El libertarianismo no es libertario

De liberales, anarquistas, libertarios y libertarianos

Histriónicos, manipuladores y fanfarrones, los “libertarianos” han sabido capitalizar los medios de comunicación y las redes sociales, porque antes que ser rigurosos políticos, economistas o filósofos, son influencers, con una buena pose de rebeldes y contestatarios y un lenguaje suelto y provocador con el que tergiversan y mienten.

Ayn Rand. Ilustración de Objetivismo.com

En 1789 en Essays, Philosophical, Historical, and Literary del historiador y político inglés William Belsham, apareció por primera vez la palabra Libertarian, en inglés (traducida al francés como Libertariene), una noción que nada tenía que ver con la tradición anarquista. Varias décadas después, el escritor y militante anarquista Joseph Déjacque, exiliado en Nueva Orleans, le escribió a Pierre Joseph Proudhon una fulminante carta titulada De l’être humain mâle et femelle, en la cual le reprochaba de forma elocuente su intransigente misoginia.

En esa misiva, escrita en mayo de 1857, Déjacque acusa al llamado padre del anarquismo, y quien fuera uno de sus grandes referentes: usted es

un anarquista a medias, un liberal y no un LIBERTARIO… usted grita contra los altos barones del capital, y usted quiere reedificar la alta baronía del macho sobre la hembra vasalla; pensador con gafas, usted mira al hombre con el lente que agranda los objetos y a la mujer con el cristal qué los empequeñece, pensador apesadumbrado de miopía.

Es en estas letras como el término Libertaire (Libertario), un neologismo inventado por Déjacque como oposición al liberalismo, aparece por primera vez. Un año después Déjacque funda en Nueva York Le Libertaire, un periódico francófono antiautoritario, anticapitalista, antiesclavista y feminista; luego de haber publicado de manera irregular 37 números durante tres años, la publicación se interrumpe por problemas financieros. En enero de 1892 el anarquista Jean Faure retoma el nombre y funda en Argelia (entonces colonia francesa) Le Libertaire, un periódico que abordó temas sobre el antimilitarismo, la desigualdad social, la explotación salarial, la Comuna de París y la revuelta de Jerez, en España; aunque sólo llegó a publicarse durante cuatro meses pudo difundirse por la parte del litoral del norte de África que va de Oran, Argelia, a Sfax, Tunes.[1] En octubre del año siguiente el militante anarquista belga Henri Willems, junto a varios jóvenes libertarios, comienzan a imprimir, en Bruselas, Le Libertaire; sin embargo, sólo conseguirán sacar once números, pues en febrero de 1894 en un cateo a la pequeña imprenta la policía belga decomisa la máquina de imprimir y varios números de este periódico y de L’antipatriote (publicación anarquista que en 1892 había impulsado Alvin Villeval y que Willems había retomado); dos meses después Willems es condenado por contumacia a cuatro años de prisión y a pagar una multa de mil francos belgas. En noviembre de 1895 el anarquista francés Sébastien Faure funda Le Libertaire, un semanal que se edita en París y Marsella, y en el que llegan a colaborar reconocidos communards como Constant Martin y la extraordinaria Louise Michel, y el cual se publica hasta el año en que se inicia la Primera Guerra Mundial, con una interrupción en 1899, cuando el semanal es reemplazado por Le journal du peuple. Luego de haber terminado la Gran Guerra reaparece Le Libertaire, cuya publicación se ve interrumpida por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, pero un año antes de que esta guerra finalice el periódico vuelve a publicarse hasta 1956; es en esta época, sobre todo en 1946, cuando colaboran plumas como las de Léo Ferré, Armand Robin, André Breton, Albert Camus y Georges Brassens, este último el más activo. Años después el nombre Le Libertaire será retomado nuevamente por otras publicaciones francesas, como la de la Unión Federal de los Anarquistas, en 1968, y la de la Federación Anarquista, en 1978.[2]

Mientras que en las últimas dos décadas del siglo XIX la palabra Libertaire iba ganando cada vez más espacio en Francia, también un sector radical del movimiento anarquista iba teniendo cada vez mayor impacto en la sociedad y en la opinión pública: los partidarios de la propaganda por el hecho, una facción que promovía la insurrección como acción política para divulgar y provocar la toma de conciencia popular y en la cual estaban considerados los atentados, la expropiaciones individuales (como lo proponía la corriente del ilegalismo) o el sabotaje. Aunque fue el anarquista italiano Andrea Costa el primero en conceptualizar e impulsar esta forma de acción política en una conferencia dada en Ginebra, Suiza, el 9 de junio de 1877, es con Piotr Kropotkin cuando la propaganda por el hecho comienza a tener mayor difusión e influencia luego de que el 25 de diciembre de 1880 apareciera en el periódico Le Révolté un texto que, aunque no aparece firmado, se le atribuye al anarquista ruso, ya que es uno de los principales fundadores del rotativo, permanente colaborador y sobre todo abierto simpatizante de estas “acciones políticas”. En ese texto puede leerse

[…] Entonces, es la acción lo que nos falta, la acción y siempre la acción. Mediante la acción nosotros trabajamos, al mismo tiempo por la teoría y por la práctica, pero es la acción la que engendra las ideas y es ésta la que se encarga también de expandirlas en el mundo… Nuestra acción debe ser la permanente revuelta, por la palabra, por escrito, por el puñal, el fusil, la dinamita…[3]

Y en 1882, en la región de Montceau–les–Mines, un grupo de mineros anarquistas que se hacen llamar Bandes noires se dan a conocer “dinamitando cruces, edificios religiosos y domicilios de golpeadores a sueldo a órdenes de distintos patrones”;[4] una década después, el 25 de abril de 1892, en la capital francesa una bomba estalla en el restaurante Véry y el 15 de marzo de 1892 otra bomba es lanzada al cuartel Lobau, ubicado en el VI distrito de París; el autor de ambos atentados es el anarquista Théodule Meunier. A partir de ese año la capital francesa se ve cimbrada por una oleada de atentados, algunos de ellos tramados e incluso perpetrados por Ravachol, quien era activo ya desde principios de 1890, “aunque las fechas de sus primeros allanamientos de moradas y homicidio son aún desconocidos, es l’affaire Clichy, en mayo de 1891, lo que expone sus delitos y revela su acción política”;[5] poco a poco Ravachol se convertirá en un verdadero culto para muchos anarquistas. El 12 de febrero de 1894 el anarquista Émile Henry arroja un explosivo dentro del café Terminus de la estación Saint–Lazare de París, que se encontraba repleto de gente. Así, se intensifica una espiral de represión–venganza entre las autoridades y anarquistas afines a la propaganda por el hecho, una “práctica política” de la que comenzarán a desmarcarse y a criticar no pocos anarquistas.

En una entrevista del 7 de abril de 1892 para el periódico L’éclaire el escritor y abogado Merlino, cuando se le preguntó por Ravachol respondió

¿Ravachol? Él no es de los nuestros y nosotros lo repudiamos. Sus explosiones pierden el carácter revolucionario a causa misma de su persona, indigna de servir la causa de la humanidad. Es un hecho, ha creído hacer bien y servir al interés general, pero sus antecedentes son suficientes para que lo rechacemos.[6]

En La Révolte (no confundir con La Révolté) aparece en febrero de 1894: “Tiene que quedar bien claro: todas las veces que una explosión no tenga como blanco la autoridad ni la riqueza ni la explotación patronal, podríamos atrevernos a asegurar que se trata de individuos que tiene el interés de desacreditarnos. Sabemos de qué sinvergüenzas estamos hablando”[7]. Élisée Reclus en un artículo publicado en el periódico libertario Le Travail, en abril de 1894, aseguró: “Todos los atentados como el ocurrido en el café Terminus los verdaderos compañeros los consideramos como crímenes”.[8] Ésta no será la primera vez que existen fuertes desavenencias al interior del movimiento anarquista, el caso Dreyfus había provocado también una fuerte escisión.

El 9 de diciembre de 1893 el anarquista August Vaillant, para vengar la muerte en la guillotina de Ravachol, lanza una bomba desde la tribuna de la cámara de diputados que se hallaba en plena sesión; en respuesta, dos días después, en el mismo congreso se propone la primera de tres leyes para amordazar y someter al movimiento anarquista conocidas como lois scélérates (leyes criminales). Tras un día de discusión y votaciones, el 12 de diciembre de 1893 se aprueba una ley que modifica la de 1881, sobre la libertad de prensa, y luego transcurridos seis días se vota favorablemente la segunda ley, que criminaliza a los grupos anarquistas. El 24 de junio de 1894 el militante anarquista italiano Sante Geronimo Caserio asesina en Lyon al presidente francés Sadi Carnot; la reacción es casi inmediata, el 28 de julio se promulga la tercera y más severa de estas leyes, que tiene por objetivo prohibir todo tipo de propaganda anarquista. Es en este contexto como la expresión Libertaire tomará una nueva dimensión en Francia, pues distintas organizaciones e individuos, pero sobre todo publicaciones, la utilizarán para remplazar la palabra anarquista, guardando su esencia y filosofía. Uno de esos casos fue la revista cultural La Revue Anarchiste, la cual en diciembre de 1893 se convirtió en La Revue Libertaire.

La situación de represión y difamación que padecía el movimiento anarquista en otras partes del mundo no era muy distinta. En la ciudad de Chicago, Estados Unidos, el 1 de mayo de 1886 estalla una huelga general para exigir la reducción de tiempo de trabajo a ocho horas; un día después los esquiroles de la fábrica McCormick Harvesting Machine Company, solapados por la policía, atacan a pequeños grupos de huelguistas; como respuesta el 3 de mayo acuden a la fábrica cientos de obreros; luego de que el líder anarquista August Spies tomara la palabra, la policía, que parecía intervenir sólo para dispersar a los asistentes, comenzó a disparar asesinando a seis obreros y dejando a varios más heridos. Para mostrar su indignación, el 4 de mayo varios sindicatos organizaron una enorme manifestación en la Haymarket Square, en donde alguien desconocido arrojó un explosivo contra los policías; poco después fueron detenidos varios anarquistas. A pesar de no existir ninguna prueba contundente, finalmente ocho de ellos fueron acusados: el primero fue condenado a 15 años de trabajos forzados, dos más a cadena perpetua y los cinco restantes a la pena capital; pero el 10 de noviembre de 1887, un día antes de que fueran llevados al patíbulo, Louis Lingg, uno de los condenados, se suicidó en su celda. Años después se realizó un nuevo juicio para evidenciar la falsedad del proceso y reparar la memoria de los inculpados, quienes pasarán a la historia como los mártires de Chicago.

En su primer mensaje anual, el 3 de diciembre de 1901, el presidente Theodore Roosevelt declaró de forma determinante:

El anarquismo, y particularmente el anarquismo de Estados Unidos, no es sólo un crimen más, sino el más peligroso de todos, porque representa la depravación misma en un grado más elevado. El hombre que propone la anarquía directa o indirectamente, bajo la forma que sea o el hombre que hace apología de los anarquistas y de sus actos se hace moralmente cómplice de asesinato incluso antes de que éste sea cometido. El anarquista es un criminal cuyos instintos perversos le llevan a elegir la confusión y el caos en lugar de la forma más benéfica del orden social… El anarquismo es un crimen contra toda la humanidad, y toda la humanidad se debería de unir contra el anarquismo.

Este discurso insidioso que tergiversaba y hacía una falsa generalización del pensamiento anarquista y sus simpatizantes sólo inyectaba más hostilidad en el ambiente sociopolítico, que para entonces ya era muy turbio. Y será precisamente en este contexto cuando diecinueve años después ocurrirá la no menos controvertida detención de los anarquistas italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, quienes también, tras un muy polémico juicio plagado de inconsistencias, fueron condenados y ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927.

Don’t tread on me

Poco más de media década después, en Estados Unidos, el gobierno de Franklin Delano Roosevelt instrumentará un programa económico político y social para intentar paliar las consecuencias que había dejado la Gran depresión del 29; se trataba de un programa impulsado por una clase política que, aunque había fomentado las políticas del welfare state, se asumía como liberal; un liberalismo que, desde luego, se distanciaba de la concepción clásica del liberalismo económico. Para los ojos de muchos liberales, utilizar la noción de liberal para un Estado benefactor era una especie de perversión del nombre. Fue así como estos liberales buscaron reafirmarse recurriendo a apelaciones que no los identificaran con ese “liberalismo de izquierda” y que al mismo tiempo los alejaran del calificativo de conservadores, que siempre les era atribuido y que tanto les incomodaba; pero tampoco el término de neoliberalismo ni la idea de liberalismo clásico conseguía convencerles.

En 1947 Leonard Read, precursor de la Foundation for Economic Education y dirigente de la cámara de comercio de Los Ángeles propone exhumar y recuperar el término libertarianismo que existe desde hace tiempo en el vocabulario anglo–americano con un sentido cercano a la palabra francesa libertario, pero que estaba en desuso [aunque ésta ya había sido empleada en un sentido proto–libertariano desde 1940 por W. H. Chamberlin en sus Confessions of an individualist, donde éste reivindica “the ideal of individual libertarianism”, o F. Knight en 1941 en The meaning of democracy]. En este reciclaje Read le confiere un nuevo significado menos anarquisante y decididamente libre-mercantilista.[9]

En 1955 el economista Dean Russell se lanza también contra los liberals izquierdistas quienes, según él, se habían apropiado del término liberal otorgándole un sentido intervencionista, progresista y que no respetaba al individuo, por eso, insiste: “nosotros que amamos la libertad tenemos que reservar para nosotros la honorable palabra libertarian”.

Las dos ediciones en español de la biblia libertariana For a New Liberty: The Libertarian Manifesto,[10] deMurray Newton Rothbard, una argentina y una española, aparecen con el nombre de Hacia una nueva libertad: el manifiesto libertario, pero no el manifiesto libertariano, y así, a lo largo de ambas ediciones se repite sin reparo la palabra libertario en lugar de libertariano. La palabra en inglés Libertarian es traducida al francés como Libertariene y no como Libertaire, y en español la traducción correcta sería Libertariano, no Libertario. En Francia es imposible encontrar un periodista o a un analista serio que traduzca libertariano por libertario, y esto se debe no sólo a los orígenes de la palabra, sino sobre todo a la fuerte historia del libertarismo/Anarquismo en este país. En España, en cambio, aunque el libertarismo/Anarquismo tiene también una muy fuerte historia, muchos periodistas y analistas, menos rigurosos, sin el menor escrúpulo se refieren a los libertarianos llamándolos libertarios.

The Libertarian Party fue creado en Estados Unidos en 1971, y sus primeros logros fueron inmediatamente elogiados por Murray Rothbard en el primer capítulo de su Manifiesto arriba mencionado, y aunque se trata de un partido hasta cierto punto marginal, es hoy el tercer partido más importante de ese país. En América Latina y España empieza a haber partidos que buscan emularlo haciéndose llamar, claro, Partidos Libertarios y no Partidos Libertarianos, que sería la traducción correcta. Cada que los libertarianos más influyentes de habla hispana mencionan en sus flamantes intervenciones a The Enciyclopedia of Libertarianism (2008), lo hacen llamándola Enciclopedia Libertaria. Seguramente si algún día este mamotreto es traducido al español no será con el nombre de Enciclopedia libertariana, aunque al pensamiento que se refiere esa obra nada tenga que ver con la filosofía Libertaria.

Como el propio gran gurú Rothbard reconoció, para desarrollar su teoría anarco–capitalista en cierta medida se influyó del anarquismo individualista norteamericano, especialmente el de los pensadores Benjamin R. Tucker y Lysander Spooner:

Además de Mencken y economía austriaca, empecé a devorar toda la literatura anarquista individualista que pude descubrir: por suerte, como neoyorquino, estaba cerca de dos de las mejores colecciones anarquistas en el país, en Columbia y en la Biblioteca Pública de Nueva York. Pasé por las fuentes no por simple interés intelectual, sino también para ayudarme a definir mi propia postura ideológica. Me encantó particularmente Liberty, de Benjamin R. Tucker, la gran revista anarquista individualista publicada durante casi tres décadas en la última parte del siglo XIX. Me maravillaba especialmente la lógica incisiva de Tucker, su estilo claro y lúcido… Y me encantaba Lysander Spooner, el abogado constitucional anarquista y socio de Tucker, con su brillante idea de la naturaleza del Estado, su devoción por la moral y la justicia y su estilo de invectivas anarquistas con un encantador estilo legal.[11]

Incluso Rothbard llegó a publicar un artículo titulado The origins of individualist Anarchisme in the US, así que al haber leído con tanta fascinación a Tucker y lo que era publicado en su revista Liberty, el economista libertariano tenía conocimiento de lo que el anarquista individualista había escrito en el primer número de su publicación, aparecido en agosto de 1881: “Liberty insiste en la soberanía del individuo y en la indemnización equitativa del trabajo; en la abolición del Estado y en la abolición de la usura; en la abolición del gobierno del hombre por el hombre y en la supresión de la explotación del hombre por el hombre; en la anarquía y en la equidad”[12]. Pero al venerable Rothbard esto le tuvo sin cuidado, y a pesar de que su teoría no es antiautoritaria, no promueve la solidaridad colectiva o el apoyo mutuo y mucho menos desprecia la renta, el lucro y la explotación del hombre por el hombre, tuvo la insolencia de apropiarse del término Libertario y tergiversarlo para difundir sus ideas. Pero lo que no deja de resultar contradictorio y hasta irónico es que R. Tucker, el pensador anarquista que Rothbard decía admirar, tenía una fuerte influencia de Pierre Joseph Proudhon, de ahí que tradujera al inglés (fue el primero en hacerlo) Qu’est–ce que la propriété?, la obra capital de Proudhon, el texto de donde se desprende la famosa frase del anarquista francés “la propiedad es un robo”, una sentencia que se opone radicalmente a uno de los principios que promueve el libertarianismo para supuestamente garantizar la libertad individual, el derecho a la propiedad privada.

Otro gran referente del libertarianismo, no menos contradictorio, es la discordante Ayn Rand. Escritora, guionista y filósofa rusa exiliada en Estados Unidos durante los años veinte, Rand se convertirá en una figura intelectual de ese país luego de que The Fountainhead y Atlas Shrugged, dos de sus novelas más conocidas, se volvieran verdaderos éxitos editoriales, lo cual le permitirá difundir ampliamente su filosofía objetivista. Para conocer toda esa exaltación de egoísmo, de mezquindad y de superioridad moral que hay en sus teorías, para conocer al pequeño Prometeo que vivía en su cabeza y que le susurraba al oído “tú eres una ganadora y no necesitas a nadie, los vagabundos y los perdedores que se vayan a la mierda”, no es necesario leer sus ensayos filosóficos, ni siquiera leer completas sus novelas (las cuales, habría que explicarles a sus acólitos randanitas, son pura ficción), es suficiente con ir directamente al soporífero discurso de alrededor de 80 páginas (más o menos, dependiendo la editorial) que es pregonado por John Galt, uno de los personajes principales de Atlas Shrugged (La rebelión de Atlas, como fue traducida al español) y ahorrarse así el resto de las 1,560 páginas del libro (más o menos). Aunque si uno prefiere evitar esa tortuosa lectura puede ver El manantial (como fue traducida al español The Fountainhead), la rocambolesca película estrenada en 1949, cuya adaptación del libro del mismo nombre realizó la propia Rand, una cinta con escenas realmente improbables y personajes con diálogos a veces absurdos. Afortunadamente, en esta obra cinematográfica uno también puede saltarse toda la trama e ir directamente al alegato que en su propia defensa lanza Howard Roark, personaje protagonizado por Gary Cooper, y que resume con grandilocuencia la filosofía egoísta de Ayn Rand. Para el presidente Donald Trump The Fountainhead es una novela extraordinaria, su favorita, según confesó, quizá por eso le gusta fantasear que es Howard Roark, el protagonista que renuncia a todo y que es capaz de trabajar como obrero antes que traicionar sus ideales, aunque sinceramente me cuesta trabajo imaginarme a Trump ensuciándose sus manitas para trabajar como obrero en una cantera, que es lo que hace Howard Roark. Y para Javier Milei, el primer presidente que ha llegado al poder reivindicándose como libertariano, Ayn Rand es nada más y nada menos que su filósofa de cabecera.

Hagamos de nuestras vidas un start–up

Según los estudios que Robert N. Bellah y su equipo efectuaron en la década de los ochenta, son cuatro las versiones que hay que considerar para entender el individualismo norteamericano.

La primera y más vieja matriz de este individualismo no es otra que la tradición bíblica y republicana, ésta de los padres fundadores, asociada, desde el nacimiento del país, a los valores cristianos (especialmente y de manera muy arraigada de una tradición protestante)[13] y a la participación ciudadana. Después, progresivamente, vendrá el self–made–man, visión liberal y triunfadora del individuo, destacando la independencia personal en tanto que valor central del individualismo, de la cual se puede encontrar una mayor expresión en Henry David Thoreau. La tercera versión se refiere a un individualismo directivo con raíces en el utilitarismo de Benjamín Franklin y, de manera más amplia, en el pragmatismo organizado en torno al éxito y la eficacia material. Y finalmente, un individualismo terapéutico organizado con base en la autoplenitud personal y teniendo raíces históricas del lado del expresionismo de Walt Whitman. Este conjunto de tradiciones, asociados a las representaciones de una sociedad meritocrática, será la base de una de las grandes representaciones de los tiempos modernos: la de pasar de una sociedad de estatus transmitido a una sociedad de estatus adquirido.[14]

Así que es difícil imaginar que las condiciones en donde tomó mejor forma y más fuerza este chocante licuado del egoísmo más extremo y del libre mercado más recalcitrante, que es el libertarianismo, pudieran darse en otro lugar y momento distinto a los Estados Unidos de las décadas de los sesenta y setenta; un lugar y época en que proliferaban distintas manifestaciones contraculturales, sectas y las organizaciones más delirantes, mucha de las cuales, independientemente de su ideología, compartían el lema “vive, sé libre y deja vivir”. Por eso no es extraño que muchos hippies llegaron a simpatizar con Rand, porque al igual que ella eran proaborto, estaban a favor de la libertad sexual, del consumo de drogas y se oponían a la Guerra de Vietnam; aunque esta última postura no la compartían por las mismas razones, ya que mientras que los hippies, a quienes Rand detestaba, estaban en contra de una intervención imperialista, a ella eso la tenía sin cuidado, lo que Rand le reprochaba al gobierno de Estados Unidos es que su intervención fuera por fines solidarios o altruistas.

En 2014 Tim Moen, entonces líder del Partido Libertariano de Canadá, fue seguido de cerca por los medios de comunicación de su país y de Estados Unidos debido a una provocadora campaña emprendida, sobre todo en las redes sociales, para presentarse como candidato en las elecciones legislativas; uno de sus famosos lemas fue “quiero que las parejas gays casadas puedan defender sus plantas de mariguana con sus armas”.

El 13 de abril de 2015 en un terreno de arena y pantano de siete kilómetros cuadrados enclavado entre Serbia y Croacia, el joven político y economista checo Vit Jedlicka, quien había cursado una maestría en el Cevro —un centro de estudios de Praga, el cual antes de convertirse en universidad funcionaba como un think tank destinado a formar profesionales de la política sobre teorías liberales y capitalistas y difundir el pensamiento libertariano―, colocó una bandera amarilla, como la Gadsden Flag, con una franja negra que atravesaba de forma horizontal y en el centro un escudo con el mar y el sol de fondo y un ave emprendiendo el vuelo, para dar por fundada Liberland.[15] Se trataba una Terra nullius (locución latina que significa tierra de nadie, y según el derecho internacional se le llama así a un territorio que no es reclamado por ningún Estado), un territorio bañado por el Danubio del tamaño tres veces Mónaco que no era reivindicado por ninguno de estos dos países balcánicos. Aunque durante los primeros meses el acceso y asentamiento en el lugar era prácticamente imposible, debido a la intervención de las autoridades croatas, hoy Liberland, como se hace llamar esta micronación VIP, cuenta con un presidente, un vicepresidente, un secretario de Estado y tres ministros, ninguno de los cuales reside en ese territorio.

En febrero de 1919 Javier Milei apareció en Buenos Aires en un festival Otaku disfrazado con un atuendo negro con franjas amarillas, un antifaz negro, unos guantes y una capa amarillos y un tridente dorado, y luego de presentarse como el General AnCap (Anarco–Capitalista) dijo:

Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de la propiedad originaria del hombre, una tierra de siete kilómetros cuadrados entre Croacia y Serbia, un país donde no se pagan impuestos, un país donde se defienden las libertades individuales, donde se cree en el individuo y no hay lugar para colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida, así que mi misión es cagar a patadas a keynesianos y colectivistas hijos de puta, vamos por una sociedad libre, vamos por los valores de la libertad,

y luego soltó su célebre frase: “¡Viva la libertad, carajo!” Tiempo después, con el mismo lamentable y desconcertante histrionismo, dijo que el papa era el representante del Maligno en la tierra, que si llegaba al poder iba a volar el Banco Central de Argentina y que jamás iba a hacer negocios con China, que no iba a hacer negocios con ningún comunista. El 10 de diciembre de 2023 Milei tomó el poder en Argentina; el 12 de febrero de 2024, entre abrazos y risas el mismo Javier Milei se reunió con su compatriota, el papa Francisco; en septiembre de 2024 el presidente argentino, más temeroso y midiendo sus palabras, declaró sobre China que era un país interesante y, dos meses después, el secretario de Coordinación de Producción del Ministerio de Economía de la Nación del país sudamericano viajó a China para fortalecer relaciones bilaterales, y hasta hoy el libertariano Javier Milei no ha volado el Banco Central de su país.

Algunos más histriónicos o manipuladores y fanfarrones que otros, los mentores libertarianos han sabido capitalizar los medios de comunicación, sobre todo las redes sociales, porque antes que ser rigurosos políticos, economistas o filósofos, son influencers. Con una buena pose de rebeldes y contestatarios, utilizan un lenguaje suelto, directo y provocador con el que tergiversan y mienten, o mejor, con el que recurren a falacias ―para utilizar su desinhibida retórica― en los debates, charlas, libros y los contenidos de sus distintas cuentas de redes sociales.

La guatemalteca Gloria Álvarez, quien en 2019 proclamo su candidatura a la presidencia de su país,[16] habla y se mueve con la soltura de una vendedora de bienes raíces mientras critica con una seguridad excesiva lo que en economía y política se ha hecho mal en América Latina, y con esa misma agilidad también propone las soluciones a los males que aquejan a la región como si se tratara de recetas de cocina. Esta politóloga egresada de la universidad privada más cara de Guatemala, la Universidad Marroquín, propone como un couching de superación personal que para progresar en nuestro “egoísmo individualista” (sí, ella también es fan de Ayn Rand) hay que sacar lo mejor de nuestra “licuadora genética”, como lo ha hecho ella, quien nació y creció siendo minoría blanca de ascendencia europea en el segundo país de América Latina con el mayor número de población indígena. Pero al parecer Gloria Álvarez, quien trabaja para Salinas Pliego en la Universidad de la Libertad,[17] también quiere ponerse al nivel de Ernesto Laclau, Octavo Ianni o Gino Germani y ha abordado el fenómeno del populismo en su libro El engaño populista. Por qué se arruinan nuestros países y cómo rescatarlos, aunque, seamos honestos, cuánta seriedad académica y honestidad intelectual puede tener alguien que para criticar al populismo pone al mismo nivel a Lula y a Fidel Castro, y a Múgica y a Hugo Chávez, o que asegura que en América Latina los sindicatos han sido peores que los terratenientes. Curiosamente, cada que se le pregunta sobre el populismo dice que “es un mecanismo de manipulación psicológica, donde se busca un enemigo ficticio… le dicen a la gente promesas que ni la lógica económica ni la historia han demostrado que funcionan… los populistas eliminan la argumentación lógica y despiertan pasiones…” Qué curioso, pues ¿qué no fue exactamente ésta la estrategia política que utilizó su amigo el libertariano Milei para llegar al poder en Argentina?

Representante de una derecha que está a la derecha de la extrema derecha —yo tampoco creía que eso era posible—, el argentino Agustín Laje es un “intelectual” que odia a casi todo lo que se mueve. Gran referente y amigo de Javier Milei, Laje, tergiversando, exagerando, mintiendo y citando o twiteando fakenews,[18] se ha convertido en un influencer superestrella de las derechas latinoamericanas y ha superado por mucho ―en seguidores, pero incluso en llevar su ideología a un mayor extremo― a su gran mentor, el también escritor de extrema derecha Enrique Márquez.[19] Agustín Laje es antiaborto, antifeminista, antiambientalista… y para frenar a estas hordas de retorcidos inconformistas, a esta “generación idiota”,[20] como llama con su peculiar desprecio y soberbia a todos los jóvenes que no comparten sus ideas de extrema derecha, este ideólogo revisionista de la Argentina de los años setenta esgrime dos ideas clave en su ideología: la de “nueva derecha” y la de “batalla cultural”.[21] Además de ser un embustero con sus ideas, este entusiasta homófobo es también muy poco original, pues los conceptos de nueva derecha y batalla cultural hace años que están presentes en el relato de la extrema derecha francesa, un pequeño detalle que omite. La nouvelle droite (nueva derecha) aparece en 1969 con la fundación de la Reagrupación de Investigación y de Estudios para la Civilización Europea (Grece, por sus siglas en francés), cuyo principal representante era Alain de Benoist, y que es en buena medida “el origen de la ideología identitaria que se expandió dentro de los partidos de extrema derecha. Del Front Nacional a Rassemblement National, pero también dentro del Bloc Identitaire (un grupúsculo de extrema derecha activo en 2000 y el cual fue rebautizado Les Identitaires), del Mouvement national républicain y de Reconquête!,por todos lados se encuentran a viejos de la nueva derecha o de sus simpatizantes. A través de sus ideas, esta corriente de pensamiento busca defender una Europa blanca…”;[22] se trata de la misma extrema derecha que ha estado obsesionada por reivindicar la idea de bataille culturelle (batalla cultural), como lo han hecho Marine Le Pen y Eric Zemmour en sus respectivas campañas y discursos políticos, una idea que irónicamente se desprende de un concepto que desarrolló el filósofo y miembro fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci: la Hegemonía Cultural. Pero si Laje, quien asegura que no existe el patriarcado y que niega que haya discriminación en Argentina, no se ha servido más de las grotescas propuestas de sus homólogos franceses, no es porque no se vea así mismo como parte de la extensión de la Europa blanca, sino porque sería muy descabellado desarrollar teorías como la del “gran reemplazo”[23] en Argentina o en América Latina. Sin embargo, fiel a sí mismo, promete con su “nueva derecha”, que en realidad no es tan nueva, y su “batalla cultural” darle al pobre hombre blanco el lugar que se merece, a esos “blancos a los que en tantos lugares se les está diciendo que su raza está maldita”.

Para el resto del mundo lo más sorpresivo no fue ver llegar al poder a un bufón como Milei ―después de todo ya habíamos quedado curados de espanto con los triunfos de Trump[24] o Bolsonaro―, sino que lo hiciera un libertariano influencer o influencer libertariano. Está claro que en este deplorable espectáculo que es la política cualquier payaso insensato puede anhelar al poder, o peor, llegar a él.

Cuando Milei ganó las elecciones de su país seguramente el más sorprendido fue él mismo, sobre todo al tomar conciencia de que Argentina no era Liberland. Para el resto del mundo lo más sorpresivo no fue ver llegar al poder a un bufón como Milei ―después de todo ya habíamos quedado curados de espanto con los triunfos de Trump[24] o Bolsonaro―, sino que lo hiciera un libertariano influencer o influencer libertariano. Está claro que en este deplorable espectáculo que es la política cualquier payaso insensato puede anhelar al poder, o peor, llegar a él, así que no nos extrañe que en un futuro próximo veamos en México lanzándose como candidato a Ricardo Salinas Pliego, otro bufón libertariano quien, utilizando el mismo lenguaje y actitud provocadora que Milei, y sirviéndose de su televisora,[25] parece haber comenzado a preparar su entrada en el terreno político. Tal vez no sólo porque así pueda engrosar aún más sus arcas, sino también porque es la única forma en que pueda librarse de saldar sus millonarias deudas con el Servicio de Administración Tributaria (SAT); no hay que olvidar que lo único que en realidad les interesa a estos fantoches libertarianos es salvaguardar sus intereses.

En 1940, un año antes de que Ayn Rand escribiera una treintena de páginas tituladas The manifesto of individualism ―“basado en el ejercicio de la razón y de los derechos naturales este folleto tenía como ambición contrarrestar la influencia del Manifiesto del Partido Comunista de Marx”,[26] sin mayor impacto, el documento era un acto desesperado que reflejaba la fuerte animadversión, más visceral que racional, que Rand sentía hacia el comunismo―, aparece The Individual, Society and the State, un texto escrito por la anarquista Emma Goldman, otra rusa también de origen judío y que al igual que Rand había huido hacia Nueva York pocos años antes en busca de una mejor vida, una extraordinaria mujer que por sus ideas llegó a ser considerada la mujer más peligrosa de Estados Unidos. Se trata de unas líneas visionarias y demoledoras, pero sobre todo vigentes, que critican el arribismo despiadado de este individualismo que hoy reivindican los libertarianos:

La individualidad como tal no tiene nada en común con las diversas concepciones del individualismo y mucho menos con esto que yo llamo individualismo de derecha, a la americana, que no es más que una tentativa disfrazada de obligar y anular al individuo en su singularidad.
Este supuesto individualismo que sugiere “libre empresa”, American way of life, arribismo y sociedad liberal, es el laisser–faire económico y social; explotación de masas por las clases dominantes con la ayuda de la artimaña legal, la degradación espiritual y el adoctrinamiento sistemático del espíritu servil. Esta forma de “individualismo”, corrompido y vicioso, verdadera camisa de fuerza del individualismo, que reduce la vida a una carrera degradante por los bienes materiales, el prestigio social; su sabiduría se expresa en una frase: cada uno para sí mismo y maldito sea el último.
Inevitablemente el “individualismo de derecha” desemboca sobre la esclavitud moderna, las distinciones sociales aberrantes y conduce a millones de personas a una especie de sopa popular. Este individualismo es éste de los amos, mientras que el pueblo es reducido a una casta de esclavos para servir a un puñado de súper–hombres egocéntricos. El que existe en Estados Unidos es, sin duda, el mejor ejemplo de esta forma de individualismo, en nombre de cual la tiranía política y la opresión social son llevados a un rango de virtudes: mientras que la menor aspiración, la menor tentativa de vida más libre y digna serán inmediatamente consideradas como un antiamericanismo intolerable y condenable, siempre en nombre de este mismo individualismo. ®

[1] Philippe Bouba, Anarchisme en situation coloniale: le cas de l’Algérie. Organisations, militants et presse (1887–1962), Thèse de doctorat, Université de Perpignan; Université Orán 1 (Argérie), 2014, pp. 118–119. 
[2] En España aparece de 1931 a 1933 un semanario de la FAI titulado El Libertario, y mucho tiempo después, en 1995, se publica en Venezuela El Libertario, un periódico que cuestionaba fuertemente el régimen bolivariano.
[3] Le Révolté, no. 22, 25 de diciembre de 1880, Gênes, p.1.
[4] Yves Meunier, La bande noire. Propagande pour le fait dans le bassin minier (1878–1885), L’échappée, París, 2017, p.8.
[5] Yves Fremion, Léauthier L’anarchiste. De la propagande par le fait à la révolte des bagnards (1893–1894), Éditions L’échappée, París, 2011, p.70.
[6] L’éclaire, jueves 7 de abril de 1892, París, p.2.
[7] Walter Badier, “Émile Henry, le ‘Saint–Just de l’Anarchie”, en Parlemet[s], Revue no. 14, 2010, Rennes, 2010, p.167.
[8] Ibid.
[9] Simon Luck, Sociologie de l’engagement libertaire dans la France contemporaine. Socialisations individuelles, expériences collectives et cultures politiques alternatives, Thèse pour le doctorat de science politique, Université Panthéon–Sorbonne-Paris, 15 de abril de 2010, p.10.
[10] Aún no existe una traducción al francés, lo cual evidencia su aún poca influencia.
[11] Murray N. Rothbard, La traición de la derecha estadounidense, p.71.
[12] Rudolf Rocker, El pensamiento liberal en los Estados Unidos, Americalee, Buenos Aires, 1944, p.198.
[13] Lo del paréntesis es mío.
[14] Danilo Martuccelli, Danilo y François de Singly, Les sociologies de l’individu, citado en mi libro La negación de las masas. Elogio de un individualismo libertario, Cultura Libre, México, 2016, pp. 42 y 43.
[15] En un libro titulado Voyage au Liberland, publicado en 2022, los periodistas franceses Timothée Demeillers y Grégoire Osoha narran de forma muy amena esta especie de odisea por la que pasa Vit Jedlicka y algunos de sus amigos para llegar a esta Terra nullius y dar por establecida Liberland.
[16] Debido a que en la constitución de Guatemala se estipula que únicamente pueden postular los mayores de cuarenta años, la participación de Gloria Álvarez en la contienda política se vio frustrada.
[17] Esa universidad fue fundada en 2023 en la Ciudad de México por el empresario convertido al libertarianismo Ricardo Salinas Pliego.
[18] En junio de 2019 Laje, usando como fuente a Noticieros Televisa, twiteó que una pareja de lesbianas en México había asesinado a su hijo porque se había rehusado a vestirse como niña, al final salió a la luz de que se trataba de una mentira.
[19] Este también abogado publicó en 2004 La otra parte de la verdad, un libro en el que justifica la intervención de las fuerzas armadas en la lucha contra las guerrillas en la dictadura militar en su país.
[20] Al respecto tiene un libro titulado Generación idiota: una crítica al adolescentrismo.
[21] Otro de sus libros se titula La batalla cultural: reflexiones críticas para una nueva derecha. Esta noción ha sido utilizada también por otros libertarianos como Javier Milei o Salinas Pliego.
[22] Entrevista a Stéphane François, autor del libro La nouvelle droite et le nazisme, une histoire sans fin, Le Monde, 5 de febrero de 2024.
[23] La Teoría del gran reemplazo (Théorie du grand remplacement) es una teoría complotista que plantea un supuesto proceso de sustitución de población blanca occidental por otras no blancas a causa de la migración. Desarrollada en distintos textos desde 2010 por el escritor y militante de extrema derecha Renaud Camus, esta teoría ha sido evocada de manera recurrente por Erik Zemmour y Marine Le Pen en sus distintos perfiles de redes sociales.
[24] Quien, por cierto, ha vuelto a ganar…
[25] Este libertariano que dice detestar al Estado y al gobierno, en 1993, luego de que el Estado mexicano, bajo el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, pusiera a la venta un paquete de medios (todos los canales pertenecientes al Instituto Mexicano de Televisión, Imevisión), encabezó a un grupo de inversionistas a quienes el gobierno les otorgó ese paquete a un “precio asequible”, cantidad que para cubrir Salinas Pliego recurrió al hermano del entonces presidente, quien le prestó 29 millones de dólares.
[26] Alain Laurent, Ayn Rand ou la passion de l’égoïsme rationnel. Une biographie intellectuelle, Penseurs de la liberté les belles lettres, París, 2011, p.46.

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Publicado en: Política y sociedad

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