El profeta en su tierra

Los menesteres del ocio, XX

Pocos leyeron mis escrituras y nadie habrá de recordarlas: o me hago ilusiones a ese respecto. El dios que me levantó del polvo fue sin duda un dios incompetente.

Pueblo Cerro de San Pedro, San Luis Potosí. Foto de Instagram.

Salmo núm. 3

Pues el pueblo no es sólo el albañil de la historia,
sino también y sobre todo la argamasa y los bloques.
En balde se revuelve ahora ante los altares de Tlazoltéotl,
la diosa nahua de la basura, en los parques
y en los altarcillos domésticos de la Santa Muerte.
Sólo tú, Señor, campeas en los cerros más altos,
así como en los aposentos altos de las viviendas urbanas.
En balde barajan y raen tu nombre en los parques
los relamidos evangélicos: Tú estás más íntegro
en el caballito de tequila de las cantinas
que en las caballerías de Nabucodonosor.

Aquel que anuncian los Testigos de Jehová
no se compara con el apocalipsis de mis rodillas,
en estas últimas tardes del fin del mundo
que desgrano pacíficamente frente a una taza de té.

Mientras el vals de la oligarquía
se desgrana sobre las olas civiles,
el pueblo se hunde como un tiburón desdentado.
Tú, Señor, te rehúsas a cabalgar este Leviatán,
cediéndole tal privilegio al Demonio.
La ultra es la espuela que aguija los ijares,
ya en el flanco derecho, ya en el izquierdo
y coloca su ouija en la crin
para guiar al caballo antes de que sea descuartizado.

Los Siervos de la Nación ponen las herraduras y el pienso,
mientras los Caballeros de Colón
hacen chispear el Yunque en la plaza pública.
Pero no hay profecía ni moraleja
que sepa guiar estos ligeros cascos de cartón piedra. 

Salmo núm. 4 [El profeta en su tierra]

Sigo aquí entonces sintiendo el polvo en los huesos
y el óxido en las jambas del alma,
desde que decidí suspender la errancia
y recogerme en estos metros de tierra
que ocupan la mesa y el camastro,
del tamaño acaso de una cripta etrusca al aire libre. 
En este pueblo miserable, abotagado de moscas
donde no he adquirido lealtad por ninguna cantina,
a pesar de que lo intento a diario desde hace diez años.

En balde busqué escapar de este pueblo donde nadie
me escuchaba, pero siempre retornaba a él,
como quien anda en círculos viciosos, concéntricos,
persiguiendo la espiral de su propia locura
que traía atada a la muñeca como un cometa.
Mi mensaje era cada vez más preciso, más fino
en una sintaxis que era a la vez más compleja y más clásica.
Pero en balde, repito: no hay sirenas que canten en el polvo.

El hilo de la profecía aún mana, macilento y exangüe,
aunque sea yo el primero en desestimarlo,
mientras tomo la lata del café o le inyecto
gasolina al encendedor niquelado.
Pasaron los días del entusiasmo, la estación
de la algarabía que soltaba al aire sus pájaros.

Hoy la vocación parpadea como una vieja mustia
que busca sus sandalias debajo de la cama.
Lo que tenía que decir fue dicho y no habré de repetirlo
por magnetófono, como un profeta de cambaceo
que ofrece un apocalipsis en cómodos abonos,
después de haberlo probado minuciosamente en cabeza propia.

La cáfila de rufianes con los que compartí
el verbo y la sal en los alucinados taburetes giratorios
de las cantinas, han envejecido igual que yo,
pero la edad no los ha hecho más prudentes,
sino que ha taponeado sus oídos con una cera
similar al yeso que se emplea para sellar las tumbas.    
Sepulcros andantes, dejan por donde caminan
un reguero de hormigas, que los escuecen como
los remordimientos de tantos días mal vividos.

Pocos leyeron mis escrituras y nadie habrá de recordarlas:
o me hago ilusiones a ese respecto. El dios que me levantó
del polvo fue sin duda un dios incompetente: tan ignorado
quedó como yo mismo, que era su promotor y anunciante.
Pero los oídos sordos de mis conciudadanos
fueron más duros que cualquier pedrada: ya no me reconocen,
si es que me conocieron alguna vez. Sin percatarse de ello,
cada uno traerá una piedra propia a mi tumba. ®

(7 de diciembre de 2021)

Compartir:

Publicado en: Poesía

Apóyanos:

Aquí puedes Replicar

¿Quieres contribuir a la discusión o a la reflexión? Publicaremos tu comentario si éste no es ofensivo o irrelevante. Replicante cree en la libertad y está contra la censura, pero no tiene la obligación de publicar expresiones de los lectores que resulten contrarias a la inteligencia y la sensibilidad. Si estás de acuerdo con esto, adelante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *