En busca de los mayas perdidos

Un documental de History Channel

El documental Exploración Maya presenta como tema central —más allá de que se aboquen hacia algunos aspectos específicos— las tesis o las ideas de la caída del mundo maya en el Clásico. Se maneja una gama de teorías que van desde las guerras, las catástrofes ecológicas hasta los colapsos socio-religiosos.

Calakmul

Los reporteros que acudimos a la convocatoria hecha por el History Channel —con el propósito de cubrir parte del rodaje del documental Exploración Maya — aprovechamos el desayuno en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para intercambiar miradas, tarjetas de presentación —soy el único que no tiene una—, datos y preguntas que buscan lograr un tanteo general del otro antes que saciar una curiosidad puntual. Los representantes del canal intentan coordinar el incesante intercambio de información que flota por encima de los chilaquiles y los huevos rancheros.

Dos horas más tarde una reluciente camioneta blanca nos espera a la salida del aeropuerto de Villahermosa bajo el ardiente sol tropical. La abordamos para seguir el trayecto rumbo a nuestro hotel en Palenque. Las famélicas vacas esparcidas sobre las inmensas llanuras verdes se inclinan sin despegar sus hocicos de la tierra para succionar el pasto húmedo como una plaga de mosquitos post-apocalípticos. Las torres de luz emergen entre la densa maleza como palmeras para alimentar a los poblados semidespoblados que se interponen entre Villahermosa y Palenque. Cuatro hombres armados con rifles semiautomáticos descansan sobre un auto blindado al lado de unos abarrotes. Beben coca-cola y sudan a borbotones debajo de sus chalecos antibalas mientras que un águila vuela en círculos sobre sus cabezas, como el cliché de un augurio caricaturesco. “Bienvenidos a Chiapas: tierra de maravillas naturales”, anuncia un letrero seguido por espectaculares que aparecen de vez en vez con los rostros de una gama de candidatos electorales cuyas sonrisas inspiran más miedo que esperanza.

La mañana siguiente salimos rumbo a Bonampak. La vegetación comienza a cobrar mayor volumen conforme nos adentramos en la selva. Las ramas de los árboles se inclinan hacia el pavimento como para marcar su territorio. Dado el tamaño descomunal de las plantas, uno no se sorprendería en lo absoluto si viera a un tiranosaurio asomarse por encima de los árboles. Los intensos tonos verdes de la selva penetran y saturan las pupilas como toneladas de cilantro dentro de una procesadora de alimentos. Una niña descalza sigue a su madre embarazada que carga un jarrón sobre su cabeza y se abre camino entre la maleza con un machete enorme hasta que ambas desaparecen de la carretera —en la selva, un machete es el equivalente a una linterna. Enfoco la mirada en busca de más estereotipos folklóricos.

Nos estacionamos en la entrada al sitio arqueológico para encontrarnos al equipo de rodaje ensayando la escena en la que Danilo Darkic (el conductor de Exploración Maya) entra a Bonampak. Enseguida nos reciben Emiliano Gallaga, director del INAH en Chiapas, y el doctor Luis Alejandrino Torres Montes, un destacado investigador del azul maya por parte de la UNAM, quienes nos guían a los palacios de Bonampak.

“En el 74, después de concluir una reunión que pedimos a la UNESCO para el estudio de la restauración de los murales, nos estrellamos al despegar de Bonampak y desde entonces no había vuelto”, dice Torres Montes con una sonrisa nostálgica que recorre la diminuta pista de aterrizaje de pasto para luego mostrarnos la cicatriz que quedó como el recuerdo de un cráneo fracturado.

“Estamos en territorio comanche, ni un policía federal puede entrar aquí”, nos advierte Gallaga sobre los códigos de conducta que debemos seguir a la vez que señala a los lacandones que vigilan nuestro recorrido sigilosamente. “Si quieren tomarles una fotografía primero tienen que pedirles permiso”, añade.

Un glifo pudo haber sido propaganda política, otro propaganda religiosa, otro lo que quiso decir el vencedor o el vencido, etcétera. El objetivo de la arqueología y de este proyecto es contrastar todos los elementos con los que contamos frente a la historia escrita de los mayas.

“Sólo tenemos 3,500 sitios arqueológicos registrados de un universo de cerca de cuarenta mil. La arqueología es una de las actividades más caras del mundo y no hay suficiente dinero como para sacar todo lo que queremos sacar, ni espacios de bodega ni suficientes museos para guardar todo el material que vayamos recolectando. En realidad no sabemos qué tanto más tenemos porque hay áreas inexploradas”, dice Gallaga. “Es muy caro sostener un proyecto de investigación arqueológica. Para darles un ejemplo, a la federación le cuesta mensualmente alrededor de un millón 500 mil pesos mantener Palenque. Las entradas del boletaje nos ayudan para salir tablas. La función principal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no es la de generar ganancias sino llevar a cabo la difusión, investigación y preservación del patrimonio cultural mexicano. Todo el dinero que se recauda de las zonas arqueológicas a escala nacional no se queda en el INAH sino que se va a una cuenta concentradora de Hacienda en donde entran todos los recursos del país por concepto de impuesto, petróleo, divisas, etcétera, y con base en eso se crea el presupuesto para el año siguiente. Si bien el INAH no da beneficios directos a las comunidades, sí genera espacios de empleo y el turismo que atraen las zonas arqueológicas inyecta mucho dinero a la economía local”, asegura Emiliano.

“Este documental es una coproducción entre el History Channel y el INAH. Pensamos que desde los últimos documentales hasta éste ha habido mucha más actividad, más investigación, tanto nacional como extranjera, y creemos que ahora tenemos algo nuevo que decir. En algún momento se decía lo mismo en los documentales y no se contaba con nueva información que contraviniera lo anterior. En este momento contamos con más evidencia, no sólo en México sino en toda la región maya, que nos permite tener una visión más compleja de lo que estaba sucediendo en estos territorios. Sobre todo en la última década ha habido avances impresionantes en la lectura de glifos que nos han permitido tener una idea mejor de qué es lo que estaba sucediendo, aunque siempre con la conciencia de que lo que está escrito no necesariamente es la verdad. Un glifo pudo haber sido propaganda política, otro propaganda religiosa, otro lo que quiso decir el vencedor o el vencido, etcétera. El objetivo de la arqueología y de este proyecto es contrastar todos los elementos con los que contamos frente a la historia escrita de los mayas.

Exploración Maya pretende presentar como tema central —más allá de que se aboquen hacia algunos aspectos específicos— las tesis o las ideas de la caída del mundo maya en el Clásico. Se maneja una gama de teorías que van desde las guerras, las catástrofes ecológicas hasta los colapsos socio-religiosos. De hecho, justamente están aquí en Bonampak para tratar el aspecto de la guerra que se ve retratado en este sitio. Lo que algunos de nosotros pensamos es que no fue una sola causa la que llevó a la decadencia del mundo maya sino varias que fueron sucediendo en distintas regiones, y como todas están conectadas de alguna manera, lo que le afectaba a una le afectaba a la otra en lo que creemos fue un efecto dominó. Es importante mencionar que el colapso de estas ciudades no significa que los mayas hayan desaparecido, seguimos teniendo los mismos tres millones de personas, sólo que en lugar de estar concentrados en cinco ciudades grandes están distribuidas en cien poblados de alrededor de 15 mil habitantes. Así, lo que encontramos en el Pre-Clásico es una dispersión hacia ciudades pequeñas. Después del Clásico las ciudades grandes desaparecen; a lo mejor no se dejaron de habitar pero a partir de entonces ya no fungen un poder hegemónico y de concentración de gente. Cuando llegaron los españoles se encontraron con esto, con pequeñas comunidades esparcidas en la selva y sí, algunos centros de poder en la costa donde seguía existiendo el comercio; pero ya lo que era el Clásico maya de grandes ciudades-Estado dejó de existir”, explica Gallaga afuera de los murales de Bonampak.

Palenque

Bajamos los estrechos escalones de la pirámide para alcanzar a Alejandrino Torres, que se encuentra hipnotizado por el calor que emana de la olla que contiene su teoría sobre el azul maya. “La idea original del doctor Rutherford J. Gettens —maestro de Torres Montes en la Universidad de Nueva York y uno de los investigadores más reconocidos de este pigmento prehispánico— es que el azul maya es una fórmula que se perdió cuando llegaron los españoles. Pero yo encontré que en muchos murales de conventos del siglo XVI había un pigmento idéntico al azul maya. Se pensaba que era una arcilla rara, entre las cuales resaltan la paligorskita, la atapulgita, sacalum y montmorillonita. Gettens, ya con técnicas modernas e infalibles como la difracción con rayos X, pudo ver cuál era la estructura del material. Encontró que en efecto se trataba de una arcilla, pero que ésta era de color blanco, y entonces se preguntó de dónde venía el azul y buscó elementos que le dieran cromógenos como el cobre, el hierro, el cobalto, etcétera. Pero no existía ningún patrón como para atribuirle el color a algún elemento cromógeno”, dice Alejandrino. “Un químico de arcillas hizo lo que yo estoy haciendo ahora. Tiñó la arcilla con diferentes técnicas, la calentó y obtuvo las propiedades del azul maya. Si uno junta el calor, la arcilla y el añil, se obtiene el azul maya”, dice Torres Montes mientras señala la mezcla ardiente que burbujea dentro de la olla. “Mi participación en este documental es poner a prueba una de tantas teorías sobre las técnicas de preparación del azul maya. Este sitio y el azul maya son muy importantes porque se supone que los murales de Bonampak son las obras de arte prehispánico más importantes que existen. Es la primera pintura americana en donde las figuras ya no son completamente planas”, añade con unos ojos radiantes antes de despedirse para colocarse frente a la cámara. Los monos aulladores parecen alegrarse de nuestra partida.

Una de las reporteras del grupo hace caso omiso de las advertencias que se nos hicieron con respecto a los códigos de conducta de los lacandones. Confunde nuestro trayecto de regreso hacia Palenque con el Serengueti. Desenfunda su cámara para dispararle a cada uno de los niños que se cruzan en nuestro camino como si se tratara de leones caminando sobre las banquetas de Copenhague. “Ay, pero miren qué lindos son”, es el suspiro que llega invariablemente después de cada pestañeo del diafragma que deja en los rostros de los niños un resentimiento tibio que parece reconocer inmediatamente este tipo de maternalismo zoológico. Siento empatía hacia los lacandones: soy un autóctono del descontento.

Tres horas de lluvia y relámpagos marcan nuestro trayecto hacia el hotel. Llegamos de noche y esperamos a Danilo Drakic en el restaurante, matando el tiempo con la ayuda de unos cuantos whiskeys cortesía del History Channel, benditos sean.

“Yo me enteré de este proyecto gracias a unos amigos en la Ciudad de México, que también participaron en el casting para el documental. Lo primero que History Channel puso como requerimiento era que los candidatos a conductores debían de ser arqueólogos de profesión, aunque no necesariamente alguien especializado en el área maya. Mis conocimientos en la materia son básicos”, confiesa Drakic. “Pienso que la cultura maya es una de las más importantes de México debido al gran desarrollo que tuvo en las matemáticas, la economía, la astronomía, etcétera. En realidad estoy aprendiendo muchísimo conforme avanza el rodaje. He tenido la oportunidad de participar en otros documentales de historia en Baja California pero nunca como conductor. El programa en sí ya cuenta con una estructura premeditada de las secuencias y los capítulos, con base en esa pauta yo hago preguntas que intentan satisfacer mis inquietudes como arqueólogo. Sí, parte de la idea de haber seleccionado a un arqueólogo para este programa era justamente darle un toque más discursivo al documental, que sea menos acartonado. A pesar de que hay un guión establecido sí cuento con la libertad de estructurar algunas preguntas que van surgiendo de manera espontánea. Lo que se quiere lograr con esto es mostrar que hay conocimiento y que estoy compenetrado con los temas que toca Exploración Maya.

”Recorrimos muchos sitios arqueológicos a lo largo del rodaje; todos éstos obedecen a un orden cronológico diseñado meticulosamente. Ahora estamos trabajando en toda la zona de Chiapas que es el esplendor de la cultura maya reflejado en el Clásico. La ruta va a concluir en Quintana Roo donde se ve representado el Post-Clásico maya; Kobá y Tulum son sitios arqueológicos que ya estaban en contacto cuando llegaron las primeras exploraciones españolas. Hay una cantidad inmensa de ciudades mayas, entonces tuvieron que hacer una selección de ciertos sitios que lograran reflejar lo que pretende mostrar este documental. El programa está seccionado en cuatro capítulos que a su vez están compuestos por cuatro bloques. Exploración Maya toca aspectos muy importantes, no se está viendo a la cultura maya como una cultura desaparecida como siempre se ve. La idea central de Exploración Maya es mostrar la grandiosidad de esta cultura, el gran conocimiento que tenían, pero también mostrar que esta cultura sigue viva.

”No quise estudiar a otros conductores porque preferí dejar que fluyera todo lo que yo podía aportarle al programa y evitar cualquier imitación. Espero haberlo hecho bien, eso lo decidirán los televidentes”, dice Danilo con una sonrisa amplia mientras que en el fondo del acondicionado restaurante suena la “Balada para Adelina” interpretada por la eterna insipidez de Clayderman. Cada nota es una daga que atentada en contra de la inteligencia de cualquier ser viviente, de cualquier cultura.

El desayuno de la mañana siguiente se convierte en una pequeña rueda de prensa con el director (Diego Palacio) y el productor (Alejandro Ravazzola) de Exploración Maya.

“Uno de los desafíos fue armar el recorrido, saber qué íbamos a hacer en cuanto al contenido, porque lo que buscamos es contar una historia, pero la escena se basa en hechos reales y teníamos que ligarlo todo en una narración”, dice Ravazzola. “El guionista tuvo que trabajar arduamente para juntar todos los datos y así poder dividir el rodaje por zonas, por temas, y después lograr encontrar los puentes que unifican un tema con el otro. Una vez que pudimos armar el recorrido llegó el tema de la logística. El documental se basa tanto en descubrimientos arqueológicos como en las experiencias con los mayas actuales que habitan la zona, y apoyándose en las dos partes, en el pasado y el presente, sabemos a dónde dirigirnos para entender esta cultura”, añade el productor de Exploración Maya.

Una de las reporteras del grupo hace caso omiso de las advertencias que se nos hicieron con respecto a los códigos de conducta de los lacandones. Confunde nuestro trayecto de regreso hacia Palenque con el Serengueti. Desenfunda su cámara para dispararle a cada uno de los niños que se cruzan en nuestro camino como si se tratara de leones caminando sobre las banquetas de Copenhague.

“Danilo maneja muy bien el contacto con los lugares nuevos”, interviene Diego Palacio. “Su apertura nos resulta muy positiva para la forma en la que queremos contar el documental ya que él se nutre, pregunta, interactúa con la gente y con esto logra romper con el formato tradicional de los documentales. Danilo es la persona que crea ese puente entre el pasado y el presente del que habla Alejandro. Percibe muy bien las experiencias. Te diría que History Channel nos exigió que hubiera una novedad en cuanto a la forma del relato; sin descuidar las previstas que tiene el canal respecto al espectador”, añade Diego para concederle la palabra a Ravazzola. “Tanto en lo que se refiere a lo visual como al contenido, la sensación que le va a quedar a los televidentes va a ser distinta a cualquier otro documental que hayan visto, y la clave de esto está en Danilo como conductor de un programa, pues además es arqueólogo, lo cual no es un detalle menor. Nosotros estuvimos repasando programas previos de todos lados y no encontramos uno solo con esta apuesta tan arriesgada”, asegura Alejandro. “Danilo aporta una cuestión de credibilidad y una suerte de enganchar con el medio en el que se está moviendo que no se encuentra en otros documentales. Esto se consideró a la hora de escribir el guión; es decir, siempre se lucen los sitios arqueológicos que son imponentes y se lo merecen, pero también nos esforzamos en lograr que esas piedras cobren vida gracias a la interacción con la gente. Alejandro Navarrete, integrante del INAH, es otra de las piezas clave en nuestro equipo; es nuestra llave para entrar a las zonas arqueológicas. El proceso, desde la preproducción hasta el corte definitivo puede tardar poco más de un año. Quienes vean la serie van a entender al final que los mayas nunca desaparecieron. Sería liadísimo conocer toda Latinoamérica de la manera que lo propone History Channel con este documental”, expresa Ravazzola.

“Llévese su agua, su gatorade, su coca-cola, le va a hacer falta”, advierten una tras otra las voces que salen de los puestos del tianguis en la entrada al sitio arqueológico de Palenque, en donde se venden sombreros de charro y vaqueros, cachuchas, huipiles, camisetas de la selección, chales, entre otras cosas, como haciendo una alusión a un proyecto de nación patrocinado por la cerveza Sol.

La reportera roba-almas-de-niños-lacandones no desperdicia la oportunidad para posar frente al camarógrafo designado por el HC en cada una de las pirámides, con sus brazos extendidos hacia el cielo como en un panfleto que promueve métodos de desintoxicación new age. Luis y Daniel mostraron una paciencia ejemplar a lo largo del fin de semana, aquella que comparten quienes crecieron con la noción de que la democracia es un sistema infalible e incuestionable. Mi intolerancia se ve mitigada una vez que cae el sol, con una cerveza en mano, en el asado organizado por el equipo de producción en las instalaciones del INAH en Palenque. El alcohol, el olor a carbón y el aire perfumado que despide la madera sacan lo mejor de todos. Me recuesto sobre el barandal de la terraza para observar la noche selvática. “Por los mayas”, anuncio en silencio y alzo mi cerveza para chocarla contra el vacío húmedo. ®

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Publicado en: Abril 2011, Destacados, El sureste mexicano

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