El secreto de los millennials en México

Liderazgo, innovación y creatividad

A diferencia de todas las generaciones anteriores, una vez adoptada una doctrina religiosa o espiritual les era difícil moverse de esas bases crédulas. A los millennials les parece inteligente incorporar a sus vidas lo mejor de cada una.

Es muy probable que quienes nacieron entre 1980 y 1997 sepan claramente que son conocidos como millennials. A diferencia de las generaciones anteriores, a quienes todavía les cuesta trabajo entender quiénes son, simplemente porque millones de ellos no entienden a qué generación pertenecen. ¿Quiénes pertenecen a la generación X y a los baby boomers?

Mientras aquellos nacidos antes de 1980 tuvieron que enterarse de manera indirecta de esa segmentación, lo que sí es claro es que tuvieron que lidiar con guerras, revoluciones, migración del campo a la ciudad, urbanización, la avalancha tecnológica que sentó las bases del Sistema Mundo como lo conocemos y, por supuesto, la aparición de la world wide web, mejor conocida como internet; quienes cumplen en 2023 entre 43 y 26 años de edad es muy probable que conozcan el secreto que se revela aquí.

Tildados de una supuesta fragilidad y vulnerabilidad, estos adultos criados en un entorno familiar donde arrepentirse para obtener la salvación era tan común, han sabido romper el cascarón e incorporar a sus vidas conceptos más globales como el karma de origen hindú y budista; así como el de tikún, concepto de origen judío. Aun cuando los tres conceptos se refieren a estados espirituales de realización material, no son lo mismo. Son tres doctrinas distintas que se refieren al espíritu, pero su complemento, la vida social humana, les da diferentes aproximaciones; eso las hace materialmente distintas. La diferencia es la culpa.

En pocas palabras, en una intención agresiva por comprimir qué es cada uno, podemos decir que el tikún cabalístico impulsa a sus creyentes a reconocer que el mundo es su responsabilidad, que habrán de repararlo y perfeccionarlo como su misión en la vida, mientras que la fe cristiana impone una culpa desde el nacimiento: quien nace debe pedir disculpas y hacer todo lo posible durante su vida para ser perdonado. El karma expone la interconectividad, la evolución espiritual, la responsabilidad personal para vidas venideras y el comportamiento ético. Disculpen el escueto resumen, pues es clara la necesidad por conocerlos, aunque para efectos prácticos convenientes es suficiente.

Por su capacidad de manejo de dispositivos digitales y los avances tecnológicos con los que ha crecido, el acceso a la información casi ilimitado son exponencialmente provocadores de cambios. Entienden que muchas veces no basta con innovar, su ambición es crear.

Para los millennials no hay distancia entre ellas. A diferencia de todas las generaciones anteriores, una vez adoptada una doctrina religiosa o espiritual les era difícil moverse de esas bases crédulas. A los primeros les parece inteligente incorporar a sus vidas lo mejor de cada una. Eso incluye casi todo, es decir, de cualquier tema. Lectura de tarot, internet, Ley de la atracción, purgas, iniciaciones, viajes, trabajo, contratos de arrendamiento, etcétera; a mayor oferta de servicio para bien personal y funcionamiento, será bien recibido; casi sin resistencia o contraposición con otra actitud o idea.

Estas personas gozan de una conectividad global sin precedentes. Por su capacidad de manejo de dispositivos digitales y los avances tecnológicos con los que ha crecido, el acceso a la información casi ilimitado son exponencialmente provocadores de cambios. Entienden que muchas veces no basta con innovar, su ambición es crear. Esto hace que los cambios externos les sean favorables. Se sienten cómodos con la movilidad, por lo tanto la incertidumbre es parte de la vida per se.

Es importante contextualizar a los millennials con las aproximaciones del INEGI; dicen que son alrededor de 30 millones de personas1 este año en México. Son testigos de los efectos positivos y negativos que les da vivir este año bajo el arcano 7 del tarot y empezar el año del Conejo de agua de acuerdo con la milenaria cultura china. Esa comodidad que le imputan los mayores a 43 años de edad les sirve profundamente para no tener que optar por conceptos ni ideas, sino sumar. Atienden a lo mejor que les da cada una de las doctrinas y ponen atención a los riesgos enlistados en los aspectos negativos de cada una de ellas. Pero no dividen, suman.

El ámbito social político es para muchos de ellos algo fuera de su radio de acción. Su compromiso es más global. Perciben la necesidad imperiosa de innovar ante el calentamiento global, las desapariciones forzadas, el integración absoluta social, económica y estructural de la mujer como el reconocimiento de los derechos de las comunidades LGTB+.

Con su rango de edades, fueron ellos los invitados a votar por primera vez en las elecciones presidenciales ganadas por Vicente Fox Quezada. Ese cambio fue la carta de bienvenida a la mayoría de edad, de algunos de ellos hablando en términos políticos; seguramente salieron ilesos a las desilusiones que otros tuvieron, atribuidas a tan peculiar personaje. Supieron que existió el PRI, que el narcotráfico se corporativizó, que el Tratado de Libre Comercio (ahora T–MEC) había entrado en vigor, que algunos homicidios políticos y sociales fueron disparadores de reestructuras sistemáticas en México. Para ellos el cambio es así, tienes que quitar algo para poner otro algo nuevo. Es tan obvio como natural. No sufren el padecimiento de los baby boomers ni el apasionamiento de una promesa que vivieron los Gen X. Se ahorran muchas desilusiones. El ámbito social político es para muchos de ellos algo fuera de su radio de acción. Su compromiso es más global. Perciben la necesidad imperiosa de innovar ante el calentamiento global, las desapariciones forzadas, el integración absoluta social, económica y estructural de la mujer como el reconocimiento de los derechos de las comunidades LGTB+.

Las complicaciones —atribuidas a los mayores— que perciben son más humanas que naturales o de origen. La falta de fortaleza diagnosticada por los Gen X hacia ellos, como síntoma de una enfermedad de los millennials, en realidad les permite ser más ligeros para vivir en comparación con sus antecesores. Lo que se hace con vigor, firmeza, rigor y entereza de carácter, según sus antecesores, a ellos los vuelve más ligeros, sueltos, versátiles, creativos, y eso no implica falta de compromiso, pasión y entrega; por el contrario, es exactamente por ello que pueden aceptar los errores personales con mayor soltura y reducir el stress que viene con equivocarse. Saben que siempre habrá otra oportunidad de hacerlo, incluso de otra manera. La generación perdida (Gen X) padece sus propias derrotas con una fatalidad característica de los baby boomers, y acusan las posibilidades de soltura y adaptabilidad que sí tienen los nacidos después de 1980.

Muchos de los millennials ya son contribuidores de una nueva generación: la llamada Alfa. En 2021 se registraba el nacimiento de cuatro personas por minuto.

Sin duda esa tolerancia a la rigidez que sí tienen los Gen X dio paso a las voces comunitarias dentro de la sociedad mexicana, propuestas trascendentes como la postura de la mujer ante el patriarcado y la segregación discriminatoria de las diversidades sexuales. Los millennials entienden que la experiencia es mucho más importante que la propiedad.

Tal vez eso sea lo que hace a los Gen X ser más centrados en su propio desempeño en la dimensión social. Lo que sí podemos entender es que sus padres fueron quienes recibieron los impactos de los cambios sociales de sus abuelos. Es decir, muchos de los abuelos de los millennials emigraron de las zonas rurales a las zonas urbanas; fueron quienes poblaron las grandes ciudades de México; los abuelos impulsaron la explosión de las escuelas y la producción de profesionistas con sus propios hijos, esto es, los padres y madres de los millennials. La vida tiene influencias desconocidas en lo individual, pero eso no significa que no existan sus efectos.

Hace apenas 19 años, el 4 de febrero de 2004 se lanzó Facebook. ¿Qué sería el mundo y los millennials sin esta red social?

No se resignan a tener culpas solamente por haber nacido, ni creen que se merecen lo que viven porque en otra vida hicieron algo que ahora han de pagar con aquello que les ocurre; en esto se acercan a la corriente del tikún, la posibilidad de hacer lo mejor para liberarse de lo que fue.

Uno de los puntos que podría corresponderles por su edad y el momento histórico circunstancial podría ser el denominado Nuevo Orden Mundial; esta idea no hace ninguna alusión a ningún cambio de paradigma, aunque sí expone totalmente la existencia de una globalización financiera, política y de control. Tal vez no es la reestructura social fundamental que sucedió en la primera mitad del siglo XX, en la cual la clase alta experimentó una reorganización para atestiguar el nacimiento de una clase media y la movilidad social que impuso los últimos sesenta años. Ese evento social ocurrió entre 1914 con la Reforma Agraria y la etapa de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, 1945. Ahora podemos identificar, por sus características de comportamiento y psicológicas, a los llamados millennials como gran parte integrante de la clase media en México. Deben tomarse en cuenta asuntos como el poder adquisitivo, la mayor disposición al consumo de bienes y servicios, la impopularidad en ellos acerca de la inversión en empresas o compras de inmuebles, así como la estabilidad que puede generar al ambiente de calma y terreno político del país, pues sus ideales corresponden con el interés en la ausencia de conflictos entre gobernados y Estado, lo cual genera un escenario de posible tranquilidad en beneficio de las transiciones políticas como la instrumentación de reformas de gobierno y toma de decisiones. Tal y como ocurrió en las décadas de los ochenta y primeros años de los noventa, cuando las reformas del gobierno liberalizaron la economía en México, las cuales promovieron el crecimiento del mercado empresarial y esto repercutió en el fortalecimiento de la clase media. Es necesario contextualizar, pues esto sucedió durante los años de nacimiento de todos los millennials, situación de hecho que no les predetermina, sino por el contrario, les permite entender los factores económicos y políticos desde “un escenario natural”, pues las condiciones humanas que imperan en sus vidas imponen factores en lo que Hannah Arendt llamó la labor, el trabajo y la acción. Viene a cuenta porque de alguna manera da luz —su idea central— sobre lo indispensable de la libertad para la existencia de la política y su postulado sobre que la política como acción es la oportunidad de conectar con los otros, es decir, lo que se construye con la acción humana es claramente a través de la pluralidad misma y propia de la humanidad. En 1950 la clase alta era menos de 5% de la población completa de México.

El Nuevo Orden Mundial será un mito o un pensamiento real, cada quién tendrá su postura, mas los millennials tendrán que resolver sus posturas, interacciones y efectos de si es una cosa —mito— o la otra —realidad—. Aunque los expertos en políticas y finanzas dicen que no hay fundamento para darle cuerda a ese tipo de teorías urbanas, la realidad se construye con ellas.

Todo cabe a cuenta. Todo está conectado. Los millennials no solamente lo saben, lo viven. Todos los días entienden la existencia de la lattice como un gran entramado en el cual se vive, la red en donde todo es posible, pero con la disidencia de la inmutabilidad que impone la opinión sobre el karma al poder pensar que todo está destinado y nada se puede hacer para cambiarlo; por el contrario, saben de su capacidad de innovar e incluso de crear nuevos escenarios fuera de la caja, que sean beneficiosos y que no impongan cargas sofocantes, pues al enaltecer la importancia de la experiencia individual y personal sobre la propiedad privada empujan las circunstancias de manera positiva para que esa experiencia sea la mejor posible mientras se tiene vida. No se resignan a tener culpas solamente por haber nacido, ni creen que se merecen lo que viven porque en otra vida hicieron algo que ahora han de pagar con aquello que les ocurre; en esto se acercan a la corriente del tikún, la posibilidad de hacer lo mejor para liberarse de lo que fue. Hacer con lo que se es lo que se puede ser. Comportándose de manera compasiva, empática, colaborativa a su manera, pues entienden al planeta como un globo que tienen todas sus pequeñas millonésimas partes interconectadas y cada una influye con la otra, no sobre la otra; lo cual hace que esa pluralidad divergente en sus más elementales proporciones sea de aceptación e integración y no solamente de respeto frente a los otros; situación que, en otro sentido, fue bandera de los Gen X y ocasionó guerras, enfrentamientos, muertes de millones de personas, empeorando el panorama.

Así, su ánimo por la comodidad, su perspectiva de la diversidad, la necesidad de ser incluyentes, la exaltación de la experiencia, la existencia de la nube y la flexibilidad son todos síntomas del secreto con el que nacieron, con el que viven y con el que construyen este mundo, la manera en la que operan sus sistemas, hasta la redacción de esta parte de la historia de México que deberá reconocerles su aportación no solamente a una nación, sino a un mundo mejor.

Ante la aparición de la inteligencia artificial y la incorporación de una nueva perspectiva del espacio personal lo único que queda es una pregunta: ¿Cuál es la grata sorpresa que nos espera a quienes estamos a dos escalones de llegar a los sesenta y más? ®

Nota

1. Véase aquí.

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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