El actor Gael esboza una crítica charolastra a la muy criticable guerra de Calderón contra el narco pero le atribuye a éste las “cincuenta mil muertes”. Cree que la película Y tu mamá también [2001] contribuyó a la transición democrática del país y que la Ciudad de México, con Ebrard, “es una ciudad libre”.
Gay Talese, uno de los iniciadores del llamado nuevo periodismo, escribió un extraordinario perfil de Frank Sinatra para la edición de abril de 1966 de la revista Esquire, y en el aniversario número 70 de esa famosa publicación —octubre de 2003—, los editores escogieron a “Frank Sinatra has a cold” [“Frank Sinatra está resfriado”] como “la mejor historia jamás publicada en Esquire”. “Tal vez no sea la pieza que esperábamos sobre el verdadero Frank Sinatra”, le dijo Talese a su amigo Harold Hayes, “pero quizá al no obtenerla, al ser rechazado constantemente y al ver a sus lacayos cuidando sus costados nos acercamos a la verdad sobre este hombre”. Es importante saber que Talese escribió la crónica sin haber cruzado jamás una palabra con el célebre y voluble actor y cantante, pues éste se negaba a dar entrevistas, así que lo siguió durante tres meses observándolo y hablando con sus empleados y gente que lo conocía, al final ofreció al lector una pieza periodística perfecta. En uno de sus pasajes escribe: ““Sinatra con catarro es Picasso sin colores o un Ferrari sin gasolina, sólo que peor. Porque los catarros corrientes roban a Sinatra esa joya que no se puede asegurar, su voz, y hieren en lo más vivo su confianza. No sólo afectan a su psique, sino que parecen provocar una especie de moquillo nasal psicosomático en las docenas de personas que lo rodean y trabajan para él, que beben con él y lo quieren y cuyo bienestar y estabilidad dependen de él. Un Sinatra acatarrado puede, salvando las distancias, enviar vibraciones a la industria del espectáculo y aún más lejos, casi como una enfermedad repentina de un presidente de los Estados Unidos puede sacudir la economía nacional” [de la versión publicada en Letras Libres, agosto de 2007].
Al poco tiempo surgieron imitadores tanto de Talese como de Tom Wolfe —y de otros innovadores de la crónica periodística— que escribían con ligereza y con tal profusión de datos falsos o inexactos que Talese decidió apartarse de la etiqueta del nuevo periodismo. “En el New York Times fui redactor”, dijo, “y luego reportero, y por eso respeto mucho la tradición de escribir con precisión”.
En cambio, las circunstancias en las que Diego Enrique Osorno concibió su crónica “¿Qué trama el señor Gael?” no podían haber sido más favorables. Periodista especializado en temas de narcotráfico, Osorno charló y convivió largamente durante días con el actor mexicano Gael García Bernal y el resultado es un largo texto en el que, bordando el regodeo, se muestra la complicidad y la empatía entre ellos dos. No es necesariamente malo que el periodista comulgue con el credo del entrevistado y hasta lo ensalce, pero se corre el riesgo de que al final el texto interese únicamente a los fans del actor (que tiene 900 mil seguidores en Twitter; viéndolo bien, si éstos leen, se trata de un éxito rotundo). Uno, que no lo es —ni fan ni exitoso—, esperaría, en medio de mar de letras complacientes, al menos unas cuantas miradas desde alguna distancia a un personaje prominente de la industria cinematográfica; incluso los escasos cuestionamientos son amables y no pasan de unas pocas líneas. Pese a ello, la crónica publicada en la revista Gatopardo —marzo de 2012— ofrece un perfil significativo del actor y es ilustrativa de una manera de pensar con la que se identifican muchos jóvenes que se asumen de izquierda y que han adoptado como verdades y convicciones irreductibles una ensalada de mitos históricos y recientes fácilmente rebatibles.
Uno esperaría, en medio de mar de letras complacientes, al menos unas cuantas miradas desde alguna distancia a un personaje prominente de la industria cinematográfica; incluso los escasos cuestionamientos son amables y no pasan de unas pocas líneas.
“En 1988”, escribe Osorno, Gael —nacido en 1978— “se dio cuenta de que no le desagradaba tener el temperamento especial que se requiere para ser activista de una causa” —¡a los diez años! A los diecisiete marchó en apoyo al movimiento zapatista. “Ahí, en 1988 [se refiere al fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas] y con los zapatistas”, dice el actor, “creo que tuve la sensación de que me quería dedicar a esto toda la vida”. Gael reniega de la izquierda política pues, “de la cintura para abajo, piensa igual que la derecha”; por eso él se considera de “izquierda ética”. No obstante, Gael “fue el Che Guevara más entrañable que ha existido en el cine hasta la fecha”, escribe Osorno, sin mencionar ni él ni el entrevistado la homofobia rampante del guerrillero asmático —el odio contra el escritor cubano Virgilio Piñera está documentado por Cabrera Infante en Mea Cuba— ni los fusilamientos ni tiros de gracia que el propio Che le asestó a prisioneros y disidentes en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, documentados por muchos testigos y periodistas, entre ellos Jon Lee Anderson. En una parrafada previsible Gael defiende a la Revolución cubana aunque protesta débilmente por la intolerancia a la homosexualidad —y muy posiblemente Gael desconozca la historia de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción —las UMAP— verdaderos campos de concentración a los que se enviaba a homosexuales y disidentes. Nunca, ni el entrevistado ni el entrevistador, dicen que la de Cuba es una dictadura totalitaria y represora, aunque Gael hace suyo el estereotipo del cubano, incapaz de guardar silencio.
En 1999, siendo estudiante de Letras hispánicas en la UNAM, estuvo de acuerdo en la gratuidad a ultranza de la educación pública universitaria: “Sí me parecía tremendo que se quisiera cobrar en una universidad pública. Era muy poquito, pero yo decía: no, el chiste es que esto sea completamente gratuito”. ¿Algún argumento? No, ninguno.
Invitado por los expresidentes de Brasil Henrique Cardoso y de Colombia César Gaviria a una reunión de la Comisión Global de Política de Drogas en São Paulo —con otros invitados mexicanos como Enrique Peña Nieto, Alejandro Martí y Alejandro Ramírez—, Gael se pronuncia en favor de la despenalización de la mariguana, pero no de la cocaína, pues dice, con el aplomo de un experto, que, al contrario de la mota, “Hay una labor de prevención y de salud, de información, muy grande que se tiene que hacer”. El actor —y director de una de las peores películas del cine mexicano, Déficit— también esboza una crítica charolastra a la muy criticable guerra de Calderón contra el narco pero le atribuye a éste las “cincuenta mil muertes”. También cree que la película Y tu mamá también [2001] contribuyó a la transición democrática del país y que la Ciudad de México, con Ebrard, “es una ciudad libre”.
Gael lee filosofía política y estudia una maestría en The European Graduate School, en Suiza, con profesores como Giorgio Agambem y Slavoj Žižek. De este último el sociólogo mexicano Roger Bartra me confió su opinión: “Se ha dedicado a denostar las formas ‘revisionistas’ y ‘reformistas’ de la izquierda. Creo que es un merolico fraudulento que logra muchos adeptos en esa izquierda aterrada ante el fin de los viejos dogmas, y que encuentran en él una escapatoria a sus depresiones. Este tipo, en los setenta, formaba parte de un grupo de lacanianos en Liubliana y logró, gracias a sus influencias, un puesto en el Comité Central de la Liga de Comunistas Eslovenos, donde entre otras cosas escribía discursos para altos funcionarios. Aunque ha aparentado aires de disidente, fue en realidad el típico enchufado oportunista de los países socialistas” [comunicación personal]. Gael de carne y hueso. ®
Diego Trelles
Una breve consulta, cuando García se pronunció en Brasil respecto de las drogas, en particular el criterio que emitió sobre la cocaína, ¿se puede considerar dicho pronunciamiento como paternalista que a fin de cuentas se traduce en perfeccionista?
Rogelio Villarreal
¡Muchas gracias!
María de los Ángeles Magdaleno Cárdenas
De lo mejor que he leído en varias semanas. Escribe, escribe y sigue escribiendo.