Josefina, la candidata de casa

Cuidar de todos

El discurso maternal de Josefina remarca innecesariamente su diferencia “femenina”. Mientras que en López Obrador el discurso “amoroso” destaca frente a su denuncia sistemáticamente agresiva, el énfasis de la oferta cuidadora de Josefina remite irremediablemente a un rol materno.

Vengo de dos gobiernos que no han endeudado ni hipotecado la vida de sus hijos.
—JVM, en el debate del 6 de mayo de 2012

Josefina Vázquez Mota

Como candidata del partido en el poder Josefina Vázquez Mota es la candidata de casa. Decir “de casa” fuera del marco político connota la imagen doméstica que la candidata ha marcado a través de su campaña y en el pasado debate de presidenciables.

El discurso maternal de Josefina remarca innecesariamente su diferencia “femenina”. Mientras que en López Obrador el discurso “amoroso” destaca frente a su denuncia sistemáticamente agresiva (incluido el “Cállate, chachalaca” espetado a Vicente Fox), el énfasis de la oferta cuidadora de Josefina remite irremediablemente a un rol materno. Frente a los candidatos de ideología “revolucionaria”, su discurso maternal resulta una debilidad acentuada en el contexto de un partido de base católica que frecuentemente ha sido asociado por sus colores con el manto de la Virgen y, en general, con la doctrina cristiana.

En el pasado debate Vázquez Mota ha sido la única que ha mostrado solicitud materna con todas las equivalencias que ofrece el imaginario social sobre la maternidad: protección, preocupación, condescendencia, amabilidad, ternura, subjetividad y fe. Ella misma se anunció como la candidata de la sensibilidad, la verdad, la honestidad y la empatía.

En casi todas sus intervenciones en el debate el discurso de Josefina estuvo marcado por lo que el feminismo llama “cuidadanía”: un deber-ser orientado a cuidar de los demás. Su referencia al cuidado fue múltiple y dirigida principalmente a las madres de familia: “A todas las madres de familia que me escuchan: no contarán conmigo en el daño a sus familias […] Esas policías estarán ahí para cuidar a sus hijos”, dijo Josefina con un modo de hablar pausado y con la unción que ameritan las promesas religiosas.

No dudo de la empatía real de la candidata presidencial que resultará la mujer con el mayor porcentaje de votantes en la historia contemporánea de México. Sólo desconfío de ese Sitz im Lebem cultural y político que define su carrera y se manifiesta en su discurso y apariencia.

Incluso sus intervenciones parecían hacer explícito el tema bíblico: “He escuchado a las madres” … “Yo enviaré a estas policías para que sus familias estén seguras”. Usó palabras que justamente en la Biblia preceden a la elección divina de personajes como Moisés. En la candidata se enfatiza la diferencia de una propuesta menos laica que la de sus contrincantes pero tampoco tan secular para acercarse a movimientos progresistas como el feminismo. Más bien su insistencia está en la imagen de la casa (estereotipo criticado por el feminismo) y en los policías que serán como miembros de la familia, como en una utopía de igualdad judeo-cristiana. En sus palabras se adivina el tipo de mujeres a quienes habla: las madres cuidadoras de los otros, amas de casa.

Es cierto que el Partido Acción Nacional no es el partido de la liberación femenina. Sin embargo, el empleo que hace Josefina de las ideas creadas por el discurso feminista (la arroba para significar masculino y femenino o el discurso sobre los feminicidios) la asocia superficialmente al feminismo; como superficial podría considerarse su tratamiento de algunos temas relacionados con su área, la economía: la eliminación de las cuotas obrero-patronales o la generación de empleos formales —tarea que ha resultado imposible al sexenio calderonista.

La trayectoria universitaria y cultural de Vázquez Mota ha sido insuficiente para mostrarse como una especialista. Tampoco su intención de proteger al pueblo parece suficiente para desarticular los modos en que su partido se ha incorporado a las filas de la corrupción. Su modo lento e impreciso de hablar (“Me comprometo a cumplir la ley del cambio climático”) revela una fragilidad que más bien parecería la aceptación sumisa de su diferencia femenina, proveniente de la experiencia del maternaje como deber-ser para los otros, con la opacidad con que expresa su deseo de reconstruir la seguridad y la paz.

El modo de hablar maternal de Josefina remite a su principal diferencia: ella será la cuidadora de la nación. Su convocatoria se dirige a mamás y maestros, ámbito tradicional del maternaje que ella resiste a abandonar en su discurso: “El conocimiento es la apuesta más importante para nuestros hijos y para nuestros jóvenes”.

La alusión a “nuestros hijos” y el deber-ser vuelve cuando refiere al caso Paulette y otros temas problemáticos: “Me comprometo a hacerme cargo de los penales […] Me comprometo a cero pobreza alimentaria”.

No dudo de la empatía real de la candidata presidencial que resultará la mujer con el mayor porcentaje de votantes en la historia contemporánea de México. Sólo desconfío de ese Sitz im Lebem cultural y político que define su carrera y se manifiesta en su discurso y apariencia.

Para completar el tono mesiánico recurrente en los debates mexicanos Vázquez Mota concluyó con el tema de la paz, “esta paz que se logra combatiendo el crimen organizado”. Su mérito fue haber aludido al tema que los demás evadieron durante el debate: el narcotráfico. ®

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Publicado en: Aliteraciones, Mayo 2012

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