Hacia la Casa Blanca
No puedo para más
y me encuentro
con una energía inagotable.
El camino se ha vuelto oscuro
y claro al mismo tiempo.
Me deslumbra como
pueda brillar el arco iris
en medio de la supuesta crisis
nacional, global, en casa.
Es la temporada. Jesús
nació bajo la estrella y dice
a mi cara, abre la boca, sonríe.
Nicanor Parra, galardón
del Cervantes a los 97 años,
enviará a su nieto
como su embajador
para recibir el premio
en Madrid. Pura poesía.
Saltar una generación,
apostar en el joven para
mostrar el vigor
de la herencia
ante el rey de España,
un nuevo Parra
para molestarlo
o tomar un te
con el monarca
como el abuelo
con Richard Nixon.
¿Qué haras tú
si te llega
una invitación
a la Casa Blanca?
Yo no faltaría
a la oportunidad
para ver cuadros,
tocar cubiertos,
probar alimentos
orgánicos,
y hacerle al anfitrión
algunas preguntas
sobre asuntos hogareños.
Dados solitarios
El acoso por las redes sociales me hace pensar
que no se deben remplazar los derechos comunitarios
a los del individuo a quien le gustaría mantener
su silencio, su labor apartado hasta que esté listo
para compartir por los mismos medios.
No nos quedan otros en el pueblo global,
todos conversan con sus pares y el recluso
se queda sin defensa, aún con barba,
tirando sus versos y dados en un juego
a solas dentro del bar de sus sueños.
Cada domingo cierran un tramo
de Raúl Ferrero y los vecinos
caminan, o andan en bicicleta,
pasean sus perros, se calzan
los patines. La atmósfera
es tranquila, un domingo,
pero igual surgen las malas
costumbres, de no respetar
la derecha. Al otro lado
de la avenida los conductores
van rápido con caras irritadas
acostumbrados siempre
a la idea de que el tramo
les pertenece. El sentido
comunitario no alcanza
al citadino envuelto
en su casa de metal
y caucho que los poetas
con una estética
periodística llaman
al auto. De ese concepto
ha de venir la frase autosuficiente.
Lázaro
un puente natural, de savia
y de sangre, de hormonas
que vuelan, endorfinas
que saltan, esta creación
de un mago
para una amistad
que surge del destello,
mano extendida,
palabra dicha,
liberada la flecha,
cuerda colgada
sobre el barranco
por las fuerzas
no tan ocultas,
que nos ayudan
florecer en tierras
extranjeras,
el generoso
anfitrión
y su abrazo
su oído
al escuchar
de los susurros
del difunto,
este milagro,
el mensaje envuelto
en mortajas,
renacido
el hombre
de la nada.
Flecha
En nuestros tiempos
cuando emitimos luces
por medio de la red global,
y un día queda oscuro
por falta de destellos,
los viajes de trabajo
y de placer se acomodan
a la presencia de torres
de tranmisiones, y dejamos
de entrar a la selva
para escuchar
el silbido de un pájaro,
y ver el relámpago
de su plumaje,
que preferimos seguir
conectada a la necesidad
humana de comentar
sobre fotos
en las redes sociales,
ya no me aguanto más.
Iré a la isla de Pitcairn.
Ah, casi me olvidé
el detalle más tangible,
de la conversación
cara a cara,
que te invito
a viajar conmigo. ®