Elena Garro sobre el caso de Régis Debray

El intelectual y los movimientos sociales

La historia de Elena Garro y la de Régis Debray son mucho más similares de lo que parecen, y por eso la escritora fue capaz de empatizar desde un principio con la causa por la liberación del joven francés.

Uno de los artículos de Elena Garro sobre el escritor y filósofo francés Régis Debray.

La escritora y periodista Elena Garro es conocida por sus reportajes que amplificaron la lucha de los movimientos populares en México. La lucha de los campesinos e indígenas por sus tierras fue una de las causas que impulsó su activismo social, pero la crítica iba más allá de las tierras y la desposesión de los grupos marginados. Ella se oponía fervientemente a los mecanismos represivos del gobierno mexicano y llegó también a expresar su desacuerdo con regímenes autoritarios en América Latina. Otro problema que Garro evidenció en sus escritos fue la censura de las narrativas presentadas por los medios, afirmando que “la verdad oficial está muy lejos de la verdad” (Rosas Lopátegui, El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica 90), sugiriendo que no se debe confiar ciegamente en los discursos perpetuados por los medios de comunicación. Una de las instancias en las que ella se pronunció abiertamente en contra de un gobierno autoritario y violaciones de los derechos humanos fue el arresto del periodista francés Régis Debray en Bolivia.

La escritora tenía una gran admiración por el joven francés. Régis Debray es un periodista y autor francés, que ha investigado y teorizado causas revolucionarias en Latinoamérica, enfocándose en las tácticas de guerrilla y el pensamiento de líderes revolucionarios cubanos.

Pero ¿quién es Régis Debray? Garro lo describe como “un ejemplo para América” (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos”). Es claro que la escritora tenía una gran admiración por el joven francés. Régis Debray es un periodista y autor francés, que ha investigado y teorizado causas revolucionarias en Latinoamérica, enfocándose en las tácticas de guerrilla y el pensamiento de líderes revolucionarios cubanos. Esta investigación de teoría y práctica revolucionarias lo llevó a Bolivia, a investigar las ideas revolucionarias de ese país. Debray “se dedicó … al estudio de la historia, la geografía, etnología, economía política, etcétera” de América Latina después de haber experimentado cómo conectar la teoría y la práctica (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 533).

En el año 1967 Bolivia atravesaba un momento crítico en cuanto a condiciones sociopolíticas. En noviembre de 1964 un golpe militar derrocó al gobierno previamente establecido por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en 1952. Malloy y Gamarra (Malloy & Gamarra 88) explican que la revolución de 1952 tenía como desafío poner en marcha un nuevo modelo económico, para poder eventualmente lograr un rápido desarrollo económico. Otro desafío era el de crear y organizar instituciones políticas para poder formalizar y regular el apoyo de los sectores sociales que habían sido movilizados por la revolución. Los ideales del MNR estaban parcialmente inspiradas por la Revolución Mexicana y el modelo de Estado centralizado que se había establecido con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en ese país, rechazando también un modelo de desarrollo socialista, e instrumentando a su vez “un modelo de capitalismo de Estado en el cual el mercado pudiera operar dentro de un marco de reglas establecidas por el mismo Estado, el cual, a su vez, se convertiría en una de las principales fuerzas empresariales” (Malloy & Gamarra 88), pero a lo largo de los años hubo mucha resistencia por diferentes grupos a los cambios sugeridos por el MRN.

Estas políticas crearon varios conflictos, culminando eventualmente en grupos militares que, con el apoyo de grupos que estaban cansados de lo impuesto por la MNR, tomaron control del gobierno en 1964. Este régimen militar estaba encabezado por el general de las fuerzas armadas René Barrientos Ortuno y el general del ejército Alfredo Ovando Candia. Barrientos, quien comandaba las fuerzas represoras del régimen, logró legitimar su gobierno al ser oficialmente electo presidente en el año 1966. Su modelo de gobierno basado en el capitalismo agresivo debilitó a la fuerza laboral boliviana a través de violentas represiones a cargo de fuerzas militares. Uno de los objetivos de su modelo de gobierno fue estimular al sector privado y fomentar la inversión extranjera, justificando así la represión a la clase trabajadora que se oponía a estas políticas (Malloy & Gamarra 90–92).

Elena Garro se pronunció en una serie de artículos publicados en la revista Sucesos Para Todos sobre las condiciones del periodista francés, expresando su desacuerdo con la manera en la que éste estaba siendo tratado por la policía militar boliviana.

A Régis Debray le interesó la cuestión boliviana, ya que en ese entonces se desempeñaba como profesor de historia en la Universidad de La Habana y había ya visitado Bolivia en otras ocasiones (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 527). Según los artículos de Garro, la presencia de Debray en Bolivia se debía a “la vocación de pureza y al espíritu de sacrificio de este joven admirable” (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 532). Su interés en los movimientos revolucionarios de América Latina lo llevó a continuar su labor periodística en el país andino en abril de 1967, atendiendo las cambiantes circunstancias sociopolíticas. Elena Garro se pronunció en una serie de artículos publicados en la revista Sucesos Para Todos sobre las condiciones del periodista francés, expresando su desacuerdo con la manera en la que éste estaba siendo tratado por la policía militar boliviana.

Las circunstancias del arresto de Debray fueron confusas desde un inicio, anunciándose primero su muerte en un operativo militar contra la guerrilla, en una zona rural de Bolivia, donde supuestamente también perecieron otros dos periodistas extranjeros: George Andrews Roth y Carlos Alberto Fructuoso (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 524). La difusión de este tipo de noticias era una práctica común de los gobiernos dictatoriales de América Latina, donde la prensa tenía un papel importante en la construcción y sostenimiento de los discursos represivos del estado (Schindel 13–14). Al “asesinar” a personas que podían ser consideradas como amenazas para el régimen autoritario, a las fuerzas represoras les es mucho más fácil “desaparecer” a esas personas, ya que para el público ellos ya están muertos, simplemente por estar en el lugar equivocado al momento equivocado.

Cuando colegas y amigos del periodista francés cuestionaron la noticia de su muerte descubrieron que en realidad los tres periodistas fueron aprehendidos en un lugar muy alejado de donde se localizaban los conflictos con las guerrillas, y que al momento de su detención estaban desarmados y vestidos de civil (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 524–25). Esto contradecía a la versión del gobierno que pretendía involucrar a los periodistas extranjeros con las guerrillas, ya que ellos estaban solamente cumpliendo con su labor periodística, y no había indicios de su involucramiento activo con los grupos guerrilleros. Debray particularmente estaba buscando aprender más sobre la corrupción en los países latinoamericanos y su relación con los movimientos revolucionarios (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 546). Por lo tanto, su presencia en una zona rural, afectada por la pobreza, la corrupción y el abandono del gobierno, probablemente era nada más parte de su proceso de investigación, ya que siempre estaba buscando conocer más.

Varias minas ricas en minerales y metales raros o preciosos se entregaron a corporaciones estadounidenses, y según Garro, esto no fue una coincidencia. El presidente Barrientos recibió educación militar en instituciones establecidas por Estados Unidos, notablemente en Texas y Fort Gulick, Panamá.

Garro hace un contraste interesante, posicionando a Debray como un intelectual, en oposición con los “gorilas” del gobierno, quienes lo consideran un enemigo peligroso por considerar necesario “detener el crimen colectivo que se ejerce sistemáticamente contra las poblaciones inermes de Suramérica” (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 527). Es interesante la comparación que Garro hace, igualando a oficiales de gobierno autoritarios con animales salvajes, bajándoles de categoría a algo subhumano, dando a entender que no considera humanos a quienes son capaces de cometer atrocidades en contra de otras personas. Garro define al “gorilismo” como una extensión del mito del “buen salvaje” propuesto por Jean–Jacques Rousseau, en el que “los gorilas se apropian de leyes que ni entienden ni aplican … se cuelgan galones militares que no corresponden ni a su condición ni a su situación real … imitan gestos externos” y desconocen los derechos humanos (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 537–38). Según el entendimiento de Garro, un intelectual representa el temor más grande de los gorilas, ya que los gorilas no toleran la inteligencia.

Garro destaca la influencia estadounidense como responsable de la aparición de las guerrillas en Bolivia, ya que la expropiación de minas en ese país privó al pueblo boliviano de la posibilidad de explotar sus propios recursos naturales. Varias minas ricas en minerales y metales raros o preciosos se entregaron a corporaciones estadounidenses, y según Garro, esto no fue una coincidencia. El presidente Barrientos recibió educación militar en instituciones establecidas por Estados Unidos, notablemente en Texas y Fort Gulick, Panamá (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 527). Al llegar al poder continuó recurriendo al gigante norteamericano para dirigir la “propaganda” y administración de su gobierno, en la forma de la Hamilton Wright Corporation con base en Nueva York (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 529). Debido a las dinámicas geopolíticas de la época: la guerra fría y la lucha por el control de gobiernos por parte de los bloques capitalista y comunista respectivamente, para un gobierno fuertemente influenciado por el eje del bloque capitalista, Estados Unidos, un intelectual de izquierda, interesado en las tácticas revolucionarias de países bajo gobiernos socialistas, representaba claramente una amenaza para la estabilidad del régimen autoritario de Bolivia.

Bajo la influencia de Estados Unidos, según Garro, el gobierno de Barrientos encontró a quien culpar por todos sus males, como por ejemplo la masacre de la noche de San Juan de 1967. En este acto atroz de represión violenta un grupo de mineros fue atacado por soldados en la localidad de Catavi cuando celebraban pacíficamente la fiesta de San Juan (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 539). Catavi ya había sido sitio de otra masacre de obreros de las minas en 1942, dando inicio al MNR y eventualmente a la Revolución Boliviana de 1952 (Pinto 94; Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 528). Aunque Debray no haya tenido nada que ver con estos sucesos directamente, su supuesta asociación con los grupos guerrilleros lo hacían responsable de cierta manera de los conflictos y las muertes causadas en éstos.

Garro reconoce a Debray como un símbolo que representa al mito del Che Guevara, gracias a su labor investigativa sobre los procesos revolucionarios liderados por éste. Al declarar que Debray debe ser fusilado, lo que Barrientos realmente da a entender, según Garro, es que se debe fusilar la idea de la revolución en América Latina.

Garro concluye en su reporte del 10 de junio de 1967 para Sucesos Para Todos que la influencia estadounidense insiste en “el asesinato del hambriento” (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 530). Esto se puede interpretar como una crítica al sistema capitalista impulsado por Estados Unidos, en el que el obrero es solamente útil mientras sea sumiso y productivo. Una vez que el obrero se organiza con sus camaradas, y deja de producir, se convierte en un “hambriento”, ya que el sistema le impide subsistir sin producir para quienes están en el poder. Al convertirse en una pieza no productiva del sistema el hambriento debe ser eliminado, ya que se convierte en una carga para la sociedad. He ahí una de las contradicciones del capitalismo: el sistema depende de la existencia de una clase obrera, pero al mismo tiempo reivindica la eliminación de los hambrientos una vez que dejan de ser productivos para el sistema.

Aparte del simbolismo de querer asesinar al hambriento, Garro reconoce a Debray como un símbolo que representa al mito del Che Guevara, gracias a su labor investigativa sobre los procesos revolucionarios liderados por éste. Al declarar que Debray debe ser fusilado, lo que Barrientos realmente da a entender, según Garro, es que se debe fusilar la idea de la revolución en América Latina, la cual está presente en el espíritu de todos los oprimidos en el continente (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 531–32). La crítica de Garro pone al frente el subtexto de los discursos propagados por el gobierno boliviano, que utilizó a un joven extranjero como símbolo de la ideología enemiga, por el hecho de atreverse a cuestionar la versión de la verdad de la narrativa dominante. Sin embargo, para los intelectuales, Debray se convirtió en un símbolo de resistencia, un ejemplo claro de que las personas con pensamiento crítico son capaces de separarse de sus propios privilegios para analizar la realidad a través de perspectivas diferentes, y así tener una mejor comprensión de la situación de los grupos marginalizados y poder unirse a la lucha por causas justas.

Elena Garro claramente admiraba a Debray porque hizo lo que ella no podía por limitaciones patriarcales: renunciar a sus privilegios y acompañar las luchas hasta el final. Desde niña, Elena tuvo una inclinación hacia el activismo social y las fuerzas revolucionarias, y jugaba con su hermana a combatir gobiernos dictatoriales y liberar a la gente de injusticias. Esta convicción influenció su decisión de unirse a la lucha de los campesinos de Ahuatepec por sus tierras y en contra de los atropellos del gobierno para desposeerlos de su sustento. Elena se involucró en la lucha campesina, así como Debray, a través del periodismo, publicando artículos en el semanario Presente!, llegando a publicar cuatro artículos sobre la situación en Ahuatepec (Rosas Lopátegui, El Asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica 91–93). Ya que su figura como escritora y activista incomodaba al gobierno, su activismo fue cortado bruscamente por el gobierno mexicano, pues la sociedad patriarcal mexicana no podía permitir que una mujer amplifique en lenguaje intelectual la voz de una lucha que iba en contra del gobierno. Es por eso que las fuerzas del gobierno la mandan a un exilio, para que ella no pueda continuar apoyando la lucha de los olvidados de la manera en la que lo venía haciendo (Rosas Lopátegui, El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica 93).

La corriente ideológica de Debray está presente y se destaca en dos de sus afirmaciones. La primera es que “los intelectuales deben de ser concretos, si no, se convierten en payasos o en traidores”, y la segunda es que “si América Latina necesitaba teoría, Europa necesitaba acción” (Rosas Lopátegui, “El Periodismo de Elena Garro: Artículos” 533). Al analizar estas ideas se puede interpretar que Debray siempre creyó que los intelectuales debían involucrarse en las luchas sobre las que teorizaban, que era necesario para ellos abandonar sus posiciones privilegiadas si es que de verdad querían entender las causas, los orígenes y las metas de los oprimidos. Debray también da a entender el daño que el colonialismo europeo causó en América Latina, ya que posiciona a Europa como los teorizadores y a Latinoamérica como el lugar donde se tomó acción para deshacer el legado dañino de las estructuras coloniales diseñadas para oprimir. Al sugerir que a Europa le falta acción, Debray indica que las clases oprimidas en Europa deberían aprender de los movimientos revolucionarios latinoamericanos para poder alcanzar una verdadera justicia social. Con estas ideas Debray invierte la dinámica de la creación de conocimiento, que tradicionalmente posiciona a Europa como el lugar donde se produce el conocimiento y a América Latina como el lugar que es estudiado. Garro admira las ideas revolucionarias de Debray y respeta su posición como intelectual, y se le nota apasionada por la causa de liberación del periodista francés. Elena Garro reconoce el potencial del activismo a través de las letras y se opone fervientemente a la represión y la censura de gobiernos autoritarios que intentan aniquilar cualquier idea revolucionaria. Por eso se involucra personalmente, en su labor de periodismo investigativo, en denunciar la injusta aprehensión de un intelectual, como ella, que buscaba entender mejor las luchas sociales a través del involucramiento directo en las causas, aunque estos hechos hayan tenido lugar en otra parte del continente.

Elena Garro decidió dar a conocer la situación de Régis Debray a su audiencia mayormente mexicana en ese entonces. Las razones por las que ella expuso las injusticias cometidas en contra de un joven europeo en un país de América del Sur tienen que ver con el hecho de que el círculo intelectual era capaz de separarse de las causas sociales, más aún aquellas que tenían lugar lejos de México. La escritora reconoció un paralelismo entre la situación en Bolivia y el régimen autoritario en México, y en cierto modo predijo su propio destino al ser una intelectual que no se iba a someter a las ideologías impuestas por el gobierno. A pesar de que Garro nunca fue encarcelada en México, experimentó otro tipo de prisión, o más bien, asesinato en vida, ya que la censura y la persecución injusta la llevaron al exilio y a la miseria, donde se hizo mucho más difícil hacer uso de su brillante talento como escritora.

La historia de Elena Garro y la de Régis Debray son mucho más similares de lo que parecen, y por eso la escritora fue capaz de empatizar desde un principio con la causa por la liberación del joven francés. Es claro que la escritora admiraba profundamente el intelecto y el activismo de Debray, y es posible que ella se veía reflejada en su persona y temía que el autoritarismo le haría correr la misma suerte eventualmente. Al hacer pública su oposición al tratamiento injusto hacia los periodistas aprehendidos sin causa aparente, y torturados para probar un punto, ella exponía hasta dónde era capaz de llegar un gobierno autoritario para aniquilar ideas revolucionarias, a manera de advertencia por la presencia de las mismas tendencias represivas en México.

Las ideas de Garro y Debray siguen siendo relevantes en los tiempos en los que estamos viviendo, ya que, aunque la mayoría de los gobiernos latinoamericanos ya no son abiertamente autoritarios, el peligro para los opositores a los intereses capitalistas del gobierno sigue presente. Un ejemplo reciente es el asesinato de Berta Cáceres, activista indígena por el medio ambiente asesinada en Honduras por oponerse a la entrega de los bienes naturales por parte del gobierno para su explotación por corporaciones transnacionales (Homand 124–25). La represión de los campesinos que luchan por sus tierras también sigue presente en la mayoría de los países latinoamericanos, donde a través de mecanismos opresivos se apropiaron de grandes extensiones de tierra durante la duración de los regímenes autoritarios. Las personas con ideas revolucionarias siguen corriendo peligro, ya que los gobiernos en América Latina, aunque sean más cuidadosos en cuanto al respeto por los derechos humanos, aún son capaces de usar tácticas que quedaron como vestigios de las dictaduras. Los escritos de Garro, relevantes como siempre, nos ayudan a entender aún más estas tácticas y mecanismos, como para que hoy día podamos reconocer las señales de la tiranía, y así unirnos a causas sociales con las herramientas y el conocimiento necesarios para poder confrontar las estas ideas. ®

Referencias

Debray, Regis. Revolution in the Revolution?: Armed Struggle and Political Struggle in Latin America. Verso Books, 2017.
Homand, Jennifer. “Berta Cáceres y el mortal costo de defender la tierra y la vida.” Ecología Política, no. 51, 2016.
Malloy, J. M., & E. Gamarra. “La transición a la democracia en Bolivia.” Apuntes. Revista de Ciencias Sociales, no. 17, 1985, pp. 87–108, https://doi.org/10.21678/apuntes.17.219.
Pinto, María Teresa. “Las élites y el pueblo, sus alianzas y sus divisiones. Estudio comparativo de las coaliciones democráticas en Bolivia (1952 y 1985).” Análisis Político, vol. 18, no. 54, 2005, pp. 88–100.
Rosas Lopátegui, Patricia. El asesinato de Elena Garro. El periodismo a través de una perspectiva biográfica. Editorial Porrúa, 2005.
Rosas Lopátegui, Patricia. “El periodismo de Elena Garro: Artículos.” El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica, Segunda Edición, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2014, pp. 524–148.
Schindel, Estela. La desaparición a diario: Sociedad, prensa y dictadura (1975-1978). Eduvim, 2011.

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Publicado en: Ensayo

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