La aventura apocalíptica de El Eternauta

Y novedades de Editorial Resistencia

El secreto del convento mutante, Monociclo y El Eternauta, tres reseñas, tres cómics latinoamericanos que recibieron el sello de aprobación de nuestro exigente crítico de literatura gráfica.

Juanele, Moquito. El secreto del convento mutante [Resistencia, 2011]

Entre la comunidad comiquera a Juanele se le conoce como “la joya de la familia”. Hace años que un autor no sorprendía tanto al público, al grado de existir un consenso positivo sobre su trabajo.
Para Bef, prologador de esta primera antología de cómics de Juanele en forma de libro, se trata del autor que ha tomado la estafeta generacional del cómic nacional.
Tanto entusiasmo debería espantar más al propio Juanele que a los lectores porque no cabe duda de que, en efecto, se trata a uno de los comiqueros más interesantes en los últimos años: cada vez dibuja mejor, sus historias son ágiles y están bien contadas, y maneja un humor escatológico-tontón-ácido que es a la vez condimento y rasgo inconfundible, casi como una marca de nacimiento.
Moquito reúne el trabajo que los weblectores hemos venido leyendo desde hace tiempo en su cómic online, el cual no sólo se mudó de un blog alojado en blogspot a un sitio oficial e en el que el autor reúne el resto de sus historias y personajes, sino que también fue haciéndose de una base de lectores muy envidiable. Apenas hace unos días apareció en Milenio Diario una entrevista que le realicé a Juanele a propósito de Moquito y de su meteórica carrera. Pueden leerla aquí.

Desde la aparición de su autoedición De senilidad y otras historias —la cual fue una de las reseñas con las que abrió esta columna en su versión digital en su primera entrega hace exactamente un año— hasta ahora, hubo mucho, muchísimo movimiento en el medio de los cómics mexicanos, y este libro representa un efectivo y contundente madrazo en la cara de los detractores del cómic digital: de la pantalla dio el salto a su forma impresa. Este es uno de los tres títulos que Editorial Resistencia presentó en las Jornadas de Cómic de la Feria del Libro de Minería. Pasemos a revisar uno más.

Adriano (Adrián Pérez), Monociclo [Resistencia, 2011]

Existen pocos caricaturistas cuyo ashurado sea realmente interesante. Prácticamente, lo que hay es repetidores del estilo y la técnica de los moneros de los periódicos. Poca originalidad y casi cero propuesta (del contenido, el sentido del humor, el discurso político y la ideología mejor ni hablamos). Por eso creo yo que disfruté tanto este libro de Adriano. Más allá de sus increíbles personajes y situaciones, su línea y su manera de dar volumen y profundidad a sus dibujos se salen de la NOM moneril. Me recordaron los retratos del italiano Tullio Pericolli (la reseña de su libro Retratos, editado en 2005 por Siruela, se puede consultar en el número 4 de la edición impresa de Replicante). Sus retratos de músicos, sus diseños de automóviles y robots fantástico-retro, su gente extraña capturada en la calle o en restaurantes y, sobre todo, este paisaje en particular, son buenas razones para comprar un ejemplar y mirarlo, mirarlo y mirarlo.

Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, El Eternauta [Editorial RM, 2011]

Publicado en los años cincuenta, con guión de H.G. Oesterheld y dibujo de Francisco Solano López, El Eternauta es un icono del cómic argentino. Premonitorio de las dictaduras militares que azotaron América Latina, ahora vive su mejor momento, que incluye la edición de un magnífico tomo recopilatorio para el mercado latinoamericano y el español. De tapa dura, una alucinante doble portada de Jorge Alderete, la reproducción en los interiores de algunas de las portadas del suplemento Hora Cero en donde apareció serializada la historia y la reproducción de las páginas escaneadas directamente de los originales.

El Eternauta tiene una premisa particularmente original: en la superficie trata de una invasión extraterrestre que fulmina a la mayoría de la población argentina y, también, de la humanidad. Partiendo de esta narración de ficción científica, el lector se va encontrando con mucho más: el protagonista es un hombre común, con una familia nuclear (en la era nuclear) y un grupo de amigos que se reúnen en su ático a jugar “truco”, un juego de naipes muy popular en Argentina. El terrible destino que le toca enfrentar lo vive a partir de su circunstancia: se las arregla —y con él su grupo de amigos— con lo que dispone a la mano y no puede destacar de entre los demás, pues no posee capacidades superiores ni poderes para enfrentar lo que está viviendo. De ahí que nace la figura del “héroe en grupo”: varios individuos haciendo su labor y haciendo frente a la adversidad.

Publicado en los años cincuenta, con guión de H.G. Oesterheld y dibujo de Francisco Solano López, El Eternauta es un icono del cómic argentino. Premonitorio de las dictaduras militares que azotaron América Latina, ahora vive su mejor momento, que incluye la edición de un magnífico tomo recopilatorio para el mercado latinoamericano y el español.

La historia es envolvente, emocionante. Su doble función como objeto de entretenimiento y mensaje sociopolítico se encuentra balanceada. Independientemente de las metáforas políticas que se le puedan hallar, la narración es trepidante y uno no puede dejar de pasar las páginas. No es difícil imaginarse a los lectores argentinos devorando estas historietas, semana tras semana. El guión aterra y el dibujo es opresivo; ambos crean una atmósfera pesada y tóxica, como los mortales copos de nieve que liquidan a la gente. En momentos, naturalmente, se acuerda uno de The walking dead, aunque debería ser al revés.

Nota: Debido a que esta columna no ha aparecido con la periodicidad debida, el material se ha acumulado, así que, para no cansarles la vista, la próxima semana actualizaremos sus contenidos. En nuestra próxima entrega: ¿las dos peores antologías mexicanas? Libros de Cecilia Pego, Drew Friedman y más. ®

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Publicado en: Abril 2011, Literatura gráfica

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