La fracturada y temerosa izquierda mexicana

Entrevista con Jesús Zambrano

El siguiente extracto forma parte de una entrevista con Jesús Zambrano —publicada en Milenio Diario el 1 de noviembre de 2015— en la que habla de la práctica destrucción del PRD a manos de López Obrador.

López Obrador y Jesús Zambrano, los días felices.

Jesús Zambrano fue integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre y preso político entre 1974 y 1975. Fue uno de los fundadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Entre 2004 y 2006 fue asesor del jefe de Gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador y subsecretario de Gobierno, y posteriormente Coordinador Nacional de la corriente interna perredista Nueva Izquierda. Fue presidente de la mesa directiva para el primer año de ejercicio de la LXIII Legislatura en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en 2015. En esta entrevista ofrece su versión del rompimiento de López Obrador con el PRD y la fractura de la izquierda mexicana.

—Usted fue asesor de Andrés Manuel López Obrador entre 2004 y 2006. Hay un momento en que la relación de AMLO con el PRD se transforma. Usted, al haber sido su asesor personal, dígame cuál fue ese momento. ¿Por qué cambiaron las cosas?

—Como bien dices, yo fui parte de su equipo durante dos años prácticamente, participando en todas las reuniones mañaneras de seguridad; fue ahí donde me tocó tratar más de cerca a Andrés Manuel. Sin duda, él hizo un trabajo muy importante y muchas cosas significativas que lo posicionaron indudablemente como un gran personaje de la vida pública del país desde la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y como el candidato ganador para contender por la izquierda para la Presidencia de la República en 2006. Estábamos en ese posicionamiento, cuando se vino el desafuero, que comenzó con Fox, ante el temor de que pudiera ganar Andrés Manuel López Obrador. Yo estuve presente en todo eso, cierto.

Seguimos en la campaña política por la Presidencia de la República; habiendo sido de verdad un buen jefe de gobierno, hay que aceptar que luego se convirtió en un muy mal candidato presidencial, pues se confrontó con muchos sectores, por ejemplo… nunca quiso reunirse con gobernadores que no fueran del PRD o que no le fueran afines porque él decía que no quería llegar con compromisos, no quería llegar atado de manos; nunca quiso reunirse con líderes sociales importantes, pues insistía en que no quería llegar atado de manos. Tampoco quiso reunirse con los liderazgos empresariales.

—Y a usted, como asesor, ¿qué le parecía eso? Digo, retomando lo que acaba de decir en el sentido de que AMLO pasó de ser un buen jefe de Gobierno a ser un mal candidato presidencial

—Para ese entonces yo ya no era asesor de AMLO. Lo que pasa es que él estaba convencido y tomaba sus propias decisiones y decía: “Ésta es la línea que hay que seguir para yo darle confianza a la gente y ser presidente de la república”. ¿Y qué fue lo que sucedió? Pues, todos estos liderazgos con los que no quiso reunirse, al saber esto de que él no iba a llegar a la presidencia atado de manos, pensaron en consecuencia que cuando él llegara a la grande entonces los iba a meter a la cárcel o que les iba a querer expropiar sus cosas, sus negocios… A eso agrégale que cuando Andrés Manuel pronunció aquello del “¡Cállate, chachalaca!” pues éstos lo agarraron después de frase en su campaña antiAMLO y acuñaron luego la de “Un peligro para México”… y como ya había condiciones previas a las que él mismo había abonado, pues entonces la gente efectivamente sintió que sí, que AMLO era un peligro. ¿Y qué fue lo que sucedió después? Que los gobernadores del PRI que vieron que de todos modos no iban a recuperar la presidencia de la república pues dijeron “Mejor pactemos con Calderón”.

—Para evitar que una postura así llegara a la presidencia…

—Así es. Todo esto del “¡Cállate chachalaca!”, “AMLO es un peligro para México”, fue una campaña muy efectiva que provocó que Andrés Manuel fuera bajando sus puntos en las encuestas, de tal suerte que de la enorme ventaja que llevaba respecto de Calderón, de 12 hasta 16 puntos de ventaja, al final se cerrara en tan sólo tres, cuatro puntos, con miras a un empate. De ahí que luego, claro, las posibilidades de que ganara Calderón se volvieron reales. Así que los priistas reforzaron y propiciaron muchas reuniones más con el candidato panista. Eso derivó en lo que nosotros ya habíamos visto y anticipado, unas elecciones muy competidas y muy cerradas… tanto, que hasta ahora se duda de si esos números fueron reales o no, de si hubo fraude o no. Yo hasta ahora sigo pensando que sí hubo fraude.

Eso derivó en lo que nosotros ya habíamos visto y anticipado, unas elecciones muy competidas y muy cerradas… tanto, que hasta ahora se duda de si esos números fueron reales o no, de si hubo fraude o no. Yo hasta ahora sigo pensando que sí hubo fraude.

En fin, “gana” Calderón y eso provocó la inesperada reacción de Andrés Manuel, de cerrar el Zócalo y tomar Reforma. Y bueno, ahí sí ya se dieron nuestros desencuentros frontales, pues desde el gobierno capitalino así como desde el PRD había mucha gente que no estaba de acuerdo con llevar a cabo estas acciones o que ese fuera el camino. Luego hubo más molestia aún cuando Andrés Manuel se autonombra presidente legítimo. ¡Esa no era la decisión estratégica adecuada!

—Antes de que sucediera esto con el candidato, ¿por qué desde el PRD no se atendieron entonces estos focos rojos, estas enormes irregularidades? Digo, yo recuerdo cómo aún siendo AMLO jefe de Gobierno del D.F. por el PRD, la ciudad se comenzó a llenar de casas de campaña en donde la gente se podía adherir a Morena, todo, con patrocinio gubernamental capitalino. Es decir, por todos los indicios que usted mismo ya señaló, aunado a esto que acabo de mencionar, ¿no era grave que desde el exitoso gobierno de izquierda de la capital del país se estuviese promoviendo con los recursos de la ciudad el nacimiento de un movimiento que posteriormente se convirtió en un partido que, curiosamente, hoy en día es contrincante del PRD? ¿Por qué la pasividad… la preocupante inacción del PRD?

—En el partido por supuesto que había preocupación. Tengo que decir que AMLO, efectivamente, hizo todo eso a la sombra del movimiento que nosotros también creamos, sí, pero para apoyar su candidatura. Lo hizo con recursos del PRD, entonces… mmm… Vamos, sí había voces de compañeros que decían: “¡Ya estuvo suave! Hay que tomar distancia y cada quién por su camino”, pero hubo otras que no estaban de acuerdo. La verdad, yo fui uno de los que no apostaron por una ruptura con él, pues mi apuesta siempre había sido la de mantener la unidad. Que las diferencias eran normales y que podíamos tener puntos de vista distintos, claro, pero que teníamos que seguir caminando juntos. Y, no obstante este tipo de perspectivas, que en el fondo le beneficiaban, a AMLO nunca le importaron, tanto así que, por su lado, sin negociar absolutamente con nadie, él sí consideró la construcción de un movimiento alterno al del PRD, para convertirlo en lo que ya es ahora. Un partido: Morena.

—Dado que desde el PRD no se hizo nada, ¿el temor de confrontarse entonces con AMLO era así de grande?

—Pues, es que… mira. ¡Imagínate nomás!, hablando desde el caso de nosotros, la corriente a la que pertenezco, Nueva Izquierda. Jesús Ortega llega a la presidencia nacional del PRD en 2008 luego de una confrontación intensa al interior del partido con Encinas, quien fue apoyado todo el tiempo por AMLO. Fue tal el enfrentamiento que al final fue un tribunal el que tuvo que ratificar que nosotros habíamos ganado las elecciones del partido. Entonces, con Ortega como presidente del partido en 2008, ya nos habíamos confrontado con Encinas y su grupo, en donde estaba AMLO, y luego en 2009 al confrontarnos ya directamente con AMLO, pues otra vez nos vimos ante la disyuntiva de romper con él o no. Nos pesaba mucho, la verdad, ser nosotros, los de Nueva Izquierda, teniendo la presidencia del PRD, los que tuviéramos que romper con López Obrador.

—¿Les pesaba tener que pasar a la historia como “los malos”, como los que rompieron con AMLO?

—¡Así es! Que se dijera “Ellos fueron los responsables de la ruptura”. Por eso no quisimos tomar esa decisión. Vimos que podíamos resolver la cuestión de otra manera. Fue cuando vimos una posibilidad para el PRD de presentar una candidatura presidencial alternativa y fuerte, la de Marcelo Ebrard. Fue así como Marcelo comenzó a recorrer el país, cobijado por nosotros. Se creó una asociación civil demócrata de izquierda, para impulsar y apoyar a Marcelo Ebrard.

Se llegó al acuerdo de que de entre Marcelo y AMLO surgiera el candidato presidencial mediante una encuesta o dos. Llegado el momento, se hicieron las mediciones y aparecieron empatados. Pero en algunas aparecía arriba AMLO y en otras Marcelo. Fue ahí cuando AMLO de la nada apareció diciendo “O soy el candidato yo o me voy solo por mi cuenta”.

Se llegó al acuerdo de que de entre Marcelo y AMLO surgiera el candidato presidencial mediante una encuesta o dos. Llegado el momento, se hicieron las mediciones y aparecieron empatados. Pero en algunas aparecía arriba AMLO y en otras Marcelo. Fue ahí cuando AMLO de la nada apareció diciendo “O soy el candidato yo o me voy solo por mi cuenta”. Marcelo no quiso comprar ese boleto y propuso que se hiciera otra precampaña de manera abierta de dos meses más para que se hiciera una nueva medición, y AMLO dijo que no. Que eso se tenía que resolver “Ahorita, ¡ya!” Entonces, entre ellos dos tomaron la decisión de que AMLO fuera el candidato, pues Marcelo no quiso confrontarse. Todo esto fue difícil para el PRD porque después de habernos enfrentado internamente con su grupo y de haber intentado armar una candidatura alternativa, como resultado: ahora teníamos que AMLO terminaba siendo nuevamente el candidato por la presidencia de la república.

Y mira, a pesar de nuestras diferencias, a pesar de todo, nosotros no le escatimamos nada. Lo acompañamos en todo lo que estuvo a nuestro alcance; incluso en 2011, cuando yo llego a la presidencia del partido y que él ya es el candidato, tampoco le escatimé nada. Lo apoyamos con todo. En la contienda presidencial volvimos a tener una tercera parte de la votación, pero ya no una tan cerrada como la que habíamos tenido con Calderón, en 2006. Luego de la derrota, él decidió por su cuenta volver a ser candidato presidencial para 2018, y esta vez diciendo “pero estoy seguro de que ya con el PRD no voy a contar”. Y es que, bueno, a esas alturas él ya había armado y consolidado su propio movimiento, durante seis años. Así que él decide romper con el PRD.

En una frase que pronuncia en el Zócalo dice: “Nada me deben, nada les debo. Estamos en paz”, por lo que así fue que nos enteramos de la ruptura.

—¿Cómo se sintió usted con ese pronunciamiento público?

—Me sentí con mucha tranquilidad, te lo confieso. Pero también con tristeza y preocupación, porque sabía que estábamos ante una fractura sin precedentes en la izquierda mexicana, sobre todo después de todo lo que históricamente por nuestra parte habíamos hecho para unificar a la izquierda… A todos esos grupos tan diversos, como nosotros, que veníamos del movimiento guerrillero, de los setenta, después de todo eso que hicimos de cohesionar a las fuerzas guerrilleras del país, a los otros movimientos sociales, estudiantiles, obreros… lo que fue el Partido Patriótico Revolucionario, a principios de los ochenta, nuestra participación en el movimiento de unidad a través del PMS, el Partido Mexicano Socialista: la mayor unidad de la izquierda que se había construido hasta entonces. Luego cuando llegamos a 1988 para conformar el FDN, el Frente Democrático Nacional, en donde el PMS aportó generosamente su registro para que surgiera el nuevo partido que acompañara a Cuauhtémoc Cárdenas en su dirigencia, ¡el PRD! En fin, todo esto en lo que hemos trabajado siempre con el ánimo de sumar, sumar, sumar, dentro del campo de la izquierda.

Más allá de las diferencias normales que la izquierda siempre ha tenido, pues lo raro sería lo contrario, lo cierto es que acá era la primera fractura grande que se nos daba, con AMLO, desde el interior de la izquierda misma, siendo él un candidato importante para esa corriente ideológica.

—Quiero abordar con usted ese fenómeno que está sufriendo el PRD al que yo llamo “El fenómeno del Callejón de Tabaqueros”,1 ese que implica el alejamiento de la gente de izquierda de un partido político afín, en este caso el suyo, por un lado, y el mantenimiento de “las clientelas políticas” a costa, precisamente, de esa pérdida, de ese alejamiento. El PRD, en este sentido, ¿va a seguir negociando sólo con las llamadas “tribus” y con todos los grupos que sólo ustedes conocen? ¿Van a seguir alejándose de la gente que realmente es de izquierda para permanecer al lado de aquella que sólo quiere su cuota de poder, su espacio para vender, su puesto burocrático o su tajada de dinero?

Más allá de las diferencias normales que la izquierda siempre ha tenido, pues lo raro sería lo contrario, lo cierto es que acá era la primera fractura grande que se nos daba, con AMLO, desde el interior de la izquierda misma, siendo él un candidato importante para esa corriente ideológica.

—Yo creo que llegamos a un punto límite en la vida del PRD. Los resultados del 7 de junio de 2015 nos hablan de que por fracturas, por problemas internos, por haber llevado a una situación de cerrar el partido a liderazgos y a nuevas militancias, por el ensimismamiento que yo comencé a ver de gobiernos del PRD, de gobernantes del PRD y por el ensimismamiento mismo del partido, por pensar que esto todavía se puede resolver con un reparto de cuotas internas y por respetar a los gobernantes es que ahora estamos en donde estamos.

No logramos reflexionar a tiempo sobre lo que estaba sucediendo. No logramos identificar la magnitud del fenómeno de esta pérdida de compromiso con la sociedad, así le llamaría yo, y no porque lo hayamos querido, creo, pues yo digo que aun en estas condiciones seguimos enarbolando muchas causas de izquierda: respecto de la riqueza petrolera y energética del país en 2013 y 2014, el PRD fue el único que encabezó esa defensa, y muchas otras de carácter social, pero que fueron opacadas en su totalidad por este fenómeno de alejamiento y descomposición.

—Entiendo lo que me dice. No obstante, sigo viendo una gran miopía. Mire. Una de las críticas fuertes que se le hace al presidente Peña Nieto, por ejemplo, es que, precisamente, él no oye ni ve ni escucha a nadie. Que sólo gobierna con gente muy cercana, con un grupo de conocidos o de amigos, políticos o no, éticamente cuestionables o no. En ese juego de espejos, entonces, se podría decir exactamente lo mismo del PRD. Ahí hay un peligro en cuanto a la crítica efectiva y la forma de ser oposición. En ese sentido, ¿tiene futuro real el PRD? ¿Están tomando con seriedad la renovación de cuadros?

—Antes de contestarte tengo que hacer énfasis en algo. Que no se nos olvide que habiendo nosotros desarrollado una lucha muy exitosa cuando recolectamos firmas para la consulta popular en defensa del petróleo y en contra de la reforma energética, y en la que nos terminaron dando palo, por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y habiendo realizado una renovación de la dirección nacional del PRD exitosa, con elecciones democráticas en septiembre, en donde 2 millones 50 mil militantes en activo participaron, en esas que fueron las primeras elecciones organizadas por el INE y que salieron muy bien, ya casi terminando mi mandato al frente, como dirigente nacional, dejamos al PRD en los cuernos de la luna, como se dice. Con preferencias electorales que, para unas elecciones intermedias, fueron muy altas.

Sin embargo, es ahí cuando se presenta el fenómeno de Iguala, y allí todo ese capital se nos resquebrajó y nos metió en una situación interna que provocó, entre otras cosas, la salida de Cuauhtémoc Cárdenas del partido. Llega Navarrete a la presidencia del partido en medio de esa gran crisis que ya era una crisis de carácter nacional y no sólo del PRD. En fin, lo menciono porque esto nos golpeó electoralmente. Y aun en medio de todo esto tampoco logramos dimensionar la magnitud del fenómeno, y en lugar de haber realizado algunos recambios para abrir al partido, creo que terminamos cerrándolo más.

—Y ahora que lo menciona, creo que, mediáticamente, al hablar del PRD, es imposible no hablar de judicialización, de corrupción, de grupos que manejan clientelas de manera mafiosa y corrupta, y de situaciones negras que ya son conocidas y sabidas por todo el país.

—Por eso mencioné que ya hemos llegado a un punto límite. Ya no podemos seguir así, so pena de seguirnos deteriorando, con el riesgo de volvernos absolutamente marginales. Nosotros, como Nueva Izquierda, por eso pedimos que se haga un recambio, de ahí nuestra Propuesta de los 9 Puntos y la realización de un Congreso Nacional para la elaboración de un conjunto de medidas que puedan ponerle un alto a esto y empezar un nuevo momento de recambio en la vida del partido, apostándole a hacer cosas nuevas, a abrir el partido, a proponer nuevos cuadros, a quitar candados para que se adhieran nuevos personajes.

—¿Qué diagnóstico puede hacer sobre la izquierda política mexicana en estos momentos?

—Es un momento complicado y complejo, uno de clara división, sobre todo de dos partidos importantes: el PRD, con el 12% de los votos en el país, y Morena, con 8.5%, que si los tuviésemos sumados, tendríamos ya poco más del 20% de los votos. Pero, bueno, esto no es así. Estamos en una clara diferencia o confrontación que implica una disputa real por ver cuál es el partido de izquierda que realmente puede llevar al país a salir adelante.

—Ahí está el quid del asunto.

—Así es. Ahí está situado. El PRD tiene que renacer con sus planteamientos, con un claro anclaje en la izquierda de oposición al gobierno de Peña Nieto, ahora desacreditado por todo lo que ha pasado, y al mismo tiempo, lo tiene que hacer sin la idea de aislarse y de confrontarse a ultranza, sino más bien desde la oposición y por la defensa de las causas que defiende, plantear soluciones reales a los problemas del país.

Y hablando yo desde el ámbito parlamentario, en donde haya posibilidad de confluir con otras fuerzas para lograr ciertos objetivos, y pues hacerlo incluso llegando a acuerdos con el propio PRI, pues ellos, por ejemplo, aquí en el Congreso son mayoría, y pues sin ellos no vas a llegar lejos para lograr lo mejor de tu agenda. Sería absurdo no hacerlo así en un lugar como lo es el Congreso.

—¿Qué hará el PRD para diferenciarse de Morena, desde la perspectiva de una agenda progresista?

—Es que estamos en eso. ¿O a qué te refieres con una agenda progresista?

—A los movimientos de mujeres, de los derechos de los homosexuales, al discurso de la despenalización de la marihuana, de los derechos de los jóvenes, al derecho al aborto en todo el país y temas liberales que casi no son abordados por la izquierda como tendrían que estar siéndolo. Esos que López Obrador nunca toca, por ejemplo, porque para él no son importantes o no tienen prioridad. De hecho, “el Bronco” se le ha unido tomando la misma postura de desdén respecto al debate de la marihuana, por ejemplo, a pesar de ser un político independiente.

—Todos esos temas son temas y banderas del PRD o estamos en vías de hacerlos nuestros. Eso es indudable.

—Para cerrar la entrevista, y dado que usted mencionó Iguala, ¿qué tendría que decir respecto de Ayotzinapa, dados todos los comentarios que sobre su persona se han hecho a propósito de ese macabro suceso, en el sentido de tener cierta responsabilidad?

—Mira, para mí es la síntesis de la descomposición de la vida político–social del país. Porque, por una parte, en lo que al PRD se refiere, tampoco nosotros, en aras de conseguir victorias electorales, que postulamos a candidatos que pudiesen en principio tener cierto arraigo entre las comunidades, no recapacitamos ni vislumbramos que individuos como Abarca, que ya tenía mala fama pública, aunque no se le pudo en ese entonces comprobar nada previamente, en este caso vinculada con el crimen organizado, al final pudieran acabar siendo los protagonistas centrales de esta tragedia [la desaparición de 43 estudiantes].

Un escenario en donde participaron dos grupos reconocidos: Guerreros Unidos y Los Rojos. Es decir, el crimen organizado disputándose el control de esa región, grupos que compraban gobiernos y que compraban y que controlaban policías a todos los niveles. Tanto así que hasta ya hay una sombra de duda sobre el Ejército.

Pero, justamente, hoy ya nadie pone en tela de juicio con seriedad que lo que sucedió en Iguala, Cocula y Ayotzinapa tuvo relación con el crimen organizado. Un escenario en donde participaron dos grupos reconocidos: Guerreros Unidos y Los Rojos. Es decir, el crimen organizado disputándose el control de esa región, grupos que compraban gobiernos y que compraban y que controlaban policías a todos los niveles. Tanto así que hasta ya hay una sombra de duda sobre el Ejército, en el sentido de que está involucrado en este tema. Así que aquí no se trata de que haya sido un partido político, sino que en estos hechos estuvo involucrado un gobierno municipal, sí, pero hubo otros niveles de gobierno y otras autoridades más allá del local involucrados en esto, vinculados y corrompidos por el crimen organizado.

Esto debería de marcar también un punto de inflexión en lo que es la vida nacional. Es decir, el hecho de que el gobierno federal haya equivocadamente errado, por cálculo político, el momento de intervención entrando hasta ocho días, diez días más tarde, a meterse y tomar el control de las investigaciones, queriendo que el asunto quedara como un asunto local, ¡eso fue craso error!, no midieron las dimensiones que el asunto iba a tener y que ya estaba teniendo para el país y el mundo.

—La prensa difundió durante muchos días el hecho de que aquel horror se dio con gobiernos locales, gobiernos del PRD específicamente, y que, por ende, era el PRD el que tenía que responder por ello, mencionando al respecto su nombre, de hecho.

—Quisieron dar la impresión de que todo era culpa del PRD, que era una cosa interna del PRD. Cuando yo siempre he dicho que yo no tuve ninguna responsabilidad por ese hecho, yo no tuve nada que ver con la postulación de una persona a la que ni siquiera conocía. Yo nunca traté a Abarca. Entonces, aquellos que me mencionaron se equivocan totalmente por eso mismo. Los que insisten en mencionar al PRD como único responsable son aquellos que no ven la magnitud del fenómeno ni de dónde viene el fenómeno de Iguala, Cocula y Ayotzinapa, cosa que seguimos viendo.

—¿Qué significa para usted, con todo lo ya mencionado, haber dado un salto enorme hasta llegar a donde está hoy, siendo ahora el líder de la Cámara de Diputados de la Nación? ¿Cómo ve lo ocurrido en esas entidades desde su nuevo puesto clave?

—Pues como un gran reto, en primer lugar como persona, como dirigente político del PRD, como miembro de la bancada, y como Presidente de la Cámara, dirigiendo el Congreso, presidiendo una Cámara de Diputados compleja, pues en ella se encuentra representada la complejidad y diversidad del país, incluyendo la variedad de la izquierda, pues está Movimiento Ciudadano, el PRD y Morena; entonces, mi reto es sacar adelante los trabajos de la Cámara, en medio de toda esta pluralidad, y al mismo tiempo que voy a levantar la bandera del PRD, pues formo parte de ella, también tengo la responsabilidad de demostrar que, aun siendo del PRD, el mismo PRD puede dirigir instituciones federales, alzar en su momento otras banderas y que es capaz de tener un comportamiento a la altura de la civilidad que exige un recinto republicano como lo es la Cámara de Diputados, en donde debe existir un respeto institucional hacia los demás y que el hecho de que nos comportemos así de civilizados no quiere decir que seamos esclavos de nadie; el que seamos una verdadera fuerza opositora de izquierda y que lo demostremos no quiere decir que podamos gritar “¡Al diablo las instituciones!” Eso no.

Ésta es nuestra apuesta: que podamos demostrar que somos una izquierda de oposición verdadera, que podamos abrirnos a la sociedad, caminar junto con ella y defender sus causas y, al mismo tiempo, demostrar que podemos actuar con responsabilidad institucional a la hora que tengamos un cargo tan importante como el que ahora desempeño o cuando ocupemos otros, de ser el caso, como ese que tenemos en la mira: poder gobernar el país. ®

Nota
1 “El fenómeno del Callejón de Tabaqueros” se refiere al de la invisibilidad de los problemas. El callejón existe y se encuentra al lado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ubicado entre las calles de República de Uruguay y Venustiano Carranza. Cuando se dio la supuesta liberación de ambulantaje del primer cuadro de la ciudad, la vendimia en el Callejón de Tabaqueros nunca se vio mermada, al contrario, creció y se concentró como nunca antes y, de hecho, así continúa hasta el día de hoy sin que ninguna autoridad haga nada al respecto, pues ya es por todos sabido que la líder de esos ambulantes en específico tiene pacto con las autoridades de la Delegación Cuauhtémoc.

Para más información, he aquí un artículo que escribí a propósito de este problema.

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Publicado en: Política y sociedad

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