#Balaceraon

Una noche de balazos en Los Guerras

Miércoles 27 de abril de 2011. A las once de la noche una amiga escribió en Facebook: balacera on. Hice los cálculos y me di cuenta de que era la una de la mañana en el poblado Los Guerras, municipio de Miguel Alemán ubicado en la frontera norte de Tamaulipas. Dado que no es municipio, esta localidad pasa inadvertida en cualquier mapa de México.

De inmediato entré a Twitter y escribí #losguerras con la seguridad de encontrar más información en ese hashtag, también llamada lista o etiqueta. Días antes me percaté de que usuarios de esa región del estado, habitantes de Ciudad Mier, Camargo, Miguel Alemán, Los Guerras y Reynosa, usaban sus cuentas de twitter para informar lo que sucedía en sus localidades, sobre todo cuando escuchan disparos. Esta red se había convertido en un medio confiable y seguro ante la falta de información en la radio y el impedimento de salir a la calle con libertad. En el hashtag apareció un usuario comentando que había empezado una balacera hacía veinte minutos en el poblado de Los Guerras. En otro mensaje el mismo usuario informó que el sonido de los balazos se escuchaba rumbo a la colonia Fovisste, lugar donde se ubica la casa de mi amiga.

Cuando vas a Ciudad Miguel Alemán y pasas por Los Guerras (siempre se pasa por Los Guerras, nunca se llega), la carretera divide en dos el poblado. De sur a norte, a mano izquierda, se encuentra la parte vieja que conserva en su interior las casas más antiguas, las únicas dos plazas, la iglesia y las escuelas de educación básica. En ese lado está el río Bravo. Al otro lado de la carretera se encuentran las colonias de reciente construcción así como algunas maquiladoras que han dejado de funcionar y un parque industrial. La colonia Fovisste se ubica en esa zona. Pasando estas colonias se encuentran decenas de potreros de gran extensión que han sido abandonados en los últimos meses por el peligro que representa estar en una zona deshabitada, ya que se rumora que es en estos lugares donde se alojan los sicarios.

Me mantuve alerta a lo que escribía mi amiga. Actualicé la página varias veces tratando de encontrar información nueva, pero sólo veía los mensajes que sus amigos le escribían. Veinte minutos después uno de ellos le preguntó si todavía seguía el enfrentamiento, y mi amiga respondió a la brevedad con una afirmación. Esa respuesta corta y concisa decía mucho más que un simple “sí”.

En twitter distintos usuarios comentaban que se trataba de un enfrentamiento entre El Cártel del Golfo y Los Zetas, quienes se disputan el control de ese territorio. Me percaté de que había un usuario que se mantenía alerta a lo que sucedía e informaba cada cinco minutos sobre lo que iba ocurriendo. Lo imaginé joven, acostumbrado a desvelarse frente a la computadora. Alguien le preguntó cómo es que sabía en dónde se ubicaba el enfrentamiento, a lo que respondió que era cerca de su casa por el sonido de los disparos.

Actualicé la página varias veces tratando de encontrar información nueva, pero sólo veía los mensajes que sus amigos le escribían. Veinte minutos después uno de ellos le preguntó si todavía seguía el enfrentamiento, y mi amiga respondió a la brevedad con una afirmación. Esa respuesta corta y concisa decía mucho más que un simple “sí”.

Cuando habían pasado ya cerca de cuarenta minutos del primer mensaje de mi amiga, y al no ver noticias suyas, le escribí por celular preguntándole sobre lo que sucedía. Me respondió que aún continuaban los disparos y que se escuchaban tan fuertes que parecía que las armas estuvieran en frente de su casa. Me comentó además que estaba en la cocina, tirada en el suelo, al lado de su papá.

El usuario de twitter enlazó su comentario a las listas de #cdmier #reynosafollow #mty y envió sus comentarios a la cuenta de los periódicos Milenio Monterrey y El Norte, así como a la SeDeNa.

No me atreví a seguirle preguntando a mi amiga sobre lo que ocurría a unos metros de ella. Pensé que por estar atenta a su celular algo le podría ocurrir. Opté por estar a la expectativa en twitter.

Apareció otro usuario en el hashtag de #losguerras comentando que escuchaba un helicóptero sobrevolando el poblado y suponía que se trataba de elementos de los Estados Unidos. Al mismo tiempo otro usuario relataba que la policía fronteriza estadounidense se había movilizado para que los agresores no pasaran al otro país.

No tuve tiempo de cuestionar sus argumentos. A esas alturas todo era creíble.

El primer usuario informó que habían disminuido los disparos, pero continuaba escuchando algunos pocos que salían, se podría decir, de manera aislada. En una de sus siguientes intervenciones indicó que como no se fue el servicio eléctrico como en otras ocasiones cuando empieza una balacera, seguramente el enfrentamiento se llevó a cabo afuera de Los Guerras.

Alguien preguntó sobre la ubicación geográfica de ese poblado, a lo cual el primer usuario le respondió. Otro más le preguntó si Frontón, Texas, se ubica en frente de Los Guerras, lo cual es correcto. Ese mismo usuario anunció de pronto el cese de los balazos. En su siguiente comentario calculaba que la balacera había durado alrededor de una hora.

Cuando varios usuarios concordaron en que los balazos habían terminado, uno más, quien no había comentado nada al respecto en toda la noche, relató que acababa de escuchar fuertes explosiones dentro de Los Guerras. El primer usuario volvió a mencionar que escuchaba disparos nuevamente. Los demás usuarios no dijeron nada, como si se mantuvieran alertas a su alrededor para captar cualquier sonido y comentarlo enseguida.

En medio del ruido que ocurría a su alrededor mi amiga se mantenía en silencio.

Por primera vez me incomodó el mutismo de la red. Veía los mismos mensajes y repasaba el nombre de cada uno de los usuarios. Actualizaba la página y todo seguía igual tanto en Facebook como en Twitter. Cualquier comentario banal hubiera servido para sacarme del letargo en el que estaba. Los imaginaba corriendo a la cocina, al cuarto de baño, escondiéndose debajo de la cama, ocultándose en el armario de la última habitación, apagando las computadoras, las luces de toda la casa y escribiendo en sus celulares.

Volví a entrar a las listas de #balacera, #losguerras, #miguelaleman, #reynosa, #mty y no encontré a ningún otro usuario con información nueva.

En algún momento pensé que estos usuarios, cronistas amateurs que se convertirán en futuros informantes, habían tenido una exclusiva envidiable para muchos periodistas que pasan su vida buscando ser el primero en comentar una noticia de interés.

Leí un poco la lista de #balacera y vi que en las últimas dos horas había mensajes de decenas de usuarios comentando balaceras en los estados de Hidalgo, Jalisco, Nuevo León y Tamaulipas.

Apareció otro usuario en el hashtag de #losguerras comentando que escuchaba un helicóptero sobrevolando el poblado y suponía que se trataba de elementos de los Estados Unidos. Al mismo tiempo otro usuario relataba que la policía fronteriza estadounidense se había movilizado para que los agresores no pasaran al otro país.

Un amigo en Facebook que vive en el poblado escribió que habían pronosticado que llovería mierda, y en efecto, ya había llovido mucha. En pocos minutos recibió más de diez comentarios. Cuando intenté localizarlo por el chat ya no estaba conectado.

Noté que era la una con veinticuatro minutos, tiempo del Pacífico, lo cual quiere decir que en Los Guerras eran las tres con veinticuatro minutos y supuse que ante los sucesos una gran parte de la población se mantenía despierta.

¿Habrían recibido los mensajes la SeDeNa? ¿Milenio Monterrey y El Norte estarían confirmando la información con sus contactos? ¿Quién publicará una nota al respecto en el periódico de mañana?, me preguntaba mientras esperaba novedades en los comentarios. El silencio de la red me volvió a desesperar.

Pasaron alrededor de veinte minutos sin comentarios al respecto. De pronto volvió a intervenir el primer usuario en twitter anunciando el cese del fuego. Ningún otro lo negó. Todos empezamos a hacer eco del comentario. Los amigos le siguieron preguntando qué pasó, cómo estuvo, en dónde fue, y el usuario empezó a responder uno por uno.

Quince minutos después no hubo novedades. Al parecer el fuego había terminado. Todos callaban en las redes.

En la mañana siguiente encontré una sola nota en los periódicos donde se mencionaba que el enfrentamiento se había iniciado en Nuevo León, siguió por la carretera internacional hasta terminar en Los Guerras, territorio ya de Tamaulipas. Calculaban una duración de cinco horas en donde solamente se contabilizaba una persona muerta. La noticia había pasado inadvertida para los otros medios. En unas horas los testigos de ese enfrentamiento olvidarían todo al estar a la expectativa de la noche siguiente, ya que se trataba únicamente de una balacera más.

Al mediodía recibí el mensaje de un amigo que aún vive en el poblado y me contaba, sin saber que había estado alerta a lo ocurrido, que la noche anterior había sido desastrosa. En la breve conversación que tuvimos me relató sonidos de disparos que no cesaban, metrallas incansables y explosiones de granadas que retumbaban las paredes de su casa.

En seguida me comuniqué con uno de los pocos familiares que por motivos laborales se había quedado en el poblado. Me contó que nadie había podido dormir, que hace mucho no ocurría una balacera tan prolongada y que en la mañana, en el camino al trabajo, vio que en el parque industrial se encontraban más de diez esqueletos de camionetas quemadas.

¿Muertos?, pregunté sabiendo que no era periodista. Seguramente muchos, me respondió sabiendo que aunque su cálculo no era una fuente oficial, tenía razón.

Durante el día no tardaron en aparecer nuevos comentarios en el hashtag #balacera, pero esta vez reportando enfrentamientos en otras partes del país. Se repetían los estados: Hidalgo, Morelia, Nuevo León y Jalisco. Me mantuve incrédulo ante la idea de que Tamaulipas descansaba en paz. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Enero 2012

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