La gran dictadura. La memoria es un aparato perfecto del que aún conocemos muy poco. Es un órgano inestable y caprichoso, inventivo y traicionero. ¿Por qué y para qué recordamos?
La característica distintiva de la posmodernidad podría ser el desarrollo de memorias artificiales. De Gutenberg a Google Earth. La supervivencia socioemocional se ha vuelto retrospectiva, el ser posmoderno no alberga ilusiones de largo plazo, escribe Efraín Trava en “La nostalgia posmoderna”. Los gigabytes cerebrales que antes ocupábamos en nosotros ahora están saturados por la televisión, el correo spam, la mercadotecnia, las redes sociales, entre otras. Tenemos agendas electrónicas, laptops, celulares, iPods, USBs… ¿De qué estábamos hablando? Ah, sí: bibliotecas virtuales, fotografía digital, Wikipedia, Taringa, millones de blogs…
El mundo ha pasado por algunos de sus más grandes traumas en el último siglo. Presenciamos el fin de las utopías. La ilusión del futuro y la desilusión del presente nos hacen buscar refugio en el pasado.
El arte y la memoria están unidos como el hígado al estómago. ¿Es cierto que no hay nada nuevo bajo el sol? ¿Qué posibilidades nos ofrece la metaliteratura? ¿Es el plagiario un criminal? ¿Cuál es el sentido de la parodia? ¿¡Viva la piratería!? ¿Por qué añoramos la infancia? ¿Quiénes son los pilluelos que no escriben sus libros? ¿Cómo recuerda el exiliado su patria? ¿Estamos en la era del cover y el re-make?
La memoria orgánica.
El pasado reciclado.
Disfruten. Recuerden. Olviden. ®
EDITORIAL
El pasado reciclado
Publicado en: Destacados, El pasado reciclado, Noviembre 2010
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