Editorial

¿Aún existe la contracultura?

Por supuesto, muchos dirán que sí, incluso en el dossier que presentamos en esta ocasión. La razón es muy sencilla: a muchos les gusta pensar que la contracultura es un movimiento de oposición al sistema y que todo aquel que se manifieste contra el autoritarismo y la desigualdad es un representante legítimo de la contracultura. Así, según esto, serían conspicuos actores de la contracultura desde los jóvenes globalifóbicos que serían felices de demoler el sistema hasta los indignados reformistas de varias partes del mundo. El error viene de la mala traducción del término y que ya hizo notar el filósofo español Luis Racionero en Filosofías del underground: counter culture no es “contra la cultura”, sino el balance de la cultura… Así, los verdaderos contraculturales —una palabra, por cierto, acotada a una época bien delimitada— serían aquellos que en la década de los sesenta, y poco antes, empezaron a ensanchar los márgenes de un sistema que se esclerosaba, el del American Dream surgido poco después de la II Guerra. Los beatniks, los hippies, el rock, los médicos que sintetizaron las drogas y que inventaron la píldora anticonceptiva… ellos fueron los detonadores de un conjunto de acciones que lograron liberalizar el establishment y transformar el mundo occidental en uno más amplio.

Pero, como todos los sueños, el de la contracultura también terminó. Los hippies envejecieron y Manson demostró que había algo podrido en medio de todo eso, lo mismo que los racistas motorizados Hell’s Angels, asesinos de un hombre negro en el concierto de los Rolling Stones en Altamont, California.

Así, ¿es posible hoy una contracultura, cuando desde hace años la gran industria se apropió de sus principales productos? ¿Quiénes serían en todo caso los contraculturales de esta era digital? ¿Puede llamarse de ese modo a quienes protestan contra un gobierno de “derecha” y anhelan la instauración de uno de “izquierda”? ¿Son contraculturales los que fuman marihuana o los que ingieren otras drogas? ¿Los clictivistas? ¿Los tatuados? ¿Los hackers? ¿Todavía existe el punk? ¿Qué fue del anarquismo? En los textos que presentamos hay algunas posibles respuestas. Parecería que la discusión está agotada, pero no es así. ®

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Publicado en: Contracultura, Destacados, Noviembre 2011

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