No es raro, pensé,
un perro muerto en la autopista.
mi hermana dijo: los chimangos no tardan en llegar.
Cruzábamos la tarde
a la velocidad de la luz
últimas aventureras en los confines del mundo
molinos en la línea de la tierra
con el sol en la frente, yendo al oeste.
Y uno más: pelaje claro, cuerpo blando
de cachorro. Había sido golpeado
a gran velocidad. La línea de sangre
indicaba el movimiento
tienen trabajo, dijo mi hermana.
Los campos al costado de la ruta, vacía
el hule blanco
atesorando granos.
Más allá otro, del tamaño de un potrillo
hinchado y tieso, sobre el carril contrario
la piel manchada, la sangre seca
Avánzabamos, la pampa
siempre igual
no hay más signo
que el declinamiento de la luz.
Y todavía uno, antes que caiga el sol.
A éste hubo que esquivarlo. Joven, musculoso
pelaje indefinido gris negro
marrón.
no había rastro
de violencia y sin embargo,
su cuerpo intacto.
Hubiera pensado que dormía. ®