Carta de una mujer arquitecta

Sin temor a caminar solas

Mi identidad hasta ahora es ser mujer arquitecta. Y esto es emocionante. A través de mi vocación aprendo de mi humanidad y la de los demás.

La Casa de Vidrio, de Lina Bo Bardi, en Morumbi, al sur de São Paulo, 1951.

Anhelo liberarme de la construcción social que es mi feminidad. Me pregunto dónde estaría con respecto a mis pasiones si no me hubiera entregado a las parejas de mi vida. No supe cómo estar en una relación sin perderme en ella. Es como si todo lo que soy se encogiera ante la sensación de vivacidad que resulta de ello. Como si todo se apagara frente a la carencia de validación, admiración y deseo de alguien a quien admire y desee de regreso; a alguien que busco poseer. “Qué desperdicio de vida”, pienso; cuando liberada del hechizo miro hacia atrás para analizar quién era y las decisiones que tomé. Los extremos a los que llegamos como mujeres, las piezas de nuestro ser a las que renunciamos, la cantidad de encogimiento que hacemos para encajar en un par. Porque en los tiempos modernos es cada vez más difícil encontrar una pareja a quien admirar, así que te encoges. Cuanto más leo, estudio, encuentro mi lugar en este mundo y en mi vocación, cuánto más experimento y vivo, más difícil es admirar y desear. Todo se adormece y al menor sentimiento de vivacidad te enganchas, te aferras a ello, haces lo que sea necesario, aunque signifique perder una parte de ti misma, es como una droga.

Mi búsqueda como mujer está alineada con el entendimiento del habitar.

Para los hombres es diferente, no buscan poseer a una mujer, ellos buscan algo más. Y ahora, una vez más, después de pasar por la abstinencia de la droga que representa un hombre para mí, me siento libre. Mi mente se aclara y puedo volver a afirmarme para mí y nadie más, a reconstruir mi identidad. Y para ello, recurro a mi vocación, la arquitectura. Mi identidad hasta ahora es ser mujer arquitecta. Y esto es emocionante. A través de mi vocación aprendo de mi humanidad y la de los demás. Para hacer una arquitectura sensible es imperativo entender nuestra sociedad y al individuo. Por otro lado, el camino hacia la reconstrucción de mi feminidad requiere un profundo entendimiento de lo que es ser mujer y ser humano. Por lo tanto, para mí, van de la mano. Mi búsqueda como mujer está alineada con el entendimiento del habitar. Con el ánimo de compartir este proceso con quien le pueda ser de alguna utilidad les presento algunos de mis pensamientos sobre ser mujer arquitecta de la manera más breve posible.

Sobre ser mujer, en su libertad individual

Uno de los mayores principios que nos han enseñado es la necesidad de comprometer nuestra libertad individual, usualmente, por el amor de pareja. Cual gran falacia. Nadie lo explica mejor que Simone de Beauvoir:

Indudablemente, algunas de las cualidades que se disfruta en una mujer desaparecerán, pero su valor viene de la libertad que se expresa en ellas, que mostrará otros aspectos, y lo romántico no se desvanecerá en este mundo. Dos seres separados, colocados en diferentes situaciones, enfrentándose en su libertad, y buscando la justificación de la existencia a través del otro, vivirán siempre una aventura llena de riesgos y promesas.

Representa una gran conmoción moverte de un estado ya definido y contenido a un estado de indefinición y libertad. No estábamos acostumbradas a la libertad, y cuando se nos presenta la oportunidad de ejercerla puede resultar paralizador, inclusive, aterrador. Tu destino ahora es tu responsabilidad, y de nadie más. Ante el miedo a lo desconocido se presenta la inseguridad de elaborar una opinión y, mucho más aterrador, la de tener una voz. ¿Quién eres si no eres lo que se te ha impuesto? ¿Qué tienes que decir si no sabes quién eres? Ante esta conmoción es fácil caer en la tentación de apoyar la causa de alguien más en vez de buscar tu propio camino. Si no tienes una causa no puedes fracasar en esa causa. Pensemos en todas aquellas arquitectas talentosas que han dejado de un lado su vocación, en todas las mujeres en posiciones de poder que deciden seguir la voz de alguien más al carecer de una opinión o voz propia. Ya es tiempo de encarar nuestro miedo a la libertad individual. No es válido el discurso de que es difícil por ser mujer. ¿Cuántos oprimidos han prosperado ante la adversidad?

Sobre ser arquitecta, prepárense

Como en cualquier profesión, no es fácil ejercer la arquitectura de manera independiente. Es sumamente difícil tener una empresa, aprender a lidiar con clientes, trabajar en sociedad, liderar a tus empleados, lidiar con proveedores, administrar una oficina y dirigir en obra. En México es mal pagada nuestra profesión y los modelos de negocio inmobiliarios entorpecen el hecho de poder hacer buena arquitectura. Encima de todas las cuestiones prácticas que tienen que ser resueltas para poder ejercer la arquitectura, agreguemos la cuestión de ser mujer en México.

A tus compañeros, clientes y proveedores a veces se les olvidará que eres arquitecta o que tienes nombre, y vendrán los apodos que te recordarán cómo te perciben realmente: m’ija, chula, niña, chiquita, hija, reina, princesa.

Lidiarás con profesionistas machistas que serán condescendientes. Trabajarás con proveedores a los que no les guste recibir órdenes de mujeres. Habrá reuniones de negocios o viajes de los que serás excluida por ser mujer. Habrá clientes que prefieran que el proyecto grande lo haga un hombre arquitecto y tú, mujer, el proyecto pequeño. A tus compañeros, clientes y proveedores a veces se les olvidará que eres arquitecta o que tienes nombre, y vendrán los apodos que te recordarán cómo te perciben realmente: m’ija, chula, niña, chiquita, hija, reina, princesa. Lo anterior, por sólo decir algunos ejemplos de las trabas por las cuales pasarás por ser mujer. Uno de tus mayores obstáculos serás tú misma, con una conducta de autosabotaje patriarcal. A pesar de ello, en todo momento, tendrás que comportarte a la altura. Prosperar en la adversidad. Aprenderás a manejar todo con gracia y carácter. Encontrarás tu voz y la ejercerás con seguridad a partir de tu visión y trayectoria. Y, finalmente, aportarás a la redefinición de la sociedad a través de su habitar.

Cuando tomemos las riendas de nuestra libertad individual entenderemos que no teníamos por qué tener miedo; que en realidad todo este proceso es necesario. Mientras tanto, eduquémonos lo más que podamos, tomemos todo como una oportunidad para redefinirnos y habitemos desde nuestra identidad como seres libres. No temamos a caminar solas, porque no lo estamos. ®

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Publicado en: Arquitectura y diseño

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