El desdén a los jóvenes

El grupo etario con más baja participación

A pesar de que México eligió por primera vez a una mujer presidenta, las mujeres no votaron más que en 2018, y tampoco lo hicieron los jóvenes de 20 a 29 años de edad —mujeres y hombres—, que se convirtieron en el grupo etario con más bajos niveles de participación.

Una chica ejerce su obligación de votar. Imagen de Meta AI.
Una sociedad que aísla a sus jóvenes corta sus amarras: está condenada a desangrarse.
—Kofi Annan

De acuerdo con información publicada en el portal Animal Político las elecciones presidenciales de 2024 fueron las de más baja participación desde 2006, al alcanzar apenas el 59.6% de la Lista Nominal de Electores, según el Estudio Muestral sobre la Participación Ciudadana elaborado por el Instituto Nacional Electoral (INE).

A pesar de que en estos comicios México eligió por primera vez a una mujer presidenta, las mujeres no votaron más que en 2018, y tampoco lo hicieron los jóvenes de 20 a 29 años de edad —mujeres y hombres—, que se convirtieron en el grupo etario con más bajos niveles de participación.

¿Qué fue lo que ocurrió y por qué ganó Milei? La respuesta tiene dos grandes vertientes; la primera fue un discurso que bajo la premisa de un cambio político y económico drástico integró a diferentes sectores de la sociedad.

Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum obtuvo casi 36 millones de votos, lo que la convierte en la candidata presidencial más votada de la historia reciente en México, su elección fue la de más baja participación ciudadana en los últimos 18 años. Así que pensar que la base de hace un año se mantendrá en dos es un error, por lo que desdeñar a los nuevos electores es mala idea.

Para muestras, el reciente triunfo en las elecciones del legislativo en Argentina, en las que triunfó Javier Milei, si bien sorprendió, la victoria se sustentó principalmente en que los más jóvenes le dieron el voto atraídos por su discurso rupturista contra la “casta” política y su promesa de “volver a los tiempos de prosperidad”.

¿Qué fue lo que ocurrió y por qué ganó Milei? La respuesta tiene dos grandes vertientes; la primera fue un discurso que bajo la premisa de un cambio político y económico drástico integró a diferentes sectores de la sociedad. Milei contó entre sus votantes a millonarios, pobres, trabajadores formales e informales, ancianos y jóvenes todos de distintos perfiles ideológicos.

Al respecto de este último sector es importante destacar que fue fundamental para que el derechista arrasara, ya que entre los jóvenes obtuvo el 70% de los votos entre los menores de 24 años. No olvidemos que en Argentina la edad mínima para votar son 16 años.

Sin duda, en nuestro país tanto a nivel presidencial como en el de las gubernaturas este segmento poblacional será fundamental para definir a quien resulte triunfante, por lo que los candidatos tendrán que dar un giro radical a sus anodinas campañas para poder captarlo como electorado.

Hecho no menor si consideramos que de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), actualmente el 29% de la lista nominal nacional está conformado por ciudadanos de entre 18 y 29 años de edad, es decir, más de 25 millones de jóvenes se encuentran habilitados para ejercer su voto.

Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2021), 60% de los mexicanos de 18 a 29 años confían en el gobierno y, al aumentar su edad, disminuye su confianza.

El problema es que 51% de los jóvenes desconfía de los partidos políticos y se desencantan después de la primera o segunda votación en la que participan…

En otras mediciones hechas por organizaciones civiles se señala que el problema es que 51% de los jóvenes desconfía de los partidos políticos y se desencantan después de la primera o segunda votación en la que participan, porque no ven los cambios que esperaban, lo que ocasiona una menor participación futura.

Esta circunstancia se encuentra respaldada por cifras oficiales, tomando como ejemplo los resultados del proceso electoral federal de 2017–2018: 65% de las personas de 18 años votaron, mientras que en el grupo de 20 a 29 años el porcentaje bajó a 53%.

Además de los datos expuestos, quienes aspiren a un puesto de elección popular no deben olvidar que los jóvenes han tenido participación en la historia política de México y los movimientos sociales que protagonizaron han influido más allá de lo visible.

Estos movimientos sociales también han politizado a la ciudadanía; por ejemplo, a partir de 1968 el principal tema de interés fueron las acciones que el movimiento estudiantil expresaba de manera pública, y que luego se transfirieron en demandas y muchas de ellas en políticas públicas.

Si bien es cierto que en nuestro país se ha intentado, a través de acciones afirmativas y cuotas, insertar a los jóvenes en la vida pública, lo cierto es que no se sienten representados y se les trata de involucrar en actividades clientelares que no sirven a la nación ni construyen futuro.

Por ello, quien aspire a ganar este segmento deberá apuntar más allá, intentar, aunque su naturaleza no se lo permita, promover una agenda de verdad progresista e incluyente, ya que, de seguir así, quizá logre adeptos en ciudades con mayor nivel de ingresos y educación.

Quien aspire a ganar este segmento deberá apuntar más allá, intentar, aunque su naturaleza no se lo permita, promover una agenda de verdad progresista e incluyente.

Para atraer al voto joven se necesita un discurso y una propuesta que generen sensación de pertenencia y no propicie el encono, uno que invite a la juventud a tener una mejor calidad de vida, basado en buscar la igualdad para que todos vivamos más allá de la justa medianía y no se fomente el pobrismo.

Está claro que no sólo Milei en Argentina, sino también Noboa en Ecuador, y ahora Paz en Bolivia, curiosamente militantes de derecha —y no obstante esta circunstancia— supieron hablarle a los jóvenes.

Entendieron que la juventud requiere ir más allá de actos en espacios colectivos, ante una sociedad tan digitalizada e impersonal que ha fomentado el rechazo a las formas dominantes de organización, propiciando prácticas de activismo más individualizado, transformando así las formas de participación ciudadana juvenil, caracterizadas por constituirse desde la esfera privada —e incluso íntima, las cuales responden más a la satisfacción de motivaciones personales que a la de asumir compromisos colectivos. ®

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Publicado en: Política y sociedad

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