El presidente científico

El desprecio por la ciencia y la tecnología

Andrés Manuel López Obrador “es el líder científico” de México, eso declaró recientemente John Ackerman en su programa “John y Sabina”, que se transmite por la televisión pública nacional a través de Canal Once.

Contra la tecnociencia. Foto Meganoticias.

Todo empezó con un comentario de la dramaturga Sabina Berman en el que asegura que ante la crisis causada por el Covid–19 el país necesita “un líder científico”, y remata diciendo: “Y lo tenemos, es un hombre muy bien preparado. Y hasta ahora lo ha hecho muy bien, el subsecretario de salud”, a lo que Ackerman respondió: “Andrés Manuel López Obrador es el científico”. Elestupoe de Sabina fue más que evidente.

Esta grandilocuente afirmación, hecha en un programa que se paga con recursos públicos y en el que sus conductores reciben muy buenos honorarios, no parece estar muy bien afirmada en la realidad, ya que por mucho que sus corifeos, porristas y adláteres lo quieran señalar como un “científico”, AMLO ha mostrado en no pocas ocasiones su desdén por la ciencia, la tecnología y los expertos, como nos lo demuestra una simple visita a cualquier hemeroteca digital.

Su desdén por la tecnología y el conocimiento energético

López Obrador dijo en sus spots cuando era opositor la siguiente perla: “¿Dé Cuándo acá se necesita tanta ciencia para extraer petróleo?”, asegurando que extraer petroleo era tan sencillo “como extraer agua” y que eso “no tiene ninguna ciencia”. De un lenguazo descalificó a geólogos, ingenieros en automotores, expertos en seguridad industrial, automatización, en plataformas, tanques y barcazas, y de paso descartando las constantes innovaciones en la industria petrolera.

Otra de las pifias que podemos encontrar en la hemeroteca de sus declaraciones sobre ciencia es cuando mencionó que “Instalaron ventiladores” en la zona de la Rumorosa para generar energía “eótica”. Despotricó no sólo en contra de la energía eólica por razones estéticas, sino también para mostrar su desdén por la energía renovable, que en el caso, por ejemplo, de Alemania representa el 23.5% de su energía total.

Su plan energético como presidente conserva el mismo desprecio por la tecnología y el conocimiento que mostró en su etapa de candidato, no sólo por las cuestionables designaciones de un tipo acusado por un fraude electoral y dueño de muchas propiedades en CFE, un tipo sin cédula profesional y con título de Ingeniero Agrónomo en Pemex, y una nacionalista a ultranza del petróleo como directora de Energía.
Y es que tuvo que declarar desierta la licitación de la refinería de Dos Bocas porque las empresas Bechtel (Estados Unidos), Techint (Italia), Worley Parsons (Australia), Jacobs (Estados Unidos), Technip (Francia) y KBR (Estados Unidos) se negaron a construir la refinería por un costo máximo de 8 mil millones de dólares. Ahora la refinería la construye Pemex, sin información clara y realizando un ecocidio, como lo han demostrado imágenes satelitales.

Los resultados hasta el momento no son nada esperanzadores. Pemex perdió 18 mil millones de dólares durante el primer año de la gestión de AMLO, pese a los recortes de más de 22 mil millones de pesos en dependencias de Gobierno, siendo la más perjudicada el IMSS, al cual le quitó casi 10 mil millones. Dos Bocas tiene retrasos, ha tenido un subejercicio de casi el 100% de lo que le ha reportado a Hacienda, y las obras han provocado inundaciones.

Su desdén por el conocimiento económico

Pero su desdén de las credenciales no sólo va para el sector energético, también va contra el conocimiento y la técnica de la economía. Desde su declaración de “Dejar asuntos públicos a economistas, es como dejar paz a militares”, en la que no sólo estigmatiza a los profesionales de la economía, sino que también deja ver su evidente sesgo ante la realidad, que de nuevo ha sido implacable con él: el funcionario que más calma daba a los mercados y con mejores credenciales de su gobierno, Carlos Urzúa, terminó por dejar la secretaría de Hacienda y Crédito Público, exhibiendo en una preocupante carta pasajes como “En esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento” y “Me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento en la hacienda pública”.

Sus decisiones han sido más que polémicas, como gastar 75 mil millones de pesos en cancelar un aeropuerto que llevaba un buen porcentaje de avance. Y que la obra que la reemplaza, el aeropuerto de Santa Lucía, levanta varias dudas de asociaciones especializadas en aviación como la IATA, quien ve imposible que operen Toluca, AICM y Santa Lucía.

Los resultados en materia económica también han sido poco alentadores, el PIB cayó -0.1% en su primer año, a pesar de la promesa en campaña de crecer al 4%, y se prevé ya una caída del PIB del 4% para 2020.

Nombramientos de funcionarios esotéricos, anticientíficos y el triste rumbo del Conacyt

En su gobierno AMLO ha nombrado funcionarios con creencias esotéricas, como Josefa Gónzalez Blanco Ortiz, quien aseguró cosas como la existencia de los aluxes (criatura mítica del imaginario colectivo mexicano), además de tenía colmillos de elefante en su casa y fue destituida por detener un vuelo comercial.

Así, los proyectos estelares de AMLO no tienen el más mínimo rigor científico o de transparencia en cuanto a su realización, como el tren maya, al que la funcionaria encargada de cuidar el medio ambiente señaló como “un trazo imaginario”.

Aquí llegamos al punto medular del presidente, su política sobre la ciencia. Su discurso es muy claro. En el programa de John y Sabina se le dio voz a la comediante Blanca Salces, quien dijo sobre los científicos: “¿Vamos a seguir viviendo del erario?”, “Por mí la ciencia y la innovación tecnológica se pueden tomar un descanso”.

El propio AMLO se refirió a los científicos mexicanos como “La Mafia de la Ciencia”, y también dejó que la directora del Conacyt nombrara personas sin credenciales en puestos clave, como David Ledezma, quien cursaba la carrera de Comunicación, ahora subdirector de la Coordinación de Comunicación y que sólo tenía experiencia como “asesor” de Dolores Padierna y asistir al director del Sistema de Medios Públicos mexicanos, Jenaro Villamil, según su propio portal web. Además de Edith Arrieta, a quien nombró como titular de la Cibiogem, quien tenía una licenciatura en Diseño de modas.

El problema no sólo está en el perfil de esos funcionarios, sino el perfil de la propia Álvarez Buylla, quien ha mentido al afirmar que el presupuesto de 2019 fue el más alto en la historia para CTI (cuando fue en 2013); además se presenta a sí misma como contraria a la “Ciencia occidental racional y hegemónica”, y lanza polémicas declaraciones que se alinean con la visión del presidente sobre la ciencia, como que su “Postura sobre los transgénicos no es científica sino ideológica”.

La postura de AMLO ante la crisis sanitaria, ¿es científica?

El presidente de México ha delegado en Hugo López–Gatell Ramírez la comunicación de las acciones que ha emprendido el gobierno sobre el Covid–19. El problema es que la reacción del gobierno ha sido lenta, superficial y que el propio López–Gatell ha asumido una postura que se aleja de la de un médico y un científico.

López–Gatell aseguró que “Sería mejor que padeciera Coronavirus porque lo más probable es que él como la mayoría de las personas se va a recuperar espontaneámente y va a quedar inmune”, ignorando toda la información respecto de que las personas mayores de sesenta años y que hayan padecido enfermedades ––justo como el presidente––, son la población más vulnerable.

“La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio.” Con esa maroma López–Gatell arrastra su prestigio como científico, más aún con su negativa a emprender acciones por estar en “Fase 1” y permitir eventos masivos en la ciudad de México, como lo hizo Claudia Sheinbaum con el festival Vive Latino, organizado por la empresa OCESA.

¿De verdad John Ackerman cree que el presidente es el verdadero científico? ®

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Publicado en: Política y sociedad

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