¿Cómo puede ser que pienses que esto es lo mejor que le puede pasar a Argentina?” Y yo me pregunto: Si con veinte años ya no alucinás con el mejor gobierno del mundo, permitiéndote cualquier tipo de utopía… ¿Qué nos queda? Juventud divino tesoro, estamos jodidos.
Hace unos días me preguntaba: ¿Padeceremos los argentinos la famosa “tristeza bovina”? ¿Nos habrán transmitido nuestras vacas esa enfermedad aberrante, producto de un cóctel de garrapatas e insectos, que infecta la sangre de los animales, los vuelve irremediablemente tristes y los lleva a una muerte segura?
Claro, tampoco el extremo de morirnos todos. Somos más de cuarenta millones que habitamos esta Patria Grande pero, qué se yo, quizás el bicho mutó de alguna forma y nos pegó a nosotros también.
El feriado largo de Semana Santa llegó cargado de lluvias. El cielo berreó tanto, pero tanto, que hubo un temporal y se inundaron de forma trágica algunas ciudades. Y cuando digo “trágica” digo con pérdidas irreparables y muertos. Muchos.
“Estoy, pero no”, “Te moriste, pero no”
La localidad más apaleada por la tragedia se llama La Plata, y está ubicada a 56 kilómetros al sudeste de Capital Federal. Como veníamos de un fin de semana largo, muchos políticos estaban fuera de las ciudades afectadas, incluso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El mayor papelón lo hizo Pablo Bruera, intendente de La Plata. El día de las lluvias tuiteó desde su cuenta personal que estaban trabajando por los inundados y hasta se despachó con una foto de él cargando bidones de agua. Era mentira, estaba vacacionando en Brasil. A su regreso, el político oficialista pidió disculpas por la “mentirita piadosa” y, aunque amenazan con enjuiciarlo, dijo que no abandonará su puesto como intendente de La Plata.
El día de las lluvias tuiteó desde su cuenta personal que estaban trabajando por los inundados y hasta se despachó con una foto de él cargando bidones de agua. Era mentira, estaba vacacionando en Brasil.
Y hubo muertos, pero todavía no se pusieron de acuerdo con el número ¿55 o más? El gobierno niega que aparezcan nuevos difuntos por las inundaciones o aduce que si hubo más muertes fue por otras causas. Nadie se quiere hacer cargo de los difuntos. Incomodan.
Te ayudo yo, que te quede claro
El pueblo entero respondió con miles de donaciones. Y La Cámpora (organización juvenil del oficialismo, con Andrés “el Cuervo” Larroque al mando), repartió las ayudas con sus pecheritas azules. Entonces Juan Micelli —periodista del canal oficialista—, en un arrebato de huevos, le cuestionó al aire que si la ayuda era sin partidismos, por qué ellos usaban las pecheras para repartirlas. Larroque se puso loco, no podía creer que lo ofendieran de tal manera, minimizó el comentario e invitó —con toda la ironía del mundo— al periodista para que viniera a repartir ayuda con ellos.
Hubo otras zonas muy golpeadas por el temporal en la provincia de Buenos Aires. Una fue La Matanza, pero poco y nada se supo en los medios sobre qué pasó allí. Otro caso fue el barrio capitalino de Saavedra, el más golpeado por el temporal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde los vecinos dicen que se las arreglaron entre ellos porque nunca recibieron ayuda, ni del gobierno de la Ciudad ni del Nacional.
El desliz de Pepe entre otros bardos
En el medio de todo esto, al presidente de Uruguay José “Pepe” Mujica se le escapó al aire la frase “Esta vieja es más terca que el tuerto”, refiriéndose a Cristina y a su difunto esposo, el ex presidente Néstor Kirchner. Ni contarles cómo se puso el oficialismo. Al Pepe revolucionario y combativo que tanto idolatraban los medios K ahora le criticaban hasta la papada. Al final parece que el uruguayo pidió disculpas. Como canta Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
Ni contarles cómo se puso el oficialismo. Al Pepe revolucionario y combativo que tanto idolatraban los medios K ahora le criticaban hasta la papada.
En el medio de todo este bardo, Cristina anunció el envío de una ley para “democratizar la magistratura”, que tiene tantos vericuetos que la población no entiende nada. El oficialismo la pinta de democrática y para la oposición es la mismísima ley de Satán, porque sólo hará que el oficialismo se haga de más poder para manejar la justicia a su gusto y piaccere.
Hace ya más de un mes de la tragedia de la inundación. El temporal trajo agua, dejó muertos, cortes de luz, falta de agua y muchísima negligencia política al descubierto. Porque las inundaciones son catástrofes anunciadas y no se hizo nada para prevenir. Porque algunas veces el aparato del Estado parece estar en contra del ciudadano, aunque quiera demostrar lo contrario. Porque hoy se usa mucho comparar “izquierda o revolucionario” con “justo y bueno” y eso es una gran farsa. Y además da asco.
Los medios de comunicación oficialistas (que la mismísima Ley de Medios “para todos y todas” favorece con un descaro irremediable) construyen un muro para proteger al gobierno y tildan de oligarca, gorila, facho y demás a todo aquel que no esté de acuerdo con ellos.
¿Juventud, divino tesoro?
El otro día P., una estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires, me contaba cómo era el ambiente en la facultad de Ciencias Sociales, donde cursa. P. tiene 23 años, está desempleada y se siente en una encrucijada. Si sigue sin trabajo deberá abandonar la carrera y regresar a su ciudad natal a vivir con sus padres.
P. me decía: “Con mis compañeros debatimos mucho. Hay varios que como yo buscan trabajo desde hace tiempo y no encuentran. Tampoco les alcanza el poco dinero que tienen. Pero muchos defienden al gobierno con una fe ciega. Yo me pregunto: ‘Loco, tenés veinte años, sos la juventud, el futuro del país… ¿Cómo puede ser que pienses que esto es lo mejor que le puede pasar a Argentina?”
“Con mis compañeros debatimos mucho. Hay varios que como yo buscan trabajo desde hace tiempo y no encuentran. Tampoco les alcanza el poco dinero que tienen. Pero muchos defienden al gobierno con una fe ciega.»
Y yo me pregunto: Si con veinte años ya no alucinás con el mejor gobierno del mundo, permitiéndote cualquier tipo de utopía… ¿Qué nos queda? Juventud divino tesoro, estamos jodidos.
Síntomas otoñales
La inflación, esa mala palabra argentina que le provocó recientemente al ministro de Economía Hernán Lorenzino dos patéticos “Me quiero ir” al aire cuando una periodista griega le hizo una pregunta incómoda al respecto, nos picanea día a día, mientras vamos de congelamiento en congelamiento con una desfachatez tremenda. También hay miles que marchan en contra del gobierno como el 18 de abril pasado, mientras CFK prefiere hablar del difunto Chávez, de la asunción de Maduro o de la serie The Game of Thrones —su favorita— en twitter, omitiendo lo demás, como si no existiera.
Las aguas bajaron pero pareciera que la seguimos teniendo al cuello. Por eso pienso que quizás que algún bicho maldito de la tristeza bovina se nos metió adentro.
Algunos síntomas que padecemos son idénticos:
—Aislamiento (entre unos y otros).
—Inapetencia o anorexia (por gusto o por falta de morfi en algunos casos).
—Signos nerviosos (cualquiera se “brota” por cualquier cosa).
—Lento desplazamiento (algunos se atrasan cuando los arrean).
—Estupor (perdemos a veces la relación con el medio).
Dicen los científicos que todos los bovinos se pueden contagiar de tristeza, independiente de la edad que tengan. Y que los brotes son en verano y en otoño, estación que transitamos desde el mes pasado.
Pero un pajarito chiquitico que se me posó en el lomo, me dijo al oído que todas ésas son mamadas inoculadas por los diarios Clarín y La Nación, la OPO (sición) y “Todos los garcas oligarcas y gorilas que te rodean”, me gritó, exasperado.
Me dijo también el pajarito que yo no haga caso, que estamos bien y vamos a estar mejor. Que antes había dictadura y ahora se respetan los derechos humanos, que “el modelo” ayuda a los pobres, es inclusivo, vela por la libertad de expresión, la pluralidad y la diversidad. “Pero sobre todo es Nacional y Popular”, añadió el pajarito. Y como es un ave argentina remató, con una guiñada de ojo y torciendo el pico: “Entendés, piba? ¡No seas tan amargada, che!”
Entonces yo dejé de pastar, lo miré largo y tendido mientras rumiaba despacio, y de un golpe fuerte de cola lo lancé por los aires y lo hice caer sobre un montón de bosta que había hecho hacía un rato. El pajarito chiquitico trató de salir volando, pero quedó atrapado como en arenas movedizas.
Desesperado me gritó:
—¡Sacame de acá, por favor! ¡No seas garca, gorila, imperialista!
Y yo decaída, lenta, inapetente y con estupor le contesté:
—Ni el día que las vacas vuelen, papito.
Y me fui volando. ®
carla
…y se fue volando, jajajajajaja! río por no llorar, si no nos tapa el agua, nos tapa soberana mierda.
Arturo
No cabe duda que en todos lados se cuecen habas.