Cecilio es un inmigrante de Cabo Verde que lleva casi más de cuarenta años viviendo en Lisboa, y, a pesar de tener una vida ahí, sigue sin sentirse parte de la sociedad.
At the End of the World es otro golpe en seco de varias realidades que vemos en nuestro día a día sin importar el lugar, el país o el año.

El director, Abraham Escobedo–Salas, nos lleva a un viaje crudo y honesto durante los casi 70 minutos de duración de este documental, en el que vemos a Cecilio, un inmigrante de Cabo Verde que lleva casi más de cuarenta años viviendo en Lisboa, y quien, a pesar de tener una vida ahí, sigue sin sentirse parte de la sociedad.
Mencionaba al inicio los golpes de realidad. A mis 24 años, no niego que un tema que constantemente me agobia es el percatarme de que los precios de la burbuja inmobiliaria no hacen más que subir y subir. Para Cecilio, la preocupación es la misma, por lo que se ve obligado a vivir en edificios en ruinas de la capital portuguesa, y a diario intenta encontrar una forma en la que pueda generar ingresos, ya sea trabajando como obrero en construcciones o… vendiendo drogas sintéticas.

“He vivido durante más de cuarenta años en este país y no siento que pertenezco a él”, es una de las frases que dice Cecilio y que resuena con fuerza. ¿Qué haces cuando ni siquiera el lugar en el que vives te transmite ese sentido de pertenencia, ni la gente que te rodea? Una de las batallas de Cecilio, además de la ya mencionada, es su dependencia de las drogas. En varias escenas lo vemos consumirlas, y sin importar que le dice a la cámara que pronto las dejará, vemos que vuelve a ellas constantemente.
Al finalizar la función me queda la duda de si realmente todo lo que ha vivido Cecilio se debe al sistema en el que vive, en el que es reprimido como un inmigrante ilegal, o si él mismo decide quedarse en el lugar y la posición donde ha estado durante tantos años. ®