“Me parece que hay un cierto apoltronamiento, inercia, que tiene que ver con que los críticos son sobre todo funcionarios en la universidad, y se encuentran rentados de por vida”. Esta condición de rentistas, sumada a la estructura jerarquizada del medio, exime a los críticos académicos del cuestionamiento.
En el panorama de la cultura latinoamericana Joaquín Manzi se destaca por su lúcida y honesta labor como crítico. Su última publicación es Aux Armes, cinémas!, Argentine 1966-1976: le PRT-ERP et le Cine de Base, editado por la prensa universitaria de Francia.
Sus análisis desentonan con un panorama general marcado por la rutina y las convenciones. “Una buena aspiración para la crítica es que sea transformadora. Que los críticos practiquen su trabajo como creadores. Significa ejercer su oficio peligrosamente”, apunta Manzi.
Joaquín Manzi nació en Buenos Aires en 1967. Vive en París desde hace veinte años, donde trabaja como profesor universitario. Dice: “Me parece que hay un cierto apoltronamiento, inercia, que tiene que ver con que los críticos son sobre todo funcionarios en la universidad, y se encuentran rentados de por vida”. Esta condición de rentistas, sumada a la estructura jerarquizada del medio, exime a los críticos académicos del cuestionamiento. “Hay que aceptar e ir a buscar lo que no se sabe, objetos nuevos, otras discursividades”, dice el argentino. “Esa pretensión a saber puede estar relacionada con las actitudes vitales de cada crítico. Y se refiere no sólo a su manera de leer los textos —documentada, pacientemente— sino que tiene que ver, sobre todo, con la honestidad”.
“Me parece que hay un cierto apoltronamiento, inercia, que tiene que ver con que los críticos son sobre todo funcionarios en la universidad, y se encuentran rentados de por vida”.
Manzi aclara que su relación con Latinoamérica se encuentra mediada por la distancia y por el largo periodo que ha vivido fuera: “Lo que escribo tiene una pretensión de no intervenir directamente”. Para el profesor de París 13 el discurso crítico aspira a producir una mirada a través del filtro de la literatura y las artes. Aunque señala que existen excepciones que saltan, en ocasiones, al terreno de la actualidad política. “Beatriz Sarlo es un ejemplo. Fue intérprete de las decisiones ‘progresistas’ de Kirchner en relación con los derechos humanos y la reapertura de las causas militares”.
Los artículos de Joaquín Manzi abordan la literatura y el cine latinoamericanos. César Aira, Juan José Saer, Roberto Bolaño, Adolfo Aristarain, Walter Salles y Raymundo Gleyzer se encuentran entre los autores y directores a los que ha dedicado su trabajo. La condición de extranjero y la violencia política son temas sobre los que sus análisis tratan frecuentemente. Al tratar sobre estos asuntos y sobre estos creadores, Manzi subraya la perspectiva ética desde la cual se plantea la lectura de estas obras y de su relación con la reciente historia de América Latina. “El trabajo crítico plantea una relación indirecta entre el lector y lo que ha sido escrito. Desde esa posición subrayo la dimensión ética, que no es ajena a la política. Sin embargo, la ética no aspira a la representación o a la dinámica institucional, sino a lo que los sujetos decidan sobre cómo vivir su propia vida. En autores como Piglia o Walter Benjamin esta cuestión se encuentra muy presente”.
“Hay que pensar juntos, paralelamente, la represión de las fuerzas armadas y de los grupos de extrema izquierda. Los dos pertenecen a una misma época que tendía a usar la violencia para resolver los conflictos políticos. El punto central sobre esta cuestión es si se debe y cómo se debe usar la violencia”.
Joaquín Manzi establece una distinción entre ética y moral. “A diferencia de la moral, no se trata de defender ciertos valores por encima de otros, sino de analizar una situación problemática y donde no hay una respuesta”. Sobre el caso específico de la violencia política, una temática recurrente en la literatura latinoamericana, dice Manzi: “Hay que pensar juntos, paralelamente, la represión de las fuerzas armadas y de los grupos de extrema izquierda. Los dos pertenecen a una misma época que tendía a usar la violencia para resolver los conflictos políticos. El punto central sobre esta cuestión es si se debe y cómo se debe usar la violencia”. Y añade: “Lo que sí está claro es que en la Argentina la violencia es usada como medio para forzar una transición política, y luego deja de ser un medio y se convierte en un fin en sí mismo”. Frente a la política, en especial cuando se aplica mediante la violencia, Manzi opone la ética: “La ética pone entre paréntesis a la política”.
Aux armes, cinémas!, Argentina, 1966-1976: le PRT-ERP et le Cine de la Base es su última publicación. El estudio —escrito en francés— traza una mirada general de los cambios políticos y culturales de Argentina y se concentra en el trabajo del cineasta Raymundo Gleyzer —detenido-desaparecido desde 1976— durante los años setenta. Joaquín Manzi elabora un cuidadoso análisis del filme Los traidores, que trata sobre el sindicalismo argentino y la guerrilla marxista PRT-ERP. ®