En la FIL me encuentro libros, libros de todos los temas y también de cine. Particularmente hay uno dedicado al cineasta japonés —de géneros estallados como si fuese un caldo con vísceras— Takashi Miike que me llama la atención.
Se llama La provocación que llegó de Oriente, de Calamar Ediciones —con una buena sección dedicada al cine en su catálogo— y está coordinado por Ángel Sala, director del Festival Internacional de Cine de Sitges, en Cataluña, y Desiré de Fez, la autocrítica de cine —como se define en su cuenta de Twitter—. También escriben ahí Gerard Casau, Jesús Palacios y Ruben Lardín, entre otros.
Miike es un libérrimo y monstruoso cineasta que tiene un registro fílmico poliédrico y multifónico con sabor agridulce. Amante del humor, la violencia y sus perversiones. Conocí una mínima parte de su vasta filmografía —casi un centenar filmes en poco más de dos décadas— cuando fui al maratónico cineclub nocturno un viernes del mes de junio de este año, organizado por Jorge Grajales cada fin de mes desde 1999, en el Centro Cultural José Martí de la Ciudad de México. En esa ocasión vi El acertijo de dios (2008), Amor y honestidad (2012), Abogado experto (2012) y La lección del mal (2012), que provocó angustia en no pocos espectadores.
Conocí una mínima parte de su vasta filmografía —casi un centenar filmes en poco más de dos décadas— cuando fui al maratónico cineclub nocturno un viernes del mes de junio de este año, organizado por Jorge Grajales cada fin de mes desde 1999.
El pasado jueves le avisaron a Grajales que el cineclub ya no podría continuar. La Secretaría de Cultura del Distrito Federal, a cargo de Lucía García Noriega, le avisó a unas cuantas horas del siguiente maratón, que tendría como título “Peor imposible: Lo mejor de lo peor del cine”.
No es la primera vez que con la funcionaria García Noriega, titular de esa Secretaría en lo que va la administración de Miguel Ángel Mancera, se han vivido torpezas como ésta. La más reciente son los daños a la estatua ecuestre de Carlos IV, de 210 años de antigüedad, por utilizar ácido nítrico en la “restauración”.
El ácido del El Caballito, escribió el periodista Salvador Camarena, alcanza al Gobierno del Distrito Federal. En este caso Mancera no podrá culpar ni a los Bejaranos ni a la CNTE ni a los anarcos ni a Ebrard ni al gobierno federal. “Su administración ha dañado el patrimonio de la ciudad que le fue encargada por los votantes el año pasado”.
Con el cierre del cineclub de Jorge Grajales se pierde un espacio que se realizaba de manera sencilla pero apasionada, como ya se dijo, desde 1999. Ahí se podía ver cine z, mexplotación, bollywood, cine fantástico checo, obras pocos conocidas de grandes autores y un caudal de cine asiático, en el que Grajales es experto.
Me enteré de la noticia casi a punto de viajar a la FIL y me hubiese gustado poder estar en esa última función, pero no fue así. Un abrazo fuerte desde acá a Jorge Grajales, estoy seguro de que le gustaría mucho tener este libro de Miike en sus manos —sino es que ya lo tiene. Grajales es el Takashi Miike de la crítica fílmica mexicana. ®