El movimiento de los indignados

¿Hasta cuándo resistirán?

Las consignas de la rebelión y protesta pacífica corrieron como la pólvora y a los acampados de la Puerta del Sol, de Madrid, se unieron decenas de ciudades españolas y del extranjero… Incluso en la Ciudad de México hubo protestas frente a la embajada de España.

Las manifestaciones populares en la cuenca sur del Mediterráneo se sucedieron en los últimos meses del año pasado y a principios del corriente. Como un efecto dominó los países vecinos se fueron contaminando de aires de demandas democráticas y de las ganas de gozar de las libertades que los norteafricanos saben que gozan sus vecinos europeos de la ribera norte de ese mismo mar.

15-M en Madrid

Las primeras manifestaciones masivas se dieron en los países árabes que querían deshacerse de gobiernos tiránicos y endémicos, Túnez y Egipto, países donde los tiranos abandonaron el hueso del poder de manera más o menos pacífica, y luego los ciudadanos de Siria que todavía continúan en pie de guerra, ya que el coronel Al Assad no quiere dejar el mando de su gran rancho tribal.

Las redes sociales en unos países donde impera la censura y el férreo control gubernamental tuvieron un papel fundamental para que los ciudadanos se coordinaran y tomaran la calle.

En la democrática y europea España se preguntaron si se podía hacer la revolución en un entorno tan hermético como el de los países árabes, por qué no se podía organizar un movimiento en España que mostrara el rechazo al sistema clientelar y altamente corruptible de la representación ciudadana a través de los partidos políticos.

Surge así la conocida manifestación del 15-M, días antes de las elecciones municipales en todo el país. A pesar de que parecía un movimiento espontáneo, no lo fue. Fue el fruto de un concienciado y concienzudo trabajo de más de tres meses de preparación. Funcionaron muchas consignas y movimientos, el más conocido Democracia real ya, DMRY por sus siglas.

Fabio Gándara, la cara más visible de Democracia Real Ya, lo tuvo claro desde el principio, allá por diciembre. En el grupo de Facebook en que empezó a nacer el Movimiento 15-M había prisas por convocar movilizaciones. “Algunos dijimos: Vamos a esperar. Organizar una protesta como ésta es difícil. La sociedad civil está dormida. Vamos a esperar tres meses, vamos a trabajar”.

Se organizaron movimientos de información en blogs y otros medios electrónicos con el fin de que la movilización no fuera una espantada espontánea que fuera reducida a la nada.

A los manifestados que optaron por prolongar la manifestación acampando en la Puerta del Sol, emblemático kilómetro 0 en España, se les llamó el movimiento de los indignados, que toma el nombre de un libro, Indignaos, escrito por un diplomático francés, escritor y activista del progreso (“Progreso no significa acelerarse, sino tender a un mundo mejor”) de 93 años. El autor, en entrevista al periódico El País (que ha dado amplia cobertura al fenómeno), reconoce que el libro está basado en dos textos fundamentales: “El programa de la Resistencia, no muy bueno, pero escrito en el momento y en el lugar justos; cuando los franceses se sentían acorralados por un enemigo como los nazis. El otro es la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.

Las consignas de la rebelión y protesta pacífica corrieron como la pólvora y a los acampados de la Puerta del Sol, de Madrid, se unieron decenas de ciudades españolas y del extranjero… Incluso en la Ciudad de México hubo protestas frente a la embajada de España.

En Twitter el hashtag de @spanishrevolution revoloteó por todo el mundo con millones de retuiteos y seguidores, actualizando noticias constantemente.

Varios famosos, escritores y artistas que no viven precisamente en la precariedad también se sumaron entusiastas al proyecto, al que se ha sumado recientemente Rosalía Mera, cofundadora de Inditex y la mujer más rica de España, según la revista Forbes. Otra de las paradojas: hasta los más ricos se indignan con las malas artes de la clase política.

Las redes sociales en unos países donde impera la censura y el férreo control gubernamental tuvieron un papel fundamental para que los ciudadanos se coordinaran y tomaran la calle.

El 15-M es un proyecto loable que encierra varias contradicciones… Al igual que la situación comprometida de varios gobiernos europeos que mantienen o mantenían estrechos lazos económicos, Italia e Inglaterra a la cabeza, con el dictador Gadafi, que de simplemente excéntrico ha pasado a malvado criminal de guerra… Cabe preguntarse si el apoyo diezmado y parcial de varios gobiernos europeos a las movilizaciones de los países árabes no estará en la posibilidad de una vez liberalizada “democráticamente” la zona no será un buen momento para empezar a hacer negocios allá. Estando la ribera mediterránea norte saturada de emporios urbanísticos alzados en nombre del turismo, cuántas multinacionales no se estarán frotando las manos al pensar en esos miles de kilómetros vírgenes de playas listas, una vez pacificadas, para que sean ocupadas inmediatamente por jubilados alemanes en cómodos complejos turísticos libres de dictadores y del islam.

En España la situación es similar. Más allá de las protestas y la lógica indignación por la corrupción de los partidos políticos, las cosas no están muy claras… Si se habla de que los jóvenes que han encabezado las protestas son de las generaciones mejor formadas de toda la historia de España, la solución a su conflicto no parece fácil.

A gente con 26 años y un par de carreras y que no tienen trabajo en el actual momento de crisis va a ser muy difícil que el gobierno les encuentre un trabajo de acuerdo con sus expectativas, o que simplemente sea adecuado a su nivel de capacitación.

Cuando los aparatos de gobierno, el Estado, están obligados a adelgazar y a dar facilidades a las empresas para que no cierren y se vayan a otros lugares, difícilmente se les puede exigir que creen las condiciones necesarias para que hayan empleos dignamente remunerados. El mercado laboral está en manos de las empresas y a éstas no les importa nada más que las utilidades y los beneficios, no el bienestar de la sociedad.

El sistema capitalista salvaje y despiadado ha copado los centros de decisión y los gobiernos son marionetas de los intereses de multinacionales que arremeten y especulan sin tener en cuenta la devastación social que generan. A los votantes se les contenta de la mejor manera, incluso con expectativas falsas o irrealizables y a costa de un endeudamiento crónico que se encontrarán las generaciones que precisamente ahora se rebelan.

Indignarse es lo menos que se puede hacer en las actuales condiciones, pero ¿habrá manera de desatascar el caos en el que medio siglo de capitalismo salvaje ha sumido al planeta entero?

Vivimos las consecuencias de un cúmulo de decisiones irresponsables, manifestarse es lícito, lógico e incluso saludable. Pero ¿servirá de algo? ¿Nos acordaremos de esas protestas dentro de medio año? ¿Alguien recuerda que apenas hace tres meses el mundo temblaba por el desastre nuclear (que por cierto no termina de remitir) ocurrido en Japón?

¿Hasta cuando resistirán los indignados? ®

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Publicado en: Junio 2011, Legendario Deja Vu

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