La obsolescencia programada fue uno de los trucos de Steve Jobs, con tal de acumular riqueza, sin importar tampoco los sistemas de empleo: basta citar la vergonzosa alta tasa de suicidio en sus fábricas en China, y es que producir en ciertos países es barato, pero no por eso los productos dejarán de ser caros.
Es curioso como en los productos de la era moderna de Apple se juega con las altas y las bajas: iPad, iPod, iPhone. Si bien se dice que i es por internet, quiero pensar que es por la identidad. I es también el yo, por lo que nos atenemos a una identidad tendiente a la individualidad. I en inglés, un idioma en que no importa en qué sitio de la oración se encuentre la palabra para referir a la primera persona del singular, debe ir con alta (desconozco las razones históricas en el desarrollo del inglés para que sea así). En español muchos de estos casos en los que una mayúscula inexplicable es empleada por tradición se denomina alta genuflexiva. En palabras de José Martínez de Souza (Diccionario de uso de las mayúsculas y minúsculas, Trea, 2007): “mayúscula genuflexiva, reverencial o de respeto, aquella que emplean sobre todo los subordinados cuando se dirigen a sus superiores”. Se utilizan esas mayúsculas por jerarquía (los que escriben Presidente, Licenciado, País, Director, sin necesidad de que vaya en mayúsculas, cuando se emplea a la mitad de una frase, por ejemplo). El punto es que la I clásica del inglés en mayúscula es bajada por Apple a una simple i que precede una pe alta. P, supongo, es por el Producto. En esa lógica nos hincamos ante los productos de Apple, o eso es lo parece por parte de quienes pretenden deificar a Steve Jobs tras su muerte: el individuo (I), contrario a la tradición del idioma inglés, se vuelve i, y el producto, cualquier objeto (computadora, reproductor de música, celular) toma el rol de sujeto, el Pod, el Pad, el Phone.
¿iMac? Marketing. Recuerdo las críticas a Apple en el tenor de que el iPod sólo servía para escuchar música, mientras un Blackberry además ofrecía acceso a internet; muy lejano ya quedaba el teléfono celular como lo conocimos en sus comienzos. Algunos defendieron a Apple argumentando que el iPod era para escuchar música, un celular es para llamar, al igual que una tostadora es para tostar, no para hacer café. No tuvieron que pasar varios años para que Apple lanzara su iPhone al ver que los fabricantes de celulares les podrían estar comiendo el mandado, es decir, soltarle un mordisco a la codiciada manzana de un mercado que anhela un producto nuevo o diferente cada temporada.
Lo de Jobs (Apple) fue más bien la iDea de vender, y entre sus productos también ofreció la idea de que aquel que compra un producto Apple entra en un clan (por eso la singularidad e individualidad): no es gratuito que en todos sus productos se incluya un par de calcomanías con la manzana para que las peguemos en el carro, la guitarra, la ventana de la casa o la cartera, a manera de identificación entre los usuarios.
Lo de Jobs (Apple) fue más bien la iDea de vender, y entre sus productos también ofreció la idea de que aquel que compra un producto Apple entra en un clan (por eso la singularidad e individualidad): no es gratuito que en todos sus productos se incluya un par de calcomanías con la manzana para que las peguemos en el carro, la guitarra, la ventana de la casa o la cartera, a manera de identificación entre los usuarios. Me llama la atención que esa manzana está ya mordida, si fuera natural se oxidaría al poco tiempo. Lo que me trae a la mente los primeros iPods, cuya pila a los pocos meses quedaba agotada aun cuando no se usara mucho, y al recargarse por completo de nuevo volvía a ceros a las pocas canciones. La obsolescencia programada también fue uno de los trucos de Steve Jobs, con tal de acumular riqueza, sin importar tampoco los sistemas de empleo: basta citar la vergonzosa alta tasa de suicidio en sus fábricas en China, y es que producir en ciertos países es barato, pero, paradójicamente, no por eso los productos dejarán de ser caros.
Mi objetivo con esta argumentación es presentar la tercera parte de una serie de videos ¿promocionales? sobre el filme Insurgentes (documental sobre la creación del álbum epónimo) de Steven Wilson, vocalista y guitarrista de la banda de rock progresivo Porcupine Tree.
Aunque la idea que presenta Wilson no es tanto anti-Apple (ya que él va más bien contra el formato de MP3 que reduce la calidad del audio, tal vez con cierta visión nostálgica del elepé), las imágenes apoyan (de manera distorsionada) mi posición de que un producto y su creador recibieron honores de más al morir. ¿O por qué no se honró de manera similar a Wilson Greatbatch (inventor del marcapasos), muerto unos días después de Steve Jobs (un empresario preocupado por vender y nada más)? ®