Ahora que conozco el libro entiendo por qué sus reediciones son escasas: el gracejo producido en 1977 no es ya tan poderoso, sin que esto le quite mérito al atrevimiento de su publicación en la recién despertada España posfranquista.
Imagino las circunstancias de su edición como el primer número de la señera colección erótica La Sonrisa Vertical y queda claro que la intención debió ser darle ese puesto a un autor español, Camilo José Cela —ya en ese momento consagrado y dueño de los cojones necesarios para abanderar una colección como la que anhelaba Luis G. Berlanga—; también imagino la gana burlona, irreverente y descarada de Maese Berlanga, de Beatriz de Moura —editora—, de Cela y de vaya usted a saber quién más, seguramente respaldados por buenos Riojas, que debieron haber llegado a la idea cagados de la risa. Y es que a 33 años de su publicación no es que haya perdido un ápice de su desfachatez y originalidad, las vergas grandes y generosas haciendo alarde de su efusividad en lugar público siempre causarán algún contratiempo y provocarán la admiración y el escándalo público, sino que han cambiado los tiempos y ya no suscitaría mucha sorpresa su chacotera apología a menos que esto se editara en Irak.
Vengo hablando de un texto llamado La insólita y gloriosa hazaña del Cipote de Archidona, que recoge algunos documentos, pocas cartas y notas escritas —y recolectadas— por Cela en torno a tal acontecimiento: un cipote monumental que habiendo sido “acariciado por una mano amante, se disparó en público y a destiempo e hizo estragos en la población civil”; el proceso judicial y la admiración provocada por aquella maravilla fisiológica, prueba de la envidiable hombría hispana.
El ejemplar que ahora tengo en las manos, gracias al cuidado y la generosidad de Selma Beraud, es un pequeño tomo de apenas cincuenta páginas, que incluyen dos “cartones” celebratorios de la hazaña. Y ya que el libro se propone ser una recopilación de documentos alusivos, además de las cartas, notas y poemas también incluye un encarte, de los diagramas explicativos de las dimensiones del cipote en cuestión, impreso sobre papel milimétrico; la broma hasta en el diseño de manera peculiar y, para la época, inolvidable. Definitivamente debió de ser una bocanada de aire fresco en la empolvada sociedad franquista y un estandarte bien parado y sostenido por el irreverente Camilo José Cela; buen campeón buscó Berlanga para que apadrinara las disquisiciones de entrepierna.
La insólita y gloriosa hazaña del Cipote de Archidona es un texto que se enmarca en la tradición de aquellos opúsculos salaces que se hacían circular en reuniones literarias, de las que sabemos existieron muchos aunque sólo se han conservado algunos ejemplos, como La carta a la Presidenta, de Théophile Gautier, y Sor Monika de E.T.A. Hoffman. Piezas procaces creadas con el afán de sorprender y entretener tertulias intelectuales; para provocar la risa y conjurar, mediante la coprolalia y la erotolalia, el oscurantismo y la hipocresía, mismos afanes que seguramente alentaron a Tusquets Editores a publicar en 1979, como punta de lanza de su colección erótica, el libelo de marras.
Ahora Youtube nos ofrece refrescar la memoria, en estos links el mismísimo Cela leyendo partes de La insólita…
La primera de ellas con imágenes de un churro cinematográfico producido hacía 1979 aprovechando el destape español y el escándalo que capitalizó el libro.
Así pues, el texto no es ninguna maravilla dentro de la literatura de entrepierna, no así su edición que es sin duda una pieza adorable para quienes coleccionan estos sicalípticos ejemplos. ®