EL ROCK DEL TEA PARTY

y la decepción de Obama

No puede sino parecer a un tiempo ridícula y deleznable la actitud del Tea Party ante las causas que repudia: el matrimonio entre homosexuales, la subida de impuestos a las rentas más altas, la mano blanda con la inmigración y, lo más abominable de todo, para ellos: la instauración de la sanidad general.

Son tantas las ocasiones en que el cine hace las veces de un oráculo de celuloide que rebasa nuestra capacidad de retención. Casi ni nos acordamos cuando en una película de 1992 Tim Robbins nos mostraba a un candidato republicano difundiendo ideas de ultraderecha mientras entonaba canciones folk que parecían calcadas de Bob Dylan. Ciudadano Bob Roberts resultó premonitoria, aunque en aquel entonces el personaje parecía impensable.

Dieciocho años pasaron y los más ardientes admiradores de ese pináculo de la contracultura conocido como The Velvet Underground se quedaron pasmados cuando en octubre de 2010 circuló un video de Youtube en el que aparecía la que fuera baterista del grupo regenteado por Andy Warhol, ostensiblemente molesta por la manera en que según ella Barack Obama está llevando a Estados Unidos al socialismo.

Tanto a fans como a periodistas les costaba creer que esa señora ajada y furiosa fuera la misma Maureen “Moe” Tucker que tocara “Heroin” o “All tomorrow parties” en pleno estallido de la vanguardia pop que salió de The Factory. Las pesquisas no se hicieron esperar y el diario digital The Huffington Post fue el primero en dar directamente con la mujer, quien actualmente vive en el pueblo de Douglas, en Georgia, y trabaja en un Wal-Mart.

Para muchos resultó altamente simbólico el proceso en que una figura del mundo del arte —y sus valores liberales— pasara al bando conservador y apareciera exigiendo a los demócratas dejar la Casa Blanca y pidiendo a la gente que “acatarre” al presidente mandando por correo bolsitas de té y recordándole la presencia constante de sus detractores.

La señora Tucker aparecía en el video de marras señalando con vehemencia: “Estoy convencida de que el plan de Obama es destruir América desde dentro. Es la única explicación razonable para sus acciones o falta de ellas”.

¿Qué estaba ocurriendo para que suscitaran este tipo de deserciones —Tucker precisó que antes de las últimas elecciones siempre votó demócrata? Y lo que es más, la campaña de Barack gozó de un apoyo sin precedente de figuras de la música: de Michael Stipe de R.E.M. a Arcade Fire pasando por The Roots, entre una lista enorme.

Para muchos resultó altamente simbólico el proceso en que una figura del mundo del arte —y sus valores liberales— pasara al bando conservador y apareciera exigiendo a los demócratas dejar la Casa Blanca y pidiendo a la gente que “acatarre” al presidente mandando por correo bolsitas de té y recordándole la presencia constante de sus detractores.

No tardaron las fuentes que enfatizaron que el movimiento del Tea Party está compuesto por gente mayoritariamente blanca, racista y que desprecia los derechos civiles y humanos. Se ha pretendido estereotiparla como “otra locura de los yanquis rurales, armados con sus rifles y tatuajes de Jesucristo”. Pero un siempre avispado Noam Chomsky hizo señalamientos que pedían cautela antes que juicios simplistas: “Ridiculizar la estrategia del Tea Party es un grave error. Resulta más apropiado comprender qué hay detrás del atractivo del movimiento y preguntarnos por qué personas justamente enfurecidas están siendo movilizadas por la extrema derecha y no por el tipo de activismo constructivo que surgió tras la Depresión”.

Lo que sí no puede ser considerado menos que un disparate es el concepto que gente como Tucker y compañía puedan tener del socialismo. El periodista español Víctor Lenore se pregunta a qué se refieren con “socialismo” y se plantea como respuesta: “A no ser que se refieran al ‘socialismo corporativo’, la permanente disposición del gobierno de Estados Unidos para rescatar con dinero público a las grandes entidades financieras arruinadas por la crisis”.

No puede sino parecer a un tiempo ridícula y deleznable la actitud del Tea Party ante las causas que repudia: el matrimonio entre homosexuales, la subida de impuestos a las rentas más altas, la mano blanda con la inmigración y, lo más abominable de todo, para ellos: la instauración de la sanidad general.

Para cierto sector del periodismo —el que ejercita el mejor humor negro— no deja de tener gracia que Tucker, derechista y fémina enojada; vieja gloria del underground neoyorquino, viva en Douglas, pueblo que lleva su nombre debido a Stephen Douglas, el candidato defensor de la esclavitud que perdió las elecciones de 1860 frente al abolicionista Abraham Lincoln, y que además trabaje en la cadena Wal-Mart, conocida como La Bestia de Bentonville, por su sede en Arkansas y ciertas prácticas laborales de la compañía, como la de cerrar con cadenas las puertas de sus almacenes para obligar a los empleados a hacer horas extras o jugar con las jornadas laborales para no tener que pagar seguro médico a la mayoría del personal.

Tucker cuando tocaba con The Velvet Underground

Pero quienes buscan un poco más de condescendencia no pasan de largo que no debe ser fácil sacar adelante a una familia de cinco hijos viviendo en un sitio como ése, trabajado en tal cadena de almacenes y lejos de la fama que la acompañó antaño.

Con todo, este capítulo no hizo sino reforzar la intensa polémica en torno al Tea Party pero desde diferentes perspectivas, como la de los músicos-activistas, como Jello Biafra, líder de los Dead Kennedys e intenso crítico del ala conservadora. En cuanto le han preguntado sobre el estado de la conciencia en Estados Unidos no ha vacilado en responder:

Es terrible. Está el colapso de nuestra economía, por ejemplo, pero no es tan diabólico como lo que los fondos monetarios le hicieron a Argentina. Y hasta hay obreros que están recuperando fábricas, que están tomando el control de sus lugares de trabajo, pero lo peor de todo es que no saben que lo mismo está pasando en Argentina también. Creo que la censura en los medios es el problema central. No es la Unión Soviética o Corea del Norte, donde había o hay una censura total de información. No hay escasez. Al contrario: hay demasiada, y de un solo frente, de un solo sesgo. Ves la tele y está inundada de talk shows políticos que son todos de derecha, no hay nadie que diga lo contrario. De repente, Sarah Palin vuelve a ser una líder de opinión para todas estas corporaciones informativas. Rupert Murdoch con Fox News es decididamente de lo peor, pero CBS y CNN no se quedan atrás.

Y es que Biafra, aun con su idealismo de izquierda, no es un improvisado en las lides políticas. En 2000 se había postulado para presidente en las internas del Green Party del que es miembro, para salir segundo ante su líder, Ralph Nader, y también se había postulado en 1977 para alcalde de San Francisco con Harvey Milk en vida. Si ganaba, todos los policías tenían que vestirse de payasos y los automóviles quedaban prohibidos. Terminó cuarto entre diez candidatos.

Se trata de un punk auténtico que vio cómo se malograba el sueño de “lo alternativo” que emergió en los noventa y cómo en la actualidad este tipo de discursos se encuentran más que acotados en el mainstream mediático: “Es todo derecha, todo el tiempo. Por eso la gente no se educa, por eso la gente no se informa, de que hay una guerra sucia, de que hay civiles que están siendo torturados en Guantánamo o en buques prisión en la costa de Somalia. Ahora hay un gran rechazo a pagar impuestos, entonces no hay presupuesto para escuelas, para aprendizaje, y obtienes una nueva generación de estadounidenses mediocres entrenados para obedecer y funcionar en empleos de mierda”.

Incluso Biafra encuentra justificación al Tea Party en los errores de alguien a quien han llegado a llamar rey Obama:

Se ve cada vez más como una pantalla de humo, como una venta de humo precisamente. Es decir, su campaña ganó el festival publicitario en Cannes, le ganó a Disney y a Microsoft. Me pregunto a quién votaron, si el público quería simplemente un presidente que se viera cool en la tele. Y con tantas malas decisiones, con tanto rechazo a gobernar, me pregunto también qué es lo que quiere este hombre. La economía colapsa en 2008, y hasta ese entonces McCain estaba al frente en las encuestas. Aun así, Obama elige a los mismos criminales financieros que causaron todo esto y les da un empleo. Los fondos estímulo a bancos, ¡se lo quedaron los bancos, se los quedaron los ejecutivos, en vez de ir a los miles que estaban a punto de perder sus hogares!

Pero si todo pareciera pasar por opiniones de radicales, incluso personajes tan moderados como Elvis Costello tienen alguna opinión al respecto:

Si vendes secretos a una nación enemiga, a eso se llama traición, ¿no? Si haces lo mismo en el mundo de las finanzas, no te ocurre nada. Es paradójico. Por cosas más ligeras te quemaban en la Edad Media. Proponían una especie de brujería, alquimia financiera. Y caímos. Somos responsables también. Cuando alguien roba un limón o una naranja, lo paga. Nosotros en el mundo rico tampoco nos estábamos preguntando quién en realidad pagaba la cuenta de nuestras comodidades. Nos creemos que el colonialismo ha desaparecido y simplemente se ha transformado en otra cosa. No es asunto de buenos y malos, es más complicado. Pero no creo en la música que se mueve a base de lemas, lo bonito es explorar contradicciones, diferentes puntos de vista. No debemos simplificar nada en eslóganes. Se habla mucho y se piensa poco.

Pese a todo, muy pocos o ninguno hubieran imaginado que alguien que a finales de los sesenta cantaba “I’waiting for the man”, que no era sino otra cosa sino el estar aguardando por la llegada del drug-dealer, terminará apoyando incondicionalmente al Tea Party, en lo que es una eclosión de un fenómeno que, al menos para Jello Biafra, tiene su origen en los grandes medios masivos de comunicación y las redes sociales:

Cuando el Tea Party aparece en un primer momento, bueno, ¡no tenía miembros! Existió en la tele antes que en las calles. Otra vez: ten en mente quiénes son los dueños de las noticias. Hay miles de personas perdiendo sus hogares, perdiendo sus empleos, personas sumamente enojadas, y lo que más quieren los que están a cargo es que esa ira no se desbarranque, que sea dirigida, y aparece esta nostalgia por una suerte de vieja América con Sarah Palin como líder. ¿Hace falta aclarar más? Quieren prevenir el cambio real. Nadie va a mostrar un pobre en pantalla a menos que tenga un arma de fuego en la mano. De nuevo, los seguidores de Obama le fallaron completamente a su presidente. Ninguno salió a la calle. Por cada uno de estos derechistas, estoy seguro de que hay diez mil que piensan como nosotros, pero esos diez mil están con el culo en el sillón de su casa. ®

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Publicado en: Destacados, Enero 2011, La derecha

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