¿Por qué esta película ganó el premio al mejor guion en Cannes? Un guion lleno de absurdos, inconsistencias y contradicciones que da lugar a una película absurda, sin sentido y plagada de homenajes innecesarios.
En 1986 se publicó de manera póstuma Bajo el sol jaguar, de Italo Calvino, libro que compilaría cinco cuentos, cada uno dedicado a los diferentes sentidos. Desafortunadamente, Calvino murió en el 85 sin concluir este proyecto que había iniciado desde 1972 y al que le faltaron los cuentos destinados al sentido del tacto y la vista. En ese libro hay un relato en verdad magistral: “El hombre, la nariz”. En él narra tres veces, cada una en diferente época, más o menos la misma historia, en la que el olfato es esencial para el destino de los personajes y el desenlace del relato. En la primera línea argumental el olfato se muestra como un instrumento de supervivencia en evolución; en la segunda, la cúspide del refinamiento con los aromas más delicados y exquisitos y sus formas de percibirlos, y, en la tercera, lo que llega a la nariz son olores pestilentes y nauseabundos.
Esta línea evolutiva, como se ve, es cronológica, va del inicio de la consciencia olfativa, pasa por el clímax y llega a la decadencia total. Actualmente hay un estadio por el que no se había pasado y que de un tiempo a la fecha ha venido sucediendo: tomar a la decadencia como si fuera la cúspide y regodearse en la ignorancia en total desprecio al conocimiento.
Ayer fui entusiasmado al cine para ver La sustancia (The Substance, 2024), que ganó el premio al mejor guion en la 77ª edición del Festival Internacional de Cine de Cannes, y mientras avanzaba la película una pregunta y una conclusión se repetía en mi cabeza: ¿de veras esta mamarrachada ganó ese premio? Estamos jodidos.
Y es que no es cuestión de gustos, porque, como bien dicen los españoles, “para gustos, los colores”. Primero es ver si está o no bien hecho el guion, y luego ya verás si te gusta o no. Y el guion, lo siento, distinguido jurado de Cannes, no está bien hecho, sino lleno de absurdos, inconsistencias y contradicciones. A ver (spoiler alert):
1. Dicen en la película “¿Has soñado con una mejor versión de ti? Tú, pero mejor en todos los sentidos. Debes probar este nuevo producto: La sustancia”, y lo repiten hasta el cansancio, que es un solo ser, no dos entes disociados y hasta antagonistas, como luego acontece. Antes de que alguien me corrija, recuerde que estamos hablando aquí del guion en el plano literal y no interpretativo.
2. Cuando le conviene al guionista, sí se trata del mismo ser (sabe a dónde tiene que ir y con quién dirigirse para obtener de nuevo su programa, sabe cómo hacer sus ejercicios, sabe las frases que tiene que utilizar) y también, cuando le conviene al guionista, se trata de dos entidades diferentes (se pelean, se tratan de hacer la vida imposible, se dañan, etc.).
3. El instructivo del producto tenía muy pocos pasos y era muy simple, ¿en qué momento se complica con esa terrible herida y su consecuente sutura? Eso sí, el personaje supo cómo resolver el problema y no supo algo tan simple como respetar los tiempos y las dosis.
4. ¿Cuándo y cuánto pagó la actriz por el medicamento?, ¿quién ganaba?, ¿quién era el perverso genio? Misterio.
Leo en los créditos que Coralie Fargeat, además de escribir el guion, fue la directora y productora, así que lamentablemente no tuvo a nadie que, ante la serie de despropósitos que se le ocurrieron, le dijera: ¡Ya basta!
5. ¿Cuál es la razón para que la entrega de los paquetes se haga en semejante lugar y con esa logística?
6. ¿Por qué la misma viejilla que apenas se puede parar por tener una rodilla toda jodida, luego, cuando está más deteriorada aún, corre por las escaleras y arrastra cuerpos sin el menor problema cual si fuera doña Naborita peleando con un tigre en Hijazo de mi vidaza?
7. ¿De dónde saca fuerzas el ente joven para tener una sobrevida y seguir con lo del evento de año nuevo?
8. ¿Cómo le hace el adefesio para llegar a su departamento y luego otra vez a la presentación del programa de año nuevo? Ahora está aquí, ahora está allá, como si le fuera tan fácil moverse.
9. ¿De veras no creen que es muy pinche obvio que el productor se llame Harvey?
10. ¿No les parecen terriblemente largas las escenas del programa televisivo de ejercicios y su engolosinamiento con retratar una y otra vez el trasero de Margaret Qualley?
11. ¿No es aburridamente larga la escena de la golpiza a la anciana?
12. Y así…
Fausto, Dr. Jekyll and Mr. Hyde, Frankenstein, El retrato de Dorian Gray…, obviamente tienen cosas en común, pero son esencialmente diferentes y abordan específicamente sus temáticas. Hacer un revoltijo de todos éstos y salir avante no parece tarea fácil, y menos con la consigna de que nos quede claro lo opresivo de los estándares de belleza.
Lo mismo podemos decir de esas referencias simplonas, constantes y cansinas a Stanley Kubrick, con El resplandor, sus tapetes estampados, sus baños, el sangrerío en los muros; Bob Fosse, con El show debe continuar, la interacción de público, bailarines, productores y presentadora en el evento de año nuevo; David Cronenberg, con La mosca en atmósfera, maquillajes y actuación; David Lynch, con El hombre elefante; Terry Gilliam, con su parodia y autoparodia en el exceso y la extravagancia de Brazil… Ay, amor, ya no me homenajees tanto.
Leo en los créditos que Coralie Fargeat, además de escribir el guion, fue la directora y productora, así que lamentablemente no tuvo a nadie que, ante la serie de despropósitos que se le ocurrieron, le dijera: ¡Ya basta!
Y recuerdo, por último, que mi querido y admirado Hugo Hiriart dice que cuando el creador de una obra de arte se empeña en dejar más que claro su mensaje, el arte sale corriendo y deja solo al creador con su mensaje. ®