La creatividad y la alfabetización tienen la misma importancia en la educación y deberían ser tratadas con el mismo estatus. Todos los sistemas educativos del mundo tienen la misma jerarquía de materias: arriba están las matemáticas y las lenguas, luego las humanidades y, hasta el fondo, las artes.
El alcalde de Guadalajara, Ramiro Hernández, anunció a bombo y platillo y con el pecho inflado cifras récord destinadas a obras públicas: 1,100 millones de pesos para 2013. El doble de lo invertido el año pasado.
En el reparto de tan brutal cantidad de recursos, según especifica la Secretaría de Obras Públicas de Guadalajara, destacan 334 millones destinados a la pavimentación de distintas calles, 53 para el acondicionamiento de once unidades deportivas, 20 para obras en materia de cultura (para un museo, un centro cultural y una escuela de música) y 270 para “obras por definir en el Consejo de la Zona Metropolitana”. Es decir, que van 334 millones para pavimentarnos las calles, 53 para pavimentarnos el cuerpo, 20 para pavimentarnos la mente y 270 para no saben qué, pero que seguramente no serán para pavimentar los patios de las casas de la ZMG, al menos no los de los contribuyentes.
Aunque me preocupa, como a cualquier otro ciudadano mínimamente consciente, la forma en que van a manejar todo ese dinero, especialmente esos enigmáticos 270 millones para “obras por definir”, no es ésa la inquietud en la que me quiero centrar en este momento.
Sir Ken Robinson, uno de los educadores de mayor prestigio de Inglaterra, asegura que la creatividad y la alfabetización tienen la misma importancia en la educación y que deberían ser tratadas con el mismo estatus. Explica que todos los sistemas educativos del mundo tienen la misma jerarquía de materias: arriba están las matemáticas y las lenguas, luego las humanidades y, hasta el fondo, las artes.
Sir Ken Robinson, uno de los educadores de mayor prestigio de Inglaterra, asegura que la creatividad y la alfabetización tienen la misma importancia en la educación y que deberían ser tratadas con el mismo estatus. Explica que todos los sistemas educativos del mundo tienen la misma jerarquía de materias: arriba están las matemáticas y las lenguas, luego las humanidades y, hasta el fondo, las artes.
Si un niño reprueba matemáticas en la primaria es por tonto y debe quedarse castigado en su cuarto o ponerse unas enormes y humillantes orejas de burro en clase, pero si se aprende las tablas de cabo a rabo regresa a su casa con una estrella brillante bien pegada a la frente y recibe el festejo de sus padres. Si ese mismo niño hace un dibujo tan bueno que se pensaría que tiene al menos un par de años más de edad, la recién horneada obra maestra se va derechito al refrigerador y sus padres la contemplan mientras piensan que su pequeño futuro doctor dibuja fenomenal.
Si se ha dicho hasta el cansancio que el verdadero problema de fondo de este país, y de tantos más, es la educación, es porque tiene mucho de cierto. Una ciudad que invierte 334 millones para pavimentar calles por sólo 20 para incentivar la cultura es una ciudad que aspira a tener ciudadanos suficientemente capacitados para no tropezarse al caminar por sus calles perfectamente pavimentadas, y poco más.
Robert Mills Gagné, educador y autor de The Conditions of Learning (Las condiciones del aprendizaje), dice que la creatividad puede ser considerada una forma de solucionar problemas mediante intuiciones o una combinación de ideas muy diferentes. Pavimentarnos la mente, es decir, invertir más en el fomento de la creatividad mediante, por ejemplo, el impulso de más y mejores escuelas de música, de danza o de otras artes, es la mejor forma de formar personas capaces de tener esas “ideas muy diferentes” que a la postre podrían a su vez optimizar la forma en que pavimentamos nuestras calles y ejercitamos nuestros cuerpos. Lo que quiero decir es que hay que reestructurar nuestras prioridades y empezar preocupándonos por lo que pasa con nuestra cabeza y no con las plantas de nuestros pies.
Entiendo que una propuesta que pida cambiar de golpe la jerarquía de un sistema educativo aceptado y adoptado globalmente es algo utópico y hasta pretencioso. Sé que no se puede cambiar toda una filosofía de educación y que de repente todos pensemos que sacar 10 en matemáticas y español es tan valioso como sacar 10 en la despreciada clase de flauta. Pero me parece perfectamente válido pensar que si se dispone de 1,100 millones de pesos para obras públicas, sean más de 20 los que se destinen a aquellas relacionadas con la cultura y la creatividad. ¿Que vivimos tiempos de cambio? Pues vamos apostando, por una vez, por algo diferente, como la creatividad que despierta con la luz del fomento de las artes. Albert Einstein dijo que la locura era hacer lo mismo una y otra vez y esperar obtener resultados distintos. Pues eso. ®
jose manuel ruiz regil
Buen artículo, Juan Alberto, te invito a ver la pestaña de cursos en nuestro blog arteduro.wordpress.com Hagamos algo en conjunto.