Cantares

Mira mi vestido amarillo sol
mi fondo de espuma marina
mi ropaje de delicado vuelo.
Mira mi canción sumada
al rayo de tu voz sonora.

«Lady in Yellow Dress», Max Kurzweil, 1899, Viena.

I.
Mira mi mano de nube
alcanzando tu cielo.
Mira mi pecho gozoso
que flota con tu aliento.

Mira mi rostro
de jade y lapislázuli
mi sonrisa de gaviota bronceada
mi talle de pluma blanca.

Mira mi ramo de versos blancos
mi ramillete de besos blancos.
Mira mis muslos de muelle
que esperan tu oleaje

Mira mi vestido amarillo sol
mi fondo de espuma marina
mi ropaje de delicado vuelo.
Mira mi canción sumada
al rayo de tu voz sonora.
Mira mi espanto, mi temor y mi temblor,
mira mi vida que mana de Tu vida,
mira la cumbre preciosa de mi hombro
que se adhiere a tu hombro.

Mira mi pecho de terciopelo rosado,
mi blusa de alcatraces y puños de armiño.

Mírame, aquí estoy
puesta para ti
entregada a ti
perfecta en ti
saludando
el nuevo cielo que inauguras
esta noche.

II.
Ábrete amada mía.
Déjame contemplarte.
Ábrete más.

Ábrete como la flor en la mañana.
Abre tu nube negra que resplandece con mi aliento.
Abre tu follaje
a mi tallo blanco.

Abre tu abanico de rosas
para que entre mi vara de bambú y toque tu fondo
amiga mía, amada mía…

Abre tu horizonte de perlas.
Permite que tu concha preciosa
cree la Perla de Oro
Amada mía.

Ábrete
como la corola de una azucena rosada y blanca.
Ábrete como abre la aurora el plenilunio.
Ábrete derramada en cantos de jilguero y cenzontle.
Ábrete,
dorada flor,
Abre tus puertas de mármol blanco.
Abre tu regazo azul con visos de oro.
Ábrete a mí.
Contenme a mí.
Abrázame a mí,
porque voy adentro
y mi marcha es libre.

Porque quiero estar en tu centro
y quiero Ser cobijado en tu vasija esmeralda,
en tu vientre de barro y tinta escarlata.

Quiero besar tu entrada ardiente
Y besar tus colinas de oro.

Quiero besar tu cuello,
Quiero besar tus labios,
Quiero besar tu canto,
Y quiero besar tu risa.

Quiero besar tus ojos
y abrirlos y cerrarlos
el día y la noche
y un día más.
Quiero besarlos y dejar una impronta,
una llave en tu mano que abra el cofre del tesoro,
que deposite la perla,
la Gran Promesa,
el Pacto de Oro.

Te lo dejo, amada mía,
porque no Soy nada sin ti.
Porque sin ti,
el camino desaparece
y no hay nada mas allá
que valga la pena.

Abre tu nido y deja que se pose en él
el pájaro de lento vuelo.

Abrázalo sin temor,
sin pena,
porque hoy
te deja pletórica,
rameando tu cresta,
coloreando de azul tu horizonte desnudo,
tu hoguera de madreselvas,
de violetas y jazmines,
de duraznos que chispean llameantes y tersos
recibiendo la bendita hora
de saberte
deseosa y pura. ®

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