Luego de la crisis y las manifestaciones públicas que ésta trajo consigo, Islandia superó a Nueva Zelandia el año pasado para ocupar la primera posición en el Índice de Paz Global, realizado por el Instituto para la Economía y la Paz. México ocupa el lugar 121.
Theodor, islandés de treinta años, asiste a la universidad pública en Reikiavik, la capital del país, desde hace seis años, y trabaja impartiendo clases de cómic en una escuela local; evidentemente no tiene ninguna prisa y no es un caso aislado. Por lo demás, vive con su novia, también estudiante, y lo único que parece preocuparles es no aburrirse demasiado; hay tiempo para todo. No por nada su país ostenta, junto con Japón, la mayor esperanza de vida en el mundo. Si bien los islandeses beben y consumen más carne que los japoneses, las estresantes aglomeraciones humanas son del todo imposibles en Islandia, una pequeña nación europea que hasta principios del siglo XX se encontraba bajo el dominio de Dinamarca y que entró en la esfera de conocimiento del mundo cuando los ingleses y estadounidenses sentaron ahí sus bases ante la invasión alemana de Dinamarca en la II Guerra Mundial. Actualmente el desarrollo del modelo nórdico de bienestar y la era digital han dejado atrás el aislamiento y las graves dificultades económicas, a pesar de la crisis que golpeó duramente al país en 2008.
Uno de los pocos chicos malos con facha de motociclista que puede encontrarse en Islandia, Theodor sorprende un día llevando puesta una camiseta que muestra una AK-47, la que nosotros con más cariño hemos bautizado como “cuerno de chivo”. Como es normal, el buen Theodor no imagina siquiera que en México asesinan cada semana y con esa misma arma a cientos de jóvenes y que no sólo les disparan sino también torturan, cuelgan en puentes peatonales, abandonan decapitados, entierran en fosas clandestinas o sencillamente disuelven en ácido. En realidad no lo imaginaría nadie en una capital donde la gente se entretiene dando de comer a los patos y los cisnes en el lago situado junto al ayuntamiento, donde las casas no parecen prisiones sino ilustraciones de cuento, donde la gente pasea a su perro junto a playas oscuras y desiertas frente a un frío mar en calma mientras los niños se divierten solos en numerosos jardines de juego creados para ellos.
Esta situación es imaginable, por supuesto, en muchos países de Europa, pero lo es más en el país más pacífico del mundo. Luego de la crisis y las manifestaciones públicas que ésta trajo consigo, Islandia superó a Nueva Zelandia el año pasado para ocupar la primera posición en el Índice de Paz Global, realizado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), en el que se incluyeron otros 151 países. Otras naciones ubicadas en la parte superior del índice fueron Japón, Dinamarca, República Checa, Austria y Finlandia, mientras que en el fondo y sin sorpresa aparecieron Somalia, Irak, Sudán, Afganistán y Corea del Norte. Igualmente, sin sorpresa, México se ubicó en el lugar 121 entre los cinco países más violentos de Latinoamérica y por poco dentro de los treinta más violentos del mundo. Tomando en cuenta, entre otras cosas, la cantidad de presos, homicidios, gasto militar y conflictos, el Instituto para la Economía y la Paz señaló que se trató del tercer año consecutivo en registrar un descenso en el nivel de la paz en el mundo, debido en gran medida a las revueltas en Medio Oriente y el norte de África.
En Islandia la crisis financiera de 2008 que hizo colapsar a los principales bancos enseñó a sus ciudadanos que en realidad no están aislados en su isla, que existen crisis sistémicas asolando al mundo y que nunca han sido un país enteramente autosuficiente. Buscaron de inmediato comenzar negociaciones para ingresar a la Unión Europea pero la adopción del euro es un tema que no ha terminado de convencerles en vista de la crisis que sufre la zona. Recientemente, en una muestra de justicia que ha despertado el interés del mundo, han llevado a juicio al exprimer ministro Geir Haarde, acusado de no cumplir su responsabilidad de asegurar mecanismos que detuvieran la caída de la banca. Luego de Haarde, vale la pena mencionarlo, el cargo ha sido ocupado por primera vez por una mujer, Jóhanna Sigurdardóttir, quien es además la primera líder de gobierno en el mundo abiertamente homosexual. Otro de los cambios que la crisis ha traído consigo ha sido la elección del comediante Jón Gnarr para alcalde de la capital, algo que ni él mismo esperaba. Ante estos hechos uno puede interpretar Islandia de dos maneras muy burdas: están locos de remate o son una de las sociedades más civilizadas del mundo —o incluso ambas cosas a la vez, si esto es posible. Con todo, y a pesar de que aún deben dinero a Holanda y Reino Unido, los islandeses parecen estar lejos de cambiar su actitud relajada y displicente, pues no conocen el significado de la pobreza y la violencia extremas, y así seguirá siendo para fortuna suya.
Mientras tanto, al otro lado del mundo
Un México tropical y acostumbrado a las crisis y las devaluaciones desde hace ya mucho tiempo parece acostumbrarse también a la violencia salvaje y caótica que reina en el país desde que su actual administración, a cargo del presidente Felipe Calderón, decidiera la confrontación como estrategia contra el narcotráfico, sumiendo a la población en un estado crítico de incertidumbre y violaciones de derechos humanos por las que incluso ha sido denunciado ante la Corte Penal Internacional. En entrevista con Carmen Aristegui, en febrero de 2010, el expresidente de la comisión antimafia de Italia, Francesco Forgione, insistía en la centralidad de la dimensión financiera en el problema de las mafias y en la inutilidad del enfrentamiento directo que ignora esta primera variable. Brasil, por su parte, ha decidido mejor permitir el negocio de las mafias y enfocarse en garantizar cierta seguridad a los ciudadanos, especialmente ante el Mundial de Futbol a celebrarse en 2014 en Río de Janeiro.
No cabe duda de que el problema es gigantesco y resulta infantil pretender resolverlo de inmediato. Luego de dos secretarios de Gobernación muertos en extraños accidentes aéreos, el gobierno mexicano insiste en culpar por el evidente fracaso a la corrupción de las fuerzas de seguridad y la falta de cooperación de Estados Unidos, principal exportador de armas y también principal consumidor de narcóticos; dos hechos del todo conocidos antes del inicio de la guerra contra el narcotráfico. Vale señalar que no solamente en Estados Unidos, sino también en Islandia y otros países europeos, la marihuana es la droga preferida, incluso por encima del alcohol, debido a su precio. En los países nórdicos, por ejemplo, los monopolios estatales encarecen el alcohol y el tabaco pero nada pueden contra las drogas ilegales. Mientras tanto, el debate de la legalización de las drogas está presente en cada vez más países. Holanda ha decidido prohibir la entrada de turistas a los “clubes de cannabis” para detener una tendencia creciente que, afirman, reportaba más daños que beneficios para el país. Por el contrario, la izquierda ha sugerido recientemente la creación de este tipo de establecimientos en Alemania y la Dirección de Medicamentos de Suecia acaba de permitir este año la marihuana para fines medicinales, una disposición que, conociendo las políticas progresistas del país nórdico, parece haber llegado para quedarse a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos.
Islandia se ha sumado también a esta tendencia en los últimos días, pues el conservador Partido de la Independencia ha propuesto la legalización de las drogas a través de un comunicado. Pero lejos de todo esto, Islandia, uno de los países más desarrollados del mundo, sigue siendo percibida como una Hawai americanizada y satisfecha en el polo norte donde la vida es siempre tranquila. La erupción de un volcán supone más problemas para el resto del planeta que para la propia isla; los vuelos locales continúan con normalidad y la vida sigue. Igualmente vienen y van terremotos menores que nunca quitan el sueño a una isla siempre activa geológicamente. Los bebés aguardan fuera mientras sus madres gozan de un café y de la ayuda del gobierno. Alguna persona seria y bien vestida saca de pronto su bolsa de hierba y enrolla con calma un cigarro en el autobús a la vista de algún curioso, mientras los tradicionales ebrios de fin de semana andan tranquilos y a sus anchas por calles desiertas entre vientos enfurecidos que podrían espantar a cualquier ser vivo. En realidad, podría decirse que las fuerzas de la naturaleza son la única violencia que conoce una capital extraordinaria con aspecto de pueblo pesquero particularmente devota de la comida rápida estadounidense.
Pero a diferencia de lo que sucede en el continente, los islandeses mantienen la calma pues tienen sus propias reglas, es decir, pocas. Una inercia desarrollada desde el año 874 de nuestra era y el parlamento más antiguo de Europa, según relatan las sagas medievales, hacen imposible que las cosas se salgan de control en una sociedad de 300 mil habitantes.
Un día aparece en las noticias que se han robado un par de Rolex de la joyería ubicada en Laugavegur, la única calle de compras de la capital, entonces todos se alarman y buscan a los culpables: un grupo de falsos turistas. Como han descubierto recientemente en Noruega, muchos criminales han confesado dirigirse especialmente a estos países porque, en sus propias palabras, sus habitantes son “ricos e ingenuos”. Pero a diferencia de lo que sucede en el continente, los islandeses mantienen la calma pues tienen sus propias reglas, es decir, pocas. Una inercia desarrollada desde el año 874 de nuestra era y el parlamento más antiguo de Europa, según relatan las sagas medievales, hacen imposible que las cosas se salgan de control en una sociedad de 300 mil habitantes. Finalmente, el presidente Ólafur Ragnar Grimsson, figura equivalente al rey en otros países nórdicos, anuncia su salida luego de dieciséis años en el puesto y la población indignada lo invita a presentarse una vez más a las elecciones, resolución que finalmente ha tomado para el agrado de la población.
Muy cerca de Islandia, tanto cultural como geográficamente, se encuentran las Islas Feroe. Territorio autónomo bajo control de Dinamarca que recibe tres vuelos internacionales desde Copenhague a la semana y a veces, cuando el clima encrudece, ninguno. En definitiva, una nación tan pequeña que la Real Academia Española ni siquiera se ha tomado la molestia de incluir el término “feroés”, adjetivo gentilicio y nombre de una lengua. Fue allí cuando en noviembre del año pasado se registró un asesinato luego de veintitrés años, el primero desde 1988 cuando un joven cegado por los celos mató a su novia de un tiro. La víctima en esta ocasión ha sido una mujer de 42 años y el sospechoso un hombre de 32 años que ni siquiera es feroés sino serbio. La prensa local reportaba que “el caso se complica por el hecho de que la policía no tiene casos para comparar”. Los feroeses, especie aún más rara en el mundo que los islandeses, suman apenas 50 mil. En su envidiable inocencia serían seguramente incapaces de dar crédito a la cantidad de muertes que lleva registradas la guerra contra el narcotráfico en México, pues supondría el exterminio de su país por completo, incluyendo a sus descendientes en otros países. En conclusión, este caso extremo ejemplifica muy bien por qué las autoridades noruegas ha tenido tantas dificultades para resolver la sentencia de Anders Breivik, el neonazi noruego que perpetró la masacre del 22 de julio en Oslo, y el porqué de la emergencia que vive la vecina Suecia luego de un incremento en la violencia en la sureña ciudad de Malmo, donde se han registrado ocho tiroteos mortales desde mayo de 2011.
Merece la pena recordar que hace algunos años la vida en los pueblos mexicanos de 300 o 50 mil habitantes solía ser también muy tranquila. Las personas mayores se quejaban de la inseguridad y la barbarie del anonimato permisivo en las grandes ciudades mientras veían pasar las tardes sin desgracias mayores apoltronados en el portal de su casa. Actualmente, la violencia ha tomado también los pueblos pequeños, donde igual se mata y secuestra por gusto que por asuntos de drogas, cosa normal en un ambiente enrarecido por el caos. Los elementos de las fuerzas de seguridad que habrían de defender a la población renuncian o buscan desesperados refugiarse en Estados Unidos y la gente se ve obligada a huir de zonas inhabitables como Ciudad Juárez, pero siempre queda en el aire la pregunta lacerante “¿A dónde?” Las normas de migración no lo ponen fácil ni en Islandia ni en ningún sitio. Según datos recientes, por primera vez en cuarenta años son más los mexicanos que regresan (o son deportados) a México que los que emigran a Estados Unidos. Adicionalmente, los destinos favoritos de los mexicanos y otros latinos fuera de Estados Unidos restringen y persiguen cada vez más a los inmigrantes o se encuentran ellos mismos en condiciones bastante adversas, como es el caso de España. Muchos islandeses, espantados por su primera crisis, también han emigrado a Noruega en busca de mejores condiciones económicas, pues siempre están presentes las comparaciones entre los países nórdicos, miembros de una burbuja privilegiada, pero lo cierto es que no conocen una vida condenada a la miseria como la que existe en otras latitudes.
Los problemas están en otra parte
No defenderé ni la brutalidad ni la probable vaguedad de las comparaciones expresadas en este artículo, pero sirva de algo para establecer una perspectiva. Si bien una de las cualidades de los seres humanos es adaptarse a todo tipo de entornos, la violencia en todas sus formas siempre será una circunstancia indeseable, pues vuelve la vida aún más frágil y, en consecuencia, miserable. México insiste complaciente e inútilmente en creer que los problemas graves están en otra parte, en Centroamérica, Oriente Medio o África, pero que México está a salvo de algún modo aferrado a las faldas del paladín del mundo: Estados Unidos. En esencia, la violencia consiste no solamente en armas de fuego, explosiones, heridos y cadáveres, sino también en corrupción y desorden, falta de educación y de empleo, falta de valores cívicos, contaminación, pobreza y en general la incertidumbre que trae el fracaso del Estado en su función primordial: garantizar la seguridad de la propiedad y el bienestar de sus ciudadanos. Sobra decir que el fin no justifica los medios. A la misma hora que termino de escribir esto una serie de narcobloqueos sacuden Guadalajara; algunos se alarman, otros ceden al espíritu mexicano que lo reduce todo a broma, “Al cabo no matan gente inocente”. Octavio Paz señalaba que “la indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida”, y Roger Bartra insiste a su vez en que “El desprecio por la muerte es un mito que encarna en la cultura mexicana y que llega a influir en el comportamiento cotidiano de algunos individuos e incluso, bajo ciertas circunstancias, de grandes sectores de la población”. Mientras tanto en Reikiavik la nieve se derrite y el viento golpea con fuerza en la oscuridad a través de las calles sosegadas y vacías. ®
Osvaldo
Hola, Rick, en la web de la oficina de migración (http://utl.is) puedes encontrar (en inglés) los lineamientos ya sea para trabajar o estudiar en Islandia. Espero que sea de utilidad. No es tan caro como los demás países nórdicos, pero por su tamaño tampoco hay tantas opciones de estudio o trabajo como las hay en otros nórdicos. Por otro lado, para casi cualquier trabajo debes saber algo de islandés, que es más complicado que el sueco, noruego o danés. ¡Suerte!
Rick
Osvaldo ahora mismo te encuentras en Islandia? podrías comentar algo más acerca de esa nación ya que me interesa mucho conocer más de cerca la isla. Proximamente acudiré a la embajada de Islandia en México que hasta donde sé comparte lugar con la de Dinamarca pero mi interés está relacionado a que quiero estudiar en Islandia y de una forma u otra buscar quedarme allá.
Osvaldo
No te culpo. Lo más sano mentalmente es protegerse contra los extremos y reducirlos a especulaciones idealizadas, pues solo de esta forma se puede continuar soportando la vida propia. Lamentablemente no funciona para todos; el mundo es efectivamente extremo. Llevo varios años estudiando la política, economía, sociedad y cultura de los países nórdicos y ahora mismo vivo en Reykjavík. Si lo deseas, puedes encontrar noticias en español sobre esta región del mundo en tiemposnordicos.com.
Las UPP (Unidades de Policías Pacificadoras) de Brasil no se enfocan en un combate ciego contra las mafias sino en pacificar zonas violentas. El negocio continúa pero aparentemente esta estrategia ha logrado disminuir la violencia. Puedes leer más en estos enlaces, por ejemplo:
http://impreso.milenio.com/node/9032820
http://www.proceso.com.mx/?p=300755
Un saludo y gracias por comentar.
Gonzalo
Me cuesta mucho trabajo creerme los ambientes idealizados (en extremos opuestos) expuestos aquí para cada país. Podrías por favor darme una fuente verificable para corroborar el hecho de que Brasil haya decidido permitir las mafias. Trato de leer sobre la realidad brasileña tanto como puedo y eso que mencionas no lo había leído nunca.