Bellas y voluptuosas. Las chicas de Bazaldúa, editado por Comikaze, es sin duda el libro gráfico mexicano de 2012. Colección de portadas para los cómics populares en los que Óscar Bazaldúa laboró por años, dota de dignidad a un arte venido del populacho.
Con una edición limitada de cien copias, Bellas y voluptuosas repasa en 72 páginas la carrera de Bazaldúa como portadista y dibujante de interiores de títulos como Bellas de Noche y Las Chambeadoras: pa’ servirle a usted, pero también nos permite conocer muestras de su trabajo personal para editoriales como Digital Webbings, revistas como la misma Comikaze o títulos como Lucian.
Bazaldúa es un sobreviviente de ese gueto que es el medio de las historietas populares que se vendían por miles en décadas anteriores y que ahora viven una franca decadencia. Es decir: los “sensacionales”, las historietas cochinas, las revistas para nacos. Esos “cuentitos” que lee la gente en el metro, que acompañan el Metro o El Gráfico en los tableros de microbuses, taxis y camiones (además de la infaltable Coca-Cola y la cajetilla de Marlboro) y que son razón de vergüenza y fascinación.
El artista en cuestión es un admirador de Frank Frazetta, Norman Rockwell y Neal Adams, entre otros artistas gráficos, y hay mucho de ellos en su estilo, pero sin duda sus pin-ups y escenas tienen una personalidad propia, que le ha permitido destacar en el mercado. Chicas voluptuosas, pícaras, envueltas en situaciones cachondas e inverosímiles: una maestra de primaria de ropa casi inexistente a la que un alumnito le levanta la falda y le mira los calzones con un espejo, una morena seduciendo a un padre, tres repartidoras de pizza en shortcitos y patines… Pensándolo bien, el arte de Bazaldúa y las portadas de esos títulos eran —y son— un depósito de las fantasías de los mexicanos. La fantasía de que una marchanta escotada y de buenas curvas nos atienda —y, claro, nos ofrezca sus melones—; la fantasía de revertir las figuras de autoridad y que una sexy policía nos espose y nos lleve a los separos; la fantasía de tener una muchacha que use un traje de French maid y haga bien la limpieza pero que también enseñe —y preste—… en fin, un cúmulo de sueños húmedos que Bazaldúa sabe traducir perfectamente en imágenes, y explica: “Cuando dibujas una mujer, como hombre, te tiene que gustar o incluso excitar. Si no pasa eso, entonces no está saliendo bien”.
El libro incluye una entrevista con el autor; nadie mejor que él mismo para contar de primera mano cómo era el proceso creativo de esas portadas y el medio de los cómics industriales. Tal vez falta aquella portada que ilustró el número de The Imp, revista de Daniel Raeburn que en su número 4 se dedicó al cómic de corte popular mexicano (¡Historietas Perversas! Mexico’s addictive comics) y las que hacía para Delmónico’s Almas Perversas —o, en su defecto, una explicación de por qué no se encuentran aquí, para una mayor comprensión del estado de la industria y uno de sus artistas más prolíficos e interesantes—, pero también se puede decir que es una edición muy completa. Desgraciadamente se trata de un tiraje de sólo cien copias que se vendieron online y en una presentación y que, obviamente, volaron, pero esperemos que su demanda aumente y se lance una segunda edición. ®
Para adentrarse más en el tema:
Desde luego, recomendamos visitar la página de Bazaldúa en deviantART.
Vale la pena leer la experiencia de Lilia Villanueva como correctora de estilo para las editoriales Toukán y Mango, maquiladoras de buen número de los títulos para los que Bazaldúa hacía portadas.
El número 4 de The Imp, de Dan Raeburn (además de sus otros dossiers dedicados a artistas de cómic) pueden descargarse en este link. ®