El periodismo se debe a la imparcialidad, pues de lo contrario deja de serlo para convertirse en otra cosa, al igual que el periodista que toma partido y deja de advertir que una historia siempre tiene más ángulos de los que se aprecia a primera vista.
Muy bien producida y diseñada y con muy buenos textos —dedicados a la ceguera: “La mirada invisible”— y portafolios fotográficos de una docena de autores invidentes es la revista Diecisiete, dedicada a la teoría crítica y al psicoanálisis, a cargo de Benjamín Mayer. Los resultados son sorprendentes. Otra revista que se presenta en la FIL es Cuartoscuro, que dirige el fotógrafo Pedro Valtierra y que festeja ya dos décadas con series de Marcela Taboada, Bela Límenes, Gerardo Suter y, entre más contenidos, un ensayo de la historiadora Elisa Lozano sobre las fotógrafas mexicanas de principios del siglo XX, además de una semblanza del periodista Miguel Ángel Granados Chapa, compañero de Valtierra en otras empresas editoriales, como La Jornada y la revista Mira (a la que, por cierto, el escritor Gabriel Zaid demandó por publicar una fotografía de su persona.)
Con Pedro Valtierra discutimos en un café de la Expo sobre el fallo de la Suprema Corte a favor de la revista Letras Libres en relación con la demanda que La Jornada entabló en su contra. Al contrario que su ex jefe Granados Chapa, que escribió que “la prensa se combate con la prensa”, Valtierra cree que es un fallo adverso a la libertad de expresión y que abre las puertas a la mentira y la calumnia. Creo, más bien, que es una exigencia a los periodistas a conducirse con apego a la verdad y a la ética.
El periodismo se debe a la imparcialidad, pues de lo contrario deja de serlo para convertirse en otra cosa, al igual que el periodista que toma partido y deja de advertir que una historia siempre tiene más ángulos de los que se aprecia a primera vista. Es el riesgo que corren los experimentados periodistas Alejandro Almazán y Óscar Camacho con su libro Historias que Dios no hubiese escrito. La invasión judía a Palestina, un conjunto de dramáticas crónicas de la violencia del Ejército israelí contra la población civil palestina. En éstas predominan los testimonios del sufrimiento palestino y apenas unas pocas declaraciones de soldados y ciudadanos israelíes —no israelitas, como escriben a veces los autores— que están a favor de la paz y de un Estado palestino o binacional. En la presentación —con una decena de personas luciendo chalinas con las imágenes de Arafat y Abbas— los periodistas expresaron abiertamente su simpatía por los palestinos y, aunque negaron “odiar a los judíos”, demostraron el desconocimiento de las raíces históricas de un conflicto en el que las partes dominantes de cada nación no ceden ni un ápice. Periodismo armado a puro sentimiento. ®