En busca del ámbar gris

Apuntes sobre el trabajo de Toni Amengual

Toniet Amengual, tras más de medio siglo de aciertos y algún que otro desastre, conserva el espíritu del chico que sale a la playa tras la tormenta a ver si ésta ha arrojado sobre la arena alguna perla de ámbar gris.

La acuarela es una técnica para impacientes.
—Henry Michaux

Si la vocación última del arte fuese en definitiva producir asombro, las aguadas de Toniet Amengual materializan la magia de lo incierto y la sublimación del accidente, ya sea éste provocado o no…

aunque la experimentación como método siempre lleva implícita la idea de lo fortuito controlado como punto de partida, o de llegada, vistos los resultados de este trabajo.

Amengual, artista rebelde e indómito de Cala Bona, en el levante de Mallorca, cuya influencia más decisiva son los vientos intempestivos de la tramontana y el azul del mar que inunda tus ojos susurrado a todo volumen por los Golpes Bajos, autor de asombrosas genialidades y sonoros autoboicoteos, encarna el talento mediterráneo puro, dueño de una práctica intuitiva y altamente experimental, emocional y ciclotímica.

La técnica que emplea, una especie de primitivismo sutil cercano al arte povera en su economía de recursos, lo acerca a la esencia original de las formas, los colores y las texturas, muy mediterráneas, de la isla, autóctonas, de tierra pedregosa y como las rocas sumergidas que sugieren universos azul turquesa de vida aparte bajo el movimiento infinito y cambiante del mar.

Oleaje domado que el artista logra fijar sobre el papel, equilibrista del agua y sus caprichosos derroteros que se convierten en la epidermis, ojos, antenas y extremidades del fantástico bestiario de Amengual, sus hermosas y extrañas criaturas.

Langostas, ballenas, calamares, sepias y sepiones, moscas, langostinos, la esencia del Mediterráneo en definitiva, un grupo de espermatozoides verdes y otras criaturas alucinantes conforman el eje temático de este navegante de la acuarela intrépida, salvaje y de primera intención, precisamente ahí donde radica su raro talento y bastión de su rebeldía, pues con eso le sobra (como también le sobran los discursos como éste) y le basta.

Toniet Amengual, tras más de medio siglo de aciertos y algún que otro desastre, conserva el espíritu del chico que sale a la playa tras la tormenta a ver si ésta ha arrojado sobre la arena alguna perla de ámbar gris, mítico vómito de la ballena y tesoro por excelencia muy codiciado por niños playeros, piratas de diverso pelaje y por la industria del caro perfume.

Sin embargo, los hallazgos de este peculiar, luminoso y furibundo artista son otros, un montón de pliegos de papel bueno y ya desclasificado heredado de algún familiar, un bote de tinta negra que alguien le regala o deja olvidado, sus experimentos cromáticos con pigmentos naturales como el tinte de la granada o los posos de café,

o no tan naturales como el gris ceniza de las colillas y también el darle usos inéditos a material industrial como la lejía, que de repente usa como decolorante y catalizador.

La esencia del verdadero arte subraya la diversidad, que es aquello que en realidad nos conmueve y asombra.

Así como cada talento se manifiesta de manera única, Amengual ha creado un lenguaje subjetivo que refleja la construcción de un universo propio, plagado de delicados monstruos marinos y sorprendentes hallazgos en materia de texturas. pura poesía visual. ®

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Publicado en: Arte

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