Por un lado tenemos a Freud como una referencia inevitable, por otro tenemos a Lacan que sin duda es el psicoanalista más importante en la historia del psicoanálisis después de Freud, y por último otro autor que considero indispensable para abordar el tema del sujeto, Slavoj Zizek.
Creemos pensar con nuestros cerebros, pero personalmente yo pienso con los pies.
—J. Lacan, 1975
Los inicios…
Cuando se habla de psicoanálisis es tentador evocar la imagen del paciente en el diván y el analista oculto a su mirada. El cuerpo no aparece en primera instancia como algo que se asocia con el psicoanálisis. Se tiende a pensar en el análisis como un proceso intelectual, altamente simbólico y muy alejado del cuerpo. Para pensar en cuestiones corporales está la bioenergética, la gestalt o algunas técnicas humanistas de contacto, pero no viene a la cabeza la figura del psicoanálisis como algo relacionado con el cuerpo. Al parecer esas técnicas “corporales” lo intervienen en lo real. Lo tocan, lo masajean, le dar órdenes de contraerse y relajarse, sentarse, acostarse, estirarse, etc. Sin embargo, el nacimiento del psicoanálisis está completamente relacionado con el cuerpo. Los primeros pacientes estudiados por Freud fueron casos de conversión y somatización, con pacientes histéricas que dejaban de caminar, de ver o de mover alguna extremidad como una metáfora de un mal psíquico que no podía ser expresado con palabras. Ésos son los inicios, con Charcot y la psiquiatría francesa. ¿Qué pasa con esos cuerpos que no andan y no miran? Y entonces la hipnosis y después el psicoanálisis.
Dice Françoise Dolto sobre el uso del diván: “En la técnica psicoanalítica, la neutralización del esquema corporal por la posición acostada del paciente es lo que justamente permite el despliegue de la imagen del cuerpo” [Dolto, 1984]. El diván también es una intervención en lo real.
Se podría incluso acusar a Freud de estar muy pegado al cuerpo a lo largo de toda su obra. Siendo médico y además neurólogo, utiliza un lenguaje bastante orgánico a pesar de la invención del inconsciente como un no lugar, como algo meramente simbólico no existente en ninguna parte de nuestro cuerpo. También está el concepto de libido, sin olvidar el de pulsión, que es todavía más enfático en la cuestión corporal. Freud habla de enfermos, de síntomas, de recorridos libidinales por la boca, el ano, terminando con la genitalidad como la culminación del desarrollo psicosexual. El cuerpo en Freud es claramente primordial y es en donde las cosas suceden. “Anatomía es destino”, escribió en dos ocasiones distintas. La diferencia sexual como el pretexto para dar cabida a la angustia de castración es una cuestión del cuerpo completamente. Un cuerpo simbolizado, elaborado, significado pero al fin un cuerpo.
El recorrido libidinal que hace Freud por el cuerpo, dándole sentido, simbolizando, erotizando y situándolo como propio es mucho más complejo que la cuestión de las fijaciones orales, anales o fálicas que tanto se han promovido mundialmente. Este recorrido tiene que ver con hacer existir el cuerpo poco a poco e ir formando una identidad a partir de la simbolización de las experiencias adquiridas en las relaciones con otros que frustran o permiten el placer corporal. Eso es justamente lo que significa la castración, según Dolto. En la historia del psicoanálisis, llevó años pasar de los males físicos o la demanda analítica como tal por cuestiones psíquicas. Llevó años que las personas acudieran a Freud para hablar de sus angustias, miedos y preocupaciones en lugar de hablar de sus síntomas físicos, de sus dolores corporales, de sus parálisis.
Por supuesto que está el asunto de la diferencia sexual, la cuestión cuerpo femenino y cuerpo masculino, pero representa un punto y aparte dada su importancia, así que me limitaré a hablar del concepto de cuerpo en general en el psicoanálisis.
Cuando se habla en nombre del psicoanálisis es muy fácil equivocarse. Y creo que esto tiene que ver con que no hay un psicoanálisis, hay varios; no hay un autor, hay cientos, y, además, en cada autor hay etapas cronológicas. El Freud de 1885 con sus histéricas no es el de 1937 con análisis terminable e interminable.
Por un lado tenemos a Freud como una referencia inevitable, por otro tenemos a Lacan que sin duda es el psicoanalista más importante en la historia del psicoanálisis después de Freud, y por último otro autor que considero indispensable para abordar este tema, Slavoj Zizek. Aunque Zizek lo aborda desde un punto de vista más filosófico y social, su soporte crítico es el psicoanálisis, y es una referencia obligatoria para pensar al sujeto en la actualidad.
Yo, Sujeto, Cuerpo
Antes de hablar de autores habría que decir que el Yo, el sujeto y el cuerpo son tres cosas distintas que a veces se confunden. El Yo es parte del sujeto, es la instancia psíquica que nos da identidad, y en Freud en ocasiones el Yo se confunde con el sujeto, como si fueran lo mismo, pero si existen tres instancias psíquicas es porque una sola no nos da la totalidad del sujeto. Se necesita del Súper Yo y del Ello para completar la idea. Para Lacan el Yo es el síntoma, lo dijo muchas veces, y hasta hacía chistes en relación con este Yo más imaginario y narcisista. El Yo como síntoma tiene que ver con todas esas ideas que tenemos de nosotros mismos y con las que nos comprometemos hasta las últimas consecuencias. Yo bueno, Yo idiota, Yo homosexual, Yo políticamente correcto. Y no estamos hablando del Yo ideal, ese es el Súper Yo, me refiero a esas descripciones de nosotros mismos que nos hacen sufrir cuando las ponemos en duda o cuando se ven cuestionadas por nuestros deseos. El Yo inflado del que había que sacudirse un poco, creo que a eso se refería Lacan. Aquí Freud y Lacan toman caminos separados, pero es una contradicción tomar al Yo como equivalente al sujeto. Además de que la diferencia entre cuerpo y el Yo también está difusa en Freud. Dice en El Yo y el Ello, de 1923: “El yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie”. En 1927 hace una nota al pie de página a la misma cita: “O sea que el yo deriva en última instancia de sensaciones corporales, principalmente las que parten de la superficie del cuerpo. Cabe considerarlo, entonces, como la proyección psíquica de la superficie del cuerpo, además de representar, como se ha visto antes, la superficie del aparato psíquico”.
El recorrido libidinal que hace Freud por el cuerpo, dándole sentido, simbolizando, erotizando y situándolo como propio es mucho más complejo que la cuestión de las fijaciones orales, anales o fálicas que tanto se han promovido mundialmente. Este recorrido tiene que ver con hacer existir el cuerpo poco a poco e ir formando una identidad a partir de la simbolización de las experiencias adquiridas en las relaciones con otros que frustran o permiten el placer corporal.
La estrecha relación entre el Yo y el cuerpo en Freud es muy distinta que en Lacan, además de que Freud no trabaja el concepto de sujeto como tal. Es una articulación posterior hecha por Lacan y presente a lo largo de toda su obra. Según Patricia Garrido, en su artículo sobre el descubrimiento de la subjetividad, así como hay momentos en Lacan para pensar el cuerpo, también hay momentos o etapas de construcción del concepto de sujeto.
1. En los años treinta el sujeto del estadio del espejo que aparece con el reconocimiento de la imagen propia, pero que no alcanza propiamente el estatuto de sujeto.
2. El sujeto del “Yo pienso luego existo” de Descartes, tan trabajado por Lacan, para decir que “yo pienso donde no soy, luego soy donde no pienso” [Lacan citado por Garrido].
3. Después, en los cincuenta, el sujeto pensado desde el significante, desde Saussure, “confundido con el significante” [Garrido, p. 2010].
4. El sujeto desde el lenguaje; la mentira, desde el Otro.
5. El último sujeto de Lacan, a partir de 1975, es, desde el nudo borromeo, el sujeto constituido a partir del entrecruzamiento del real, simbólico e imaginario.
Hay que subrayar que el concepto de sujeto implica un proceso de subjetivación. No se nace siendo sujeto, se adviene sujeto. Cuando Lacan define al sujeto como un significante frente a otro significante presupone que para que exista un sujeto tiene que haber otro que lo haga existir, o que lo signifique. Por otro lado queda clara la cuestión simbólica incluida en la definición de sujeto. Está la pregunta ¿sujeto a qué? Sin duda al lenguaje, el sujeto esta sujeto al lenguaje, al orden simbólico, al inconsciente. ¿Y al cuerpo?
Tenemos al Yo como parte fundamental de la triada psíquica, con una parte simbólica pero en gran medida imaginario, tenemos al sujeto como más de lado del ser, como un entidad simbólica pero que también respira y desea y tenemos un cuerpo, soporte de ese sujeto. Es muy tentador ponerlo del lado de lo real, sobre todo con la concepción del yo-cuerpo de Freud.
El cuerpo en Lacan, según Collete Soler
“…ese cuerpo al que llaman suyo es un obsequio del lenguaje” [C. Soler, 2010]. ¿Qué es primero, entonces? ¿El cuerpo o el sujeto? ¿Lo real o lo simbólico? ¿Somos cuerpos espiritualizados o espíritus corporizados? Sería muy fácil pensar que primero somos un pedazo de carne, al que podemos llamar cuerpo y al que después daremos estatuto simbólico y entonces hablaremos de un sujeto. Al parecer esto sería un error. No podemos hablar del cuerpo como el principio, no en Lacan.
“Decir que el cuerpo es una realidad implica decir que cuerpo no es primaria, que no se nace con un cuerpo, Dicho en otra forma, el cuerpo es de la realidad, pero en el sentido de que la realidad, después de Freud, tiene un estatuto subordinado: es algo que se construye, es secundario”, dice Soler [2010].
No se nace con un cuerpo. Se le construye. Se le hace suyo después de significarlo. Como cualquier otro objeto que se va haciendo aparecer poco a poco frente a la existencia del bebé diferenciándose de sí.
Para Colette Soler, “debemos distinguir entre el organismo, lo viviente y aquello a lo que denomina cuerpo”, y parafrasea a Lacan en su discurso de Roma: “Para hacer un cuerpo se precisa un organismo vivo más una imagen, es decir, atribuye a la unidad de la imagen el sentimiento de unidad del cuerpo, unidad que es dada por una gestalt visual y aprehendida por el sujeto a partir de la unidad de su forma en el espejo”. No se nace siendo sujeto pero al parecer tampoco se nace siendo cuerpo. Aquí el imaginario tiene un lugar fundamental para la construcción del cuerpo.
“Entonces, el cuerpo verdadero, el primer cuerpo —dice Lacan— es lo que denomina el cuerpo simbólico, el lenguaje” [Soler, 2010]. Contesta a la pregunta inicial de este apartado, primero es el simbólico, pero no sólo es primero, lo sorpresivo es que en Lacan “el lenguaje es cuerpo, cuerpo sutil, pero cuerpo. Ciertamente esta es la tesis de J. Lacan, el lenguaje no es una superestructura, el lenguaje es cuerpo, y cuerpo que da cuerpo, lo cual es aún más importante” [Soler, 2010].
Según la lectura de Soler, para Lacan hay por lo menos dos cuerpos. El lenguaje como el primer cuerpo, y el de carne y hueso como el segundo, y en ese orden.
“Lacan dijo también ‘el animal no tiene cuerpo’, el animal es un organismo, es que como sujetos podemos prescindir de él, como sujetos del significante estamos separados del cuerpo. El sujeto es alguien del cual se habla antes de que pueda incluso hablar, el sujeto está efectivamente en la palabra antes de tener un cuerpo, sencillamente antes de nacer y permanece ahí aun después de no tener cuerpo, es decir, después de la muerte: la duración del sujeto, al estar sostenido por el significante, excede pues a la temporalidad del cuerpo” [Soler, 2010].
Para la autora no queda duda de que para Lacan el significante es primero. Muy católico, “en el principio era el verbo”. Me parece que aquí es donde el nudo borromeo permite entender que ese asunto de qué es primero es imposible. Más que uno antes del otro, parece que la cuestión es que son necesarios varios cuerpos para hacer uno solo.
Tiene que haber algún “soporte” de ese significante y eso es lo que llamamos cuerpo. Así como el sujeto es “sostenido”, dice Soler, por el significante, el significante ¿no necesita un soporte? Más adelante volveremos sobre este asunto de la temporalidad del cuerpo de la que habla Soler.
El cuerpo en Lacan desde Patricia Garrido
“Es observable pues, que con cada una de sus invenciones hubo un replanteamiento de su intelección sobre el cuerpo. El cuerpo está vinculado al Imaginario, por la imagen, al Real por el goce, y al Simbólico por el significante” [Garrido, 2010]. Esta frase resume en dos líneas toda un vida de trabajo. Patricia Garrido presenta otro recorrido sobre el cuerpo en Lacan, desde un punto de vista cronológico estudiado cuidadosamente y a detalle. Lo primero que señala la autora es que Lacan no hizo una teoría del cuerpo. Es importante mencionarlo porque a pesar de que se puedan buscar todas las referencia existentes, o que se puedan ordenar cronológicamente, no estamos hablando de una teoría acerca del cuerpo sino de algo que aparece a lo largo de la obra de Lacan como una referencia inevitable.
A lo largo de la obra de Lacan hay tres momentos “históricos” en donde pone el énfasis en lo imaginario, después en lo simbólico y por último en lo real. Lo que Lacan va a decir sobre el cuerpo está orientado siempre por estos tres registros.
A lo largo de la obra de Lacan hay tres momentos “históricos” en donde pone el énfasis en lo imaginario, después en lo simbólico y por último en lo real. Lo que Lacan va a decir sobre el cuerpo está orientado siempre por estos tres registros.
El cuerpo vinculado al imaginario por la imagen es un primer abordaje de Lacan. En la época de la supremacía del imaginario, Lacan formula el estadio del espejo en donde “El Yo es el resultado de ese estadio del espejo en tanto va a ser símbolo de una unidad irreducible, inédita antes de él, que no es ya la de la imagen sino la de un reflejo de la imagen en el cuerpo” [Garrido, 2010]. “Esto no es una pipa”, nos dice Magritte. Esto no es un cuerpo, es la imagen, la representación visual de un cuerpo. Aquí es donde lo imaginario es muy difícil de separar de lo simbólico. “Imaginario significa efecto de una imagen; también decir que el cuerpo es imaginario, es decir que la imagen es asumida por el sujeto a través de una serie de identificaciones” [Garrido, 2010].
Ese cuerpo femenino, feo, bonito, gordo, flaco, no es una cosa natural, que se dé por sí sola; la identificación con nuestro cuerpo está mediada por el lenguaje en tanto nos tenemos que identificar con lo que se nos dice de él. “Nuestra relación con el inconsciente se hace por nuestro imaginario, quien él mismo no está más que en relación a nuestro cuerpo” [Lacan, 1959, citado por Garrido, 2010].
Después del 62, según Garrido, Lacan dice que hay imaginario en el simbólico, cuestión que trabaja en su seminario sobre la identificación. “Lo que es primero es la palabra, es de la palabra que surge el deseo, y el cuerpo está ligado al deseo. Ésta será una posición importante: el verdadero cuerpo, el primer cuerpo, es el lenguaje, es decir, lo que él llamará más tarde el cuerpo simbólico. El simbólico es un efecto del cuerpo, porque podemos considerarlo un sistema de relaciones internas. El lenguaje es cuerpo, y además es cuerpo que da cuerpo” [Garrido, 2010].
Al igual que Colette Soler, Patricia Garrido encuentra que para Lacan el primer cuerpo es el lenguaje. “Si el hombre puede decir: Tengo un cuerpo, es que para un organismo hay un significante que lo hace uno” [Garrido, 2010]. Desde esta perspectiva los animales no habitan un cuerpo, sólo son un organismo. Así es más fácil entender por qué los perros se buscan la cola, no saben que es suya…
Además está la dificultad de que el cuerpo es un conjunto. Que no sólo cuenta como unidad sino por cada una de sus partes. “Las diversas partes del cuerpo, en efecto, pueden servir de significantes, es decir, ir más allá de su función en el cuerpo vivo” [Garrido, 2010]. Como ejemplo está todo el trabajo a partir del concepto freudiano de falo. El pecho materno, los ojos, las manos, son partes del cuerpo cargadas de significación. Todo el trabajo proyectivo se sostiene en esta idea, las distintas partes del cuerpo pueden servir de significantes, ir más allá de su función. La significación de las manos en un dibujo determinado, el niño sin espalda de Dolto, los trenes de Melanie Klein. El objeto parcial que puede representar cada parte del cuerpo antes de “hacer gestalt”.
El brinco más controvertido en la obra de Lacan es sin duda cuando pasa a hablar de los significantes, del simbólico al real. Cuando Lacan le empieza a aventar macetas en la cabeza a sus pacientes la cosa realmente se pone interesante. La palabra no alcanza, no es suficiente, hay huecos, el Otro también está castrado. Éste es el tercer tiempo que encuentra Garrido, cuando el énfasis está puesto en lo real y ya no en lo simbólico. “Es por esta barra del Otro A (es decir, que puede haber falta en el Otro) que Lacan ve la posibilidad de pasar de la palabra (del simbólico) al Real. El gran Otro no es solamente el lugar del tesoro de los significantes, sino del cuerpo, del cuerpo troceado, del cuerpo marcado. Este enunciado: ‘el gran Otro como lugar del cuerpo’, es una afirmación crucial y nueva para Lacan” [Garrido, 2010].
El gran Otro como lugar del cuerpo… es otra manera de decir que la palabra es el primer cuerpo. Cosa que había dicho algunos años antes. Es otra manera de decir que no hay cuerpo sin el Otro.
En su seminario de la Lógica del fantasma, el 10 de mayo de 1967, Lacan dice: “Para aquellos que vuelven hoy después de haber seguido un tiempo mi enseñanza, es preciso que señale lo que introduje de nuevo en estas últimas veces como nuevas articulaciones. Una importante que data de nuestro antepenúltimo encuentro es seguramente haber designado … el lugar del Otro; en el cuerpo. El cuerpo mismo es este lugar de origen, este lugar del Otro, en tanto que es ahí que, que de origen, se inscribe la marca en tanto que significante” [Lacan, 1967, citado por Garrido, 2010].
En la pregunta de qué es primero, si lo simbólico o lo real del cuerpo, la cuestión es que a pesar de que un cuerpo no existe si no está simbolizado, el cuerpo tiene que existir, pre-existir aunque sea en lo real para que exista lugar de significación. El cuerpo como lugar del Otro, que no es lo mismo que el Otro como lugar del cuerpo. Es un cambio radical en la teoría lacaniana decir que el cuerpo es el origen.
“Respecto del goce Lacan introduce la dos palabras: goce y acto sexual. Instaura al Otro como valor de goce, quien toma apoyo en la detumescencia indicando así que hay un límite. El goce es el lugar del acto y ‘no hay otro goce que el de mi cuerpo’ (Lógica del fantasma), del cuerpo propio” [Garrido, 2010].
En la psicosis las cuestiones corporales son muy interesantes porque de entrada su cuerpo no está del todo separado del cuerpo de la madre y eso marca el resto de las relaciones de estos sujetos con el mundo: ellos soy yo. Un cuerpo que no ha sido simbolizado como diferente del otro y como propio con principio y fin, pero al fin un cuerpo que goza de una manera muy particular.
“No hay otro goce que el de mi cuerpo”, pero al mismo tiempo el goce es del Otro. La relación de lo real con el cuerpo es automática, porque se goza con el cuerpo. Todo el asunto de la somatización, ya sea histérica o psicótica, está completamente instalada en el cuerpo y en la dificultad para simbolizar. Los fenómenos psicóticos en donde el sujeto se ve con pechos, como es el caso de Schreber, o siente miles de arañas recorriendo todo su cuerpo, o las hermanas Papin con sus observaciones sacándole los ojos a sus empleadoras, nos hacen pensar que el sujeto está instalado en lo real, que no metaforiza, y eso quiere decir que está haciendo referencia a la cosa como tal, o al cuerpo.
En la psicosis las cuestiones corporales son muy interesantes porque de entrada su cuerpo no está del todo separado del cuerpo de la madre y eso marca el resto de las relaciones de estos sujetos con el mundo: ellos soy yo. Un cuerpo que no ha sido simbolizado como diferente del otro y como propio con principio y fin, pero al fin un cuerpo que goza de una manera muy particular.
“En los seminarios a partir de 1973 Lacan da una gran importancia al nudo borromeo, pero su preocupación parece ser el anudamiento del nudo, en particular del simbólico al imaginario, y del imaginario al real” [Garrido, 2010].
Este último periodo de trabajo de Lacan sobre el cuerpo ya no pone el acento en simbólico, imaginario o real por sí solos, sino en el nudo que se forma entre los tres. Es una salida muy fina después de todo lo que había dicho antes, pero también es una conclusión lógica. Ni cuerpo imaginario ni cuerpo simbólico ni cuerpo real, sino los tres, tres cuerpos que anudados entrelazados nos dan un solo cuerpo con tres dimensiones. Cosa que pasa exactamente igual con la noción de sujeto, ni simbólico ni imaginario ni real, sino el que aparece en medio de esos tres entrecruzados.
Tanto el cuerpo como el sujeto tienen una misma salida en Lacan, ambos se construyen, ambos se amarran en el nudo entre real, simbólico e imaginario. No es suficiente con existir, hay que advenir sujeto y hay que simbolizar el cuerpo como propio.
“Si hay algo que fundamenta al ser es, ciertamente, el cuerpo” [Lacan, 1972].
Slavoj Zizek y su cuerpo poseído
“Nuestro Yo, nuestra función psíquica, es una fuerza alienígena que distorsiona y controla nuestros cuerpos”, dice Slavoj Zizek [2006]. Desde una perspectiva más filosófica y social, Slavoj Zizek ha promovido el pensamiento lacaniano por todo el mundo con su muy peculiar estilo. Ha dicho algunas cosas sobre el cuerpo en diferentes momentos y formatos. Lo primero que hay que rescatar es su idea de que somos completamente artificiales, que la idea del hombre natural no se puede sostener porque no hay nada “natural” en lo humano.
En 1999 Zizek publica su libro El acoso de las fantasías, en donde trabaja, entre otras cosas, la relación del hombre con la tecnología. Con el concepto de interpasividad, dice que “estamos pasivos por medio del otro”, que el Otro hace esas tareas tediosas en nuestro lugar, liberándonos de la responsabilidad y dejándonos en libertad de hacer lo que de verdad queremos hacer. Pone el ejemplo de las máquinas contestadoras. “El Otro goza por mí”.
Pero también habla de cómo tapamos todo rastro de lo real en nuestro cuerpo, poniéndonos desodorante, bañándonos todos los días, etc. Trabajamos todo el día frente a una máquina y en la noche llegamos a casa y nos subimos a otra para ejercitarnos, dice Zizek.
“No es sorprendente que Stephen Hawking esté emergiendo como uno de los íconos de nuestro tiempo: la mente de un genio (o eso dicen), pero en un cuerpo que está casi totalmente ‘mediatizado’, sostenido por prótesis, hablando con una voz artificial generada por computadoras” [Zizek, 1999].
Lo humano aparece alejado del cuerpo, sobre todo de lo real del cuerpo y siendo relevado mediante la tecnología, para el goce por el Otro.
“El único modo de explicar realmente la satisfacción y el potencial liberador de ser capaz de gozar a través del Otro, es decir, de ser relevado del goce propio y de desplazarlo hacia el Otro, es aceptar que el goce mismo no es un estado espontáneo e inmediato, sino que se sostiene por un superyó imperativo: como Lacan subraya una y otra vez, a fin de cuentas el contenido del mandato-superyó es ¡Goza!” [Zizek, 1999].
En el 2009 Zizek presenta un documental llamado The Pervert’s Guide to Cinema, en donde analiza algunas escenas claves del cine por medio de conceptos psicoanalíticos. Desde los lugares o escenografías “reales” que fueron utilizadas para hacer esas escenas, sentado en la silla de la mamá de Norman Baites de Psycho, por ejemplo, nos explica qué quieren decir los tres niveles de la casa, y así sucesivamente.
La cuestión del cuerpo aparece en su análisis cinematográfico, como si estuviéramos poseídos por un Otro. “Somos los aliens controlando nuestros cuerpos animales. La humanidad significa nosotros controlando nuestros cuerpos animales” [Zizek, 2009]. Cuándo dice “somos” al parecer se refiere a nuestras respectivas psiques, y hace énfasis en especial en la voz. “La voz no es una parte orgánica de un cuerpo humano. Ella viene de algún punto en el medio de nuestro cuerpo. Cuando hablamos a otra persona hay siempre cierto grado de ventriloquía. Como si un poder externo nos poseyese” [Zizek, 2006]. Ya Lacan había trabajado la voz como un elemento constitutivo importante, como un objeto que es al mismo tiempo propio y del Otro.
“La dimensión traumática de la voz”, la denomina Zizek. Pone el ejemplo de la película El exorcista, en donde Regan, la joven en cuestión, es justamente poseída por una voz. Una voz que dice cosas horribles, que no reconoce como suya ni la joven poseída ni los otros a su alrededor. Una voz que habla de deseos sexuales, deseos asesinos, de odio, y de todos esos deseos tanáticos tan difíciles de aceptar como propios. La posesión se vuelve un ejemplo extremo de la subjetivación, de la relación del otro con el Otro.
“El único modo de explicar realmente la satisfacción y el potencial liberador de ser capaz de gozar a través del Otro, es decir, de ser relevado del goce propio y de desplazarlo hacia el Otro, es aceptar que el goce mismo no es un estado espontáneo e inmediato, sino que se sostiene por un superyó imperativo: como Lacan subraya una y otra vez, a fin de cuentas el contenido del mandato-superyó es ¡Goza!” [Zizek, 1999].
“Hay un desequilibrio fundamental, una distancia, entre nuestra energia psíquica, denominada libido por Freud, esa energía inmortal inagotable que persiste más allá de la vida y de la muerte, y la pobre realidad, finita y mortal de nuestro cuerpo” [Zizek, 2009]. Esta idea nos ayuda a entender el problema del cuerpo y el sujeto como dos cosas distintas que además están en desventaja o desequilibrio uno con respecto al otro. Nuestro cuerpo tiene fin.
Freud trabaja en su escrito sobre lo Ominoso, el asunto del miedo a los zombies y a las muñecas, porque nos recuerdan un poquito al automatón, que finalmente hace referencia a lo mismo que Zizek: el horror del cuerpo medio vivo, medio muerto y gobernado por quién sabe quién. La pregunta del obsesivo, ¿estoy vivo o muerto?, tiene una relación con el efecto de lo ominoso en donde no se sabe bien qué quiere decir estar vivo, pero tiene una relación fundamental con el cuerpo.
Para Zizek, el miedo fundamental en lo humano no es la muerte, sino todo lo contrario, el hecho de que la vida siga y siga y siga, la fantasía de que no se termine, que es infinita, y así explica la pulsión de muerte como algo indestructible e infinito. El autor piensa que esta pulsión ha sido malinterpretada llevada más del lado de la destrucción y la muerte cuando el problema es paradójicamente, todo lo contrario. La idea del zombie descerebrado caminando sin poder descansar, jodiéndole la existencia a los otros porque la pulsión de muerte lo hace seguir andando. La lógica del deseo aparece como algo innagotable, que demanda, que no termina nunca y que es a su vez tanático.
El cuerpo es el límite
“La castración es cuando los límites del cuerpo son más grandes que los límites del deseo” [Nasio, 1988]. El cuerpo constituye en sí mismo la noción de límite, en todos los sentidos posibles. Además del límite entre el afuera y adentro, también se podría pensar como límite entre un cuerpo y otro cuerpo, límite en el sentido de la sexualidad, de lo femenino y lo masculino, y límite como muerte.
El problema de qué se puede y qué no se puede hacer con ese cuerpo no es sólo un problema ético y moral sino también anatómico y médico. El cuerpo tiene sus limitaciones que se van a manifestar en diferentes momentos y de diversas maneras. Dice la filósofa Judith Butler que los humanos somos dos veces discapacitados en nuestra historia de vida, o de desarrollo, cuando somos bebés y cuando somos viejos. Esa es otra manera de entender el límite que representa el cuerpo. ¿Cuánto más puedo beber? ¿Cuánto más puedo comer? ¿Cuánto más puedo permanecer despierto? ¿Cuánto más puedo trabajar? ¿Cuántos orgasmos puedo tener? antes de que el cuerpo me detenga.
El cuerpo es el límite. Seguramente por eso en las fantasías religiosas sobre un mundo mejor en el más allá, no hay cuerpo, puro espíritu que no se queje, que no se haga viejo y no necesite todas esas cosas que demanda día a día. Existir sin cuerpo. Eso sí es ciencia ficción. Es una de las fantasías que nos acosan. El miedo al cuerpo está por todos lados. “El ser humano cada día más es reducido a aquello que puede ser lastimado” [Butler, 1993].
El último límite del cuerpo es la muerte. Mientras para los freudianos la castración está ligada al tabú del incesto, para los posfreudianos la castración está relacionada con la muerte como tal, con lo real, con lo imposible.
En el psicoanálisis el cuerpo tiene final, muere, mientras que el sujeto simbólico sobrevive la mortalidad. La idea de la castración como muerte y no como prohibición de placer está más estrechamente relacionada con el cuerpo que con el sujeto mismo, a pesar de que el sujeto deviene sujeto gracias a la castración simbólica. Se podría decir que el sujeto nace gracias a la castración y el cuerpo muere justo por eso, porque la castración existe en lo real del cuerpo como muerte.
La lectura de la castración como imposibilidad, como límite, como lo que no se puede, no es otra cosa que la idea de la muerte como el último límite de lo humano. Pensar en el tabú del incesto como lo más cercano a la castración me parece una idea limitada comparada con la muerte. Finalmente, hay quienes copulan con su madre y les llamamos perversos; pero no existen los humanos inmortales. También los perversos mueren. Y podemos discutir sobre si los psicóticos alcanzan el estatus de la subjetividad, pero de que mueren, mueren. La castración pensada como la muerte es inevitable, es la última frontera.
El cuerpo muere y eso es un trago duro de pasar. “Es posible morir”, dice Virginia Woolf en la película Las horas mientras ve un pajarito inmóvil sobre la tierra. “Es posible morir”, lo dice como si finalmente lo hubiera entendido, como un veinte que cae. “Es posible morir”. Y se vuelve su salida. La muerte como posibilidad cuando es lo inevitable. Transformarla en opción cuando es en realidad la única certeza que se tiene como humano. Hay muerte. El cuerpo muere. Lo demás es un misterio. El cuerpo en el psicoanálisis es sólo una parte del sujeto. La parte que goza, la parte que muere.
“La muerte entra dentro del dominio de la fe. Hacen bien en creer que van a morir, por supuesto. Eso les da fuerzas. Si no lo creyeran así, ¿podrían soportar la vida que llevan? Si no estuviéramos sólidamente apoyados en la certeza de que hay un fin … ¿acaso podrían soportar esta historia? [Lacan, 1972]. ®
Bibliografía
Dolto, Françoise, 1994, La imagen inconsciente del cuerpo, Buenos Aires, Paidós.
Garrido, Patricia, 2010, “Descubrimiento de la subjetividad. Sujeto y formas de subjetivación”, en Liévano, M., compilador, Bifurcaciones de la subjetividad: dispositivos e intervención social, Monterrey, Universidad Autónoma de Nuevo León, colección Tendencias.
Garrido, Patricia, 2010, El cuerpo. Un recorrido por los textos de Jacques Lacan.
Freud, S., Obras Completas. El Yo y el Ello, 1923, Buenos Aires, Amorrourtu.
Lacan, Jacques, Seminario Aún. 8 de mayo de 1973, Buenos Aires. Paidós, 1995.
Nasio, Juan D., 1996, Enseñanza de 7 conceptos fundamentales de psicoanálisis, Barcelona, Gedisa.
Soler, Colette, 2010, El cuerpo en la enseñanza de Jacques Lacan.
Roudinesco, Elizabeth, 1997, Jacques Lacan. Outline of a life, history of a system of thought, Nueva York, Columbia University Press.
Zizek, Slavoj, 1999, El acoso de las fantasías, México, Siglo XXI.
Documentales
Butler, Judith, 2008, Examined Life. Philosophy is in the streets, EEUU-Canadá, Zeitgeist Films.
Françoise, Wolf, Jacques Lacan: Reinventar el psicoanálisis, Conferencia en la Universidad Católica de Lovaina, 1972.
Zizek, Slavoj, 2006, Pervert’s Guide To Cinema 1, 2, 3, Amoeba Films.
José Antonio Monterrosas Figueiras
Gran texto Deyanira. Sumamente interesante. Me inquietó mucho aquello que expresas sobre «el miedo al cuerpo que está por todos lados» y la cita de Butler: «El ser humano cada día más es reducido a aquello que puede ser lastimado». Gracias por compartirlo.