El hoy protegido de López Obrador e Irma Eréndira Sandoval, el dueño de un enorme patrimonio inmobiliario y de un cinismo aún más grande, se ha esforzado por darse una imagen de izquierdista y demócrata, de antineoliberal y, a ratos, de antisalinista. Veremos aquí que ser enemigo histórico de Carlos Salinas es otra mentira de Bartlett.
Continúo mi investigación sobre toda la carrera política de Manuel Bartlett. Y como desenmascararlo y criticarlo es uno de los servicios públicos que debemos hacer, compartamos algunos datos sobre su relación con el antecesor de Felipe Calderón en el papel de villano del cuento obradorista: Carlos Salinas. Resulta que el director de la Comisión Federal de Electricidad no tiene poco que ver con ese expresidente al que se quiere enjuiciar “si el pueblo lo decide”: no hay un poco de Bartlett (1988) en el pasado de Salinas sino mucho de Salinas en el pasado de Bartlett, y al revés.
El primer dato es que su relación no se inicia en el sexenio 1982–1988, la presidencia de Miguel de la Madrid. En una búsqueda lateral de documentos encontré que Salinas fue asesor del director general de Gobierno de la Secretaría de Gobernación federal cuando Mario Moya Palencia era el secretario, es decir, Salinas fue asesor de Bartlett. “Don Manuel” ocupó esa dirección de 1970 a 1976, todo el sexenio presidencial de Luis Echeverría.
Puede ser que haya sido su asesor informal o formal entre 1970 y 1973. En uno de sus currículums oficiales como secretario de Programación y Presupuesto delamadridista Salinas anota: “Analista Económico en la Campaña Electoral, Dirección General de Gobierno, Secretaría de Gobernación, 1973”. Eso es un hecho comprobado. Pero otra de mis fuentes es un folleto hagiográfico de octubre de 1987 escrito por Mario Melgar Adalid para la campaña presidencial de Salinas y publicado por la Fenase de la CNOP (Federación Nacional de Abogados al Servicio del Estado, parte de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares del PRI). Ahí, en la página 13 de Carlos Salinas: el hombre, las ideas y los hechos, Melgar apunta: “Durante los primeros años de la década de los setentas, Salinas fungió también como asesor de la Dirección General de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, cuando fungía como titular de esa unidad Manuel Bartlett”. Subrayo: “primeros años de la década”, “también” (en el párrafo previo a esas líneas, Melgar refiere el paso salinista por la Secretaría de Hacienda de 1971 a 1979). Eso significaría que no sólo trabajaron juntos en el 73 sino antes, formal o informalmente, incluso si Salinas tenía empleo en otra dependencia. En 1971 entró a la burocracia de Hacienda como asesor del subdirector de Finanzas Públicas, posición que mantuvo hasta 1974, cuando fue nombrado jefe del Departamento de Estudios Económicos de la Dirección General de Estudios Hacendarios y Asuntos Internacionales; dejaría Hacienda en 1979, cuando pasó de su Dirección General de Planeación Hacendaria a la Dirección General de Política Económica y Social de la Secretaría de Programación y Presupuesto encabezada por De la Madrid. Así: puede ser que Carlos Salinas haya sido algún tipo de asesor del director de Gobierno Manuel Bartlett tanto en 1970–1971 como en 1973, año en que ya estaba en Hacienda y hubo elección no democrática de diputados federales (la campaña que menciona Salinas en el CV), o a lo largo del periodo 1970–1973, dentro o fuera de Hacienda también.
El nuevo presidente puso a Salinas en la Secretaría de Programación y Presupuesto y a Bartlett en la de Gobernación. Ambos alcanzaron la cima de las secretarías en que habían tenido sus cargos más importantes hasta entonces.
Sobre ese último punto, que se verificará conforme siga avanzando la investigación: ¿mintieron en la campaña salinista? ¿Mintió Melgar? ¿Se equivocó? ¿Salinas fue sólo asesor de Bartlett en 1973 y no en todos “los primeros años” de los setenta? Tal vez fue muy impreciso, pero el abogado Mario Melgar Adalid conoce bien a Salinas. En 1971 ambos eran miembros fundadores de la asociación político–civil “Política y Profesión Revolucionaria”, vinculada al PRI a través del IEPES (su Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales) y presidida por Salinas (Manuel Camacho era el secretario general y otro de los miembros era el papá de Emilio Lozoya Austin). El IEPES de esos años, hay que añadir, era dirigido por Santiago Roel, quien sería secretario de Relaciones Exteriores del presidente López Portillo de 1976 a 1979, exactamente los años en que Bartlett fue director de Asuntos Políticos de la cancillería. Queda clara la existencia de una relación —colaboración partidista, cooperación política— entre los tres durante los gobiernos de Echeverría y López Portillo: entre Salinas y Roel, entre Roel y Bartlett y entre Salinas y Bartlett: Salinas está cerca del IEPES priista que dirige Roel, Bartlett recibe en la Segob asesoría de Salinas al menos en 1973, años después Roel contrata —rescata— a Bartlett, etcétera.
Ahora coloquémonos en el año 1979, sexenio lopezportillista. Como ya se dijo, Salinas llega a la Secretaría de Programación y Presupuesto; es el director general de Política Económica y Social, el secretario es Miguel de la Madrid. En su apología salinista Mario Melgar registra: “En SPP, durante 1979–1981, estrechó vínculos con funcionarios como Emilio Gamboa, Ramón Aguirre, Miguel González Avelar, Bernardo Sepúlveda, Manuel Bartlett, Adolfo Lugo Verduzco y Eduardo Pesqueira” (p. 14). ¿Dónde era funcionario Bartlett? En la misma secretaría que Salinas: era asesor del secretario De la Madrid. Recuerden que de 1970 a 1976 fue director general de Gobierno de la Secretaría de Gobernación echeverrista, donde por lo mismo fue secretario de la Comisión Federal Electoral (cuando no había IFE–INE…); de 1976 a 1979 estuvo con el canciller Roel; en 1979 llegó con De la Madrid y Salinas a Programación y Presupuesto. Y con ellos se iría en 1981, para que el jefe se convirtiera en candidato presidencial del PRI y, por tanto, en presidente de la república. El sexenio 1982–1988 —el arranque del neoliberalismo en el gobierno federal.
En la campaña delamadridista Bartlett fue el coordinador general y Salinas dirigía el IEPES del PRI. Según Melgar Adalid, en tanto “Director General de IEPES tuvo a su cargo el trabajo técnico e ideológico de la campaña. Correspondió a Salinas llevar adelante la consulta popular. Ésta fue rica en innovaciones” (p. 15). En ese mismo Instituto, el IEPES, en ese mismo momento se formó una Comisión de Estudios Jurídicos de la que Salinas era cabeza y Bartlett miembro. Los dos colaboradores de Miguel de la Madrid fueron otra vez colaboradores entre sí. Colaboraron mucho y bien. Lo hicieron a favor del candidato y a favor del presidente De la Madrid.
Obviamente, ese grupo político, en particular, y el PRI, en general, “ganaron” la elección. El nuevo presidente puso a Salinas en la Secretaría de Programación y Presupuesto y a Bartlett en la de Gobernación. Ambos alcanzaron la cima de las secretarías en que habían tenido sus cargos más importantes hasta entonces. Desde ahí Bartlett continuaría apostando, a favor del PRI, por frenar la transición democrática contra el PRI, abierta en 1977 por el secretario de Gobernación Reyes Heroles; lo haría empujando a) reformas electorales más o menos en la línea de la reforma de 1973, ni democratizadora ni liberalizadora sino de concesión mínima y con refuerzo priista, y b) “fraudes patrióticos” como el de Chihuahua en 1986.
“Don Manuel” fue crítico de los más poderosos únicamente cuando no pudo negociar con ellos para seguir en la cima del Estado mexicano. Un autoritario y un farsante.
De acuerdo con lo dicho por De la Madrid para el libro La herencia, de Jorge Castañeda, Bartlett y Salinas tuvieron muy buenas relaciones antes y después de que Salinas, no Bartlett, fuera el beneficiario del dedazo presidencial. Compitieron internamente, quedaron en buenos términos, esto es, mantuvieron su estrecha relación política. El 4 de octubre de 1987, en el discurso de aceptación de la “precandidatura” del PRI (la candidatura se formalizaría en noviembre), Salinas llamó a Bartlett “político formidable y hombre institucional”. Traducido: gran grillo y obediente al poder máximo.
Como se sabe, Salinas “ganó” la elección de 1988 y sucedió a De la Madrid como presidente hasta 1994. Y Bartlett seguía ahí… Fue el operador principal del fraude contra el expriista Cuauhtémoc Cárdenas. Cobró su obediencia al resultado del dedazo y su desempeño electoral proSalinas desde Gobernación/Comisión Federal Electoral. Hecho duro: Bartlett fue parte original y duradera del gabinete salinista como secretario de Educación Pública. Lo fue hasta 1992, cuando Salinas consintió en que fuera el candidato del PRI a la gubernatura poblana. La transición como proceso nacional estaba en marcha pero no había ni terminado ni alcanzado su punto crítico, por lo que todavía eran imposibles dos efectos: que alguien pudiera ser candidato priista a gobernador sin la autorización del presidente de México y que un candidato priista no ganara la gubernatura de Puebla. Manuel Bartlett Díaz gobernó autoritariamente el estado poblano de 1993 a 1999.
Hemos llegado al siglo XXI. El hoy protegido de Andrés Manuel López Obrador e Irma Eréndira Sandoval, el dueño de un enorme patrimonio inmobiliario y de un cinismo aún más grande, se ha esforzado por darse una imagen de izquierdista y demócrata, de antineoliberal y, a ratos, de antisalinista. Pero acabamos de ver que ser enemigo histórico de Carlos Salinas es otra mentira de Bartlett.
¿Se ha dicho que todos quienes trabajaron en el gobierno de Salinas son sólo por eso mismo desperdicios tóxicos? No. Y lo mismo vale para los gobiernos de, digamos, Calderón o López Obrador. Lo que se ha dicho es que Bartlett es un autoritario de la realpolitik, un actor de extremos pragmáticos que no sólo desea el máximo poder personal posible sino que ha estado y siempre busca estar cerca de quien detente el poder máximo del Estado, ese que él nunca pudo lograr; “don Manuel” fue crítico de los más poderosos únicamente cuando no pudo negociar con ellos para seguir en la cima del Estado mexicano. Un autoritario y un farsante. ®