¿Cuántas ideas que cambiaron el mundo no habrán surgido en el retrete? ¿Cuántas composiciones musicales o hallazgos científicos no habrán salido de la mente paralelamente al mojón del ano? Aquí, por ejemplo, estos versos en homenaje a Quevedo.
Para la humanidad: ¡Tantos que sufren tanto y por tanto en esta Tierra!
Órgano, cual más, divino,
en el vientre, saturado,
padecía el intestino
por tanta mierda agobiado.
Recio y firme, dicho hermano
dedicábase a empujar,
mas el constreñido ano
se resistía a cagar.
La tripa, ya encabritada,
olvidó toda piedad
y la caca ahí alojada
tornose hedionda humildad.
Fue que el ano, en su soberbia,
pensó “¡No me da la gana!”,
y al confín del intestino
germinó una almorrana.
Así, la lucha, trabada,
mas de Natura la Ley
ordenó: “¡Fluya cagada
tan grande cual la de un buey!”
El saldo de la batalla
es de triste evocación:
hemorroides de gran talla,
mierda aguada y oclusión.
Asimismo, maldiciones
del ano hecho un estropicio
de tan grandes dimensiones
que le cogió amor al vicio.
Fatal es la consecuencia
de la necia voluntad.
No es ciencia ni es conciencia:
cagar es necesidad. ®