En nuestro número anterior Joaquín nominó a Yépez para lo peor del 2010. ¿Fue justo? ¿Cómo y por qué pasó de la admiración al desencanto? Aquí la crónica y la crítica de un asiduo lector de Heriberto.
Desde hace cinco años leo a Heriberto Yépez. Sus ensayos comenzaron a aparecer en algunas de mis revistas favoritas como señales de otro mundo; luego descubrí su blog y al cabo de poco me aficioné a su columna semanal en Laberinto, no exageraría si afirmo que durante más de dos años no me perdí una. Los temas que elegía eran los mismos que me intrigaban: contracultura, virtualidad, crítica, arte y literatura contemporáneos, sexualidad, escritura, chamanismo, la vida en la frontera (tan polar a la Mérida donde residía entonces). Sus referencias me incitaron a lecturas de otros cómplices. En sus libros descubrí una especie de académico bajo los efectos del hongo, un pensador desintegrado, un teórico experimental, un sociólogo del futuro, una voz irreverente y en trance.Ante todo cautivó mi atención los múltiples canales de su pensamiento. Aunque firma con el mismo nombre y su prosa se reconoce al primer párrafo, Yépez es conocido por no comprometerse con ninguna ideología, corriente, sistema, comodidad. No sólo puede escribir desde distintos yos, sino también leer. Es postidentitario, ¿flota?, crea desde el vértice del triángulo y los diámetros del círculo. No lo puedo comprobar, pero apostaría a que Heriberto sabe que no es necesario creer en lo que escribe, cualquier idea que pueda ser defendida racional y éticamente deber ser arrojada al mundo, y si se trata de una lectura nueva que nutra el imaginario y el explicativo de nuestra cultura, sociedad o ser, mejor. Si él no lo cree, lo creo yo y llegué a esa conclusión en parte por lo que pude aprenderle sobre ensayar.
En sus libros descubrí una especie de académico bajo los efectos del hongo, un pensador desintegrado, un teórico experimental, un sociólogo del futuro, una voz irreverente y en trance.
En 2007 Heriberto obtuvo dos premios en la bienal yucateca y aprovechó su visita para dar un taller de ensayo. Asistí. Fue a partir de esa experiencia cuando me trepé a este vehículo de pensamiento. Él me introdujo a un concepto formulado por Keats, la capacidad negativa, es decir, la facultad de sostener en la mente dos ideas contrarias sin estar involucrado en la búsqueda de la verdad o la razón. Sus clases me parecieron inspiradas, la mitad la dictaba en aforismos y la mitad en provocaciones. En aquellos días adquirí conocimientos que hasta el día de hoy me tutelan antes de empezar a escribir cualquier texto de no-ficción. Aprendí, por ejemplo, que el ensayo es una aceptación del pensamiento propio, un método de transformación de la conciencia, reforma del individuo mismo. La forma del ensayo está dictada por la búsqueda de lo disensual y el estilo es una manera absoluta de ver las cosas; es tajante, discriminatorio, asertivo, contundente. Un buen ensayo, contrario al género tarea y al género tesis, comienza, martillo en el espejo, por la conclusión.
En los aforismos de Horst Matthai, filósofo alemán que terminó radicando en Baja California y a quien considera su principal maestro, podemos encontrar algunos de los faros que guían su escritura náufraga. Ojo: en un ratito quedará implícito cómo estos puntos han marcado su trabajo.
– Todos los conceptos que un individuo utilizará en su vida deberían ser creados por él mismo.
– Aunque la solución del problema humano sólo puede ser individual, para poder realizar ese proyecto individual se necesita crear colateralmente ciertas condiciones mínimas adecuadas para la realización de ese proyecto.
– Existir es emerger desde adentro hacia afuera. Yo me coloco fuera y en ese momento existo. Lo que existe es lo que coloco fuera de mí, ¿qué coloco fuera de mí?: mi propio ser. Saco de mí todo lo que existe, sacándome frente a mí mismo.
– Alguien en la humanidad tiene que decidir ya no ser humano.
– Cuando el hombre se separa de sí mismo inventa a Dios. Dios no es más que una imagen del hombre sintiendo una mala nostalgia de sí mismo.
– Una vez que adquirimos la conciencia de nuestra presencia en todos los seres podemos actuar en ellos.
– Sólo el metafísico puede manipular el mundo a su favor.
– Yo mismo me respondo, no la otra persona. La otra persona queda inafectada.
A principios de 2010 Yépez visitó Guadalajara para presentar el último libro de su autoría: La increíble hazaña de ser mexicano. Tuve la oportunidad de hacerle una entrevista que se prolongó más de media hora y posteriormente escucharlo hablar públicamente de su libro en el pabellón de la avenida Chapultepec. Debe ser que no soy muy listo, pero necesité de esa entrevista y esa presentación para que algunas de las intuiciones de lo que me disgustaba de su obra se materializaron en franco desencanto. Sus ideas expresadas oralmente, simples, sin literatura, eran las de un salvador en campaña. Para colmo, después de largas horas de edición logramos pulir el video para publicarlo en el próximo número de Replicante, resumimos la conversación de tal forma que Yépez quedara bien, pero había suficiente material para …; apenas duró un día la entrevista en la página antes de que nos pidiera removerla. Me sorprendió que no pudiera respaldar sus palabras. Ser postidentitario puede ser muy conveniente. Al poco tiempo Heriberto, quien había sido parte integral de Replicante desde su inicios, renunció porque Rogelio Villarreal le reclamó, “como amigo, no como editor”, varias “exageraciones alevosas y mentiras” sobre algunos amigos comunes expresadas en el muro de su Facebook, además de manifestarle su extrañeza por el comentario en la contraportada de su libro, escrita por uno de esos farsantes que traducen la ciencia en ideologías, y lo que es peor en este caso, de superación personal.
Se acabó el 2010, y a la hora de hacer la lista de lo peor del año, un poco por impulso, capricho, papiro embotellado a Tijuana, nominé a Heriberto. “Se está volviendo predecible y aburrido hasta en sus contradicciones. Le haría mucho bien no publicar un libro en un par de años. Hace relativamente poco pensaba que sería uno de nuestros grandes ensayistas, ahora estoy convencido de que si sigue así sus lectores serán pubertos con las hormonas alborotadas”.
El libro de “autosuperación nacional” (el marketing impecable, eh) comienza advirtiéndonos que nos va a revelar el “secreto mejor guardado del país”. La voz es la ficción del ensayista. La voz que construye en este texto es la de un mesías autoritario.
En las estanterías de best-sellers, las bodegas de los Institutos de Cultura, los anaqueles de las bibliotecas, los catálogos de las trasnacionales, las columnas de los periódicos, los ensayos de nuestras mejores revistas, habrá infinidad de páginas peor escritas que las de Yépez. Pero yo no espero que Xavier Velasco se saque del sombrero la gran novela mexicana de principios del siglo XXI o que Enrique Krauze sufra un golpe de luz y descifre la mexicanidad. Son curiosas las secciones de reseñas, junto a un libro con la obra inédita de Dostoyevski se encuentra alguna novedad de Tierra Adentro. Son confusos los parámetros de la crítica. En la última década Heriberto ha obtenido una docena de premios nacionales y publicado más de veinte libros contando su tres traducciones. Si no es por calidad, al menos por cantidad debe ser considerado uno de los cinco escritores mexicanos que más aportaron al diálogo cultural del país en los amaneceres de este siglo. Hay que exigirle a su escritura como él lo ha hecho con algunos de nuestros mejores escritores del siglo pasado y otros cuantos de sus contemporáneos. No me quiero imaginar lo que le hubiera llovido a Paz, Fuentes, Del Paso, de haber escrito un libro tan déspota, autocomplaciente y estafador. Fue Yépez quien me dijo que todo en un ensayo debiera ser citable, de lo contrario es un fracaso. Por esa brecha nos iremos abriendo camino entre sus ideas, fragmentando al fragmentado.
El libro de “autosuperación nacional” (el marketing impecable, eh) comienza advirtiéndonos que nos va a revelar el “secreto mejor guardado del país”. La voz es la ficción del ensayista. La voz que construye en este texto es la de un mesías autoritario.“Sólo te advierto que si sigues leyendo corres el riesgo de verte en el espejo. No hay vuelta atrás. Pero será sencillo. Ya verás”. Heriberto utiliza una rica variedad de artimañas para darle credibilidad al narrador porque sus ideas no tienen la suficiente solidez para sostenerse por sí mismas. Se anticipa inclusive a la crítica, intentando invalidar de antemano nuestros argumentos, con el rollo de que el mexicano no quiere ser feliz ni superarse. Pero no se trata de eso, sino de hacer una distinción entre esoterismo y ensayo literario. Es la diferencia entre silbar y chiflar. “Actualmente ser mexicano significa una serie de autosabotajes./ Si a ti te interesa dejar esa vieja forma de ser mexicano, entonces este libro es justamente para ti./ No tengas prisa. Todo lo vamos a saber. No comas ansias. Todo llegará. Aquí está ya”. ¿Qué? What? ¿Quién eres? ¿Cómo llegaste aquí? Es una vil receta para crecer en espíritu y conciencia, tan útil como la de tantos otros libros en los aparadores de best-sellers. “Lo explicaré más despacio./ Y antes de explicarte nota que este libro está hecho de pasos./ Cuando no comprendas uno de ellos, no avances./ Vuelve a las páginas anteriores. Repásalas./ Avanzarás precisamente cuando dejes de intentarlo./ Cuando aceptes ese momento y no desees intercambiarlo por otro, se producirá el crecimiento”. En más de una ocasión escribe frases del tipo “si no entiendes esto, no entiendes nada y no debes seguir leyendo el libro”. O sea, si no lo entiendes, eres un pendejo o un resentido o un acomplejado y no podrás ser un mejor mexicano ni tener súperconciencia. “Al carácter que mayormente impide los flujos de energía le llamo el viejo mexicano”. Si no les interesa ser nuevos mexicanos ustedes se la pierden porque… “El viejo mexicano sufre./ El nuevo mexicano, en cambio, será el primer mexicano feliz./ El primer mexicano autorrealizado./ Si eso te interesa, continúa este libro. Si no, continúa tu vida, o mejor dicho, tu supervivencia”.
El libro es una gran proyección del autor. Por definición el ensayo es el género de yo, pero hay que saber distanciarnos de nuestras creencias para poder dimensionar el tema en sus probables dimensiones, hay que partir de la incertidumbre: él lo sabe, pero no supo hacerlo. Son sus ambiciones personales, su idea de posthumano indefinible, más que indefinido. Lo pone claro, hay que confrontar nuestros miedos, buscar la felicidad, nos explica por qué, pero enreda y elude el cómo, lo cual me parece muy cobarde para alguien que escribe en el tono de un gurú. Fernando Vallejo también predica tanto que puede atarantar, pero nunca desde un pedestal autoimpuesto, sino desde una trinchera: su identidad. Por supuesto que la espiritualidad puede ser uno de los temas más ricos e inabarcables de la literatura, pero las visiones de Blake nunca fueron moralistas. Nietzsche se tuvo que inventar un profeta; a pesar de que tenía la inteligencia sabía que carecía de ciertas cualidades como individuo para serlo, él mismo dijo que ese libro no pretendía mejorar la humanidad, no redactó un camino hacia la plenitud, sino un laberinto. La indefinición de Pessoa nunca asumió posturas tan concretas sobre la política, la industria cultural, hasta el futbol.
Este libro no te hará un mejor mexicano, ni siquiera si te lo creíste. El nuevo mexicano, por ejemplo, habrá de saltarse su etapa de rebeldía en la juventud, esto tiene una lógica: los niños mexicanos no han evolucionado, no saben morirse a los diez años para renacer a los once. Hace un Piaget de distancia que vamos entendiendo cómo funcionan los procesos cognitivos del niño, que no nos vendan patrañas. Ese puberto mutante no sentirá la necesidad de enfrentarse a autoridades como maestros, familiares, policías, gobernantes, porque se dará cuenta de que esas autoridades sólo existen dentro de él. Pfff. Como lectura para orientarnos por el buen camino francamente recomendaría más la Guía Roji.
Esto no significa que yo dude de que el mexicano puede y debe superarse, sino que los medios son otros, combatir la pereza, no ver demasiada televisión, detectar y confrontar nuestro machismo, interesarnos por el conocimiento, ser empáticos, y detalles del tipo que suficientes problemas nos causan por sí mismos. Cuando elijo leer un libro asumo que me hará llegar a otros rincones empolvados de mi conciencia, y me irrita sobremanera que me lo tenga que estar recordando cada dos páginas y que además lo vincule con cierta aspiración de divinidad. Me gusta tener pensamientos ordinarios, inútiles, hacer cálculos que no sirvan para nada, procuro ser honesto conmigo y con los demás, estudio, trabajo, leo, juego videojuegos, hago ejercicio, me gustan los noticieros deportivos, a veces se me cae la baba viendo la pared y además tengo que lavar la ropa. En eso se me va la vida y se puede ir de muchas formas. No soy un mal tipo, tampoco un nuevo mexicano.
El otro elemento que me incomodó a lo largo y ancho de mi lectura fue su romantización de las culturas prehispánicas. En el año del bicentenario, teniendo talento para aportar nuevas panorámicas a una nutrida tradición de pensamiento sobre la mexicanidad (Ramos-Reyes-Paz-etc-Bartra), el tijuanense fundamentó sus principales tesis en una especie de realismo mágico sobre las culturas indias. Fernando Escalante Gonzalbo, quien tiene la capacidad de síntesis de la que carezco, lo explicó en un artículo que tituló “Charlatanes”:
Esa es la raíz de nuestros problemas: “El mexicano sabe que ese proyecto quedó inconcluso. Algo le dice, en su interior, que el proyecto debe ser terminado”. Si usted no lo sabe, si no tenía ni idea del proyecto, si nada en su interior le dice que deba ser terminado, mejor disimule. Y verifique los datos de su pasaporte. Es muy fácil de entender: “el antiguo mexicano estaba dentro de una psique —un cuerpo psíquico matriz— que lo nutría para modificar su forma actual. El mexicano antiguo había entrado en contacto con ese cuerpo psíquico nutricio mediante una larga modificación de su estructura vital”. Hay pruebas: “sabemos que los mayas habían conocido veinte diferentes niveles de conciencia”. Los mayas, por supuesto, que también inventaron el cero. Eso ya lo sabía usted. Pero no me pregunte lo que son los “niveles de conciencia”, por favor. Seguro que su vecino sabe. O alguien. Heriberto Yépez, sin ir más lejos: “En un libro futuro explicaré con mayor detalle todo ese viaje interno, que es fascinante y complejo”.
Es imposible saber si esa palabrería es producto de un charlatán o de un paranoico, delirando honestamente. En cualquier caso, sería difícil meter más sandeces en quince páginas. Y la editorial —es Temas de Hoy, es decir, Planeta— lo sabe muy bien. En eso consiste la libertad de expresión: si hay algún idiota que se lo crea, peor para él.
Idealiza el sacrificio humano porque apuntaba hacia el mejoramiento del ser. Todas las sociedades, hasta donde yo sé, han ejercido cualquier variedad de prácticas y rituales para el mejoramiento del ser, al menos en teoría, eso no significa que sean seres evolucionados. “El sacrificio del hombre al Sol era un mensaje (conocimiento) acerca de cómo asciende el ser humano de nivel de conciencia”. Lástima que el pobrecito descorazonado (literalmente) no viviera para experimentarlo. Dice que cuando una cultura deja de cambiar es en realidad una poscultura, los reinados prehispánicos no atravesaron tantos cambios como el México de los últimos doscientos años, ni hablar de la humanidad en los últimos quinientos, a pesar de la dictadura del PRI y ciertos aspectos de nuestro ser (la hueva no se crea ni se destruye, sólo se transforma). Esto a propósito de que nosotros hemos caído en costumbres. Los aztecas no, por supuesto, ellos vivieron cientos de años de cambio vertiginoso, nunca se aferraron a creencias fantasiosas, no necesitaban de tantas ciencias porque su conocimiento era integrado, al mismo tiempo eran politeístas porque podían fragmentar a sus divinidades en valores. Nosotros, es decir los viejos mexicanos, hemos dejado de generar prácticas y símbolos, sentimos vergüenza de nuestro cuerpo y somos tontos por voluntad. Como teología es muy cursi. Se la creerán acaso el vocalista de Zoe y los tamborileros, una especia de tribu urbana del sureste que tiene algunos seguidores de las profecías mayas, procuran residir por temporadas en la selva de Palenque, consumen hongos y otras drogas, “están fuera del sistema”, algunos inclusive se mutilan el cuerpo y el rostro a la antigüita. No me parecen más evolucionados que cualquier skato o reguetonero. El libro cae en manipulación emocional y de la información.
En el año del bicentenario, teniendo talento para aportar nuevas panorámicas a una nutrida tradición de pensamiento sobre la mexicanidad (Ramos-Reyes-Paz-etc-Bartra), el tijuanense fundamentó sus principales tesis en una especie de realismo mágico sobre las culturas indias.
Deja en claro que le interesa retomar “lo que los antiguos mexicanos sabían para aplicarlo hoy”. La omisión más absurda es que en todo el libro Heriberto Yépez hace una variedad de interpretaciones new-age sobre la cultura maya, pero en ningún momento menciona el auto de fe en Maní. Es clave para entender el proyecto interrumpido de conciencia al que tanto se refiere. Me refiero al episodio en que fray Diego de Landa establece un tribunal de la inquisición en Yucatán y quema más de cinco mil códices y objetos sagrados. ¿Cuántos códices sobrevivieron? Tres y fracción. ¿En ello encontraremos las bases para renovarnos como mexicanos? La mayoría de los documentos escritos más valiosos que nos heredó la cultura maya pasa por el filtro del tintero español.
Su retórica envuelve hasta que de pronto nos damos cuenta de que acaba de tomarse decenas de páginas para explicar que el ser mexicano proviene del español, el gringo y las culturas prehispánicas, o que se tomó un libro para olvidar que en México existen mil Méxicos y que la sociología es más eficiente con un grupo reducido, relativamente homogéneo, de estudio.
Al escribir elegimos darle cierto peso a cada palabra, hay quien dispara cada línea y quien se toma una novela entera para apuntar. La oscuridad teorética, la terminología fantástica y los neologismos adornan el pensamiento y le ofrecen al autor cierta impunidad ante la sanción lógica, comenta Christopher Domínguez. Es lo que de manera cursi se conoce como un polígrafo, afirma Evodio Escalante. Yo creo que le encantan los prefijos, ahí te va un pos, un anti, un neo, bang, toma, ¡zócatelas!, ahí te va un concepto neoneo pospos. Como teórico obsesionado con la generación de nuevos conceptos, ha fracasado. ¿Cuántos pueden servirle a un estudioso de la literatura que no sea él mismo? Quizás sólo los escriba para él, pero… ¿retroauras? ¿predictadores? ¿pacentrismo? A veces Yépez elige edificar su argumento a partir de la deconstrucción de una palabra, Derrida tijuaneado, pero no con la paciencia y claridad de Zaid, sino enmarañándola a su conveniencia.
Amarillismo intelectual. De pronto tiranismo tiranetismo. La polivalencia nos hará libres. Me parece que hay ciertas trampas en la construcción de sus argumentos, y esos recursos también se pueden encontrar en muchas de sus columnas. Le gusta, por ejemplo, pronunciar y desarrollar comparaciones exageradas, no escatima al poner en una misma oración a Fernando Vallejo y Marcial Maciel o Ernesto Sábato y Vicente Fernández. A veces utiliza profecías para validar ideas descabelladas, dando por sentado que el futuro le dará la razón. La filosofía debe ser provocadora, pero la provocación debe ser mortal. De nada sirve dejarlo cojeando. Por momentos inclusive es conspiracionista. Usa, casi como si fueran preposiciones, frases superlativas: no comprendo la insistencia en querer encajonar autores, libros, corrientes, como el más/mejor/único __________. Me desagrada que se quiera anticipar al lector, pero sobre todo cuando es autorreferencial y arrogante: esta idea te va a molestar o no la vas a entender o va a causar polémica. “Confía en tu lector”, es uno de los mejores consejos que me han dado. Para alguien que cree en el potencial ilimitado del mexicano y quiere guiarlo, Yépez tiene poca confianza en sus lectores.
Es curioso que en algún punto del libro “una vez que el mexicano se dio cuenta de esta variedad de evasión se hizo adicto a la industria de la risa”, y en la portada “una obra de superación nacional para reír y pensar”.
Por supuesto que también existen momentos de lucidez en La increíble hazaña... Al ser mexicano de hoy le hace más daño la televisión que la conquista. Atinado fue el análisis de los contenidos mediáticos y cómo sirven para fijar valores, evitando que cambiemos. “La industria del entretenimiento mexicana, para mantener la vieja forma de pensar, elabora productos en que certifica que, excepto el amor, ninguna empresa es realmente importante, pues aunque a todo se lo lleve la chingada, el amor siempre nos rescata”. Esa crítica al amor, que se extiende en otros capítulos, es absolutamente necesaria. ¿Qué estás pensando?, la gran pregunta de Facebook para la humanidad. Hubiera preferido no saber la respuesta. Estudiando el muro del mexicano promedio, sobre todo los jóvenes, podemos notar que el amor o más bien, tener o no pareja, follar o no, es la principal preocupación de muchos y evita que desarrollen otras facetas tan cardinales de su ser que eventualmente, valga la ironía, los hará amar mejor.
Llama la atención que de todo el trasfondo teórico vanguardista que puede tener Yépez, los instantes más finos del libro se cimientan en el psicoanálisis, una escuela centenaria que está tan cerca de la ciencia como de la creación literaria.
Llama la atención que de todo el trasfondo teórico vanguardista que puede tener Yépez, los instantes más finos del libro se cimientan en el psicoanálisis, una escuela centenaria que está tan cerca de la ciencia como de la creación literaria. Su estudio de roles es agudo y vale la pena destacarlo. “Incluso cuando el cuerpo físico del padre está ahí, muchas veces no lo está su cuerpo intelectual o su cuerpo emocional”. “En el fondo lo que la madre mexicana está haciendo es olvidarse de sí misma, volverse irresponsable de su propia existencia./ Y ésa es la educación real, profunda que da a su hijo o hija: como yo, tú vives para otros, vivir para ti mismo sería egoísta, no sería tan hermoso como hacer lo que yo hice: vivir para ti, vivir para otros”. Destaco su disección de la inseguridad y la violencia nacional a partir del análisis de la educación que reciben tantos niños en nuestro país. “La violencia se produce porque al niño no se le dieron los caminos (internos o externos) para entender y resolver su propia vida.” “La violencia, pues, es la manifestación de un bajo desarrollo emocional.” Concuerdo y me parece urgente incorporar terapéuticos en las escuelas. ¿Dónde firmo? Por otro lado, trata a su lector como si desde un panóptico lo observara en su diván.
Cualquiera puede tener un mal año, pero me consternan tres asuntos. El primero, que prometiera sacar un libro donde explicara lo de las veinte conciencias. El segundo, su poca receptividad a la crítica. Cuando Heriberto publicó un post sobre su nominación como lo peor de 2010 revelé mi identidad para no perjudicar a otros colaboradores de Replicante y advertí que escribiría este texto porque el comentario estaba sujeto a los lineamientos de una lista; era injusto porque no expresaba lo importante que fue para mí leerlo en otro momento y lo mucho que me había disgustado de un libro que peca, ante todo, de soberbia intelectual. Eso llevó a un intercambio con Yépez, público y privado en el cual desestimó de antemano esta columna, en los siguientes términos: “ni tú, ni nadie me puede exigir nada”, “creo que te estás colgando de mi obra para aumentar tus ratings”, “ubícate, no soy tu subordinado, no creas que publicar en Replicante te da derechos plenipotenciarios”, “es como una persona criticando a un albañil sin saber nada de albañilería”, “esa incongruencia tremenda”, “censores, censores que ni siquiera se dan cuenta que lo son”, “el absurdo de eso que Replicante está haciendo”, “la siguiente vez que me veas, al menos se congruente con tus opiniones, te voy a contar cuántos segundos puedes hablarme mirándome a los ojos sin que se te quiebre la voz”, “ojalá le bajes a tu ego y te des cuenta la mamadota que estás haciendo”.
Pues no. Yépez es el autor mexicano que más he leído en los últimos cinco años. Lo único con lo que he sido disciplinado en esta vida es la escritura y considero que son suficientes razones para emitir una opinión sobre su libro. Si quisiera que me leyeran habría mejores temas para aumentar mi rating. No es censura. No te exijo a ti, sino a tus ideas y escribo cada palabra sobre ti y tu obra mirándote a los ojos. No me lo tomo personal, no me ofende, me parecería igual de llamativo si se lo hubiera dicho a alguien más o si cualquier otro autor nacional lo hubiese escrito. Si no me pareciera sintomático de una arrogancia que lo limita, no lo traería a colación. “Habría crítica literaria en México si hacerse el ofendido no fuese el truco ideal para abandonar los debates”, escribió hace unos meses. Me desconcierta que un autor que se le ha lanzado a la yugular a tantos artistas mexicanos se muestre tan cerrado a la crítica y creo que se refleja en la prepotencia de su prosa.
El tercero, la sobrepublicación. Ningún escritor mexicano lanza tantas ideas al papel como Heriberto. Es polarizante, de los pocos que sobresalen entre una muchedumbre de ensayistas nacionales que a lo mucho producen indiferencia. De mantener este compás podría terminar con cien libros. Su currículo podría incluir: ensayista bilingüe, poeta bilingüe, narrador bilingüe, teórico, filósofo, psicólogo, sociólogo, politólogo, antropólogo, catedrático, crítico literario, crítico de arte, gestor cultural, artista transmediático, traductor, pionero del blog. Eso así es, lo escribo tal cual, sin querer apresurarme a un juicio. Ha ganado más de una docena de premios nacionales. Es más, ¿algún otro autor mexicano ganó más concursando en la última década? ¿Cuántos lo hicieron en dos géneros? ¿Cuántos en más de una ocasión? Más allá del chisme ocasional, esos premios no los regalan. Estos datos lo validan como un escritor prolífico, con una obra de calidad. Sin embargo, no puedo evitar este presentimiento…
La industria editorial se ha potenciado infinitamente, los avances tecnológicos, la alfabetización, las demandas de artistas berrinchudos, la globalización y sobre todo el crecimiento poblacional, han permitido que se impriman y se lean millones de libros más al año; las publicaciones de medios virtuales, los blogs y en mi opinión Facebook y Twitter, son espacios editoriales. Mucha tentación para el que pueda tenerlos.
Sé que Jack Kerouac escribió On the road en tres semanas y lo mismo hizo Bergman en siete días con el guión de Persona. No puedo olvidar aquella anécdota de Joyce y Beckett charlando tras largas jornadas de escritura, ¿y cuánto avanzaste hoy?, dos líneas, ¿y tú?, casi termino una oración, luego ambos se felicitaban efusivamente. Tampoco puedo excluir mi propia experiencia, escuchar las palabras rechinando en cada párrafo. Está claro que Yépez tiene otro ritmo de pensamiento, se siente en la respiración de su prosa, posee una inteligencia literaria privilegiada. Sin embargo, ese frenetismo también juega en su contra, no se puede librar y ganar todas las batallas. Hace algunas semanas entrevisté a Martín Solares sobre el acto de escribir, una de sus reflexiones que empaco para el camino es que la prisa es uno de los peores enemigos del escritor. Yépez tiene prisa para reinventar la crítica, renovar el ensayo, descifrar al mexicano. Y sobre todo, tiene prisa para volver a nacer, y algunas de sus reencarnaciones son prematuras, fetos con facciones de lo que pudo ser un niño alado.
Yépez tiene prisa para reinventar la crítica, renovar el ensayo, descifrar al mexicano. Y sobre todo, tiene prisa para volver a nacer, y algunas de sus reencarnaciones son prematuras, fetos con facciones de lo que pudo ser un niño alado.
Su escritura es difícil de ubicar. Misión cumplida para él. Desafortunadamente para su lucha por indefinirse, paralelamente se ha vuelto una figura pública. Le van a dibujar su caricatura. Ahora lo espera una turbamulta de periodistas cuando sale a presentar un libro. Miles lo siguen en las redes sociales listos para morbosear su próxima opinión. Tiene a su disponibilidad espacios en las mejores revistas nacionales, uno de sus principales diarios y la editorial que elija. Y por como escribe, siempre debe tener una idea nueva, radical. Seguro irá aumentando su sala de trofeos. Sus libros encontrarán muchas reseñas complacientes. Sus opiniones sobre literatura, arte y política serán de consulta popular. Ya no puede proyectarse como un marginado, paranoiquear con que no estamos listos para sus ideas o estamos en su contra o es demasiado experimental para la literatura mexicana. Además, Tijuana se ha vuelto uno de los centros de este país. Tiene nuestra atención. ¿Qué dirá ahora?
Su propuesta desculturizadora, desidentitaria, es una utopía pacheca. Todos somos maldecidos y bendecidos con patria, familia, decisión, casualidad. No existen pasos para ser mejor. Responder cómo sería un ser nacido más allá de cualquier cultura o capaz de desprenderse de ella le corresponde más a la ciencia ficción que a un ensayo sobre un país en crisis, con serios problemas que demandan reflexiones realistas. Es común desechar opiniones y teorías asegurando que se trata de una visión distorsionada de la realidad, segada por miedos y fantasías. Aplíquese otra vez para el Yépez mitificador del 2010.
Alguna vez la poesía tuvo que torcerle el cuello al cisne, el ensayo mexicano del siglo XXI debe enseñar al centauro a ponerse zapatos, caminar en dos patas y salir de la fantasía para entrar en la realidad. ®
Joaquín Peón Iñiguez
Jorge, aprecio tu comentario, concuerdo con mucho de lo que dices, no creo que se oponga a los argumentos que utilizo para criticar su libro. Simplemente nos prometió una receta para ser mejores mexicanos y no creo que funcione. Las mejores propuestas que tiene para hacerlo ya nos las sabíamos, son muy fáciles de pronunciar, pero mucho más complejas de llevar a la práctica: enfrenta tus miedos y tus traumas, no le tengas miedo al cambio, etc. Por otro lado, Heriberto se aprovecha de verdades a medias y sus propias fantasías para defender su tesis, él mismo ha criticado fuertemente a otros autores que caen en lo mismo. Si Yépez quiere ser el gran provocador de la literatura mexicana (es mexicano le guste o no), está bien, ya lo es, pero creo que es una tarea fácil para él y si es tan evolutivo como dice, ya es hora de que su obra pase a una siguiente etapa, no necesita una provocación cada página, una idea inteligente y bien argumentada es suficientemente deslumbrante por si misma.
Jorge Clavellina
Hola a todos, he leido a Heriberto Yepez durante algo asi como año y medio y debo de recalcar que personalmente tambien capte que su inteligencia daba para mucho, lo cual me parece ya ha quedado claro.
ahora, tambien sobre las posturas, tan polarizantes, creo que son por obvias, altamente descartables.
¿quien no sabia que heriberto era agresivo y osado, para bien o para mal, y añado, quien de aqui ah mosrtrado prudencia o recato? (o concepto para señoritas, lo se, pero que solo los sabios aplican)
¿quien no sabia que heriberto tenia un ego descomunal y que en eso en parte se basaba su ensayistica (que en momentos, me parece a punto de entrar en metastasis con una idea genial) y estban dispuestos a apludirle cuando decia de manera tajante, furibunda y hasta contradictoria lo que muchos de nosotros «teniamos en la punta de la lengua» y añado, quien ha demostrado no tener un ego descomunal? (me incluyo!)
En parte a veces veo en heriberto yepez un paralelismo obvio con alejandro jodorowsky, buscan recontextualizar o reiniciar el proyecto de divinizacion y construccion del hombre, pero no saben como, y es pertinente no saber como, si el mundo y la nomenclatura religiosa de los ultimos 50 años ya no permiten construir praxis teologicas concretas, sino solo ensayos de elementos religiosos escogidos al azar y mantenidos simplemente por el gusto personal, sostenidos por igual solo en base a la autoridad individual de cada concursante (aplicando esta palabra en el sentido tercnico, de ir hacia, acudir..)
Por otro lado, tuve la dicha de acudir al ahora hiperfamoso encuentro-presentacion en guadalajara, por que aqui resido, en el que acudieron pocas personas y que era agradablemente informal.
quiza la memoria me traicione, pero Rogelio si dijo cosas a favor de yepez, asi como los que se encontraban en su comitiva, si peon estaba ahi, entonces, ¿que paso?
recuerdo que tuve oportunidad de soltar una pregunta a yepez, ya habia leido su libro (en un dia) y en balance tengo que decir que me dejo un buen sabor de boca por dos razones, por que ya era lector asiduo de yepez, y por que ya estaba advertido (por mi propia cuenta) de sus taras, ya sabia que era egomaniaco (vuelvo a señalar ¿quien no?) y todo lo demas, mi pregunta fue en direccion a la praxis del libro, en el libro apuntaba que habia que dejar de tener miedo para que el pais se reconstruyera y volviera al buen camino, y le pregunte que me contestara «el como concreto» y no tanto de manera retorica.
recuerdo muy bien que su respuesta fue un ensayo sicologico personal (defendible, aplicable) sobre autoanalizarse en las partes del dia en que uno sentia miedo, y puso el caso concreto de el teniendo miedo de no dar el ancho como panelista, y que eso era un reflejo de su soberbia (el lo dijo asi) y que analizando el mecanismo podia remontarlo.
al final platique un poco con el y como me dio la gana, le di un abrazo.
asumo que yepez tiene partes defendibles e indefendibles, y me queda claro que cada quien tomo, de manera arbitraria, su postura enfocandose en lo que «sintio» o sus expectativas abstractas, y como todo eso es un imponderable, pues señores, ¿que hay que discutir? ¿nuestros traumas?
algo que descarto de tajo (sin mas, pero tampoco tratando de hacer una hoguera de ello) es su postura abierta a la reinvindacion de la teologia prehispanica, soy catolico practicante, como tambien se lo comente en esa ocasion, recuerdo que platicamos breves minutos sobre como el proyecto genealogico que nos embarga mas importancia es la aplicacion correcta de la praxis catolica, que a fin de cuentas, lleva dos ventajas.
es la praxis religiosa verdaderamente fundacional de nuestra mexicanidad, (¿quien, a parte de los asistentes a temazcales, se embargaria en la quimera infructuosa de tratar de recontruir la completamente perdida, e impracticada por siglos liturgia prehispanica?)
y la otra razon fue por que de darse una renovacion del catolicismo mexicano este tendria impacto global concreto.
recuerdo que en su presentacion comento que la posibilidad de renovar de manera evangelica el catolicismo era una posibilidad inquietante y que, si aplicaramos el amor al projimo basandonos en los evangeliso (y añadio, al projimo gay, que los curas y el sistema ahoradesprecian) podriamos dar grandes avances.
y que paso despues? continue con mi vida, segui asistiendo a misa en latin, aplique su consejo con resultados desiguales pero valorables, lei mas libros, me enfoque en mi familia y mi trabajo,
lo mismo paso del otro lado, heriberto seguia siendo el mismo, (a veces pontificando contra la iglesia catolica, etc etc) y yo seguia leyendolo y descartando lo que nunca consenti en aceptar, cual es el problema????
¿somos adultos o queremos que el diga lo que nosotros queremos que diga, o si no cortalas??
Joaquín Peón Iñiguez
A ver… está muy bien que se quejen de la discusión, los que participamos en ella sabemos que por momentos se volvió chisme de lavadero y el lenguaje que se utilizó no es el más óptimo para estas ocasiones, pero entonces aporten algo, reivindiquen el debate, opinen sobre la obra de Heriberto, con mucho gusto seguiré respondiendo. Decir que el nivel del debate es muy bajo, tampoco lo eleva mucho, eh. Además, me gustaría leer comentarios sobre el ensayo, las opiniones que han dejado surgen al calor de la lectura, no de un trabajo literario, no hay que clavarse demasiado con eso.
Daimary: gracias por tomarte el tiempo para comentar. Yo no creo que la obra de Yépez trate sobre la evolución del ser humano, al menos preferiría que no. Quizás trate de su desintegración y eso es interesante, a veces conviene más destruir para poder construir desde cero, bajo otros parámetros éticos. Como narrador necesariamente hay que escribir de distintos yos, no hay que hacer alarde de ello. Como ensayista, Heriberto gastó muchas páginas en validar ese yo de ese libro, cuando la inteligencia debiera ser lo único que lo valide… Sobre su estudio de las culturas prehispánicas, no es que no sea importante, es que la realidad de las sociedades y los individuos posmo es muy compleja y no hallará soluciones en ideas de hace dos mil años… Me imagino que Yépez seguirá su búsqueda postidentitaria, está bien, casi todo puede ser argumentado racionalmente, yo podría escribir ahora una defensa del terrorismo o la guerra, o descalificar toda la literatura mexicana en una página, o decir que la realización espiritual sólo puede ocurrir viajando en el desierto o el mar. Me gustaría que se comprometiera un poco más con lo que escribe, es muy fácil no hacerlo. Lo que no se vale es pretender que se tiene una receta infalible, definitiva, para que nos superemos como mexicanos y anunciarla escondiéndose en argumentos mágicos, pseudocientíficos y amarillistas.
Efraín: también te agradezco tu comentario. Mientras más me voy enterando de la biografía de Heriberto y conociendo su personalidad, más me convenzo que está proyectando muchos de sus conflictos personales que no tienen porqué atañerle al resto de la nación.
Brenda Navarro
Qué comentarios tan interesantes. Solo una pregunta, ¿Al final quién se quedó con la pelota? (por eso del «ya no juego, dame mi balón»)
Me he leído todos los comentarios por mero morbo, no dan para más. Es triste que este sea el nivel de quienes se consideran parte de la literatura mexicana. ¿Será acaso que cada pueblo tiene a los literatos que se merece?
Jose Luis Tajonar Hernandez
Leí el artículo y el debate que posteriormente se ha estado publicado esperando encontrar un debate de altura como el que recién sacó la revista Literal entre Hitchens y Berlinski pero tristemente lo que aquí se presenta es la colección de vituperios que se intercambian públicamente excolaboradores de un mismo proyecto. Señores, más debates que merezcan la pena ser leídos y menos chismes. Esos nos los pueden ahorrar. En espacios públicos necesitamos mostrar al mundo que en México hay algo más que gente ardida, necesitamos mostrar que hay inteligencia
Efraín Trava
He leído, subrayado y anotado el libro de Yépez. Hay segmentos de una reflexión y profundidad muy valiosas. Hay otros, como ya se ha mencionado aquí mismo, que son fugas del autor, fundadas en su personalizada percepción de la realidad, cosa muy válida y hasta necesaria en todo tipo de ensayo. De cualquier forma, creo que el libro sienta un precedente en la literatura mexicana contemporánea, para bien y para mal. Yépez desde el principio se ha obstinado en ser inconfundible y lo ha logrado. A través de su estilo, su retórica, su megalomanía, es fácilmente distinguible. Eso me parece igualmente meritorio.
El apasionado texto de Joaquín es una lúcida provocación (involuntaria?), un revulsivo necesario y muy pertinente cuando hablamos de autores de la trascendencia de HY. Era previsible la reacción colérica (aunque él se obstine en negarla) de Heriberto. Una de sus grandes contradicciones es no poder controlar su tremendo ego y, sin embargo, criticarlo duramente en los demás.
Me congratulo de poder leer de las manos de él, de Joaquín y de Rogelio sus debates y diatribas. Los lectores salimos ganando de estos últimos y del remanso de claridad expuesto por René González.
La súbita ternura de Héctor Villarreal no puedo sino adjudicársela a su incontenible afán irónico.
Daimary
Qué opinamos los lectores acerca del texto de Peón y el libro de Yépez? No poco, anoto algo al respecto.
Al igual que Peón he seguido de cerca la obra del tijuanense, he leído con atención su columna en Laberinto, Milenio, he tomado clases con él y si bien no he leído la totalidad de su obra mínimo 5 libros sí. Hice mi tesis de licenciatura acerca de uno de sus libros («41 Clósets») e incluso fue mi terapeuta, con toda seguridad algo de su propuesta escritural he atrapado a la fecha. Y creo que es precisamente este ángulo el que se le escapa a Peón un poco o un mucho al momento de arrojar la viscera sobre el teclado, pues a juzgar por sus juicios parece no haber estudiado a detalle la propuesta escritural de Heriberto Yépez. Lo cual de algún modo me sorprende pues a inicio de texto expresa abiertamente que Heriberto Yépez «No sólo puede escribir desde distintos yos, sino también leer», haciendo alusión a su «POSTIDENTIDAD». Lo cual al parecer tres párrafos adelante olvida.
Si me piden que en una línea resuma la propuesta escritural de Heriberto Yépez yo diría sin dudar rapidamente: «La evolución del ser humano». Si me equivoco que me corrija el autor. No hay diálogo o texto que no aproveche para hacerlo público. Sus medios? La escritura y la docencia. Si la escritura es el método idóneo para una sociedad que lee poquísimo no lo sé, a mi juicio es loable, otros preferimos el teatro o la terapia
Lo que sucede en «La increíble hazaña de ser mexicano» es que Heriberto simplemente se destapó, abiertamente, de manera tácita, sin tapujos y barroquismos expresó lo que ha venido haciendo desde hace más de un lustro pero sin tanto rodeo, sin tanta palabrería, en resumen, salió de clóset.
«El órgano de la risa» o «Al otro lado», por dar dos ejemplos, son muestras claras de esta propuesta de escritura que él llama «etopoética» (creación de nuevas maneras de ser) no de manera tan directa pero sí con una vena fuerte, visible, palpable y demostrable. Por qué en su más reciente libro es tan evidente? En el mismo libro está la respuesta, pues si no mal recuerdo a inicio de éste se menciona que el texto no va dirigido a intelectuales sino al mexicano promedio, es decir, a no-lectores. Lo cual, desde luego, no excluye al intelectual de la oportunidad de leerlo e incluso cuestionarlo pero siempre y cuando tome en cuenta el contexto que circunda al texto, sólo desde ahí se puede hacer una crítica objetiva.
Peón, Heriberto, como tú asertivamente mencionas, escribe desde distintos yos y uno de esos yos está construido artificiosamente para comunicarse con el «ego» del lector. Esas oraciones que tú percibes como «variedad de artimañas para darle credibilidad al narrador» en psicología se conoce como el acto de «confrontar». Heriberto le está hablando al «ego», está confrontándolo.
Y trayendo a tema tu observación acerca de los mayas y el romanticismo acerca de las culturas prehispánicas que mencionas. ¡Uff! ese es asunto francamente delicioso y desgraciadamente por esotérico poca gente conoce y me incluyo entre ellas. Antes de leer «La Increíble hazaña de ser mexicano» mi percepción acerca de los sacrificios realizados en la América precolombina era otra, y no fue únicamente la obra de Yépez la que me ha llevado a tener más en claro la cosmología indígena. Digamos que fue un anzuelo entre anzuelos, ideas que he podido comprobar directamente mediante otras lecturas, con comunidades indígenas de Baja California a través de la danza, cantos y narración oral, también mediante el contacto con miembros de la comunidad Huichol, defensores de Wirikuta.
Desde luego que en los textos de Heriberto hay incongruencias, desde luego que dice y se des-dice, yo misma lo he constatado leyendo semana a semana su columna, pero considero que hay que partir de la poética del autor de la obra que se está estudiando al momento de dar inicio al ejercicio crítico de ésta y jamás olvidar que si bien nos encontramos frente a un un hombre formado en las aulas de filosofía, entre otras cosas, también le forja y respalda una formación psicoterapéutica que atinada o desatinadamente ha logrado vincular con su oficio como escritor.
¡Saludos!
Carlos Sandoval
Que triste «debate»!
La Suerte de la Fea
Patética pseudodiscusión, donde Yépez da color de su inabarcable ego quesque neologista y Villarreal de ser el mamón reaccionario que juzga a todos que siempre ha sido. Oh cuán trascendentes son sus debates, o cuánto les debe este país por sus aportaciones, oh cómo nos ilustran con su dialéctica sobre lo que se debe borrar o no de los muros de Facebook (¡¡¡no mamarts!!!) y otros temas esenciales. Curiosamente es el chamaco Peón el que mejor librado sale, igual sus argumentos son rebatibles pero al menos demuestra un respeto por el oficio que los otros perdieron hace mucho, sofocados por desahogar en sus escritos toda esa neurosis que evidentemente tienen. Peón, mírate en el espejo de tu jefe, date cuenta que el que te aplaudan una nota o te reconozcan tal o cual escrito no lleva a la felicidad. Todavía eres rescatable…
Joaquín Peón Iñiguez
Agradezco a todos los que se tomaron el tiempo de comentar. Lo que se ha discutido, no sólo aquí, sino en las redes sociales y algunos intercambios privados, en su totalidad, es muy interesante. En sus partes hay algunas mentiras, descalificaciones gratuitas y chisme extraliterario. También hay contracrítica bien argumentada y una rica variedad de opiniones sobre la obra de Heriberto. Además de mí, participaron otros muchos que han seguido la trayectoria del tijuanense, uno de sus editores por buena parte de su carrera, otros escritores y, claro, el mismo Heriberto. Este dialogo hubiera sido imposible hace cuatro años, sin redes sociales, si Replicante no hubiera decidido apostarle con todo a la virtualidad. Los comentarios me han hecho revisitar mi texto desde otras perspectivas. Habiendo dicho eso, van algunas apuntes.
– Agradezco que Ariel reconociera otro lado de la columna que ha pasado desapercibido: el crédito que le doy a la obra anterior de Yépez, la importancia que tuvo en mi formación como ensayista, y lo necesario que es alguien así para el diálogo cultural de nuestro país. Critico dos cosas: su último libro que no me gustó y su actitud cerrada ante la crítica. También sugiero que algunas de las inconsistencias en su trabajo podrían deberse a la sobrepublicación. Y ya. Creo haber dado argumentos para las tres.
– No formo parte de ninguna mafia, movimiento, agrupación de resentidos, conspiración para desprestigiarlo y nadie en Replicante me sugirió siquiera que tratara el tema. Trabajo día a día con Rogelio y me consta que está en constante reflexión de cómo hacer una mejor revista, no de a quién se va a chingar y cómo.
– Hace unos meses publicamos otra reseña positiva sobre el mismo libro: https://revistareplicante.com/literatura/libros-y-autores/la-increible-hazana/. ¿Por qué no se generó tanta polémica en esa ocasión? En parte, es cierto, la mayoría tendemos a interesarnos más por un texto crítico que elogioso. Pero también creo que propuse suficientes ideas para permitir este dialogo.
– Tampoco hay una campaña contra Fadanelli, lo último que publicamos sobre él fue una reseña que trata muy bien la reedición de El día que la vea la voy a matar. También le hemos dado un buen espacio a las novedades de Moho y si no me falla la memoria, todas las reseñas han sido positivas.
– ¿No debemos criticar un libro porque se escriban peores libros? ¿No debemos hacerlo si como críticos no somos mejores escritores que el autor referido? ¿Debiéramos darle prioridad a seguir desacreditando pelmazos en lugar de reflexionar sobre la obra de uno de los pocos autores originales, por momentos lúcido, entre los miles que publican libros en el país?
– ¿Se puede hacer buena literatura de superación personal? Creo que los madrazos que nos damos escribiendo son directamente proporcionales a la ambición con la que escribamos. Heriberto quiso hacer un ensayo de autosuperación nacional, se la puso muy difícil, pero realmente se condenó cuando eligió esa voz soberbia y contaminada por ideas new age. En otros libros de él sentí que viajaba por la conciencia del autor, era vertiginoso por momentos; ahora sentí que era una visita guiada y me querían llevar de la mano. No me gustó. Punto.
– Espero que las quince páginas de rollo fueran suficientes para dejar en claro que no baso “mi descalificación en la presentación de un libro”.
– El tipo de comentario que más se ha repetido en los distintos espacios de discusión fue: soy lector de HY, me gusta mucho su obra, pero también quedé decepcionado de su último libro.
– El enunciado que seguía a lo del PAN decía: “da igual que pida apoyo a un partido para gestar un proyecto, lo que me sorprende es que no pudiera respaldar sus palabras”.
– Extraño que nos llamen una revista derechista porque tengamos algunos colaboradores que se distinguen por ser antepejistas y anticastristas. ¿No han leído el dossier del mes?
– El comentario de Héctor fue el que más me desagradó, pero al mismo tiempo podría ser el más sintético y atinado de esta discusión. No por lo que dice palabra a palabra, sino por cómo ironiza sobre los actores de esta rebatinga que ha tocado algunos puntos bajos y se ha salido en repetidas ocasiones de lo literario y el tema central: La increíble hazaña de ser mexicano.
– Me alegro que alguien destacara los aforismos de Horst Matthai, sigo pensando que contienen algunas claves para entender mejor la obra de HY. Entre los párrafos que corté al final, había un par que se referían al Libro del desasosiego. También encuentro algunos paralelismos entre la búsqueda postidentitaria de Heriberto y el desasosiego de Pessoa.
– Ejercicio de autocrítica 1. ¿Peco por momentos del mismo amarillismo intelectual que critico? A veces me gana la pasión, no siempre logro canalizar la agresividad de mi estilo, pero no es personal contra HY, así escribo no-ficción y con cada texto procuro irme afinando, no caer en provocaciones gratuitas, lograr un equilibrio entre la forma y el contenido.
– Ejercicio de autocrítica 2. ¿Manipulo la información del libro? (Tiempo para reflexionar y releer algunos párrafos) No. Elegí una perspectiva. No me estoy inventando citas y ya lo dije, HY me dijo que todo en un ensayo debe ser citable. Seguramente se puede escribir un texto igual de extenso tomando otros fragmentos brillantes, pero en este caso la balanza se fue para el otro lado, encontré demasiadas inconsistencias.
En fin, se me hace que traíamos ganas de discutir la obra del tijuanense. Esta es mi crítica, creo que se sostiene, también creo que otros con mayor bagaje teórico podrán argumentar con mayor precisión algunos de los puntos que trato u ofrecer otra lectura divergente. Estoy seguro que lo seguiremos leyendo y, contrario a lo que él piensa, somos muchos los que no deseamos que se hunda, desaparezca, censure, sino que supere algunos vicios de su ensayística y escriba el mejor libro que su inteligencia le permita. Este no fue el caso.
Voy que te quedo jabon
Estas discusiones reviven lo muerto que esta la republica caduca de las letras. Para Yépez que lo critiquen es duro viniendo de esa figura galáctica que heredo todo la esencia de Octavio Paz y de su tío Carlos Fuentes. El todo lo innova, es el mejor crítico literario, critico de arte, pionero de la red, ensayista del siglo XXll. Para él su ego lo es todo y la crítica es una forma de utilizarlo a él para trepar. Eso piensa pero que bueno que abrieron esta discusión para conocer al Yépez sin maquillaje, al intolerante, al pedante, al aborto de Christopher Domínguez región Tijuana.
La literatura mexicana ya esta fastidiada de poses como Lemus, Yépez, que únicamente fusilan pero a la hora que están en el paredón les sale lo José María Morelos. Esos críticos que se la pasan en el confort pero cuando los atacan se asustan y empiezan a utilizar su técnica de francotiradores.
¿Por qué en su momento lo tuvieron en Replicante sabiendo que era todo una fichita y cuáles fueron los problemas con Rogelio Villareal?
René González
Sin afán de aumentar el encono de esta polémica me gustaría hacer algunas precisiones:
Tengo mucho respeto por Heriberto Yépez y he disfrutado un gran porcentaje de lo poco que he leído de su abundante obra.
Conocí a HY por medio de Rogelio Villarreal quien me recomendó efusivamente la lectura de su libro A la caza del lenguaje en tiempos light (que disfruté mucho) y luego me lo presentó en el stand de Replicante en una FIL de hace algunos años. Meses después Rogelio lo llevó a la tertulia de Tedium Vitae que dirigían Carlos Enrique Orozco y Alberto García Ruvalcaba en la Casa Clavijero. Ahí los integrantes tuvimos la oportunidad de dialogar con él y Rogelio por varias horas. Luego trabamos contacto en Facebook como lo hice con varios de los colaboradores de Replicante.
Lo llegué a considerar uno de los más prometedores ensayistas del México del siglo XXI por su bagaje intelectual y por la convicción y osadía con que planteaba sus argumentos.
No tengo el nivel intelectual de Heriberto, pero desde mi humilde opinión varios puntos de su constructo me llamaron la atención, algunos en sentido negativo. Primero el volumen de su obra: 24 libros en poco más de 10 años. Luego pensé ¿escribir un libro cuántos libros leídos implica? Es peor que un iceberg. Una de dos —seguí pensando— o es un polígrafo genial que supera a Borges y a Paz o es un escritor con mucha prisa por publicar —bueno o malo ese no es el punto. También es harto perceptible su exagerada seguridad en sí mismo que llega a la pedantería. Nada de lo anterior lo considero negativo.Como tampoco puedo considerar así su hipercrítica a la opinión ajena y su blandura con la propia, porque eso en mayor o menor grado todos lo tenemos. También con esa velocidad de publicación era previsible la irregularidad en la claridad de sus textos, algunos de una transparencia impresionante y otros casi ilegibles. Igual soy yo, y no él.
Uno de los puntos negativos que sí percibí es su tendencia a la diatriba y al improperio; considero que el español es tan vasto y flexible que llegan a ser innecesarios, puedes decir prácticamente lo que sea sin usar el insulto soez. Puedes minusvalorar a tu interlocutor y decírselo o escribirlo pero con buenos modales y sin intención de ofender puesto que es lo que tú piensas.
Otro fue su arraigado concepto del priismo como una de las causas básicas de la condición negativa del mexicano. Ese lugar común tan difundido es normal que lo piense el vulgo ¿pero un intelectual que ha escrito decenas de libros y que seguramente ha leído miles? Con un regular estudio de la historia de México es claro que la gran mayoría de los vicios sociales que nos afligen se instauraron desde la Colonia. El priismo es uno de los muchos efectos de esas causas que venimos arrastrando desde nuestra génesis como nación. El caciquismo y el abuso de poder es una característica humana que el desarrollo social ha atemperado —pero no eliminado— en las naciones más avanzadas vía la democracia. Lo que todavía no ha sucedido en nuestro pais.
Pero lo que si fue un problema fue su fobia al teísmo en general y al cristianismo en particular. Tuvimos un largo intercambio de opiniones —junto con otros interesados en el tema— vía Facebook, que no terminó bien. Sostengo que tanto la existencia de Dios como su no-existencia son indemostrables, ergo el ateísmo también es una fe…
El caso es que tengo el pequeño problema de que me molestan los malos modales, opino que la dialéctica puede, y debe, prescindir de la grosería. Puedes interrogar a tu interlocutor sobre lo que quieras pero con el debido respeto, y no exigir perentoriamente que te respondan exactamente como tú lo quieres. No tienes derecho a poner a nadie en la relación profesor-alumno-examen fuera de un salón de clases.
Debo concluir diciendo que lamento mucho que la relación de Heriberto Yépez con Replicante, con Rogelio Villarreal y conmigo haya concluido porque creo que Heriberto todavía tiene mucho que decir. Es muy joven y si acepta la crítica y practica la autocrítica lo mejor de él está por venir.
Por cierto, nunca dije que él era el diablo. Irónicamente parafraseé lo que dijo Al Pacino en El abogado del Diablo «La soberbia …mi pecado favorito».
Un saludo a todos.
Gustavo Andrade
Primero que nada debo decir que no he leído ese libro pero tengo algunos comentaros sobre lo que lei aqui donde no le estoy respondiendo a nadie en especifico. Son solo mis notas personales sobre el articulo.
Sobre los faros:
– Todos los conceptos que un individuo utilizará en su vida deberían ser creados por él mismo.
Es imposible realizar tal cosa. Imagínate, tendrías que ir cambiando cada idea que conforma a tu «yo» por una creada por tu «yo» que a su vez en el momento de creación se encuentra bajo la influencia de aquello que quiere cambiar.
Me parece más acertado decir:
-Todos los conceptos que un individuo utilizara en su vida deberían ser juzgados/evaluados/aceptados conscientemente/su elección por el mismo.
La segunda me parece obvia.
La tercera no. De hecho, depende de lo que consideres que sea tu «yo». Generalmente veo que sucede lo contrario a lo que se afirma ahí: Tu vida diaria externa marca lo que crees. Considera el sencillo ejemplo de la racionalización o la manera en la que actuamos y luego creamos/buscamos una ideología que explique esos actos.
-alguien en la humanidad tiene que decidir ya no ser humano. (Nietzsche)
Sobre la cuarta: Me parece interesante como cambiaria la imagen de Dios si la capacidad negativa fuera vulgar.
No tengo nada que decir sobre la quinta porque no la entiendo.
-¿solo el metafísico puede manipular el mundo a su favor?
No, no lo creo, ¿a qué se refiere por metafísico?
¿Que fue lo que permitió que los Jonios pudieran manipular el mundo a su favor?
Yo tengo entendido que fue la manera práctica de ver el mundo. Es decir, hacer preguntas prácticas sobre la naturaleza, preguntas físicas, no metafísicas. Lo que permite que manipulemos el mundo es la visión que busca mecanismo en la naturaleza, más no la magia.
Luego sobre Joakim:
Sobre: «“como amigo, no como editor”, varias “exageraciones alevosas y mentiras” sobre algunos amigos comunes expresadas en el muro de su Facebook»
¿Que no tales reclamos deberían ser dirigidos a los amigos comunes que expresaban esas ideas que le disgustaban a Villarreal?
» él lo sabe, pero no supo hacerlo. » Me parece una conclusión aprisa. Quiso lo hizo adrede…
» porque se dará cuenta de que esas autoridades sólo existen dentro de él. » Es la idea de que lo interno crea lo externo.
Mira como el autor defiende la mediocridad: «Me gusta tener pensamientos ordinarios, inútiles, hacer cálculos que no sirvan para nada, procuro ser honesto conmigo y con los demás, estudio, trabajo, leo, juego videojuegos, hago ejercicio, me gustan los noticieros deportivos, a veces se me cae la baba viendo la pared y además tengo que lavar la ropa.»
Pensamiento falaz: » Lástima que el pobrecito descorazonado (literalmente) no viviera para experimentarlo.» Por todo lo que yo he leído sobre las culturas prehispánicas, la única conclusión a la que he llegado es que difícilmente me puedo imaginar que es lo que pensaban y lo que sentían. La falacia en este caso es creer que ellos lo experimentaban tal como nosotros lo experimentaríamos.
Aquí estoy de acuerdo con el autor: » Los aztecas no, por supuesto, ellos vivieron cientos de años de cambio vertiginoso, nunca se aferraron a creencias fantasiosas, no necesitaban de tantas ciencias porque su conocimiento era integrado, al mismo tiempo eran politeístas porque podían fragmentar a sus divinidades en valores. Nosotros, es decir los viejos mexicanos, hemos dejado de generar prácticas y símbolos, sentimos vergüenza de nuestro cuerpo y somos tontos por voluntad. Como teología es muy cursi. Se la creerán acaso el vocalista de Zoe y los tamborileros, una especia de tribu urbana del sureste que tiene algunos seguidores de las profecías mayas, procuran residir por temporadas en la selva de Palenque, consumen hongos y otras drogas, “están fuera del sistema”, algunos inclusive se mutilan el cuerpo y el rostro a la antigüita. No me parecen más evolucionados que cualquier skato o reguetonero. El libro cae en manipulación emocional y de la información.»
«Su propuesta desculturizadora, desidentitaria, es una utopía pacheca.» Si ha leído a Heriberto los últimos cinco años, ¿porque no se toma la molestia de contextualizar su último libro dentro del resto de su obra?
Rogelio Villarreal
Tienes razón, Héctor, y lo digo en serio: lamento haberle respondido a Yépez de manera un tanto impulsiva. Debí haberme limitado a la esencia del debate: el último libro de HY. Gracias, y gracias también a ti por tu mesura René… saludos.
Héctor Villarreal
Yo apoyo al maestro Heriberto. Le están echando monterrey en mal plan. Están enamorados de él y le reclaman e insultan como si los tuviera malcogidos porque no cumple con las expectativas que ustedes tienen de él, porque no es lo que ustedes quieren que sea. Lo que él escriba o no escriba es muuuuuuy su pedo. Eso y quien le escriba sus solapas o quien le haga su publicidad. Y si a ustedes les caga el peje o marcos o quien sea, no quieran que a él también ni que escriba sobre ellos sus libros en el sentido en que ustedes quieren. Si les rompió el corazón, supérenlo con amor propio. Dejen de joderlo. He dicho. (Heriberto: carnal,estoy contigo. Les vamos a poner una chinga en cualquier debate).
Jhonnatan Curiel
Es de destacar el arrojo crítico de Joaquín en esta reflexión y su voluntad de generar debate donde por lo general hay estancamiento y autocomplacencia, pero veo que aún cuando realizó todo un esfuerzo de lucidez, cae en lo mismo de lo que pretende distanciarse y luego esconde la mano. Quién es el proyectado aquí. Cómo no vas a poder debatir lo mismo que argumentas, y más si es en persona, documentado en video y difundido por todas las plataformas que ahora existen, un verdadero debate público para todos y no únicamente para lectores y escribas.
Como joven, a largo de este debate veo cómo se prefieren hablarse de lejitos y buscan alentar la insidia tomándole más importancia a pláticas sin contenido crítico y francos chismes que más bien debieron haber resuelto por su propia cuenta.
Se denuncia la SOBERBIA de unos sin mencionar al ORGULLO y los PREJUICIOS de otros.
Este es el momento de los debates públicos, y al decir público no me refiero a estos foros que aunque útiles sólo llegan (como siempre) a una minoría, sino verdaderos debates públicos en los que estén involucrados personas ajenas a las discusiones sobre Marx, Piaget, y tantos otros autores usados como golosinas cerebrales. Personas a las que se les hable de la vida en su presente antes de lo chingona que puede ser una corriente intelectual.
Aún cuando tiene sus apuntes rescatables, me quedo con muy poco, en general me parece plagada de prejuicios y desinformación manipulada a su antojo para dar sustento a lo que pretende argumentar. Juzga sobre cosas que no dice el libro, la romantización de los prehispánicos, un ejemplo entre tantos, y descarga toda su insidia en las supuestas “artimañas”, como si él también no las utilizara para dar en el blanco de los pensadores mexicanos resentidos, poquiteros, incapaces de cuestionarse sus propias fantasías, su forma de ser disfuncional, y tantos y tantos otros que no pueden ser juzgados de “sobrepublicación”, házme el favor, ahora resulta que ser un autor prolífico es condenable. Hablando de “amarillismo intelectual”. Esa misma rapidez que apunta Joaquín es aplicable para él mismo en este escrito, descalifica ideas y creencias a la ligera sin tener el tiempo de cuestionarse si hemos de seguir el mismo modelo de pensamiento que nos han heredado. Existen otras vías posibles de pensamiento y de vida, sí existen aunque las ridiculicen y traten de hundirlas en la lógica, que no ve más allá, no ve más allá, no ve más allá.
La respuesta que ha generado este libro habla por su cuenta y el impacto comienza a dejarse sentir, se percibe en toda la tensión de esta discusión aunque traten de negarla y que parezca relajado el debate, es una tensión necesaria entre visiones que tratan de aferrarse a su inmovibilidad y otras que por vez primera están generando una vía de cambio fuerte y necesaria para el individuo. Va más allá de la literatura y lo intelectual, va más allá de los libros y las revistas, cómo pueden reducir su mundo a sólo eso.
Como ha sucedido durante tanto tiempo, pensadores y creadores de otros países son los primeros en atisbar la magnitud de la propuesta antes que los propios pensadores mexicanos. No hace falta enumerar los ejemplos porque es algo que se repite y se repite.
Como lector de Replicante desde hace años, se agradece que sigan publicando reflexiones que generen polémica y contribuyan a seguir formando ideas y derribando creencias disfuncionales. Pero a lo largo de este debate fui testigo de cómo más allá de criticar se escandaliza, se juzga, se condena, se excluye, se insulta, se chismea… quizá esto es necesario en este tiempo aunque cueste trabajo aceptarlo, como joven voy aprehendiendo y esto sirve de autodiferencia. En fin, me gusta mucho Replicante y espero que sea un proyecto que siga evolucionando. Es de las pocas revistas buenas que le quedan al país.
Lector
Replicante me empezó a interesar por algunas luces de ensayos o entradas que me prendieron pero no es la revista LITERARIA que busco, para eso me quedo con Letras Libres, las ideas políticas que manejan no me interesaron y siempre salen a relucir para eso prefiero Proceso pero tiene su merito la revista y es una propuesta para un nicho diferente que no se cual sea.
Yépez y Fadanelli son dos de los mejores escritores de México y si es como lo dicen los comentarios que mal que traten de lincharlos por eso, cuando la crítica se hace como un ejercicio de reflexión y no para atacar por resentimientos, trastornos y problemas personales.
El libro de Yépez no es el mejor de su autoría pero no es una basura. Es un libro donde fluyen ideas y algunas las fundamenta más que otras, como es la costumbre de él en sus columnas de cada sábado.
La diferencia de la crítica de Replicante la comparo con la de Ignacio Sánchez Prado que saco en Tierra Adentro y en la cual ofrece su lectura donde no le gusto el libro de Yépez pero no empieza a insultarlo y a condenarlo como lo están haciendo ustedes, lo que demuestra lo que es una critica comprometida y no una critica para ningunear la figura de alguien.
Rogelio Villarreal
Te hago caso, mi estimado Óscar. Por mi parte aquí la dejo. Un abrazo.
Rogelio Villarreal
Sí, Yépez, me di cuenta de que borrabas tus posts anteriores en FB, pero curiosamente borraste tu largo comentario a la nota de Joaquín sobre «Lo peor de 2010» y el mío en el que aclaraba que habías decidido irte de Replicante no porque te tiraba línea, como insistes en decir, sino por tus insultos y tu soberbia ante gente más seria y valiosa que tú, como Geney Beltrán y Guillermo Sheridan, a los que no les perdonaste que criticaran duramente a Saramago. René no te pidió que te fueras, sino que te pidió respeto, pues estabas ya muy exaltado y perdías evidentemente la discusión. ¿Para no recargar tu FB? Ja ja… qué curioso que lo diga alguien que en su momento fue pionero del bloguismo… Otra prueba de que no sabes leer es que cuando te comenté el texto de Mark Vicente me referí muy claramente al japonés charlatán que sale en su película Y tú que chingados sabes?, Masaru Emoto, el que afirma que el agua tiene sentimientos… Incluso te comenté la nota de Martín Bonfil, divulgador de la ciencia, que publicó en Milenio [http://lacienciaporgusto.blogspot.com/2005_08_01_archive.html] y me respondiste que también la ciencia te causaba desconfianza. Eso fue en el viaje de regreso a Tlaxcala. No tengo la menor intención de tirarle línea a nadie, te lo repito porque eres incapaz de entenderlo, y de eso te pueden dar fe cientos de colaboradores —a los que ahora acusas de escribir para una revista conservadora y fascista —y que además ha emprendido una campaña contra ti… ¿te das cuenta de tu paranoia? Te voy a recordar lo que es el fascismo: lo que hicieron Hitler, Mussolini y Stalin en la Segunda Guerra Mundial. Y te voy a recordar que Vasconcelos, una vez el gran educador de México al que tanto admiras y defiendes, apoyó expresamente a Hitler durante su peor época. Deja de mentir y de insultar, Yépez, no es tan difícil. Vuelve a tus buenos libros y olvídate del último, plagado de chapucerías y estupideces —¿ya leíste el comentario de Casanova? Aún estás a tiempo. ¿O charlatanería pseudocientífica, maya y budista sí y ciencia no? Salukas, pues.
oscar aparicio
Quizàs estè equivocado. Conocì a Yepèz ( su literatura) mediante la revista de Rogelio. Las reseñas que leìa de el en otros medios me dejaban a medias. Mucho de lo que me atrajo a Replicante fue la labor de varias plumas, el estilo antislomene y medianamente cabrìon y outsider. Por lo mismo, no me extraña que ahora Yepèz sufra el mismo tratamiento que se le dío a otras plumas.
He leido el debate, las mentadas y las criticas como quien se asoma a un pequeño pleito familiar. Espero que en el futuro, las baterìas de ambos se dirijan a enemigos comunes.
Me gusta mucho la revista, la obra de Heriberto e incluso el debate rìspido que se esta generando. Pero en un ejercicio de honestidad, me parece un esfuero poco constructivo, habiendo tanto pelmazo a quien desplumar. Por lo mismo, quiero pensar que las mentadas de madre, los exbaruptos y los reclamos lògicos surgen cuando por equis razòn, se rompen relaciones. ¿ Y despues?
Me explico, aunque quizàs sea monologo que no satisfaga a nadie, pero hablo desde mi tribuna como lector constante y asiduo.
La ropa se lava en casa. Sucia o no. Y dada la singularidad del rompimiento de relaciones, no es fàcil distinguir la critica del veneno,ni el argumento de la inquina. Y es entendible, carajo.
No sè.NO tengo opiniòn formada, pero no me gustarìa que la revista se transforme en una ventana de las fobias personales de los editores. Eso le paso a la Mosca, y a otras muchas.
Supongamos que realmente el libro es una charlatanerìa- ¿Y? Es vàlido dedicar tanto tiempo a lo mismo? ¿ No es màs prudemte dejar que los lectores escojan?
En fin. Espero que lleguen a un armisticio o encuentren nuevos targets. No te niego que he leìdo el intercambio con interes, pero no con morbo. Caray.
Woody Allen decìa algo similar respecto a su obra fílmica ( si no te gusto esta cosecha, espera la del pròximo año)
Y si el señor Yepèx es irascible,autoritario,creido, mamòn, pagado de si mismo, soberbio y chamanico, pues eso ya lo sabiamos sus lectores, quienes lo padecemos y gozamos simultaneamente. Eso es lo que me parece inexplicable. Pero en fin cada quien sus eufemismos.
Saludos desde mi miserable gatopardismo. Mientenme la madre, pero espero que encuentren tregua a sus diferencias irreconciliables.
Casanova
Yo compré el libro de Yépez para mi tesis. Esperaba encontrar en él un análisis serio y bien argumentado sobre la cultura mexicana y lo primero que llamó mi atención fueron sus parrafos, era imposible tomarlos en serio, ya no digamos citarlo. Luego, cuando se iguala a Séneca y empieza con la pachequéz prehispánica no pude evitar recordar un viejo cartón de Robert Crumb, en el cual durante una crisis existencial dice (con una brillante muestra de humildad) «qué horrible darme cuenta que todos aquellos que me consideran un genio, son unos neuróticos psicópatas igual que yo, que se sienten identificados…» Algo así pensé mientras leía «la increible hazaña»: que ese libro fue escrito para gente muy acomplejada que piensa que encontrará la respuesta definitiva en un libro de Cohelo, Sanchez o en este caso, Yépez. El libro es pésimo y Joaquín, felicidades, fue un artículo interesante (y apasionante), a diferencia de los dos o tres anteriores cuya lectura yo abandonaba al segundo parrafo. Te mando un abrazo. Deberían hablar de Kalimba.
Heriberto Yepez
Oye, Rogelio, ya sé que te gustan las verdades a medias, pero yo borraba todos los días las discusiones en FB, digo, cualquier te podía decir eso, si te hubieras tomado el tiempo de asomarte. Todos los días borraba todos mis posts de horas antes, para no tener un FB recargado.
Y en el de FB de René González lo borré porque, como él te podrá recordar, me pidió que me largará de su FB porque insistí en que sus argumentos a favor de la existencia de Dios —oye es que tienen colaboradores bien cristianotes— eran falaces y creo se le acabó la paciencia y me corrió de su facebook, y yo le dije que para no molestarlo le iba a borrar mis comentarios en su facebook; fue todo, Rogelio, no te azotes, o sea, ¿neta todo eso te preocupa?
Por eso dejé de colaborar en Replicante, Rogelio, porque igual que aquí hasta con pendejadas del facebook y delirios tuyos de estar corrigiendo cada cosita de lo que otros hacen o escriben, así te la pasabas mandándome emails acerca de porqué estaba equivocado, según tú, en todo jajaja, y como te dije entonces, Rogelio, uta a veces no hay tiempo para leerte tantas pinches Inquisiciones tuyas, carnal, y mejor, como te dije, me quedaba con el amigo y no con el editor, porque eres el único editor que conozco que manda emails de ese tipo; como te lo dije, no es algo que considere correcto de un editor, que le esté dando línea, porque quieres decir que no, pero estar mandando emails chingando sobre cada cosita que uno hace, igual que estás haciendo con lo del facebook, que es ridículo que hasta eso ocupe tu mente, se llama dar línea, muy disimuladamente, pero es dar línea, y no nunca he aceptado que me den línea, cuando vi que ya estabas cruzando esa delgada línea del respeto, dejé Replicante, además, como te dije desde hace tiempo, porque es muy conservadora, Rogelio, muy fascista, nada más mira tu actitud, como editor estar chingando a un ex colaborador, decirle con tanta facilidad «charlatán», nomás porque ya no colabora contigo.
O aquella otra, Rogelio, de que me dijiste que yo comentaba los links de una persona porque era mi editor, no mames, Rogelio, como te dije, esa persona no es mi editor desde hace un montón de años.
Y tuviste el valor de pedir una disculpa y corregirte? Nel, nada, no te importó lanzar una difamación tan cabrona, porque tú siempre piensas que eres el Correcto y tines el derecho de insultar a quien quieras, y jamás tienes porqué aceptar un solo error.
O te importo corregir que no había ningún «charlatán japonés»? Y así cada una de tus verdades a medias, comentarios rencorosos, ironías, etc.
Orale pues, no hay bronca, cuando salga tu próximo libro y cuando salga el mío, ahí nos sentamos ambos a compararlos y a ver quién está chocheando más gacho.
Y como solíamos despedirnos en los buenos tiempo: Salucas!
Ariel Ruiz
Estimado Joaquín:
Me gustó tu texto. Me agrado que, al lado de tu ejercicio crítico, también hay una valoración general muy positiva del trabajo (o, más bien, de otros trabajos) de Heriberto. En lo personal, me parece un trabajo ponderado y muy meritorio.
Un abrazo
Rogelio Villarreal
Ja ja… buena señal esa, la de pensar cada noche que a lo mejor ya te piraste… Suerte!
Rogelio Villarreal
Ay, Yépez, insistes en decir que estoy rencoroso o lleno de coraje… bueno, allá tú, pero si te fijas eres tú el que no concibe una discusión respetuosa, y la eludes o eliminas cuando no te conviene, como ya quedó demostrado. Si no, ¿por qué borraste las discusiones en tu FB y en el de René? ¿Cuál es la razón? Eso me recuerda a Stalin y a Castro, precisamente, empeñados en borrar la historia y reescribirla su manera. La respuesta es muy sencilla: perdiste esa discusión. ¿Insultos? El que es bueno para los insultos eres tú, y al primer comentario tuyo me remito, ese que le pediste a Joaquín que quitara para darte chance de escribir un segundo comentario. Te ganó la rabia, quizá, y soltaste una andanada, te la recuerdo: “Se siente bien, en serio, dialogar con gente común, menos venenosa y menos mamona y prejuiciosa que los pinches intelectuales que juzgan libros de otros cuando ni siquiera han hecho libros propios, como tú, cabrón, que te crees muy salsa nada más porque Replicante te da espacio para decir lo que te venga en gana. A ver, haz libros. Cuando hagas un libro, mándamelo. A ver si es cierto que eres tan cabroncito. Cualquier[a] puede cagar el palo en Internet”. Y esta otra: “Pinches católicos de mierda, pinches ex contraculturales, pinches derechistas de mierda, pinches reaccionarios, pinches resentidos. No me refiero a uds, por supuesto, que son pura gente virtuosa y perfecta. Y grandes escritores, claro, intachables. De Libros Magníficos”. Tienes libros magníficos, con eso estoy de acuerdo, pero no me explico por qué te das esas ínfulas para calificar a todos los que no piensan como tú de conservadores, intolerantes, derechistas… Por otra parte, pensar que le doy línea a uno o a varios colaboradores de Replicante es infantil. No te la di a ti ni a ninguno de los mas de mil colaboradores de la revista desde 2004. Cuando quieras hablar de rencor y de coraje mírate al espejo, Yépez. Respecto de Marx —al que leí antes que tú y del que he escrito mucho, como debería de constarte— y de la izquierda —en la que milité hace treinta años— y de Marcos y sus indios, hummm… ya te he leído bastantes y muy gastadas frases. Repito, para el que no lo sabía: el que se saljó de Replicante fuiste tú porque con eso evadiste mis críticas serias a opiniones tuyas y pusiste de pretexto el muy burdo y mentiroso de que te había tirado línea, así de simple. Sobre Mark Vicente no dudo que sea muy chingón, pero con esa peliculita sobre la pseudociencia solamente le dio un foro privilegiado a la pseudociencia y a la charlatanería, y puedes consultarlo con especialistas. ¿Cuándo tendrás un poco de autocrítica, Yépez? Cierto, ni Dios ni el Diablo existen, pero tu soberbia parece tan aberrante como la de esos dos personajes fantásticos. Creo que tampoco estás en tu mejor momento…
Heriberto Yepez
Oye, bato, no seas tan argüendero, si le pedí que quitara el comentario a Peón (que fue quien me mandaba y respondí emails, al tal René no lo conozco, no sé de quién hables, de esa persona, que no recuerdo o conozco, no he recibido emails… en fin…) era porque ahí le cagaba el palo a Peón por su información tendenciosa, que luego él mismo quitó, porque lo rectificó, pero es todo, bato, no mames; si es que guardaron el comentario (y de seguro lo guardaste, porque te encanta tener control hasta de los pinches comentarios borrados… jajaja… qué risa, Rogelio, los mismos métodos que Fidel Castro jajaja) ¿qué chingados dice? Lo único que no he dicho en otros comentarios es que no es cierto que apoyé al PAN —porque éramos un grupo de decenas de personas, todas de distintos partidos o no-partidos, y como el candidato no se atrevió a firmar los compromisos para dirigir el presupuesto de cultura a programas culturales de índole social— pues no le dimos nuestro apoyo ni al PAN, ni tampoco al PRD ni al PRI. Intentamos que alguno lo firmara, sólo el candidato del PAN dijo que lo pensaría, después poco después no quiso firmarlo, y bien, todo bien, nos mantuvimos al margen.
Ahora, te confieso que a mí me hubiera gustado que el candidato del PRD, del PAN o del PRI hubiera firmado un compromiso en bien de dedicar el presupuesto no a artistas o escritores sino a apoyar comunidades en colonias periféricas (lo cual era nuestra petición, como no quieres mencionar, para que tus lectores piensen otra cosa, lo cual me parece muy mal intencionado de tu parte); lo hicimos como un intento que se merece la ciudad, que está bien jodida en sus sectores más pobres, muy culero ese asunto.
Pero, mira, lo que pasa es que quizá tu nivel de intolerancia es tan alto que no eres capaz de sentarte a la mesa a debatir con gente del PAN, PRI o PRD —ya ves, ni siquiera quisiste debatir conmigo, ¿qué onda? ¿sientes que nadie te merece? Yo, reitero, me puedo sentar contigo u otras personas de Replicante a debatir, estoy acostumbrado a sentarme a discutir con gente que piensa diferente— y quizá te encabrona que otras personas si tengamos esa capacidad de debate en persona, tolerancia y diálogo.
Como ya lo dije antes, lo más cabrón jajaja es que el candidado del PAN aceptó una reunión donde un colaborador tuyo (Alfredo) lo cuestionó, caray, durísimo, fuerte, pregúntale; y el candidado le respondió (yo digo que no tan bien, no dio una respuesta clara) pero fue amable, escuchó, respondió, y al final, no quiso firmar el acuerdo, y no hay problema, tampoco lo quisimos descalificar por el sencillo hecho de no estar de acuerdo con nuestra política cultural más bien izquierdista jajaja, de hecho, una persona panista local llamó a nuestro plan, un «plan comunista».
Entonces no lo apoyamos, empero, si hoy lo veo en la calle, te aseguro que vamos a seguir discutiendo de manera tolerante y serena, porque incluso ciertos panistas (inteligentes y abiertos, aunque son una minoría) son menos intolerantes que tú, Rogelio.
La otra cosa que decía en ese comentario es que pusieran el video que hizo Peón, pero pedía, bien recuerdo, que no pusieran ni comentarios mamones como subtítulos ni lo editaran de modo difamante, que pusieran el video sin edición, al cabo fueron unos pocos minutos de entrevista.
Así que, de nuevo, Rogelio, estás bien entelarañado, ¿o qué onda? Traes la intolerancia al máximo, todo te parece charlatanería, todo te «decepciona», todo te encabrona, todo te parece obscuro, bu, bu, el diablo, ay, ay, todos son malvados, excepto tú… ¿a poco no hay un momento en el día, ante de dormirte que piensas que estás equivocado y ya te piraste?
Yo sí. Yo cuando me estoy durmiendo, a veces (a veces…) pienso: se me hace que ya me piré, se me hace que mañana tengo que repensar todo lo que he escrito porque estoy totalmente equivocado… En fin…
Bueno, ora sí, ya la paró, porque hace unas horas me cagas el palo por no responderles y no vaya a ser que ahora te moleste porque les responda extensamente.
Voy a dar un taller en otra ciudad. En unas horas me marchó, pero ya que regrese a mi computadora y haya tiempo, me tomaré el tiempo de contestarte. Desgraciadamente, por cuestiones de tiempo no peudo contestarle a cada comentario. Pero se los agradezco todos, sé que le ponen pasión al hacerlo.
pd. Espero no haber cometido otro error de dedo que disparé tu intolerancia hasta por esos mínimos detalles… pero escribí de prisa este último comentario, de un tirón para seguir con la maleta… good luck, my friend.
Heriberto Yepez
Rogelio,
Fuera de tus continuadas descalificaciones, que discúlpame no puedo tomar en serio, porque no tienes conocimiento de causa y sólo lo sigues haciendo para dañar mi reputación —fíjate, ahora ya pasas a descalificar otra profesión mía, sin nunca haber estado presente, fíjate, la gravedad de hacer eso, pero, bueno, de nuevo, estoy acostumbrado y lo tomo de quien viene; además, por cuestiones de tiempo, ya no puedo dar terapia, pero apenas pueda, regresaré porque es una experiencia muy enriquecedora, muy chingona—; por otra parte, allá en Guadalajara hiciste varios elogios al libro, también reparos en lo privado, pero no recuerdo que fueran importantes, dijiste algo de la ironía, y eso fue. Y por más que te quieras hacer creer que presentar un libro a la vez que piensas que es un charlatanería puede ser explicado, caray, Rogelio, prefiero pensar que cambiaste de opinión, y pasaste del elogio a la condena, que pensar que presentas y hablas bien de libros y, en realidad, piensas otra cosa. Congruencia, Rogelio, congruencia.
De Mark, que tú en otro foro electónico decías que era un «charlatán japonés», y no, Rogelio, disculpa que corrija tu desinformación, pero Mark es sudafricano y charlatán no es, no seas tan Fidel Castro que descalifica de entrada todo lo que no piensa exactamente como tú.
Mark es un tipo muy buena onda. Más culto que tú, eh, por cierto, en las conversaciones que he tenido contigo o en lo que te he leído, con todo respeto, Mark te lleva mucho. No sólo es un cineasta mundialmente exitoso sino un tipo intelectualmente muy preparado y, por otra parte, una persona super buena onda, amable, abierto a las diferencias, alegre. Hace cosas por gente con necesidades, que tú o yo nunca hemos hecho. Pero, bueno, si también te parece un «charlatán» no pasa nada.
Lo que pasa es que tú, Rogelio, usas la palabra «charlatán» para descalificar lo que no piensas.
Aquella vez que te enojaste porque no tomé en serio lo que dijo Fernando Escalante de mi libro, como te dije, ¿cómo voy a tomar en serio una reseña de una persona que sólo leyó el primer capítulo del libro y con eso escribí su texto? No manches, está de risa. Y, por otra parte, Escalante dice que Krishnammurti es otro charlatán, imagínate jajaja, el filósofo más interesante de toda una época, Le agradezco a Escalante la publicidad, pero, bueno, no me lo tomo a mal. Y eso, yo sé, que te dio coraje, porque tú quieres que uno se hinca ante ti y te diga, perdóname, Rogelio, tú siempre tienes la razón, todas tus críticas son la verdad misma, tú puedes corregir a todo mundo y si no te haces caso… son… claro, ¡charlatanes!
Igual que te dio coraje que yo considere que Fadanelli es un escritor muy superior a muchos otros, igual que te dio coraje cuando dije que Monsiváis es uno de los escritores mexicanos más prominentes. Sé que te caen de a madres, pero su obra, Rogelio, habla por sí misma.
Si no lo puedes ver tú, si por broncas personales no puedes reconocer la calidad del trabajo prosístico ajeno, es tu problema; no puedo seguirte la corriente. Tenemos ideas distintas. Nos fuimos separando ideológicamente, porque yo puedo distinguir las ideas interesantes de López Obrador de sus desplantes autoritarios, y son dos cosas que componen a López Obrador, no ver lo primero —como haces tú— o no ver lo segundo —como hacen sus seguidores— es miopía, falta de criterio, según considero. Quizá estoy equivocado.
Por, por cierto, entre López Obrador y Peña Nieto, votaría por Ebrard, y eso que Ebrard, hijo de la chingada… pero no me creo puro, como tú; creo que hay que a veces hay que elegir y no andarse de ay, no, yo soy puro, yo no voto, nadie me merece, nadie merece mi voto, uy no, soy lo máximo, jajaja; si no votamos, la democracia se desploma aún más, así que si nadie que valga más la pena se mete a la carrera presidencial, voy a votar por López Obrador y voy a meter el pinche papelito a la urna diciendo, hijo de la chingada, esto me pasa por no tener los huevos y lanzarme a la presidencia… jajajaja….
Ahora, sí, claro, yo leo a Marx y pienso que el marxismo es una de las corrientes que deben seguir procurándose en este país y en este siglo global. Marx es un pensador de primer nivel. Creó conceptos, análisis, intuiciones, provocaciones, que todavía hoy desconciertan a gente como tú, más conservadora.
Como intelectuales tenemos que ser más abiertos, objetivos, no tan maniqueos, como tú cada vez lo eres. Fíjate, ya me dices charlatán nada más porque estás encabronado conmigo y no te gusta uno de mis últimos libros. Tu colaborador (Peón) no puede articular siquiera argumentos lógicam o factualmente válidos y como él mismo lo dijo, lo hizo por «impulso» y basa su descalificación en una presentación jajajaja… Media hora antes, antes de la entrevista que me hizo, me dijo que el libro le había gustado mucho y, pues, obviamente por eso me entrevistaba… Ahora resulta que la presentación que hicimos para un público que iba caminando por la calle y se detenía, una presentación muy casual y que por eso me gustó, por no estar dirigida a gente intelectual pedorra sino transeúntes y lectores comunes, ¿le hizo cambiar de opinión? What? Por más que Peón se ponga a inventar razones para desdecirse, yo más pienso que andan en crisis.
Replicante no puedo sostenerse como revista impresa. No pudo sostenerse por los lectores o, siquiera, por la publicidad. Entonces, ahora que son un sitio electrónico, están buscando formas de ser atractivos, y lo que están haciendo es insultar, ayer a Vasconcelos como por «nazi» (y usando información de desigual nivel) al mismo tiempo que, por cierto, Héctor Villarreal usa el término «morenonazi», un término racista, xenofóbico, ¿para denunicar el «nazismo» de Vasconcelos? En fin… Y, por otra parte, cagar el palo al arte contemporáneo mexicano (con criterios bien pasadotes de moda y poco informados de la teoría del arte), o cagar el palo a autores como yo… Rogelio, el cagapalismo no va a hacer que Replicante sobreviva. Replicante tiene que volverse un sitio electrónico serio, profundo, analítico, alejarse del cristianismo y el pensamiento dicharachero-yupi yupi-reaccionario y ponerse a hacer un trabajo serio, ese trabajo que se necesita tanto en Internet, si ya no se pudo hacer, desgraciadamente, como revista impresa.
Ahora, de Marcos y los «indios zapatistas». Déjame decirte algo. Esos «indios» tienen más huevos que mil Heribertos y mil Rogelios juntos. Lo que hicieron en 1994 dividió en dos la historia reciente de México. Como he escrito y publicado, Marcos es un escritor demagógico, romántico; como guerrillero, es un experimento posmoderno interesante de analizar y si fuera mi amigo, le diría que retomara las armas y diera una última batalla, que muriera en la raya y cumpliera su destino como guerrillero. Ahora, decidió otra cosa, y yo no entiendo muy bien qué chingados está pensando. Pero en el balance final, Marcos merece todo mi respeto. Y el EZLN, con toda sus lastres ideológicos graves, sin embargo, fue un movimiento de avanzada cultural muy importante, un movimiento de dignificación de lo indígena que provocó un replanteamiento constitucional (fallido, desgraciadamente), nos hizo replantear qué es «México», las autonomías, el papel de las mujeres indígenas en nuestra sociedad, un chingo de cosas, que ni Replicante ni ninguna revista literaria mexicana jamás podría lograr.
La realidad es que tú eres una persona que ha documentado muchas cosas, en tus varias revistas, unas informales, las primeras, casi unipersonales y modestas y luego con el experimento de Replicante impresa, de una manera más integral y riesgosa; y, por otra parte, también eres una persona incapaz, por ejemplo, de no faltarme al respeto como escritor, profesionista y amigo, y eso está cabrón.
Usar tu sitio electrónico para que tus colaboradores, comentaristas, etcétera, puedan decir cualquier cosa, sin necesidad de evidencia o respeto, es lamentable.
Te repito. Soy un tipo que hace que la gente se encabrone. Como decía un comentarista arriba, soy un nerd, cuatrojos, jajaja, y cuando escribo, hablo, pienso, la gente se enoja, me insulta. Crean teorías para poder explicarse cómo es posible que publique libros o gané premios o reciba invitaciones, etc.; no pueden soportarlo. Les da rabia. ¿Sabes qué pienso que sucede? Que me atrevo a desafiar, y no poder ganarme con argumentos, los lleva a usar descalificaciones, insultos, difamaciones, chismes, mentiras, exageraciones, adjetivos, generalizaciones, porque quieren detenerme. Según algunas personas en Tijuana, en Guadalajara, en Monterrey, en D.F. y otras partes sería mejor que yo callase, sería mejor que yo desapareciera. Yo nunca te voy a desear eso. Yo te deseo que dejes de ver charlatanes donde solamente hay personas con ideas distintas.
Por otra parte, como se han vendido miles de ejemplares de La Increíble hazaña, hay miles de opiniones distintas. La única diferencia es que tú tienes un sitio electrónico que publica una de esas miles de opiniones. Pero igual otra persona piensa que ese libro le ha cambiado la vida; y otra persona piensa que ese libro es una cochinada que debe ser quemada, y así, miles de lecturas. Y todas las agradezco. Para eso escribí el libro, para mover discusiones, exabruptos, reflexiones, etc. Estoy contento de este libro, te lo confieso, muy contento. Me encanta ver todo lo que sigue provocando.
No son uds ni los primeros ni serán los últimos en insultarme, difamarme, querer callarme. Yo digo que apenas, de hecho, comienza lo mejor. Así que, por enésima vez, adelante, digan lo que quieran. Para eso estamos los escritores. Es más, según yo, tantas descalificaciones crecientes contra mis libros y persona, es una buena señal.
Una parte de mí está molesta contigo, debido a tu mala onda tan intolerante y gratuita de tu parte hacia mi persona y obra; pero otra parte, no. Veo que tú sentiste la necesidad de que nos alejáramos y lo entiendo y al leer tus palabras tan llenas de rencor hacía mí veo que no estás en tu mejor momento como amigo o ex amigo y, entonces, no me lo tomo a pecho. Por eso te decía, si tú quieres continuar tu campaña de hablar y escribir mal de mí, bien, de verdad, adelante, si Replicante lo necesita o lo necesita alguien más, adelante, no pasa nada. Ni Dios o el diablo existen. Son puras fantasías.
Saludos, Roger.
Rogelio Villarreal
Como terapeuta, Yépez, debes ser muy poco confiable, porque supones paranoicamente que hay una campaña mía o de Replicante en tu contra y además que me mueve el rencor y que estoy encabronado, nada más falso, pues esto me divierte. No eres tan importante, esto es una discusión, nada más, y que empezó por tu soberbia, tu nula capacidad para responder a cuestionamientos, no ataques, y con ideas. Te cuestioné directamente por correo electrónico y nunca respondiste directamente a puntos muy específicos; en cambio, te hiciste el ofendido y dijiste que te tiraba línea. La prueba más fehaciente de que evades la discusión —cuando vas perdiendo— la escribí en mi comentario anterior: Borras las discusiones que no te favorecen, y el colmo: haberle pedido a René que borrara tus comentarios. ¿No te da pena? No, no lo creo, eres refractario, alérgico a la crítica. Decirte mexicanito tijuanense simplemente quiere decir que no has trascendido la condición que tanto criticas en el mexicano. Eres macho, soberbio y autoritario, y no tan inteligente como te crees. Te aclaro que en las presentaciones de Guadalajara y de Tlaxcala de tu libro no hablé de él, sino de los graves problemas que tiene el país. ¿Lo recuerdas? En corto, en privado, te cuestioné varias cosas que también preferiste eludir, como ese texto en la contraportada del charlatán que dirigió esa infame película engañabobos sobre pseudociencia. Olvídate de la falsa campaña en tu mentecita y enfrenta la crítica responsablemente. Ubícate: valoro en su justa medida toda tu obra anterior, de la que he escrito muy favorablemente. Esta discusión partió de tu último libro y de tu actitud tan autocomplaciente, tan falta de autocrítica e insoportablemente autoritaria. Respecto de la «tonalidad conservadora» que ves en Replicante, lamentamos mucho no darle coba a la «izquierda» ni tener simpatías por López Obrador —ya dijiste una vez que simpatizabas con su programa— ni con las ideas de Marx, con las que también confesaste tener alguna afinidad. Ah, ni con Marcos y sus indios zapatistas, que tanto te gustan. No, Yépez, tu último libro es un fraude, y de ahí viene todo esto… Chao! Nos leemos por aquí, por lo que veo.
David Aguilar
Hace algunos años me enteré de la existencia de Yèpez, éste debatía con algunos compañeros generacionales de Tijuana y lo hacía a través de los blogs. Pude ver como detrás de sus desplantes de tijuanenses duros-sobre informados y guapos, se escondía una caterva de nerds con información disciplinada e intencionada; él, sobre todos los demás. Alguna vez los encontré, con sus lentecillos de rata temerosa que apenas quiere existir y que, a la primera chela, se subían en un libro- patineta Nietzscheano, y soltaban soflamas gandallas y posmodernas. Luego se instalaron en el distrito funeral, se vendieron bien, se codearon con los viejos esquizos, se volvieron mafia, Yèpez màs. Se siguieron sintiendo rudos, el discurso se les acabó como se les acaba la juventud, y se tuvieron que inventar especialidades y temas para sobrevivir en esa selva pegajosa y peligrosa que es el mundillo literario. Ahora, Yèpez agoniza en el olvido y sobrevive apenas como un autor para adolescentes post punkis, sin nunca haber logrado algo digno con la escritura. Hoy se vende como el Monsi- Yèpez Moderno; que se inventa esos prefijos arriba citados para pasar por avispado. Que lastima que hayas desperdiciado tanto tiempo leyendo a alguien que nunca dijo nada, pero bueno, hoy lo sublimaste.
Heriberto Yepez
Rogelio, ya te dije, no pienso responder a tus insultos, diminutivos, etc. No me interesa que escribas sobre mí, de verdad, si tú quieres hacerlo, hazlo. Pero que yo te necesita, no, la verdad no. Más bien creo que tu obra y tu revista es la que está en poroblemas desde hace tiempo y parte de tus campañas de desprestigio contra figuras y obras ajenas es parte de esa crisis.
En la presentación hablaste muy bien del libro, como has hablado y escrito muy bien de algunos de mis libros anteriores, si desde que ya no quise colaborar con Replicante —debido a su tonalidad cada vez más conservadora e incluso con ciertas intolerancias tuyas— súbitamente ya soy tu nuevo enemigo, como antes Fadanelli, y demás, bien, neta, no hay problema.
No digo más para ya no causarte más enojos. Y si no desean, temen o juzgan irrelevante el debate en público, no hay problema. Lo único que quería decirles es que si querían debatir ideas estaba abierto. No hay necesidad de que te enojes tanto de cada cosa que te he dicho los últimos meses ni de que me estés jodiendo a cada oportunidad, Rogelio, neta, la vida es más amplia que Replicante, el tal Yépez, o cualquier comentario que tú o yo pongamos aquí. Todo esto te lo diría por email, pero como me dijiste que ya no ibas siquiera a abrir emails míos, entonces, te lo digo por aquí.
Mucha suerte, yo sé que en este tema tú estás encabronado conmigo y escribes visceralmente sobre esto, pero valoro una parte de tu obra, desde un punto de vista intelectual e histórico, me parece interesante leerla y releerla; estoy siendo amable, Rogelio, para dejarte claro que de mi parte te deseo lo mejor, y ojalá ya no hagas coraje, cabrón, porque te estás dejando llevar por los rencores donde mejor hay que poner la cabeza.
Por eso decía yo lo del debate, pero, caray, mejor ya no les muevo nada, porque todo los ofende y todo lo usan para insultarme. Si sigues tu campaña en mi contra, por otra parte, no hay problema, te seguiré apreciando por otros aspectos de tu labor y persona.
Atte,
El Diablo, El Soberbio, Lo Peor del 2010! Ah, se me olvidaba, el otro calificativo, El mexicanito tijuanense y El Charlatán…
Joaquín Peón Iñiguez
Sólo quisiera aclarar un par de asuntos sobre el comentario de Heriberto:
– Borré tres palabras. No era información falsa, sino descontextualizada.
– No creo que sea un error afirmar “los documentos escritos más valiosos de la cultura maya pasaron por el tintero español”. Por lo menos es debatible.
– No me crean, tampoco a Yépez. Lean el primer capítulo del libro, ahí se extiende sobre el tema del sacrificio. Fórmense su propia opinión. Luego me cuentan.
– No me interesa tener un debate público. En primer lugar, no estoy compitiendo con él, no se trata de eso, estoy seguro de que podría vencerme. En segundo, procuro hablar lo menos posible, mi medio de expresión es la palabra escrita, no le veo la lógica a un chou así, cualquier diálogo lo podemos tener en nuestros espacios editoriales cuando surja por un genuino desacuerdo intelectual, no por revancha.
El resto de los comentarios van dirigidos a los lectores. No me corresponde responder.
Heriberto Yepez
No puedo ya continuar respondiendo cosas. Si, como dijo Rogelio, no piensa siquiera abrir mis correos y lanzarlos directo a la basura, entonces, yo, de mi parte, es la última vez que me dirijo a él vía escrita. Como les decía, estoy abierto al debate en vivo acerca de ideas, no chismes, rencores personales, IDEAS. Si les interesa discutir ideas, díganme y nos ponemos de acuerdo para ese debate.
Heriberto Yepez
Joaquin,
Como te dije, tengo trabajo y no mucho tiempo de leer todo lo necesario, te pido disculpas por eso pero ya te he explicado que mi tiempo de Internet lo mido desde hace tiempo. Pero va aquí mi comentario.
Te agradezco que después de mi comentario, hayas quitado la parte en que dabas información falsa acerca de mi persona. Hay que tener mucho cuidado con eso porque somos críticos, no faranduleros o difamadores. Yo respeto tu persona y vida, tu respeta la mía y no levantes falsos. Pero, bueno, te agradezco que hayas hecho evidente que fue una desinformación y no una voluntad de difamarme, eso estuvo bien de tu parte.
Ahora, tienes todo el derecho de una opinión desfavorable de mi obra. Muchos la tienen. Yo digo, francamente, que escribo mejor que los que me critican jajajaja. Nunca van a poder hacer un libro como los míos. Soy un cabrón mamón por decir esto, pero, bueno, para que niego que soy un cabrón mamón con la gente que se lo merece por mala leche, ignorante e envidiosa.
(Por cierto, creo que estar en lo Peor del año según Replicante con Gabriel Orozco resulta interesante. Yo sé que a Replicante le gustaría que me fuera muy mal, ya me lo han hecho saber por varias vías, no hay problema, no pasa nada. Sigan con su campaña).
Te confieso que tu texto lo encuentro analíticamenta falaz. Un par de ejemplos solamente, en el libro nunca digo lo que tú lees incorrectamente sobre el sacrificio. Revisa lo que digo qué ocurrió con el sacrificio entre los mexicas, y, por cierto, también revisa qué digo sobre el uso que se da al indigenismo en México. Entonces una parte sustancial de tu texto la pasas discutiendo con ideas que sacas de contexto o no pudiste entender.
Otro error de conocimiento de tu parte: las evidencias e información acerca del mundo prehispánico maya, por supuesto que no se reducen a los códices sobrevivientes, está la iconografía y la arqueología, que han dado la mayor cantidad de información. Me extraña que siendo de Yucatán sepas tan poco de esto, pero, bueno.
De los comentarios de lectores, no sé a qué se refieren con eso de Aguinaga jajaja, la única que vez que estuve en una mesa con él (en persona) no dijo nada. Otra vez en facebook llegó a decirme que quería bailar chachachá —no es burla, eso dijo— y como es católico y exquisito de gustos poéticos, me da flojera leer católicos y lo quité del facebook, es todo, no imaginen que si esto, que si el otro, bueno, o imagínenlo, así hacen más sabroso su día.
Igual lo de Nexos, por favor, por ejemplo, critiqué a Aguilar Camín en mi columna en Milenio acerca de su inclusión como parte de lo mejor de las novelas mexicanas, que yo dije que era más por sus nexos que por sus méritos. En Milenio, hay respeto al trabajo periodístico.
Entonces, fíjate, cuánta desinformación. Por ejemplo, imagínate que no vengo y aclaro eso, entonces alguien lee el comentario que uds permiten que se ponga y otra persona dice: «oye, que Yépez trabaja bajo censura en Milenio» y así y al rato el chisme es ese. Y la evidencia? ¿Y la realidad periodística? ¿Y la obra? Y sólo doy un ejemplo, pero han sido varias las ocasiones en que he criticado a Nexos e incluso he polemizado con otros colaboradores de Milenio, porque eso es lo que como periodistas culturales debemos hacer, pero todo con seriedad.
Del mismo modo te puedo señalar un montón de errores en tu artículo, pero bueno tampoco se trata de responder a cada punto de cada texto que publican en mi contra; en este caso, lo hago porque me lo has pedido varias veces y porque yo era colaborador de Replicante, y ojalá la revista continúe mucho tiempo.
Ahora, pongan una fecha, lugar, y hacemos un debate, pero tiene que estar Rogelio, tú y René, para quien, por cierto, dentro de su cristianismo, soy «el Diablo», qué risa me dio eso. Qué le está pasando a Replicante? Porque tanto colaborador cristiano… Está medio raro eso, la verdad, pero, caray, a lo mejor yo me pasó de comecuras y jacobino.
Muchos saludos
Heriberto
pd. Digan lo que quieran, cualquier bobería, falsedad, inexactitud, envidia puede ser publicada en Replicante y casi en cualquier lugar, ya sea en comentario o en artículo. Pero una cosa muy diferente es que una cosa sea PUBLICADA y otra cosa que sea CIERTA o, al menos, seria. Mucha suerte con sus libros y textos. Lo mejor para Replicante, Roger.
Joaquín Peón Iñiguez
Gracias a todos por sus comentarios. Me gustaría leer otras opiniones sobre el libro.
Gustavo Méndez Martínez
Un «I like» para esta frase:
Alguna vez la poesía tuvo que torcerle el cuello al cisne, el ensayo mexicano del siglo XXI debe enseñar al centauro a ponerse zapatos, caminar en dos patas y salir de la fantasía para entrar en la realidad.
Juan Omar Fierro
Como lector de Yépez, pero no tan concienzudo, me alegro de este ensayo. Ni modos que después de leer tantas burlas y pullas sobre las vacas sagradas provenientes del propio Yépez, me indigne ahora por la rebatinga.
Lo único que no entiendo es la distancia de Yépez con Villarreal, será que no son mis «amigos» en Facebook.
Ignacio Ramírez
Ah! Yépez también crea falsas polémicas con sobre Letras Libres y E Krauze. Nunca se mete con Nexos tan salinista. Ni con Aguilar Camín porque perdería su chamba en Milenio. ¿Qué busca??? Así se hacen carreras en México, denostando, siendo francotiradores de la palabra.
Ignacio Ramírez
El texto de Peón es muy bueno porque nace de la desilusión. Quiso admirar y no se pudo. No hay que admirar sino respetar a los autores, así no se nos caen y así somos más adultos. Hay muchos vacíos en el trabajo de Yépez, aparte de su prosa mediocre. El autor tiene razón en muchos señalamientos. La ética es el principal problema: Yépez escribe para atraerse lectores. Se contradice todo el tiempo. Le lame los zapatos a Bellatín para que le dé la beca. Se gana dos premios el mismo año: muy sospechoso en él que tanto le tira a las becas. Les solicito atentamente que escriban algo sobre Avelina Lésper, que es igual que Yépez, sin ética, pero menos hábil. Odia el arte contemporáneo pero elogia a un artista de quinta como Eduardo Obesv (lo puse en FB), un Damien Hirst ínfimo pero seguramente amigo de Lesper (hay un video). Yo también creía hace dos años que teníamos dos nuevos críticos con fuerza y ética. No fue así. Habrá otros entre los más jóvenes. Siempre es así, ¿no? Felicidades a Replicante por su honestidad.
javier elizondo
Ora, ¿y el comentario de Heriberto? ¿Lo borro él o ustedes?
Rogelio Villarreal
En una primera respuesta, muy apresurada, Yépez respondió a Joaquín con una serie de exabruptos y francos insultos. Reconsideró y le pidió a Joaquín que mejor lo quitara, que esperara a que enviara el que está ahora. Da lo mismo, pues Yépez elude, no responde, malinterpreta con muy mala leche, descalifica y sigue mostrando esa soberbia de la que René ironizaba diciéndole que es el pecado del diablo. Uy, ahora Yépez se siente demonizado y nos acusa de católicos y derechistas. ¿Y éste es el Yépez que quiere debatir ideas, sin insultos? Lean lo que escribió antes: «Se siente bien, en serio, dialogar con gente común, menos venenosa y menos mamona y prejuiciosa que los pinches intelectuales que juzgan libros de otros cuando ni siquiera han hecho libros propios, como tú, cabrón, que te crees muy salsa nada más porque Replicante te da espacio para decir lo que te venga en gana. A ver, haz libros. Cuando hagas un libro, mándamelo. A ver si es cierto que eres tan cabroncito. Cualquier[a] puede cagar el palo en Internet». Y éste: «Pinches católicos de mierda, pinches ex contraculturales, pinches derechistas de mierda, pinches reaccionarios, pinches resentidos. No me refiero a uds, por supuesto, que son pura gente virtuosa y perfecta. Y grandes escritores, claro, intachables. De Libros Magníficos». Por cierto, Yépez, se escribe «pergeñar», no pergueñar, como lo hiciste dos veces. Para debatir ideas, como lo hace Peón en su artículo, no hace falta una mesa redonda, para eso están también los libros, las revistas, los suplementos. Tu soberbia y tu pretendida superioridad son más grandes de lo que suponíamos, por lo visto. Vender más de cinco mil ejemplares de un libro de «superación nacional» no te hace un escritor famoso en este país. Es una cantidad ridícula. Bájale. Quieres debatir y borraste de tu FB los comentarios críticos que te dejaban muy mal parado con tus fans, y además le pediste a René González que eliminara tus intervenciones en su muro porque salías perdiendo… y como te gusta ganar, según dices, y no pudiste con alguien más preparado e inteligente, a todas luces, preferiste borrar la huella de tu soberbia y de tu autoritarismo. Eres un mexicano vulgar, machito y prepotente. Ya escribiré más sobre tu libro y sobre tus desplantes de niño berrinchudo, que eso es lo que eres. ¿Discutir en vivo, dices? Primero aprende a discutir ideas en el papel o en la pantalla sin exaltarte y sin pendejear a nadie y luego nos llamas, mexicanito tijuanense. Chao!
Angel
Te han dicho que tus criticas son muy parecidas a las que le hizo Yepez a mucha (muchísima) gente???
Le aprendiste mucho y muy bien…
Me pongo de pié
Villegas
Excelente Joaquín.
Te amo
Ese yépez se considera critico y no soporta la critica, menos el debate. De la misma forma salio llorando de los comentarios del grandioso Luis Vicente de Aguinaga el cual lo acabo con sus ideas.
Carlos Castillo Novelo
Me atrapó la lectura de principio a fin.
Ricardo Tatto
Felicidades, Joaquín. En esta ocasión concurro contigo en su totalidad. Un saludo
trol
ay peoncito, yo creo q deberias cursar la preparatoria nuevamente
JLBrk
Me suena a que Yépez necesita ponerse a estudiar filosofía, parece que ya ni sabe que significa la posmodernindad, ya la confundió con la superación personal, y de paso igual ya se metió demasiados hongos, eso de los mayas no tiene madre, se la mamó, pues.
Daniel Herrera
Maestro, realmente me ha dejado anonadado. Eres claro y distinto, atinado, agudo y crítico. O como dicen en mi tierra: «bañadote el bato»
Saludos
René González
Máster Joaquín, te felicito por este buen trabajo.
Yo pasé del deslumbramiento inicial a la sorprendida duda tras la última parte de la trayectoria de Yépez. Pero pensaba, así es Yépez, ahorita saca el conejo de la chistera. Pues cada vez más seguido me quedé esperando…
En mi humilde opinión y con el debito respeto para ser el profeta que pretende le falta humildad y le sobra soberbia …el pecado favorito del Diablo.
Luis Ricardo
Qué putiza.