Belleza mexicana

Un asunto muy feo

La cirugía plástica, como los productos mágicos y la religión, es consumida bajo la creencia de que ayudará a las mujeres a encontrar un amante, resolver problemas conyugales, curar la depresión y conseguir un trabajo mejor.

En todas las culturas las mujeres siempre han pagado muy caro para tener una buena apariencia, pero en estos días transformarse en una belleza mexicana puede ser un proceso aun más costoso. La imagen de la belleza en México, de acuerdo con lo que se ve en televisión, anuncios publicitarios y páginas de revistas comerciales, tiende a ser rubia, alta y delgada, de facciones finas y piel clara. Aprovechándose del hecho de que la gran mayoría de las mujeres en México tienen sangre indígena en sus venas y por tanto piel, cabello y ojos oscuros y narices aguileñas, las compañías multinacionales de productos de belleza ganan millones de dólares cada año ofreciéndoles la oportunidad de tener un make-over cultural extremo gracias a cremas que blanquean la piel, tintes que aclaran el cabello, lentes de contacto que iluminan y cositas de plástico que hacen narices más europeas.

Una porción considerable del ingreso de las mujeres de la Ciudad de México se invierte en tratamientos y productos de belleza. Aunque los productos de belleza importados pueden ser más caros por gramo que el oro en polvo, también existen miles de productos baratos producidos localmente o importados que se venden en los mercados de los barrios, en las estaciones del Metro o en puestos callejeros. Esos productos contienen niveles muchos más altos de ingredientes tóxicos que los costosos productos importados, y algunos ni siquiera son probados en animales o humanos. El uso a largo plazo de grandes dosis de base de maquillaje barata, rímel, lápiz labial o tinte para cabello puede llevar a la absorción de altos niveles de sustancias tóxicas, especialmente plomo, a través de la piel. Además de poner en peligro su propia salud, las cientos de miles de rubias teñidas y bellezas pintadas de la ciudad son responsables de que altas dosis de químicos tóxicos se viertan en el ambiente y en las reservas de agua, químicos que eventualmente vuelven a entrar a los cuerpos de la población en general.

En la Ciudad de México los peligrosamente altos niveles de contaminación, los parásitos agresivos en la comida y el agua, más el estrés, hacen lo suyo para drenar la vitalidad que hace bellas a las personas. Si es cierto que la salud es belleza, entonces la calidad de las sustancias orgánicas que las mujeres se metan a sus propios cuerpos es más importante que las sustancias inorgánicas que se embarran en la piel o que se untan a montones en sus párpados. La dieta de una cultura produce no solamente la forma de los cuerpos y las caras sino también las ideas sobre la belleza. La dieta mexicana moderna a base de comida chatarra y procesada, alta en las cuatro categorías básicas de grasa, azúcar, nicotina y alcohol, infla los cuerpos de las mujeres, añadiendo curvas en lugares donde la grasa normalmente no se acumula (aunque las llantas son los peores enemigos de muchas mujeres, muchos hombres mexicanos consideran que más carne es mejor).

Además de la mala alimentación, casi la mitad de la población no hace ejercicio, lo cual hace que México sea el segundo país más obeso después de Estados Unidos. No es coincidencia que México sea el segundo lugar en el mundo en términos de cirugía plástica, y la intervención quirúrgica más comunes es la extracción de grasa en varias partes del cuerpo.

Además de la mala alimentación, casi la mitad de la población no hace ejercicio, lo cual hace que México sea el segundo país más obeso después de Estados Unidos. No es coincidencia que México sea el segundo lugar en el mundo en términos de cirugía plástica, y la intervención quirúrgica más comunes es la extracción de grasa en varias partes del cuerpo.

Las mujeres acomodadas de la Ciudad de México vuelan a Estados Unidos a menudo para operarse. Para ayudar a que las mujeres realicen sus sueños de belleza, un banco de la Ciudad de México ofreció préstamos de hasta 25 mil dólares con intereses de 24% para que las amas de casa desesperadas y las aspirantes a ser modelos se hicieran cirugía plástica, y una aerolínea mexicana ofreció un paquete que comprendía vuelo redondo de la Ciudad de México a San Antonio, hotel y tratamientos médicos hechos por doctores bilingües en un hospital. (El viaje también incluía unos días extras para relajarse e ir de compras en los centros comerciales locales hasta que les quiten las vendas.)

Las mujeres que no pueden pagar cirugías caras en México o Estados Unidos tienen muchas opciones más baratas en sus propias colonias. Además de los cirujanos habilitados para ejercer, hay miles de doctores sin cédula profesional y sin preparación en la ciudad que ganan su vida ofreciendo cirugía cosmética y tratamientos para perder peso, algunos de los cuales se anuncian en carteles pintados a mano que cuelgan de árboles o postes de luz. Para mantener los costos accesibles muchas veces se utilizan productos piratas, como los implantes de senos importados ilegalmente de China. Los materiales baratos incrementan el riesgo de infección y de enfermedades, así como la probabilidad de que el cuerpo rechace la materia foránea (como lo que le pasó a las nalgas de Alejandra Guzmán). Este mismo y peligroso desinterés por los cuerpos de las mujeres se puede encontrar también en la industria del narcotráfico, donde muchas mujeres son obligadas a tragar o meterse bolsas de coca dentro de diversos orificios corporales o a usar sus senos o nalgas como maletas virtuales.

Añadir curvas a los cuerpos de las mujeres es una intervención común en la Ciudad de México, donde las nalgas femeninas son la parte más trabajada, seguidas por senos, piernas, muslos y caderas. Los líquidos más comunes que se les inyecta a las mujeres son parafina y silicón, pero hasta líquidos más baratos, como aceite de bebé, vegetal y automotriz, se utilizan a menudo. Muchos de los que inyectan estos líquidos no son doctores (con o sin cédula), sino amas de casa o vecinos que buscan complementar sus ingresos. Aunque las curvas tienden a derretirse eventualmente, requiriendo así inyecciones sucesivas, los efectos colaterales como dolor, bolas, engrosamiento de la piel, hiperpigmentación, malformaciones de venas y arterias, inflamación y artritis, a menudo se convierten en condiciones crónicas, y la acumulación sustancias tóxicas en el cuerpo a lo largo del tiempo pueden causar la muerte.

La cirugía plástica, como los productos mágicos y la religión, es consumida bajo la creencia de que ayudará a las mujeres a encontrar un amante, resolver problemas conyugales, curar la depresión y conseguir un trabajo mejor. Pero como mucho de lo que se hace en nombre de la belleza en México hoy en día es sumamente nocivo para la salud, la industria cosmética se ha vuelto un peligro y la belleza un asunto muy feo. ®

—traducción de Mariana Aguirre

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Marzo 2012

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