En estos tiempos hiperconvulsos los poemas de Carlos Martínez Rentería reunidos en Barbarie, libro publicado recientemente por la Editorial Moho, aluden a otro tipo de convulsión, interna, íntima.
La convulsión del alma cuando uno regresa a casa de algún evento (probablemente cultural y dionisíaco, y si contemplamos las dosis de alcohol, pantagruélico) por las calles solitarias y mal alumbradas de la colonia Roma en la Ciudad de México.
En esos momentos de desolación, absurdo y lucidez, germinan los poemas que luego Rentería escribe. Me lo puedo imaginar solo, evitando el acoso de las patrullas, apoyado, más bien abrazado, a una farola de una esquina cualquiera y sufriendo el atropello de una revelación y del infinito sarcasmo que representa cualquier atisbo de belleza. No hay cuidado. Si la razón crea monstruos, el vodka y el tequila los domestica.
La poesía es la literatura del yo, del a mí me suceden esas cosas, las siento de este modo y por eso las cuento como las cuento. Literatura de la experiencia. Para quienes conocemos a Carlos los poemas de Barbarie resultan un espejo de lo que el escritor es y performa cotidianamente en antros y cantinas, siempre con copa en mano.
Después de varios tragos, su estado más habitual, a Rentería no se le entiende nada. Habla muy bajito, casi susurra, arrastra las palabras hasta hacerlas densas como si estuviera mascando pinole y se repite como una salsa de ajo con el tema de la contracultura, su verdadero leitmotiv defendido a capa y espada durante décadas.
Afortunadamente, el discurso con el que obsequia a sus interlocutores en las cantinas lo ha traducido, en esencia, en éste su primer libro de poemas. Y también el primer libro de poesía que publica la Editorial Moho. Innovando con el género con el que participa, Rentería engrosa la lista de marginales históricos infaltables en el catálogo de la editorial, más orientada a la narrativa.
Barbarie es un libro escrito con una mirada sincera, desde la honestidad, desde los arrabales de la literatura, donde las damas emperifolladas de la poesía grandilocuente (con las palabras, con el sentido) jamás pondrían un pie, para no mancharse el blanco vestido con los lodos de las aguas residuales o los vómitos de los borrachos, y vayan a enfermar de realidad. Esa pegajosa e indisoluble materia hecha de jirones de tiempo y autoconsciencia.
Si como escribe Yépez en el prólogo un poeta no es aquel que escribe poemas sino el que vive de manera más intensa, Rentería en Barbarie exorciza los desmanes de tanta intensidad y exceso que pueblan la vida de este escritor, activista contracultural y director e incansable impulsor de la revista Generación durante dos décadas, un hito en el país.
Los poemas de Rentería son fragmentos arrancados a la lucidez en medio de la tormenta. Con Barbarie nos adentramos en el mundo interior del autor para descubrir a un escritor sensible, lúcido y por esas mismas razones, atrapado en sus propias contradicciones.
Bárbaro etílico y padre amoroso. Mujeriego impenitente (la de bofetones que no le habrán dado a Rentería) pero encadenado por amor a la madre de su hijo, quien lo abandonó por borracho y a quien le dedica uno de los más sentidos poemas: Cuando no está (Guillermina) ninguna fiesta es feliz… ninguna fiesta, sin ella, salva mi vacío.
Autodestructivo hasta el límite, pero por otro lado vitalista y propositivo con un entusiasmo que roza la ingenuidad y a veces la insensatez. Abjurando de la barbarie, pero instalado en ella (desde ahí escribe). Amante del tumulto, pero crecido en sus soledades. Así son sus poemas.
Sin embargo, Barbarie, que está dividido en cuatro partes (Los Nuevos Bárbaros, El Libro de las madrugadas, Poemas de la lluvia y Poemas a la contra), no es una poesía de los excesos, al modo de su admirado Charles Bukowski, sino una poesía de los costes anímicos de esos excesos, de las facturas emocionales resultado de una vida intensa y entregada.
Así, el peso del componente autodestructivo tan vital como letal, la soledad, las ausencias, las pérdidas, el absurdo, la irrealidad de las fiestas, la irrealidad de la vida, la lluvia… conforman el corpus de este poemario escrito en las madrugadas, esos territorios conquistados a la urbe para respirar algo de libertad.
Barbarie cuenta, además del prólogo de Heriberto Yépez, con un epílogo de Leonardo da Jandra, y los dos en sus textos profundizan en la insustituible y entrañable figura de Carlos Martínez Rentería, revelado con este libro como poeta.
Porque como dice el autor:
Y sólo algunos, unos cuantos, bárbaros
vivieron
para decir NO
por siempre. ®
María Esther Gómez Arreola
Ahh, me acuerdo de él, personaje inolvidable en la «Mutualista» cuando presentaste tu libro «Me ves y sufres», si, lo has descrito bien!! Ahora habrá que leer su libro.