Mucho se ha debatido (principalmente en su cabeza) sobre si es que José Ignacio Solórzano, mejor conocido como Jis, es o no un “artista”. La Feria Internacional del Libro en Guadalajara se ha encargado de rendirle culto constante a su profesión de monero. Muy bien, lo hemos entendido y avalado una y otra vez: Jis es un monero de talla internacional, pero no sólo eso.
En 2006 Carlos Ashida curó la exposición Afinidades y discrepancias. Acciones artísticas colectivas en Guadalajara 1959- 2006 y en ella incluyó no solamente a Jis, sino a otros moneros como Trino, Jabaz, Josel, Falcón, Erandini y Paco Navarrete que en su juventud hicieron y deshicieron en periódicos y en proyectos independientes1 lo que se les vino en gana, consagrándose como talentosos creativos, marcando un parteaguas en la producción monera mexicana. La inclusión de todos ellos en la exposición de Ashida significa el reconocimiento de su trabajo como agrupación “artística”, lo que ha quedado apuntado también en el catálogo de exposición.
Con algunas exposiciones individuales2 y bastantes libros publicados,3 por decir lo menos, Jis no se ha colocado a sí mismo en el campo del arte contemporáneo asumiendo posición como artista, a pesar del estiramiento de su obra como monero a un campo más amplio. Lo que ha sucedido con los cartones de Jis es una violenta transformación de simple enunciado y rayón, hacia la especialización (y exploración) formal del dibujo y el desarrollo de un discurso ya muy profundo en torno a lo que parecen estudios sociológicos y antropológicos.
Por un lado, Jis ha dejado desde hace algunos años de plantear trasgresiones sólo en las historietas del Santos, también tiene un cuerpo de obra que rompe su trabajo previo: dibujos de impecable manufactura, de pronto indefinidos y cargados de filosofía, potentes alucinaciones salidas de las puertas de la percepción (cerradas o abiertas) ante los que uno no puede sino verse también desfigurado; a ratos figurativos en los que ventila su vida privada y los momentos más triviales de la peda con sus compinches. Pero en todos ellos deja entrever una particular visión del mundo y, en este sentido, no puedo evitar relacionarlo con David Shrigley, también cargado de humor, tan ácido, lúcido, lúdico, también de diversidad estilística, un cuanto más irreverente al trazo.
José Ignacio Solórzano como artista es un no-artista. Presente en la vida cultural nacional desarrollando un discurso artístico claro, ha evadido el resto de los procesos de justificación como productor de objetos artísticos, pero su proyecto intelectual va más allá de lo que cabe en un espacio de exhibición, es decir, del arte de nomenclatura más sencilla en cuanto a catalogación, lo cual lo convierte en un apreciable satélite de la escena del arte contemporáneo nacional.
Por alguna extraña coincidencia fui aceptada como amiga en su página de Facebook (curiosamente el programa Word insiste en llamarlo Factbook, que no me parece una asociación descabellada). Debo decir que el entusiasmo de Jis por esta comunidad virtual deja en claro el nivel de elevación de su propuesta artística. Jis se expone ante su comunidad, ahora más abiertamente que con la sola publicación de sus monos. Allí aparece toda clase comentarios sobre la vida cotidiana (valioso enmarcado de lo burdo), particularmente su vida íntima, un poco a lo Nan Goldin pero con sentido del humor, lo que en el arte contemporáneo ha cobrado fuerza en tanto algunos artistas como Eleonor Antin o Raymond Pettibon han logrado empatarlo con una crítica aguda. Jis lo hace sobre sí mismo y su contexto político, social, cultural, a la discre.
Aunque es un no-artista, Solórzano abre muchos cuestionamientos, no únicamente sobre su trabajo, también sobre los confines de la profesión artística de monero, de las llamadas redes sociales, de los artistas sin autorreconocimiento, principalmente sobre el lugar de los productores culturales y artísticos que salen de sus nichos. Feliz feliz no cumpleaños al no artista. ®
nick
que placer e spoder disfrutar de las distintas etapas de Jis. Tuvo etapas negras y de oscurantismo atorrante, de absurdo sin sentido, pero tambien ha tenido épocas que evocan y promueven el desenfreno, la embriaguez, la orgía, y la pachequez en forma de hongos y drogas.
Alabado sea Jis.
Gracias a él estoy en las drogas.