La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende.

Si realmente crees que el medio ambiente es menos importante que la economía, intenta aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero.
—Guy McPherson
Últimamente la Ciudad de México ha tenido que decretar varias contingencias ambientales porque el nivel de partículas nocivas en el aire ha superado los estándares admitidos. Aparejado a esa medida se ha tenido que reducir el número de vehículos que circulan.
Lo cual pudiera parecer en primera instancia molesto para quienes no pueden utilizar sus automóviles, pero en realidad es una medida de protección y obligación del Gobierno, ya que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce en su artículo 4o, párrafo quinto, el derecho humano al medio ambiente sano para el desarrollo y el bienestar, disposición jurídica que a la letra señala lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar”.
Circunstancia plausible si consideramos que hace menos de cincuenta años se ignoraba la relación existente entre los derechos humanos y el medio ambiente, sin embargo, hoy son numerosos los textos normativos que consagran tanto el derecho a un medio ambiente sano como los derechos de acción ambiental.
La economía circular tiene como objetivo utilizar de manera responsable, reparar y reutilizar para proteger el planeta.
Lo que sin duda resulta necesario para garantizar que las generaciones presentes y futuras puedan desarrollarse en un medio saludable y beneficioso para la vida humana.
Por ello, en las últimas décadas la preocupación por la conservación del medio ambiente ha tenido un crecimiento en todos los niveles, debiendo considerarse hoy una de las materias más relevantes en los planos científico, doctrinal y normativo.
La amenaza que supone el cambio climático se vuelve más peligrosa año tras año. Sus efectos son cada vez más devastadores y auguran un futuro en el que la supervivencia en el planeta será más complicada.
En este contexto, es necesario encontrar sistemas económicos sostenibles que nos permitan realizar un uso responsable de los recursos disponibles. Éste es el motivo por el cual ha cobrado importancia el sistema de la economía circular.
La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende.
Este sistema persigue encontrar un equilibro en la producción y el consumo. La economía circular tiene como objetivo utilizar de manera responsable, reparar y reutilizar para proteger el planeta.
En esta tesitura, en el Congreso de la Ciudad de México se aprobó en la legislatura pasada una iniciativa presentada por el entonces diputado —hoy alcalde de Magdalena Contreras— Fernando Mercado, una reforma al artículo 17 de la Constitución Política de la Ciudad de México para las autoridades de la Ciudad de México, la cual pretende adoptar una estrategia interinstitucional en sus políticas y acciones en materia de desarrollo económico con un enfoque de Economía Circular, mediante la reutilización, reparación, recomercialización, renovación, refabricación y reciclaje de los materiales.
Esta reforma cobra relevancia, ya que al elevar a categoría constitucional el modelo de economía circular se busca un mejor futuro para todas y todos los habitantes de la capital.
Por ejemplo, el impacto en el clima de la economía circular es toral, ya que la extracción y el uso de materias primas tienen importantes consecuencias medioambientes, aumenta el consumo de energía y las emisiones de dióxido de carbono (CO2), mientras que un uso más inteligente de las materias primas puede reducir las emisiones contaminantes.
El impacto en el clima de la economía circular es toral, ya que la extracción y el uso de materias primas tienen importantes consecuencias medioambientes, aumenta el consumo de energía y las emisiones de dióxido de carbono.
En la práctica, implica reducir los residuos al mínimo. Cuando un producto llega al final de su vida, sus materiales se mantienen dentro de la economía siempre que sea posible. Éstos pueden ser productivamente utilizados una y otra vez, creando así un valor adicional.
Contrasta con el modelo económico lineal tradicional, basado principalmente en el concepto “usar y tirar”, que requiere de grandes cantidades de materiales y energía baratos y de fácil acceso.
Frente a un modelo económico derrochador que conduce al cambio climático, la economía circular ofrece un modelo que preserva la naturaleza y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero.
La economía circular plantea un enfoque completamente distinto que permite estimular el crecimiento económico y generar empleo sin comprometer al medio ambiente, posicionándose como piedra angular para una recuperación económica resiliente y con bajas emisiones de carbono.
Estudios recientes en América Latina y el Caribe indican que la adopción de la economía circular podría crear un incremento neto de 4,8 millones de puestos de trabajo en la región.
Avanzar hacia este sistema permitiría reducir la presión sobre el medioambiente, mejorar la seguridad de suministro de materias primas, estimular la competitividad, la innovación y el crecimiento económico, entre otros. ®