daño más puede soportar el país de seguir así sin que éste sea irreversible?
Las mezquindades de las voraces dirigencias del PRI, PAN, PRD y MC no auguran nada bueno: cuatro pelones peleándose por un peine, parafraseando a Borges.
Parte esencial del adverso milagro de su más de 60% de aprobación, a pesar de su rampante ineptitud, es su muy atinado manejo de la propaganda y el secuestro de la agenda pública con sus mendaces conferencias mañaneras, y su posterior amplificación en sus eficaces redes cibernéticas de troles y bots, que lo mismo le aplauden que atacan con ferocidad a sus opositores.
Decía Cioran que la mentira es una forma de talento. Pues bien, Luis Estrada, director de SPIN, ha analizado en dos años las más de 500 mañaneras de AMLO y ha contabilizado 40,502 afirmaciones no verdaderas (falsas o que no se pueden probar). El Washington Post ha realizado el mismo ejercicio con Donald Trump, y en conferencias y tweets le ha contado 22,247 en cuatro años. O sea, López Obrador, en la mitad del tiempo, ha dicho casi el doble de mentiras que Trump.
El Dr. Robert N. Proctor, profesor de la Universidad de Stanford, creó en 1995 —primero medio en broma, luego más en serio— el término agnotología: “el estudio de la ignorancia o duda culturalmente inducida”, en especial la generación, divulgación o difusión de datos inexactos, falsos o tendenciosos. La utilización en las discusiones y en la propaganda política de la desinformación, la negación de los hechos y la refutación de la credibilidad de las fuentes utilizadas por los opositores, sin importar su idoneidad o la veracidad de sus informaciones.
Hay una frase de Proctor que le viene al presidente como anillo al dedo: “La ignorancia es poder… y la agnotología es la creación deliberada de ignorancia”. ®