A propósito del nuevo disco del cantante y compositor jalisciense Gerardo Enciso, otro músico y un periodista lo entrevistan sobre el amor, la guerra, la soledad, la poesía y, desde luego, la música.
—Gerardo, han pasado diez años desde tu disco anterior, Tarará, platícanos un poco de esa etapa y que relación hay entre ese disco y el más reciente, Es por ti.
—Creo que uno nunca termina de concluir nada. Uno va siguiendo un hilo, como el de Ariadna. Tarará hablaba sobre las caras del amor, comenzaba con un suicidio y terminaba con una especie de redención, abarcaba todo los amores posibles. En este nuevo disco, Es por ti, si acaso hay una conclusión es cuando la serpiente se muerde a sí misma y se cierra el círculo, donde te das cuenta de las otras esferas. En Tarará hay una frase que dice “No existe una respuesta si la pregunta no es perfecta”, creo que la misma pregunta encierra la respuesta, y al darme cuenta de eso se abren otras esferas en el camino. En Es por ti se vuelve a cuestionar al amor, pero ya no como una pregunta ni como una exposición, sino como un ejercicio. De lo que me di cuenta en Tarará y lo que intenté explicar fue de las vertientes, los caminos que había en el amor, y en Es por ti me di cuenta de que lo que hay que hacer en el amor es ejercerlo, suena zonzo pero es algo real y vital.
—Estamos viviendo momentos extremadamente difíciles y violentos. ¿Por qué hacer un disco con las características de Es por ti justo en estos tiempos.
—Lo que sucede afuera es un reflejo de lo que sucede adentro y es importante ver lo que está pasando afuera. Estamos viviendo tiempos terribles, una carnicería, y si eso está pasando afuera creo que deberíamos de revisar qué chingados está pasando dentro de cada uno de nosotros. Es el ejercicio del amor. El amor meloso como ornamento es padre, las canciones de amor chidas, pero cuando te metes a una cuestión filosófica, profunda y mecánica con tu vida cotidiana te das cuenta de que no es un adorno, hay que entender que el amor no es un adorno, hay que ejercerlo y urge que lo hagamos. La generación anterior a la mía decía “Haz el amor y no la guerra”, pero eso también tenía mucho que ver con la liberación sexual, y ahora que nos “liberamos sexualmente” creo que el ejercicio del amor no es nada más el sexo; cada relación humana pasa por un deseo mutuo, es natural encontrar gente muy afín o muy diferente a uno mismo y hay que aprender a convivir con estas leyes. Aparentemente, éste es un disco de canciones de amor, pero es mucho más que eso, propone una conexión con la naturaleza, con tu propia naturaleza, porque uno no puede conectarse consigo mismo sino a través del otro, por eso el disco se llama Es por ti, un título que para encontrarlo me quebré mucho la cabeza, porque es un título de lo más simple y a la vez de lo más profundo.
—Crees que de alguna manera todos somos responsables o tenemos cierta responsabilidad en todo esto que está pasando.
Creo que uno nunca termina de concluir nada. Uno va siguiendo un hilo, como el de Ariadna. Tarará hablaba sobre las caras del amor, comenzaba con un suicidio y terminaba con una especie de redención, abarcaba todo los amores posibles.
—Yo creo que sí, porque no sólo la sociedad sino también el universo funciona como funciona el cuerpo. Tú revísalo y verás qué diferencia hay entre la textura de las uñas con lo que está inmediatamente cercano a ellas, las formas, cómo van cambiando, y se trata de un mismo cuerpo, hay regiones que son muy nobles y hay regiones que son muy innobles, estamos hechos del bien y del mal, así que hay que equilibrar un poco eso. Creo que la mayoría de nosotros vamos de muertito por la vida, nada más respondiendo a impulsos exteriores y realmente no ejercemos lo que es la vida, ejercerla como se tiene el derecho de hacerlo, y eso permite que una bola de gandallas, unos hijos de su reputa madre estén tomando el poder y lo ejerzan de una manera tan hija de la chingada. Ése es un terreno que hemos cedido porque toda la gente está muy a gusto viajando de muertito por la vida. Pero tampoco estoy diciendo que hay que hacer la guerra ni que hay que responder con ojo por ojo, ni mucho menos, sino todo lo contrario. Yo creo que el mejor camino para combatir el mal es hacer progresos en el bien, jamás devolver un golpe, y ése es el sentido de este disco, hay que ejercer el amor.
—Este disco tiene una dedicatoria explícita al amor y al desamor, sin embargo creo que sigue sintiéndose la desolación y un ánimo cargado hacia el desamor.
—Sí. El gráfico que hace Boris ilustra muy bien lo que es el disco, que muestra unos pies transitando del desamor al amor y del amor al desamor como un círculo y, efectivamente, en este disco esa parte del “desamor” es nada más la búsqueda de uno mismo en el otro y que esos abandonos, cuando ya viste esa cara tuya y vas a otra cosa. Creo que los complementos amorosos tienen que ver mucho con la lógica con la que actúas, es como el palpitar del logo, algo que nos remite al mismo aire, a la naturaleza misma, al pulso de la vida, a la vida misma que es deseo, todo surge a través del deseo, y en ese curso creo que el desamor es una gran lección para conocer lo que es el amor y para ejercerlo.
—“Es por ti” es la rola que le da título al disco y sin embargo me parece que es la que tiene el sonido más distinto.
—No es que sea distinto el sonido sino más bien el género, yo nunca he hecho canciones de género y en todos los discos lo he intentado, de menos guardo una canción con ritmo latino y esta vez le tocó a la polka norteña, que es muy de nosotros, por eso salta mucho y también ésa es otra de las cuestiones que anuncia este disco, al menos es una invitación a volver a nuestras raíces y retomarlas.
—Y no solamente nos remite a la polka, también nos remite al bolero, por la letra.
—Sí, es un bolero norteño, una mezcla muy rara, una experimentación donde el solo no te lo esperas, es un Django Reinhardt que toca muy bien Tom Kessler.
—¿Crees que la canción en estos tiempos pueda servir como instrumento pacificador?
—Sí, creo que ahora más que nunca, y la historia lo ha demostrado. La canción siempre en momentos de crisis ha tenido un papel relevante y no creo que éste vaya a ser la excepción.
—A mediados de los ochenta se dio una efervescencia del rock en español, diversos grupos de Argentina y España estuvieron sonando mucho en la radio y justamente ésa fue una etapa florida en tu carrera, cuéntanos más de ese momento y la relación que tiene con éste que vives ahora.
No es que sea distinto el sonido sino más bien el género, yo nunca he hecho canciones de género y en todos los discos lo he intentado, de menos guardo una canción con ritmo latino y esta vez le tocó a la polka norteña, que es muy de nosotros, por eso salta mucho y también ésa es otra de las cuestiones que anuncia este disco, al menos es una invitación a volver a nuestras raíces y retomarlas.
—A mí me tocó el comienzo de este boom. Ya había una generación anterior, la de la Revolución de Emiliano Zapata, que había estado en un stand by. Después surgieron lo que fue Sombrero Verde, Mask y los Rockin Pills, que fue una generación atrás de nosotros. A mí me tocó salir en un momento en que ya se había calmado esa euforia y realmente yo me sentía completamente solo y pensaba que a lo mejor era exitoso por default, porque no había quien hiciera sombra, era un descampado, pero afortunadamente vino El Personal y también estaba Carmín. Fue también un momento donde ya la banda estaba muy conectada con lo que era el rock en español, que tenía mucho éxito y se veía que venía con mucha fuerza, las compañías disqueras vinieron a controlar todo ese movimiento, ya sabes, el control gubernamental tenía que entrar de alguna manera, porque ya llenábamos estadios, literalmente… Pero después se vio muy claro que la intención de todo eso era cooptar y los mejores quedaron fuera, los más importantes, y los que menos decían, los que tenían menos arte y los más comerciales son los que quedaron dentro.
—La desolación no es un desierto…
—No lo es. Más bien es un punto de encuentro. En este disco se nota ese remanso de comprender que en la misma desolación está el encuentro, la búsqueda es la respuesta, es la unidad cuando se cierra el círculo y se abre otro más grande. No sé cómo explicarlo, la única manera en que puedo hacerlo es cantando y es con esas rolas, pero efectivamente creo que todos nacemos solos y vamos a morir solos, compartimos nuestras soledades, nunca vamos a dejar de estar solos, y cuando ya se entiende eso ya no se está solo porque ya entendiste que la onda es compartir. Hay una parte de La llama doble, de Octavio Paz, donde se pregunta por qué no puedo ser el otro, estoy tan enamorado que quiero ser ella, y eso tiene su profundidad, así tendemos a ser nosotros, nos disgustamos enormemente y buscamos ser otros todo el tiempo, sin darnos cuenta de que ya somos y que lo que somos es eso, nos buscamos afuera y nos buscamos adentro, de eso habla este disco.
—Tus discos anteriores contienen cercanías con la realidad de una manera premonitoria, como en “Daga”, de tu disco Cuentos del miedo. En este disco ¿cómo te has conectado con la realidad?
—Cuentos del miedo fue un disco que sufrí mucho, porque ciertamente sufro de visiones (son cosas de las que no me gusta hablar así), pero sí fue muy duro y creo que lo que yo decía en ese disco todavía no sucede, se viene muy fea la cosa, pero espero que, como dice la canción, no llegue a tanto. En aquel momento nadie decía absolutamente nada, no sé si recuerden que había algo así como una calma chicha, aunque estaba sucediendo cada cosa, de la que hasta ahora nos estamos dando cuenta, luego luego comenzó a correr sangre con Ruiz Massieu y Colosio, Marcos y todo eso. Creo que lo que se necesita ahora, insisto, es el ejercicio del amor, no como we are the world, tomémonos la mano y vamos a bailar y la chingada, porque el amor no es tan bonito como lo pintan, es algo más profundo, y de ese amor es del que hablo, de ese amor crudo, de tripa y de sangre, de ejercicio, de lógica, de pulso, de fuerza.
—El amor tal cual, no el desamor, ¿duele?
—Por supuesto que el amor duele. Estar vivo es un dolor constante, es algo que no nos podemos quitar y estamos tan acostumbrados al dolor que el amor le da sentido a ese dolor y es la única herramienta para saber de qué se trata la vida. Todavía nos seguimos preguntando para qué estoy aquí. Tiene que haber un sentido, ¿cuál es ese sentido? Vivirla. Creo que la realidad que estamos viviendo es precisamente eso, que no estamos habitando nuestras vidas, estamos en una sociedad totalmente represora, tanto por los medios de comunicación como por los medios intrafamiliares y de uno mismo. Uno se está peleando consigo mismo a cada rato. Estamos ya en la oscuridad total y se viene algo más terrible, pero creo que será una limpia necesaria. Ahorita hay mucha gente que se está dando cuenta de todo eso y sí soy optimista.
—La poesía es un ingrediente esencial en tu trabajo, los montajes en escena con Ricardo Castillo, tu manera de escribir las canciones, en fin. En este disco grabaste una rola con un texto del poeta infrarrealista Mario Santiago. Cuéntanos de esa relación.
—La lectura para mí siempre ha sido importante, tuve la fortuna de tener un padre al que le gustaba mucho la lectura y la música, por eso desde niño he estado conectado con ese mundo. La música y la literatura están íntimamente ligadas en lo que respecta al ritmo, a la melodía y al significado. En cuanto al trabajo sobre Mario Santiago, a mí me tocó conocerlo allá por los ochenta, muy de rozón, a través de Ricardo Castillo, cuando nos lo topábamos en el D.F. El infrarrealismo fue un movimiento que llegó a mostrarme ciertos caminos y la poesía de Mario siempre me ha gustado. ®