Filias y fobias fílmicas en la FIL 2011

Las palabras y las imágenes en movimiento

Fernando Vallejo y Luis Ospina en la presentación del documental La desazón suprema, retrato incesante de Fernando Vallejo.

Antes de la 25 edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le pregunté a su directora, Nubia Macías, si consideraba una opción el instalar una sala de cine, como la que se puso en el mes de marzo durante el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en el mismo sitio donde cada año la FIL desarrolla sus actividades, la Expo Guadalajara. La respuesta fue tajante: “No”.

Recuerdo que me explicó que eso no ayuda en nada a la formación de lectores.

Mi pregunta, aunque pareciera absurda por ser un evento de libros y no de cine, es porque cada año la FIL aprovecha la presencia de un país invitado, en este caso Alemania, para traer una comitiva interdisciplinaria de ese país. Colombia, Italia o Cataluña, algunos de ellos, han traído a cineastas y sus películas en pasadas ediciones. Así he podido conversar con realizadores colombianos como Gaviria o Trompetero, por ejemplo.

Y aunque el director del FICG, Iván Trujillo, advirtiera que no buscaba ser una “filita”, por aquello de llevar al festival a la Expo Guadalajara con la finalidad de concentrar a directores, periodistas, críticos y de más fauna cinematográfica en un solo lugar, cabe mencionar que la FIL sí lo ha logrado, ya que ahí podemos ver a escritores, libreros, periodistas y público en general, aunque el cine y sus realizadores quedan, hasta cierto punto, relegados de la actividad cotidiana de la feria.

Una experiencia previa a la FIL de este año, donde el cine compartió el escenario con la literatura, fue en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) —que debiera cambiar la “I” de Internacional por la de Independiente— el pasado mes de noviembre en la capital oaxaqueña. Ahí pudimos ver situaciones tan surrealistas como una conversación entre el escritor Guillermo Fadanelli y el cineasta Arturo Ripstein o la presentación de libros como Ciudad de cine, con Hugo Lara y la directora de la Cineteca Nacional, Paula Astorga, y el incendiario J.M. Servín o ponencias como la del crítico de cine Felipe Coria, y si bien son actividades con distintos humores, no deja de ser un elemento para la reflexión de las filias y las fobias fílmicas de la FIL Guadalajara.

El sábado 26 de noviembre se inició durante la mañana la FIL-25 con el reconocimiento al escritor Fernando Vallejo de Literatura en Lenguas Romances. El además biólogo y músico es también cineasta, por lo que horas más tarde, en el Auditorio Juan Rulfo, el salón central por donde han pasado personajes como José Saramago, Antonio Lobo Antunes o Mario Vargas Llosa, fue por un par de minutos una sala de cine, con una pantalla muy pequeña pero al final una proyección en la que el personaje es el mismo Fernando Vallejo, quien es filmado por un buen amigo suyo, Luis Ospina; él decidió hacer un documental sobre ese autor: La desazón suprema, retrato incesante de Fernando Vallejo. Así lo nombró.

Ospina presentó ese filme en la primera edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, hace ya casi diez años. No imaginó que tiempo después sería proyectado para otro público, pero inclinado hacia el Fernando Vallejo escritor y no el realizador de cine. Al final de la película nos explicó a los presentes, con una sala casi llena, que “Hacía mucho tiempo que no lo veía —el documental—, me quedé hoy para verlo aquí, pienso que es un público muy diferente, es un contexto diferente presentar este filme en una feria del libro y ver que una película que hice hace diez años sigue teniendo vigencia y que Fernando Vallejo sigue siendo un gran autor y eso lo ha probado el tiempo. Me agradó mucho verlo en este contexto, en el contexto de una feria del libro […] Yo les propuse que vieran el documental porque a mí me habían invitado como amigo de Fernando Vallejo, dije que no sólo quiero ir como su amigo, sino que quiero presentar la película”. Estoy seguro de que más de uno de aquellos espectadores de ese metraje motivó a leer o releer a Vallejo.

El director recuerda, antes de que se iniciara la función, que Fernando Vallejo lo acompañó hasta la sala de cine, esto allá en Morelia, pero no entró, porque le dijo que le “abochornaba mirarse en la pantalla”. Agregó: “A Fernando no le gusta el cine, mucho menos el documental porque dice que es el género más limosnero que hay. Entonces para mí fue un reto el hacer una película sobre él”. Vallejo dijo, ya aquí en Guadalajara, que sólo estaba ahí para “saludarnos”, explicó algo que es absolutamente irreverente y por ello contundente para la ocasión: “No me voy a poner a hablar mal del cine, porque él es un creyente, Ospina, yo también algún día fui pero ya no […] Ahora ya no me interesa el cine, la literatura tampoco”.

Cameos: En esta edición de la FIL se presentan algunos libros sobre cine, destacamos La justeza del cine mexicano, de Jorge Ayala Blanco (domingo 27 de noviembre a las 12 hs en el salón Elías Nandino de la Expo Guadalajara) y ¡Hoy gran estreno! El cartel cinematográfico en México, coordinado por Carlos Bonfil (jueves 1 de diciembre a las 12 hs en el salón Antonio Alatorre de la Expo Guadalajara). También se exhiben diez películas en la FILmAlemania, del 26 de noviembre al 4 de diciembre, en torno a la relación cine-literatura, esto en el Cine Foro de la Universidad de Guadalajara. Por último, la cineasta y escritora alemana Doris Dörrie sostendrá la charla Todo incluido: dirigiendo palabras e imágenes (jueves 1 de diciembre en el salón 1 de la Expo Guadalajara). ®

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Publicado en: FIL, Noviembre 2011

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