Posesión satánica desecha por completo los manidos recursos de las películas de terror clásicas y se inclina por la sugerencia y la elegancia en su factura, apoyándose en recursos expresionistas de una elegancia y sofisticación que muchas películas actuales ya quisieran tener.
Deambulaba por la Cineteca Nacional una tarde tratando de encontrar un filme acorde con mis gustos y me topé con una grata sorpresa: en una hora pasarían Posesión satánica, la cual, según la sinopsis, está basada en Otra vuelta de tuerca, tal vez mi libro favorito de Henry James. No lo dudé y acudí a la taquilla por mi boleto, donde me aguardaba otra sorpresa: la entrada era libre.
Las luces se apagan. Una canción de cuna se escucha en la voz de una niña, pero no aparece nada en la pantalla. La sala permanece a oscuras mientras la música continúa por segundos interminables. Poco a poco, unas delgadas y frágiles manos se iluminan a la tenue luz de una vela…
Así comienza The Innocents, su nombre original, una producción británica de 1961 dirigida por Jack Clayton y con Deborah Kerr como protagonista, la legendaria actriz de La noche de la iguana (filmada en México), De aquí a la eternidad, El rey y yo y varias más. El guión, según indicaban los créditos, estuvo a cargo de William Archibald y un tal Truman Capote.
La trama, que sucede a fines del siglo XIX, gira en torno a Miss Giddens (Kerr), abnegada institutriz que dice amar a los niños. Su empleador es un frívolo millonario (Michael Redgrave), tío de dos niños huérfanos de los que no quiere ocuparse, razón por la cual la envía a su propiedad campirana a hacerse cargo de los pequeños Miles (Martin Stephens) y Flora (Pamela Franklin). A su llegada a la inmensa y solitaria mansión pronto se hace evidente que los niños de rostro angelical esconden un ominoso secreto.
Si con los elementos anteriores no bastara, este filme de horror gótico —a diferencia de filmes contemporáneos— desecha por completo los manidos recursos de las películas de terror clásicas y se inclina —al igual que el escritor de escritores James— por la sugerencia y la elegancia en su factura, apoyándose en recursos expresionistas de una elegancia y sofisticación que muchas películas actuales ya quisieran tener.
El principal acierto del filme es que le es infiel a la novela original, al menos en momentos clave, razón por la cual consigue atemorizar a pesar de que la historia es tan conocida, para lograr el mismo terror psicológico que persigue el autor, aderezado con insinuaciones matices freudianos donde se nota la pluma de ese otro indiscreto de apellido Capote.
La dirección de Clayton recurre, atinadamente, a una iluminación minimalista, a primerísimos primeros planos o beauty shots donde se refuerza la capacidad dramática de los actores. Esto, aunado a la música (fue una de las primeras películas que utilizó sintetizadores electrónicos), el montaje de atracción donde constantemente vemos manos, gestos y miradas, la magnífica ambientación y la fotografía en blanco y negro a cargo de Freddie Francis, logran el prodigio de transportarnos al escenario de los más acendrados temores victorianos: la presencia sobrenatural, personificada en la forma de fantasmas.
Los enfoques profundos del lente y el uso de tomas picadas y en espiral en los momentos cumbre terminan de dotar al filme de una atmósfera tétrica que va emergiendo de la aparente normalidad con la que se desarrollan las acciones, pues en primer plano uno puede ver a los niños que juegan inocentemente, o al ama de llaves que corta unas flores, mientras que en segundo plano insectos, plantas muertas y otras insignificancias connotan que algo no está bien, todo a través del lenguaje simbólico, pues la novela original es una alegoría de lo apolíneo y lo dionisíaco, la razón contra la locura.
El principal acierto del filme es que le es infiel a la novela original, al menos en momentos clave, razón por la cual consigue atemorizar a pesar de que la historia es tan conocida, para lograr el mismo terror psicológico que persigue el autor, aderezado con insinuaciones matices freudianos donde se nota la pluma de ese otro indiscreto de apellido Capote. Si acaso, lo criticable se encuentra en la traducción al español, esa Posesión satánica que predispone al público a una interpretación que no da lugar a la pretendida ambigüedad que tantas lecturas y ensayos han originado esta obra y todas sus adaptaciones.
Antes de la proyección David Elliott inauguró la muestra como parte del ciclo “Gótico: el corazón oscuro del cine”, una de las actividades del año dual México–Reino Unido 2015, que exhibe del 16 al 30 de abril títulos seleccionados por el British Film Institute en colaboración con el British Council, entre otros patrocinadores. Los amantes del género pueden asistir a las diez películas programadas en el festival. La cartelera puede consultarse en www.cinetecanacional.net y el calendario completo de actividades del año dual en www.ukmexico.mx ®