La reflexión medular de De profundis puede expresarse en esta frase: Libertas vs. Repressio. Acto de unificación autoritaria en contra de la diversidad individual. El marqués de Queensberry representa a la mayoría despótica: la policía moral, y Wilde, representa la excepción que busca su libertad. Lucha a muerte entre la convención y la diferencia.
En el fondo, mi ruina no es
consecuencia de un exceso,
sino de falta de individualismo.
—Oscar Wilde
Las reflexiones del amor que no se atreve a decir su nombre
La larga misiva escrita en la cárcel de Reading por Óscar Wilde —y dedicada a Bosie— no es otra cosa que el lamento de un artista que no logra comprender el porqué de su tragedia. El leitmotiv: por tu culpa, por tu culpa, por tu grande culpa, Bosie. De profundis es un espejismo. Una respuesta falsa. El good for nothing de Lord Alfred es apenas la gota que derrama el vaso. La causa principal del presidio de Wilde es la hipocresía de la sociedad inglesa en el siglo XIX. Es cierto, Bosie intenta vivir a costillas de Wilde, a lo más es su gigoló, nunca su cadalso. Wilde y Douglas se separan y reconcilian a cada rato, viven una relación enfermiza: neurótica por la represión. No pueden decir que se aman, no pueden decir que sólo se desean. Tienen que callar, hacerlo en la sombra. Amarse es válido dentro de la convención, pero su “amor” no es convencional. Desearse es inválido dentro y fuera de la convención. Pedir libertad e individualidad, una falta grave, ahí están los ejemplos de las leyes: Buggery Act, Offences against the person act y Criminal law amendment act.
La voz que clama individualidad
La libertad siempre encuentra su cauce aunque a veces sea a través de la clandestinidad. La doble vida de Óscar Wilde es el remanso de salida hacia la castración. Hay que seguir los moldes por tradición o por obligación. La obligación siempre es jurídica, trae aparejada coercibilidad.
Adictos a lo prohibido, rebeldes con una causa sexual, Wilde y Bosie sobreviven al siglo que les tocó.
Constance, Alfred y Óscar forman el trío reprimido en busca de redención. Ella no eligió a su marido, su esposo se apalabró con su madre como establecía la norma; Bosie es sólo un junior que buscaba diversión; él, Óscar, el artista que clamaba individualidad. Ellos, el triangulo neurótico que ilustra bien la centuria eunucoide.
La policía (moral) siempre en vigilia
Adictos a lo prohibido, rebeldes con una causa sexual, Wilde y Bosie sobreviven al siglo que les tocó.
En De profundis, Wilde se lamenta intensamente por la relación con lord Alfred. El encarcelamiento lo ha aturdido. Bosie no es un niño maldito, a lo más es un homosexual sin madurez, un intento de escritor que se quiere colgar de la fama del autor de Salomé. Él mismo ha pedido traducir esta obra. Bosie también es una víctima. Víctima de la sociedad represiva encarnada por su padre. Al marqués de Queensberry no le ha bastado el suicidio de su primogénito, reclama también la vida de Alfred.
La policía moral no descansará hasta encuadrar al último desalineado —no importa que sean sus propios hijos, no descansará. Bosie no es el culpable de la tragedia de Wilde, es también otra víctima, víctima de su propio padre, el marqués de Queensberry, o mejor dicho el policía moral.
Un castigo ejemplar
“Después de mi terrible condena, ya puesto el traje de presidiario, y una vez que se hubieron cerrado tras mí las puertas de la cárcel, me vi debajo de las ruinas de mi esplendida vida, aniquilado de miedo, confundido por el terror, anonadado por el sufrimiento” —De profundis.
Dos años de prisión, trabajos forzados y la incautación de todos sus bienes fue la pena que se le impuso a Wilde por haberse atrevido a vivir una sexualidad diferente. Subastaron su casa, su biblioteca y todos sus muebles. Murió su madre, su esposa y lo despojaron de la patria potestad de sus hijos. Óscar Wilde, que otrora fuera “el rey del arte”, ahora era castigado como “el rey de la sodomía”. ®
Marco Ornelas
Apreciada Arianna, gracias por tu opinión. No estoy seguro del arrepentimiento de Wilde, de hecho te podría citar muchas partes del libro, donde Óscar Wilde, culpa, culpa y culpa a Bosie de su tragedia. Ese encuentro con el Supremo no me queda lo bastante claro. Sea como sea, el epígrafe de mi texto, lo tome precisamente De profundis. Saludos.
Arianna Bañuelos
Dios. Pero qué terrible reseña de libro. De Profundis es la antítesis de Wilde como lo conocemos socialmente. Poco se habla de un amor sexual en esta carta, aunque Bosie fuese la causa. De Profundis es el encuentro de un alma, la rendición de un ser frente a lo Supremo. Me molesta que todo se intelectualice cuando la intención de sus palabras eran todo menos eso que tú llamas «sociedad represiva». Aquí vemos un alma desnuda, no una víctima de un escándalo sexual. Te invito a una segunda lectura con tus ojos interiores despiertos.