La creación de un Banco Nacional de Autorías Fotográficas reuniría tanto imágenes análogas como digitales, con el interés primordial de preservar el patrimonio fotográfico contemporáneo producido por autores mexicanos o extranjeros cuya obra se ha producido en este país.
La destrucción del archivo fotográfico del autor argentino Daniel Mordzinsky hecha por el diario Le Monde en marzo de este año —27 años de trabajo perdidos a causa de una decisión fundada no sólo en la arbitrariedad sino fundamentalmente en la ignorancia y la falta de respeto para la fotografía—, nos obliga a los interesados en el quehacer y la promoción de la fotografía a sumar esfuerzos con las autoridades culturales de México para considerar la urgencia y la importancia de la preservación y conservación de todos los archivos fotográficos que, por una parte, se están gestando o investigando, y por la otra, de los archivos de autores cuya obra ha ido creciendo desde la década de los setenta.
En este sentido, vale la pena considerar la creación de un Banco Nacional de Autorías Fotográficas que reúna tanto imágenes análogas como digitales, con el interés primordial de preservar el patrimonio fotográfico contemporáneo producido por autores mexicanos o extranjeros cuya obra se ha producido en este país. Desde luego, esta propuesta no se opone a la valiosa labor que la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha realizado desde su creación en 1976; surge con el ánimo de colaborar en el resguardo del patrimonio fotográfico pues, como bien se sabe, desde hace algunos años la capacidad del gobierno federal y los gobiernos locales para conservar la memoria gráfica del país ha sido rebasada, la infraestructura de preservación de imágenes está casi al límite.
Actualmente, el modelo estatal para resguardar imágenes fotográficas es insuficiente, pues numerosos acervos continúan surgiendo gracias al esfuerzo y el interés de instituciones educativas y privadas, coleccionistas y demás entusiastas. Ante esta situación, las únicas opciones para los acervos no acogidos por las fototecas oficiales para asegurar su conservación es emigrar a fototecas extranjeras o, en algunos casos afortunados, quedar bajo el resguardo de colecciones privadas auspiciadas por fundaciones particulares. Sin embargo, estos casos son la excepción e implican una inversión económica considerable. Por tal razón los fotógrafos mexicanos se preguntan cómo procurar la permanencia de sus imágenes en el futuro y frenar la fuga de acervos al extranjero.
En ese encuentro se discutió hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos para preservar nuestro legado iconográfico y se planearon estrategias y estructuras pertinentes que resulten en una nueva política cultural adecuada al porvenir del archivo visual en México, y sobre todo, instaurar una nueva conciencia de conservación para la fotografía.
Durante mi gestión como directora del Museo Archivo de la Fotografía, en noviembre de 2010 celebré el coloquio “El futuro de los archivos fotográficos actuales”, el cual tomó la iniciativa sobre este tema decisivo al convocar a diversos actores culturales del medio fotográfico nacional como Cristina Faesler, Patricia Mendoza (de la Fundación Pedro Meyer), Rosa Casanova, Laura González (del archivo fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM), la Fundación Cultural Televisa y la Fundación Armando Salas Portugal, así como los fotógrafos Gerardo Suter, Patricia Lagarde, Francisco Mata, Ricardo Espinoza, Javier Hinojosa y Gabriel Figueroa Flores, entre muchos otros. En ese encuentro se discutió hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos para preservar nuestro legado iconográfico y se planearon estrategias y estructuras pertinentes que resulten en una nueva política cultural adecuada al porvenir del archivo visual en México, y sobre todo, instaurar una nueva conciencia de conservación para la fotografía, cuyo valor patrimonial no sólo refrenda una identidad cultural sino además preserva la memoria colectiva de la nación.
El coloquio se estructuró en mesas de diálogo con el propósito fundamental de reflexionar y proyectar escenarios posibles acerca de una inquietud reciente en el gremio de los fotógrafos: ¿cuál será el destino de sus imágenes —en particular los archivos— producidas hasta el día de hoy y que carecen de un espacio que las resguarde, catalogue, clasifique y, sobre todo, las difunda? En las mesas se presentaron propuestas a corto y mediano plazo para preservar y proteger obras análogas y digitales, que se han sumado en gran proporción al patrimonio visual.
En resumen, el Banco Nacional de Autorías Fotográficas sería un espacio dedicado exclusivamente al resguardo de obra fotográfica nacional contemporánea tanto análoga como digital. La obra de cada autor sería contenida en un nicho de conservación con las condiciones climáticas y materiales adecuadas. Finalmente, el Banco debería constituirse como el modelo base para la conformación de una red nacional de autorías fotográficas contemporáneas digitales, primordialmente, las cuales corren el riesgo de desaparecer en el corto o mediano plazo. ®